Guía rápida para poner límites emocionales a todas esas personas y situaciones que nos producen ansiedad o incluso depresión.
Jessa y Adam, la relación más tóxica de la última temporada de 'Girls'.
Foto: HBO
La vida moderna nos ofrece muchas posibilidades, tantas, que a veces
nos sentimos un tanto empachados
. Casi como intoxicados.
Para hacer que
nuestro cuerpo se sienta mejor, sabemos que podemos optar por una bebida
o una dieta detox que nos ayude a equilibrar pero, ¿qué pasa con
nuestra mente? ¿Existe algún remedio que nos ayude a desintoxicarla, no
de las grasas, sino de los ambientes y de las personas o de una relación
tóxica que nos genere estrés y angustia cada día?
Esa es la pregunta que la conocida psicóloga
Silvia Olmedo, se plantea en su libro
Detox emocional: Cómo sacar de tu vida lo que te impide ser feliz
(Planeta, 2016).
Sin embargo, la solución parece algo más compleja,
puesto que si bien, nuestra voluntad nos ayuda a conseguir no probar un
alimento que no nos sienta bien, “si hay una persona que es altamente
tóxica, tú puedes tener la voluntad de intentar ponerle límites, pero si
esa persona no respeta tu decisión, el proceso se puede volver
extremadamente difícil”.
La experta explica que hay que estar atentos a síntomas como “una
sensación de malestar, tristeza, falta de libertad, el sentir que
alguien o algo tiene un exceso de control sobre nuestras vidas, o
sentimientos de miedo y culpa”, alertando de que esas personas o
relaciones tóxicas pueden ser también la causa de “síntomas de ansiedad y
depresión”.
Sin embargo, también insiste en que tampoco podemos
obsesionarnos con esto de las
personas tóxicas,
ya que “no siempre se puede sacar completamente de nuestra vida una
persona o un ambiente tóxico, lo que sí podemos es aprender a poner
límites, para minimizar el daño que nos hacen”.
Así, hace ver que
“existen grados de toxicidad emocional y al igual que es difícil
respirar aire puro o comer alimentos sin ningún químico en nuestro mundo
actual, es difícil vivir en un ambiente emocional 100% sano”.
La idea
por tanto pasa por poner de nuestra parte para hacer que ese porcentaje
de toxicidad sea el menor posible.
Las áreas de nuestra vida que más nos intoxican
Las
personas más cercanas a nosotros son, por
lógica, la que más nos influyen emocionalmente. Unos padres
excesivamente críticos pueden dañar nuestra autoestima, un amigo que
solo nos utiliza y no nos aporta puede saturarnos, y una pareja con la
que nos cegamos, por aquello de que “hay que hacer todo por amor”, puede
minarnos en muchos sentidos.
Pero la toxicidad no viene solo de las personas, también de determinados ambientes, como por ejemplo un
entorno estudiantil que genera problemas de aceptación o de autoestima o incluso los problemas que se generan en una
comunidad de vecinos
especialmente conflictiva.
Ni qué decir si nos toca ser presidentes o
tesoreros. Además, otra de las fuentes de mayor toxicidad es
el uso de las nuevas tecnologías en nuestros espacios de descanso.
“El impacto de la toxicidad digital en nuestras vidas está creciendo
exponencialmente.
Tenemos un exceso de información que es imposible
filtrar y ponderar emocionalmente”.
Poniendo un ejemplo claro para
entender este impacto, Silvia Olmedo cita que “cuando entras en un cine
eres consciente de que te vas a dejar llevar por la ola de emociones que
transmite la película, pero cuando enciendes la pantalla de tu
dispositivo móvil, sin darte cuenta estas dejándote llevar donde otros
quieren, cediéndoles el timón de tu vida y muchas de las veces, están
intoxicándola”. Para la experta ser consciente de este hecho es el
primer paso para mejorar las cosas, lo siguiente será “poner las reglas
de quién y qué entra en nuestras vidas”, o al menos, hasta dónde entra.
Cómo lograrlo:
1. Identifica quién es el tóxico emocional: “¿Es tu
padre, tu pareja, un amigo o un colega o tu entorno laboral?”, nos
pregunta la experta. Y es que según de dónde provenga esa toxicidad, su
influencia en nosotros y, sobre todo, nuestra forma de abordarla, va a
ser diferente.
2. Averigua qué quiere de ti: Generalmente la
gente, sea consciente o no, actúa con un objetivo, por ello, para saber
interactuar con estas personas tóxicas, entender su forma de actuar y lo
que hay por debajo, nos ayudará a saber cómo actuar en consecuencia.
Algunos de los motivos más comunes, según Olmedo es que esa persona
“quiera monopolizar o manipular tu cariño, que quiera controlarte porque
es demasiado celoso, o aprovecharse de tu conocimiento para conseguir
un ascenso en tu contra”.
Aunque a veces eso de que la gente hace daño
por envidia, como nos decía nuestra madre, también puede ser cierto.
3. Define qué daño te está haciendo: Una vez
identificados sus objetivos, tenemos que centrarnos en nosotros y
nuestros síntomas, para que seamos capaces de recuperar nuestro
autocontrol.
Así, la psicóloga plantea opciones como que esa persona te
esté coartando la libertad hasta el punto de hacerte sentir asfixiado,
que esté interfiriendo en tus relaciones con otras personas y esté
afectando a tu vida social, que esté quitándote todo el mérito de tu
trabajo y eso te genere frustración, etc. “¿Esa persona te quita tu
credibilidad, te humilla?
Reflexiona sobre qué tipo de daño te está
haciendo”, será el primer paso para neutralizarlo.
4. Qué estrategias utiliza para salirse con la suya:
Enfrentar a nuestro enemigo implica conocerlo. La ventaja es que
siempre es alguien lo suficientemente cercano como para saber su forma
de actuar, pero quizás debamos ponerle más atención, para saber si, como
enumera
Silvia Olmedo se vale de “el miedo, la amenaza o el victimismo.
¿Qué hace exactamente y cómo lo hace? Analízalo bien, seguro que te
habrás dado cuenta de que ha utilizado distintas estrategias hasta que
una le ha funcionado”.
5. Cuál es tu punto de vulnerabilidad: Si esa
persona actúa como actúa con nosotros, no es sólo porque él sea así,
sino también porque nosotros se lo permitimos, porque conoce nuestro
punto débil o porque sabe que tendemos siempre a actuar de una manera
determinada.
“Y aquí está la clave, de alguna manera estás echándole
leña al fuego
. Porque ahí donde le funciona, donde te duele, es donde va
a poner la presión”
. Para entender esta idea tan importante, Olmedo
pone como ejemplo “un jefe que te ha amenazado con no subirte el
sueldo”.
Si esa persona sabe que el dinero nos preocupa, sabe que con ello
tiene un elemento de presión, en cambio, si no es así, tenderá a cambiar
de estrategia probando a quitarnos poder dentro de nuestro equipo de
trabajo o ascendiendo a otra persona, por ejemplo.
Por lo tanto, la idea
pasa por no dejar tan a la vista nuestros puntos débiles, para que no
puedan atacarlos.
6. Poner límites: Una vez que entendemos lo que nos
pasa, por qué o por quién nos pasa y porque esa persona tiene la
capacidad de ejercer ese poder sobre nosotros, solo nos queda trabajar
por bloquear esa toxicidad. Para ello, la clave es aprender a poner
límites.
La idea pasa por algo tan simple como “no entrar al trapo”.
Como explica la autora de Detox Emocional: “no te enfades, no
reproches, no des explicaciones y, en definitiva, no le abras la puerta
que le permite hacerte daño”.
De esta forma, Olmedo ejemplifica que “al
igual que a los vendedores a domicilio les respondes con un ‘gracias no
me interesa’, aprende a cerrar tus puertas emocionales y establece una
distancia emocional para que su contacto , si es inevitable, no te haga
daño”.