Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

11 jun 2016

Jóvenes y millonarios............................................................ Boris Izaguirre


 
El cantante Justin Bieber (derecha) y el futbolista Neymar (centro). 
Es cierto que en la vida te obligan a que seas una cosa u otra. La Victoria de Samotracia o La Gioconda.
De Podemos o de Ciudadanos. La diferencia, eso que tanto he defendido toda mi vida, te ubica en un sitio extraño
. Yo prefiero la Victoria de Samotracia porque la encuentro más gestual, todo movimiento. La Mona Lisa me parece que es más de ideologías, te hipnotiza y luego no te resuelve
. En cambio, creer en una mujer alada al menos te da actitud
. Me encantaría plantear estas cuestiones a Albert Rivera o a Pablo Iglesias en uno de esos platós de televisión donde parecen vivir.
Uno de los inconvenientes de que se repitan las elecciones es que también se repiten los debates y los sondeos.
 No es justo con el televidente, que los consumirá por la sencilla razón de que no hay otra oferta.
Preferiría un diálogo televisado entre Justin Bieber y su nuevo mejor amigo, Neymar, el jugador estrella del Barça.
Se han vuelto inseparables y ya son una imagen histórica de su generación: menores de 24 años, millonarios, unidos por el entretenimiento y la falta de respeto al tinte rubio para el pelo.
Bieber, que es canadiense, tiene mejor relación con el balón que cualquier norteamericano.
 Y Neymar sabe bailar sin pensar los éxitos de su anfitrión en Los Ángeles. Canadá y Brasil, dos potencias americanas unidas por su dorada juventud.

Aunque mi cabello es más plateado que dorado, esta semana he salido en los medios casi tanto como un político, debido a mi anterior columna sobre la compra que le envié a mi padre a Venezuela.
 De pronto estaba hablando en todas partes sobre mi papá y mi país cuando mis amigos me advirtieron de que pensara muy bien lo que diría porque alguien ha colado a Venezuela en la campaña electoral y cualquier cosa fuera de tono podría fastidiar el bendito envío que viaja en este momento por vía marítima.
 “¿Cómo puedes estar seguro de que a tu papá le llegue el encargo si al país no llega casi nada? ¡Aunque se sigan celebrando grandes bodas, eso sí!”
. Aparentemente, estas agencias tienen un “contacto” en los puertos venezolanos que facilita la entrega a los necesitados familiares.
 Todo este sistema me asombra tanto como la economía sumergida que genera.
 “Sí, pero déjate de rechistar porque lo importante es que el atún, el aceite y las medicinas le lleguen a tu padre a fin de mes”.
Cuando mi marido, que es mi alimento y mi medicina, está de visita en Miami y escucha la radio española, me enternece.
 Los españoles tenemos una relación atávica con la radio, lo sé porque he hecho mucha radio en España.
 Y escuchándola nos enteramos de que Manuela Carmena quiere garantizar que los organizadores del desfile del orgullo gay no tengan que pagar multas por exceso de ruido.
 Lo ha equiparado a las Fallas de Valencia, que son ruidosísimas y muy amparadas por el Ayuntamiento y la Virgen.
Tengo amistades en Miami que compran el billete a Madrid el día siguiente de despertarse resacosos del Orgullo.
Y se pasan el año elaborando, mental y artesanalmente, el vestuario que emplearán.
 “Y también calculamos el decibelio, mi amor”, me informó uno de ellos.
 “Hablamos en susurros, como giocondas, pero con gestualidad de victorias de Samotracia y también con gritos de concierto de Justin Bieber. Lo practicamos todo porque Madrid es nuestra Meca.
 ¡Que lo oiga todo el mundo!”.

No hay comentarios: