La Moncloa ya comunicó que el ministro tampoco comparecería este miércoles para hablar de otros asuntos.
El Gobierno no es partidario de que el ministro de Industria en
funciones, José Manuel Soria, comparezca en el Congreso para explicar
sus relaciones con los papeles de Panamá.
Su tesis sigue siendo que el Gobierno en funciones con carácter general no está sometido a control del nuevo Congreso.
El propio ministro ha asegurado en su rueda de prensa que en esa
condición de miembro del Gobierno en funciones no tiene que comparecer
ante un Parlamento que no le ha elegido.
Soria se ha remitido a esa
decisión de La Moncloa cuando ha sido preguntado por las peticiones de
comparecencia de la oposición en el Congreso.
El secretario de Estado de Relaciones con las Cortes, José Luis
Ayllón, ya remitió un escrito a la Cámara sobre peticiones de
comparecencia pendientes de Soria, idéntico al enviado sobre otras peticiones de comparecencia
en el que se asegura que el Ejecutivo en funciones no está sometido a
control, pero en respuesta a la cita prevista para que el miércoles
hable de otros asuntos.
El Gobierno considera que esa negativa es extensible a las
explicaciones sobre los papeles de Panamá, según fuentes oficiales, una
vez que sea calificado y tramitado en la Mesa del Congreso. Salvo cambio
de posición, el Gobierno entiende que Soria no puede someterse al
control del Congreso tampoco sobre este asunto.
El ministro en funciones tendría la posibilidad de comparecer a petición propia en cualquier momento.
El miércoles Soria dará plantón a la Cámara como ya hicieron los
titulares de defensa, Fomento e Interior
. El ministro de Industria iba a
ser preguntado por el almacén del Castor y el sector metalúrgico, pero
sí compareciera podría ser preguntado por los papeles de Panamá.
La petición ha sido realizada conjuntamente por el PSOE, Podemos y el Grupo Mixto tras desvelar El Confidencial y La Sexta
que el nombre del ministro aparece en esos papeles como administrador
—durante 48 días de 1992— de una empresa con sede en Bahamas.
En los
propios documentos, divulgados este lunes, se dice que su nombre figuró
de manera errónea como administrador de la firma UK Lines Limited
y que luego se corrigió para que figurase su hermano.
Soria ha
desmentido su relación con la empresa y ha anunciado acciones legales.
La polémica volverá el martes a la Mesa y la Junta de Portavoces
porque se aprobará que haya preguntas al Gobierno en el pleno del día 20
y esos grupos insistirán en preguntar sobre Panamá en esa sesión de
control.
El PP volverá a oponerse a esa sesión de control y, por tanto, a
que el ministro de Industria en funciones dé cuenta de los datos
conocidos este lunes.
La oposición también ha pedido que el ministro de Hacienda, Cristóbal
Montoro, comparezca para hablar de los papeles de Panamá, pero el
Gobierno tampoco es partidario por las mismas razones: no está sometido a
control.
Dice que
no ha dejado nunca de actuar, aunque ahora la actriz vive “un
redescubrimiento”. Estrena filme de Almodóvar, ópera en Milán y se
prepara para dirigir.
Piensas en Rossy de Palma (Mallorca, 1964) y es imposible dirigir la mirada a un solo espacio. Mucha Rossy.
Hay otras rossys,
pero están en esta, parafraseando a Paul Eluard, tan surrealista en su
poesía como en sus facetas, en esos mundos tan diversos por los que
transita.
Hoy cine, mañana teatro, compone una letra y le pone música,
le aburre su ropa y se fabrica otra, como le enseñó su tía Pili, escribe
poesía, un libreto o hace paella mientras se divierte elucubrando o
compartiendo historias en sus redes sociales.
Habla en el instante en el
que come una ensalada.
Selecciona fotos para esta entrevista casi al tiempo que ensaya su próximo hito: el personaje de Jenny Diver en La ópera de los tres peniques, de Bertolt Brecht, puesta en escena nada más y nada menos que en el Piccolo Teatro de Milán,
dirigida por Damiano Michieletto, que estrena el 19 de abril, cuando a
buen seguro seguirá con la resaca de críticas positivas por su personaje de Marian, en Julieta, la última película de Pedro Almodóvar,
estrenada este viernes.
De “la ópera” destaca su “contemporaneidad”, a
pesar de que se representó por primera vez en 1928. “Brecht fue un
visionario.
En un momento de la obra se pregunta: ‘Cuando vengan las
masas de pobres, ¿qué hará usted?’. No puede ser más actual”.
La actriz
la interpreta y canta (“con esas músicas de Kurt Weill, que te enamoran y
son pegadizas, pero que cuando parece que las estás atrapando se te
escapan”) en italiano, una dificultad más a pesar de que lo habla bien.
“Estos desafíos me ponen”, lanza. Pregunta. También la vida se escapa a veces cuando la crees atrapada. Respuesta. Intentar atrapar la vida es como
intentarlo con el agua o la arena.
Hay que trabajar el desapego, porque
queremos controlarlo todo y, como dice mi madre, el tiempo de mañana es
una estafa.
Somos más felices cuando estamos instalados en la gratitud
por lo que hay, que en el deseo de lo que no hay
. Esto es filosofía taoísta,
que no es dogmática, ni sectaria, ni te impone nada. Por ejemplo,
siempre les digo a mis hijos que si les insulta alguien deben
preguntarse qué le pasará para ser tan desagradable
. Así empatizas, te
das cuenta de que no es algo personal
. Quien tienes delante está
peleando con una guerra interna.
Tengo guardada una caja de zapatillas
chinas solo por lo que tiene escrito: “Conocer a los demás es sabiduría.
Conocerse a sí mismo es gran sabiduría”.
P. Los hijos también ayudan, ¿verdad? [Rossy es madre de Luna y Gabriel, de 18 y 19 años respectivamente].
Los hijos nos enseñan más a nosotros que nosotros a ellos. Es la
experiencia más bonita, respetando siempre a los que no los tienen. Creo
que hubiera sido desgraciada y habría podido rozar incluso la demencia
si no hubiera sido madre.
P. ¿Le ayudan a gestionar el ego? R. Yo no he tenido problemas. A veces veo cosas de
cuando era jovencita y pienso: “Qué prepotente”. El mío lo tengo en la
sombra, porque con los egos en las profesiones artísticas te endiosas
y pierdes la capacidad de aprender y de mamar de lo que te va a nutrir y
vas a poder transformar en arte. En la parte introspectiva, el mirarte
sí es muy importante para saber si te has equivocado. A veces se trata
de aprender y otras, de desaprender. En la interpretación prefiero
olvidarme de mí, para que el personaje aparezca. Si no haces el vacío,
no hay sitio para nadie.
Terminará Rossy de Palma su ópera en Milán y volverá a España para “ser recitadora” de El sueño de una noche de verano
en el Palau de les Arts, en Valencia, una sola representación el 23 de
junio. Después, rodará película en Málaga.
Lo esencial coge
tanta importancia que dices “en qué tonterías me he estado fijando”.
Te
quitan mucho tiempo pero te dan tanta energía vital… He aprendido a
amarme a mí misma después de ser madre, porque eres consciente de lo
esencial que eres para ellos.
Además, una productora francesa quiere que dirija un largo en Cataluña
. Es bonito, y sí me animaría a dirigirlo.
Lo he llamado Pan con tomate, se está acabando el proceso de financiación y casting”.
P. Se habla mucho de la escasez de papeles para actrices maduras, y usted parece estar de moda. R. Lo que tenemos que hacer es escribir más las mujeres sobre historias de mujeres.
Luego, lo que me parece tremendo es que los sueldos de las actrices sean menores que los de los actores.
Hay que estar unidas y ser solidarias para poder cambiar las cosas.
Y
no es que esté de moda, aunque para mí siempre lo estoy.
He trabajado
muchísimo toda mi vida
. Lo que pasa es que muchas cosas las he hecho en
Francia o en Italia y no se sabían en España. Ahora hay como un
redescubrimiento, pero es ajeno a mí misma por lo que no me paro a
pensarlo mucho.
No quiero hacer un ejercicio de vanidad que me distraiga
de lo importante.
Aún recuerda las representaciones del ballet de su infancia (“Viajábamos
hasta Alicante desde Mallorca a examinarnos”) y su participación en el grupo musical ochentero Peor Imposible, siempre nos acordaremos y tararearemos Susurrando (“donde cada actuación era una experiencia; muchas veces, Pedro [Almodóvar]
venía a vernos a los conciertos”).
Y esa especie de fiesta permanente
que fueron los coletazos de la movida (“no había pretensión de triunfar,
sino de disfrutar y compartir”).
Entre los recuerdos no cambiaría nada
de lo que ha hecho. “Hay cosas de las que podría arrepentirme pero me
han traído otras muy importantes.
Todo es experiencia y aprendizaje.
Tengo que dar las gracias a mi gran curiosidad que me conecta con la
niña que he sido y sigo siendo, y que es un antídoto hasta contra la
edad porque la mirada sigue siendo fresca”.
P. El teatro de Brecht ha sido un símbolo no solo del expresionismo sino del arte revolucionario. ¿Se siente revolucionaria? R. Siempre he tenido una conciencia social muy
fuerte que también viene de mi familia, mi padre era un albañil
asturiano que emigró a Mallorca y luego fue maestro de obra. Hoy es un
horror el éxodo al que asistimos, Occidente se ha hecho gracias a gente
que ha venido de otros lugares a trabajar, por eso digo que solo creo en
las fronteras gastronómicas. Aquí, quitando a Bowie, nadie ha venido de otro planeta,
y nada de lo humano ni de lo terrestre me es ajeno. Y luego pienso en
qué se convertirán estos niños que están viendo los dramas de sus
familias, estarán inmunizados a cualquier clase de compasión.
P. El público piensa que es alegre, divertida. ¿Se equivocan? R. Soy divertida aunque a veces no me divierta, pero
el humor es un gran salvador. Cuando estás mal, sonriendo con el
vientre y con la cara te sube la moral. P. La opinión mayoritaria es que es buena persona. ¿Es así? R. Siempre he dicho que si eres inteligente de verdad forzosamente eres bondadoso. Y tengo una lista larga de defectos. P. Su sombra… R. La más importante está neutralizada: la imperiosa
búsqueda de alguien que sacie la necesidad de ser querido. Ahora
incluso me beso a mí misma (besa sus dedos y los lleva como un gif a las mejillas). La mujer tiende a pensar que amando va a curar sus problemas, una idealización de la idea del amor que lleva a prisiones con tan malas salidas como el maltrato. No he sido autodestructiva pero he tardado 40 años en quererme a mí misma.
Dice que
no ha dejado nunca de actuar, aunque ahora la actriz vive “un
redescubrimiento”. Estrena filme de Almodóvar, ópera en Milán y se
prepara para dirigir
Piensas en Rossy de Palma (Mallorca, 1964) y es imposible dirigir la mirada a un solo espacio. Mucha Rossy. Hay otras rossys,
pero están en esta, parafraseando a Paul Eluard, tan surrealista en su
poesía como en sus facetas, en esos mundos tan diversos por los que
transita. Hoy cine, mañana teatro, compone una letra y le pone música,
le aburre su ropa y se fabrica otra, como le enseñó su tía Pili, escribe
poesía, un libreto o hace paella mientras se divierte elucubrando o
compartiendo historias en sus redes sociales. Habla en el instante en el
que come una ensalada.
Selecciona fotos para esta entrevista casi al tiempo que ensaya su próximo hito: el personaje de Jenny Diver en La ópera de los tres peniques, de Bertolt Brecht, puesta en escena nada más y nada menos que en el Piccolo Teatro de Milán,
dirigida por Damiano Michieletto, que estrena el 19 de abril, cuando a
buen seguro seguirá con la resaca de críticas positivas por su personaje de Marian, en Julieta, la última película de Pedro Almodóvar,
estrenada este viernes. De “la ópera” destaca su “contemporaneidad”, a
pesar de que se representó por primera vez en 1928. “Brecht fue un
visionario. En un momento de la obra se pregunta: ‘Cuando vengan las
masas de pobres, ¿qué hará usted?’. No puede ser más actual”. La actriz
la interpreta y canta (“con esas músicas de Kurt Weill, que te enamoran y
son pegadizas, pero que cuando parece que las estás atrapando se te
escapan”) en italiano, una dificultad más a pesar de que lo habla bien.
“Estos desafíos me ponen”, lanza. Pregunta. También la vida se escapa a veces cuando la crees atrapada. Respuesta. Intentar atrapar la vida es como
intentarlo con el agua o la arena. Hay que trabajar el desapego, porque
queremos controlarlo todo y, como dice mi madre, el tiempo de mañana es
una estafa. Somos más felices cuando estamos instalados en la gratitud
por lo que hay, que en el deseo de lo que no hay. Esto es filosofía taoísta,
que no es dogmática, ni sectaria, ni te impone nada. Por ejemplo,
siempre les digo a mis hijos que si les insulta alguien deben
preguntarse qué le pasará para ser tan desagradable. Así empatizas, te
das cuenta de que no es algo personal. Quien tienes delante está
peleando con una guerra interna. Tengo guardada una caja de zapatillas
chinas solo por lo que tiene escrito: “Conocer a los demás es sabiduría.
Conocerse a sí mismo es gran sabiduría”.
P. Los hijos también ayudan, ¿verdad? [Rossy es madre de Luna y Gabriel, de 18 y 19 años respectivamente]. R. Se te va mucho el ombliguismo. Lo esencial coge
tanta importancia que dices “en qué tonterías me he estado fijando”. Te
quitan mucho tiempo pero te dan tanta energía vital… He aprendido a
amarme a mí misma después de ser madre, porque eres consciente de lo
esencial que eres para ellos. Los hijos nos enseñan más a nosotros que
nosotros a ellos. Es la experiencia más bonita, respetando siempre a los
que no los tienen. Creo que hubiera sido desgraciada y habría podido
rozar incluso la demencia si no hubiera sido madre. P. ¿Le ayudan a gestionar el ego? R. Yo no he tenido problemas. A veces veo cosas de
cuando era jovencita y pienso: “Qué prepotente”. El mío lo tengo en la
sombra, porque con los egos en las profesiones artísticas te endiosas
y pierdes la capacidad de aprender y de mamar de lo que te va a nutrir y
vas a poder transformar en arte. En la parte introspectiva, el mirarte
sí es muy importante para saber si te has equivocado. A veces se trata
de aprender y otras, de desaprender. En la interpretación prefiero
olvidarme de mí, para que el personaje aparezca. Si no haces el vacío,
no hay sitio para nadie.
Terminará Rossy de Palma su ópera en Milán y volverá a España para “ser recitadora” de El sueño de una noche de verano
en el Palau de les Arts, en Valencia, una sola representación el 23 de
junio. Después, rodará película en Málaga. “En 2017 me gustaría hacer la
gira de Resilienza d’amore [obra que estrenó en el Piccolo Teatro de Milán en 2015 y con la que estuvo cuatro días en el Teatro Español de Madrid]
por España, Argentina, Francia y Alemania, volver a hacerla en Madrid y
cerrarla en Italia. Además, una productora francesa quiere que dirija
un largo en Cataluña. Es bonito, y sí me animaría a dirigirlo. Lo he
llamado Pan con tomate, se está acabando el proceso de financiación y casting”. P. Se habla mucho de la escasez de papeles para actrices maduras, y usted parece estar de moda. R. Lo que tenemos que hacer es escribir más las mujeres sobre historias de mujeres. Luego, lo que me parece tremendo es que los sueldos de las actrices sean menores que los de los actores.
Hay que estar unidas y ser solidarias para poder cambiar las cosas. Y
no es que esté de moda, aunque para mí siempre lo estoy. He trabajado
muchísimo toda mi vida. Lo que pasa es que muchas cosas las he hecho en
Francia o en Italia y no se sabían en España. Ahora hay como un
redescubrimiento, pero es ajeno a mí misma por lo que no me paro a
pensarlo mucho. No quiero hacer un ejercicio de vanidad que me distraiga
de lo importante.
Aún recuerda las representaciones del ballet de su infancia
(“Viajábamos hasta Alicante desde Mallorca a examinarnos”) y su
participación en el grupo musical ochentero Peor Imposible, siempre nos acordaremos y tararearemos Susurrando (“donde cada actuación era una experiencia; muchas veces, Pedro [Almodóvar]
venía a vernos a los conciertos”). Y esa especie de fiesta permanente
que fueron los coletazos de la movida (“no había pretensión de triunfar,
sino de disfrutar y compartir”). Entre los recuerdos no cambiaría nada
de lo que ha hecho. “Hay cosas de las que podría arrepentirme pero me
han traído otras muy importantes. Todo es experiencia y aprendizaje.
Tengo que dar las gracias a mi gran curiosidad que me conecta con la
niña que he sido y sigo siendo, y que es un antídoto hasta contra la
edad porque la mirada sigue siendo fresca”. P. El teatro de Brecht ha sido un símbolo no solo del expresionismo sino del arte revolucionario. ¿Se siente revolucionaria? R. Siempre he tenido una conciencia social muy
fuerte que también viene de mi familia, mi padre era un albañil
asturiano que emigró a Mallorca y luego fue maestro de obra. Hoy es un
horror el éxodo al que asistimos, Occidente se ha hecho gracias a gente
que ha venido de otros lugares a trabajar, por eso digo que solo creo en
las fronteras gastronómicas. Aquí, quitando a Bowie, nadie ha venido de otro planeta,
y nada de lo humano ni de lo terrestre me es ajeno. Y luego pienso en
qué se convertirán estos niños que están viendo los dramas de sus
familias, estarán inmunizados a cualquier clase de compasión.
P. El público piensa que es alegre, divertida. ¿Se equivocan? R. Soy divertida aunque a veces no me divierta, pero
el humor es un gran salvador. Cuando estás mal, sonriendo con el
vientre y con la cara te sube la moral. P. La opinión mayoritaria es que es buena persona. ¿Es así? R. Siempre he dicho que si eres inteligente de verdad forzosamente eres bondadoso. Y tengo una lista larga de defectos. P. Su sombra… R. La más importante está neutralizada: la imperiosa
búsqueda de alguien que sacie la necesidad de ser querido. Ahora
incluso me beso a mí misma (besa sus dedos y los lleva como un gif a las mejillas). La mujer tiende a pensar que amando va a curar sus problemas, una idealización de la idea del amor que lleva a prisiones con tan malas salidas como el maltrato. No he sido autodestructiva pero he tardado 40 años en quererme a mí misma.
Jenny y Marian, dos personajes joya
Nada tienen que ver los personajes de Jenny (La ópera de los tres
peniques) y de Marian (Julieta). "Jenny es una prostituta que no ha
conocido otra cosa que la calle, y seguramente han abusado de ella. Le
ayuda pensar en una imaginaria venganza: ¡Un día vendrá una nave y os
matará a todos porque no sabéis cómo soy yo". A Marian, Rossy de Palma
la describe como hosca, antipática y anclada en el pasado. Para la
actriz, ambos son personajes joya. "Marian lo es no por su antipatía
sino porque merece ser interpretada, pues es el espejo de muchas
personas. Es maravilloso estar en una película tan bonita como Julieta,
que traspasa como una flecha, contundente en su sobriedad, en su
esencia, porque es muy pura y deja un poso increíble, como buen filme
que es. Te hace valorar a las personas que amas, a tu madre, a tu hija;
es una película muy de madre e hija", concluye.