Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

12 jun 2016

Veamos a quién admiras............................................................Javier Marias

Ante un partido como Podemos sólo ayuda fijarse en quiénes son sus amigos y a quiénes admira.

POCO  antes de las elecciones del pasado diciembre escribí aquí una columna titulada “Casi cualquier prueba”, en la que repasaba la catastrófica legislatura bajo el Gobierno de Rajoy y expresaba mis dudas y reparos ante los demás partidos.
 Y terminaba diciendo: “… con todo y con eso, casi cualquier prueba, casi cualquier riesgo, me parecen preferibles a continuar en la ciénaga de los últimos cuatro años”. Tuve la precaución del “casi”, porque siempre es preciso tenerla.
 Son ya demasiadas las ocasiones en las que uno cree que no puede existir un gobernante peor del que se sufre, y la experiencia le demuestra lo contrario, que siempre es posible empeorar.
 Sin alejarnos mucho, ¿parecía imaginable alguien más dañino y falaz que Bush Jr y Cheney al frente de los Estados Unidos? Ahora corremos el riesgo de que esté a su mando Donald Trump.
En aquella columna escribía del PSOE: “… no es seguro que haya abandonado la idiotez generalizada que lo dominó durante la época de Zapatero”, y añadía: “Esa idiotez, pero agravada, la ha heredado IU bajo el liderazgo de Alberto Garzón; y en cuanto a Podemos, una necedad similar compite con resabios de autoritarismo temible”. Han transcurrido seis meses y algo más sabemos acerca de esta última formación. 
Pero no mucho, en realidad (aparte de que haya engullido a la penúltima). Si uno quiere saber qué pretenden y cómo gobernarían sus dirigentes, se encuentra con un batiburrillo oportunista.
 Han cambiado de postura y “lugar” tantas veces (somos “anticasta”; no, de extrema izquierda; no, socialdemócratas; no, de centro; no, de los de abajo; no, “transversales” en general) que lo único que se saca en limpio es que es gente dispuesta a lo que sea con tal de conseguir poder.
 Su objetivo más visible es el siguiente: sobrepasar al PSOE para después desmenuzarlo; erigirse en principal partido de la oposición y aguardar a que el PP siga hundiéndose y hundiendo al país hasta que la población, desesperada, quite mi cauteloso “casi” y prefiera cualquier prueba, cualquier riesgo, antes que seguir padeciendo las injusticias y la inoperancia de Rajoy o su sucesor. 

Ante un partido como Podemos, dado al travestismo, el embarullamiento y la adulación del elector, dominado por una figura tan demagógica y taimada como Pablo Iglesias, sólo ayuda fijarse en quiénes son sus amigos y benefactores, y a quiénes admira, para intuir a qué atenerse y qué se puede esperar de él.
 Por supuesto, están el golpista militar Chávez y su caricatura Maduro, a quienes varios de sus líderes aconsejaron y sirvieron con apasionamiento y remuneración: es decir, un par de autócratas desastrosos para su país, que desprecian la democracia. 
Están Tsipras y Varufakis, de Grecia, a los que en estos momentos no conviene poner de ejemplo, aunque parecieran mucho más honestos y bienintencionados que los dirigentes de Podemos.
 Está a ratos Putin, y Bildu en el País Vasco, con el que han establecido alianzas. Ahora está Arnaldo Otegi, al que abrazan y juzgan “un hombre de paz”, como si nada hubiera tenido que ver con ETA en sus años más virulentos. 
Y desde luego está Julio Anguita –al que también abrazan–, uno de los políticos más injustificadamente presuntuosos y perdonavidas de nuestra democracia, y cuyo mayor logro (la famosa “pinza” de los noventa) fue aupar a Aznar al poder; y a Aznar, su compañero de conspiración, lo sufrimos ocho años.
 Iglesias se proclama “discípulo” de él (de Anguita, aunque en su megalomanía y su autoritarismo recuerde muchísimo a Aznar). 
No está de más recordar que, declarándose Podemos un partido feminista, sus dirigentes no tuvieron el menor reparo en trabajar para –y cobrar de– un canal de televisión financiado por Irán, donde las mujeres están sojuzgadas en todos los ámbitos.
 La impresión se confirma: lo que sea para conseguir poder. Por último, no olvidemos entre las admiraciones la excelente serie Juego de tronos, pobre, que el susodicho Iglesias no cesa de manosear y tergiversar: si le gusta tanto es porque, según él, ilustra el pensamiento político de Maquiavelo, Gramsci y Carl Schmitt (que inspiró mucho al nazismo), y enseña que lo que importa es el poder crudo, el de la fuerza. 
Es difícil saber si George R. R. Martin se moriría de risa o se pegaría un tiro en el paladar al oírle, al ver su imaginativa creación reducida a semejante ramplonería de pedantuelo profesor incapacitado para entender la ficción. 

Pero hay un elemento o guía más: la actitud de los entusiastas de Podemos, sin parangón con la de los de ningún otro partido, incluido el PP. 
Cuando en política aparece un fervor religioso; cuando la pertenencia a una formación se asemeja a la pertenencia a una secta, y hay un caudillo; cuando sobre sus críticos cae inmediatamente una lluvia de insultos mezclada con alguna lección adoctrinadora para que esos críticos “abran los ojos y abracen la fe”; cuando desde ese partido se habla de “regular” y “controlar” la prensa, y de pedir “adhesión” (palabra franquista donde las haya) a los jueces y a los cargos públicos; entonces, cuando todo eso se junta, sólo toca alejarse corriendo.
(En este artículo sale el Javier Marias que siempre detesté, todo lo que aplica a Pablo Iglesias es su retrato. 
Y si me reconcielé una vez, fue gracias a la amistad que sostiene con Arturo Pérez Reverte. Javier Marias es taimado, en su descripción de Podemos, como lo fue cuando Iu tenía más fuerza, y pasa por Garzón de Puntillas mientras se ceba con Anguita y Pablo Iglesias, hasta lo llama profesor de Universidad con ínfulas, seguro que él se ve reflejado.
Ya veía que a Podemos le llamaba "Secta". Pero hoy se despacha a gusto.
Parece que en el fondo él preferiria un Pedro Sánchez, así tipo encargado de planta del Corte Inglés, o quizás va más a la derecha, porque se atrinchera detrás de Zapatero. Pero Javier Marias no se moja como votante, solo critica desde el lado humano y no político, y harta estoy y lo siento muchisimo que cada cinco minutos salga el tema de Venezuela, parece que no recuerda que a Chávez lo auparon todos los intelectuales venezolanos, ahí queda eso, y definete alguna vez si andas por el centro de no sé qué partido, porque hoy tus palabras destilan envidia y veneno.
Dale cera a Prisa que si no no escribes nada más en tu vida)

COLUMNISTAREDONDA_JAVIERMARIAS

11 jun 2016

Jóvenes y millonarios............................................................ Boris Izaguirre


 
El cantante Justin Bieber (derecha) y el futbolista Neymar (centro). 
Es cierto que en la vida te obligan a que seas una cosa u otra. La Victoria de Samotracia o La Gioconda.
De Podemos o de Ciudadanos. La diferencia, eso que tanto he defendido toda mi vida, te ubica en un sitio extraño
. Yo prefiero la Victoria de Samotracia porque la encuentro más gestual, todo movimiento. La Mona Lisa me parece que es más de ideologías, te hipnotiza y luego no te resuelve
. En cambio, creer en una mujer alada al menos te da actitud
. Me encantaría plantear estas cuestiones a Albert Rivera o a Pablo Iglesias en uno de esos platós de televisión donde parecen vivir.
Uno de los inconvenientes de que se repitan las elecciones es que también se repiten los debates y los sondeos.
 No es justo con el televidente, que los consumirá por la sencilla razón de que no hay otra oferta.
Preferiría un diálogo televisado entre Justin Bieber y su nuevo mejor amigo, Neymar, el jugador estrella del Barça.
Se han vuelto inseparables y ya son una imagen histórica de su generación: menores de 24 años, millonarios, unidos por el entretenimiento y la falta de respeto al tinte rubio para el pelo.
Bieber, que es canadiense, tiene mejor relación con el balón que cualquier norteamericano.
 Y Neymar sabe bailar sin pensar los éxitos de su anfitrión en Los Ángeles. Canadá y Brasil, dos potencias americanas unidas por su dorada juventud.

Aunque mi cabello es más plateado que dorado, esta semana he salido en los medios casi tanto como un político, debido a mi anterior columna sobre la compra que le envié a mi padre a Venezuela.
 De pronto estaba hablando en todas partes sobre mi papá y mi país cuando mis amigos me advirtieron de que pensara muy bien lo que diría porque alguien ha colado a Venezuela en la campaña electoral y cualquier cosa fuera de tono podría fastidiar el bendito envío que viaja en este momento por vía marítima.
 “¿Cómo puedes estar seguro de que a tu papá le llegue el encargo si al país no llega casi nada? ¡Aunque se sigan celebrando grandes bodas, eso sí!”
. Aparentemente, estas agencias tienen un “contacto” en los puertos venezolanos que facilita la entrega a los necesitados familiares.
 Todo este sistema me asombra tanto como la economía sumergida que genera.
 “Sí, pero déjate de rechistar porque lo importante es que el atún, el aceite y las medicinas le lleguen a tu padre a fin de mes”.
Cuando mi marido, que es mi alimento y mi medicina, está de visita en Miami y escucha la radio española, me enternece.
 Los españoles tenemos una relación atávica con la radio, lo sé porque he hecho mucha radio en España.
 Y escuchándola nos enteramos de que Manuela Carmena quiere garantizar que los organizadores del desfile del orgullo gay no tengan que pagar multas por exceso de ruido.
 Lo ha equiparado a las Fallas de Valencia, que son ruidosísimas y muy amparadas por el Ayuntamiento y la Virgen.
Tengo amistades en Miami que compran el billete a Madrid el día siguiente de despertarse resacosos del Orgullo.
Y se pasan el año elaborando, mental y artesanalmente, el vestuario que emplearán.
 “Y también calculamos el decibelio, mi amor”, me informó uno de ellos.
 “Hablamos en susurros, como giocondas, pero con gestualidad de victorias de Samotracia y también con gritos de concierto de Justin Bieber. Lo practicamos todo porque Madrid es nuestra Meca.
 ¡Que lo oiga todo el mundo!”.

Joyce, un imán para el arte y la ciencia........................................... Eduardo Lago

El legado del autor modernista ha despertado interés mucho más allá de los confines de la literatura.

El escritor James Joyce fotografiado por Gisèle Freund en 1939.

 

Como cada año, el próximo 16 de junio, fecha en la que transcurre la acción de Ulises, la obra maestra de James Joyce, se celebrará en numerosas ciudades del mundo la jornada conocida como Bloomsday en honor a las peripecias del protagonista, Leopold Bloom, por Dublín.
 Pese a su proverbial dificultad, a seis años de cumplirse el centenario de su publicación, la centralidad de Ulises (1922) en el canon de la literatura universal es algo que a pocos se les ocurre cuestionar.
 En el ámbito de la cultura anglosajona, el veredicto es unánime.
 A modo de síntoma, baste señalar que en la lista de las 100 mejores novelas escritas en inglés durante el siglo XX elaborada por la prestigiosa Modern Library figuran las tres que escribió Joyce.
El primer lugar lo ocupa Ulises; el tercero, Retrato del artista adolescente (1916), cuyo centenario se celebra este año, en tanto que Finnegans Wake (1939), considerada también por consenso la novela más difícil de todos los tiempos, ocupa el número 77.
El influjo de Joyce en la novelística universal es incalculable
. Desde que el autor vivía, su obra y su figura siguen generando toda suerte de exégesis, secuelas y comentarios que se van agregando a una bibliografía de proporciones ingobernables.
 Además de en la literatura, la obra de Joyce ha despertado considerable interés en los ámbitos del arte y la ciencia. Finnegans Wake es una suerte de imán para artistas de numerosas latitudes, que intentan traducir a imágenes plásticas la vitalidad de un texto que responde a la voluntad de forjar un lenguaje literario universal a partir de más de 80 idiomas naturales, con el inglés como sustrato.

En el ámbito de la ciencia, el interés por Joyce es palpable en disciplinas como la astrofísica, con casos como la celebrada adopción del término quark por parte de Murray Gell-Mann, físico teórico quien, necesitado de un vocablo que le sirviera para designar ciertas partículas subatómicas, lo encontró en las páginas de Finnegans Wake.
 Hace unos meses, un grupo de investigadores del Instituto de Física Nuclear de Polonia publicó un estudio en el que se analizaba la presencia de fractales en ciertas obras literarias.
El caso más acusado de la coincidencia entre estructuras lingüísticas y matemáticas era Finnegans Wake, con mucha diferencia sobre el resto de las obras analizadas
. Como parte del aluvión de títulos que giran en torno al legado de ­Joyce, cabe señalar la aparición de tres obras recientemente traducidas al castellano.
El oficio de escribir (La Balsa de la Medusa) vierte a nuestro idioma un estudio de Giorgio Melchiori publicado originalmente en 1994.
 Se trata de un comentario de conjunto a medio camino entre la exégesis académica y el intento por llegar al lector medio, enfatizando la importancia de lo italiano en la obra del irlandés. Conversaciones con James Joyce (Diego Portales) plantea un tipo de problema muy distinto.
 Se trata de una reconstrucción efectuada por Arthur Power, quien gozó de la amistad de Joyce en los años veinte.
Varias décadas después, en 1974, se publicó su versión de las conversaciones que mantuvo con el escritor.
 Estamos ante un caso de “memoria novelada” en la que el lector está a merced de un testimonio en buena medida incontrastable
. Independientemente de los méritos literarios que pueda tener Joyce y las gallinas, de Anna Ballbona, finalista del primer Premio Anagrama de novela en catalán, la incidencia del autor irlandés en la obra se circunscribe al título y a algunos comentarios, a veces extensos, pero tangenciales, sobre el reto que supone leer a Joyce, en particular Finnegans Wake.
La editorial argentina Cuenco de Plata anunciaba para ayer la aparición de la primera traducción castellana de la obra final de Joyce.
 Su traductor, Marcelo Zabaloy, es también responsable (junto con Edgardo Russo, editor de Cuenco de Plata) de la cuarta versión castellana de Ulises publicada ahora hace un año. Russo falleció repentinamente en vísperas de la presentación de su trabajo en unas jornadas sobre Joyce celebradas en la Biblioteca Nacional de Buenos Aires.
La aparición de estas dos traducciones plantea una cuestión urgente: ¿es válido traducir obras de vocación tan universal como las de Joyce a una sola de las variantes regionales del español con exclusión de las demás?
Eduardo Lago coordinará una traducción panhispánica de Ulises bajo los auspicios del Instituto Caro y Cuervo.

Estrellas fugaces y perdedores.......................................................... Fernando Garea

La historia democrática ha dejado en el camino aspirantes a la presidencia fracasados. Zapatero, el único que nunca perdió.

Manuel Fraga, rodeado de sus compañeros de Alianza Popular, en la noche de las elecciones del 29 de octubre de 1982.
“Perseguí el fuego del poder y contemplé cómo la esperanza quedaba reducida a cenizas”, dejó dicho el escritor canadiense Michael Ignatieff, tras una breve y fracasada experiencia política que terminó con una amplia derrota electoral.

Su experiencia de fuego y cenizas, de aspirar a lo más alto en unas elecciones y tener que retirarse sin conseguir su objetivo, la han vivido en España en el periodo constitucional media docena de políticos y, con una excepción, todos los líderes han pasado en algún momento por la experiencia de la derrota. La excepción es José Luis Rodríguez Zapatero, el único que ha llegado a presidente del Gobierno en el primer intento y el único también que nunca ha perdido unas elecciones generales.


Con las siglas del PSOE han aspirado a ser presidente del Gobierno, tras ser nombrados candidatos, Felipe González, José Borrell, Joaquín Almunia, Zapatero, Alfredo Pérez Rubalcaba y Pedro Sánchez.
Hasta hoy lo han conseguido dos de los seis.
González es el que más tiempo ha sido presidente (de 1982 a 1996), tras ganar cuatro veces, tres de ellas con mayoría absoluta, pero perdió dos veces antes y se retiró tras una derrota electoral frente a José María Aznar.
La condición de invicto de Zapatero no será igualada el 26-J, porque los cuatro aspirantes principales (Rajoy, Sánchez, Rivera e Iglesias) han sido derrotados en alguna ocasión.
Sánchez ha perdido ya unas elecciones como candidato a la presidencia y repite el 26-J.
Es el único político con investidura fallida y, si en esta ocasión, como indican las encuestas, no gana engrosará la lista de estrellas políticas fugaces y perdedores, con dos derrotas en su haber.
 Es decir, puede ser el que más lejos ha llegado de todos los líderes que han sido reducidos a cenizas en unas generales, tras ser propuesto por el Rey para la investidura fracasada.
En esa lista con origen de fuego y final de cenizas se encuentran Joaquín Almunia y Alfredo Pérez Rubalcaba, con una sola comparecencia electoral y una derrota cada uno.
 Los dos exlíderes socialistas llevan también en su currículum haber logrado los que eran en su momento los peores resultados del PSOE y haber visto al PP sacar holgadas mayorías absolutas. En la derecha, bajo las siglas de Alianza Popular y luego del Partido Popular, ha habido cuatro aspirantes:
 Manuel Fraga, Antonio Hernández Mancha, José María Aznar y Mariano Rajoy. Solo los dos últimos lo han conseguido.
Aznar fue candidato en cuatro ocasiones y perdió dos, en otra tuvo mayoría simple y en la otra absoluta.
 Rajoy le superará el 26 de junio en dos comparecencias en las urnas: en dos perdió, en otra tuvo mayoría absoluta, en otra mayoría simple sin poder llegar a formar Gobierno y ahora aspira a repetir y a lograr apoyo suficiente para la investidura.
El líder de la derecha más derrotado es Fraga, que perdió las tres veces en que se presentó y, además, reducido a cenizas con mayorías absolutas de su oponente, Felipe González.
En la historia política y electoral hay dos casos notables de cenizas sin llegar siquiera a tocar el fuego electoral: José Borrell y Antonio Hernández Mancha no lograron ni ser cabezas de lista en elecciones generales, pese a que fueron designados candidatos por sus partidos.
 Lo curioso es que fueron los dos únicos candidatos de sus partidos elegidos en primarias, uno con voto directo de militantes y otro en congreso abierto, los dos ganaron a candidatos oficialistas y los dos fueron devorados por sus propios partidos
. En el PSOE ha habido primarias o congresos abiertos pero para elegir secretario general, no candidato. Borrell ganó unas primarias a Almunia en abril de 1998 y renunció en mayo de 1999, tras una dura presión interna y la publicación de un caso antiguo vinculado a excolaboradores.
El caso de Hernández-Mancha fue similar: tras ser elegido sucesor de Fraga frente a Miguel Herrero de Miñón en un congreso abierto (caso único en la derecha) en 1986, fue relevado tres años después por Fraga, en vísperas de unas elecciones generales.
 Le cayeron encima los cascotes de la muralla que intentó romper en la derecha tradicional para abrir paso a nuevos dirigentes como Alberto Ruiz-Gallardón o José María Aznar, entre otros.
Mancha fue el primer líder de la oposición sin escaño en el Congreso, pero eso no impidió que protagonizara una moción de censura fallida frente a González
. Su osadía, frente a una mayoría absoluta hegemónica del PSOE, la pagó con el final de su carrera.
Obviamente, en otros partidos que no han gobernado nunca hay una larga lista de aspirantes a la presidencia del Gobierno reducidos a cenizas.
 El más efímero fue Francisco Frutos, que asumió en 2000 la candidatura de Izquierda Unida por enfermedad de Julio Anguita y su liderazgo duró solo el tiempo que transcurrió entre la convocatoria electoral y el recuento de las papeletas.
Anguita fue cabeza de lista en tres ocasiones, renunció a la cuarta por motivos de salud, y dejó a IU en su mejor resultado, en el 10% de los votos, aunque lejos de su soñado sorpasso al PSOE.
El citado Ignatieff resumió así su tránsito por la confrontación electoral en su libro Fuego y cenizas. Éxito y fracaso en política:
 “Salí de mi experiencia con un acrecentado respeto por los políticos como clase y con una fortalecida fe en el buen juicio de los ciudadanos”.