27 mar 2016
La mezquindad que no falte.........................................................................Javier Marias
No sé ahora, pero durante siglos se aprendía desde la niñez que en las peleas no podía abusarse.
Una de las características más dañinas de nuestro tiempo y de nuestro país es la resistencia a aplaudir y a admirar nada. Sobre todo entre las nuevas generaciones, está tan extendida la idea de que todo debe ser puesto a caldo, que no hay logro ni acción noble que no despierten furibundas diatribas.
Si alguien es generoso o se comporta ejemplarmente, en seguida se dice que es “postureo”.
Si un magnate como Bill Gates (u otros filántropos) entrega una inmensa porción de su fortuna para combatir enfermedades o paliar el hambre, casi nadie se lo agradece, y las reacciones oscilan entre frases del tipo “Con el dinero que tiene, eso carece de mérito” (olvidando que podría no haberse desprendido de un céntimo y nadie se lo habría reprochado), y del tipo “Eso lo hace para mejorar su imagen, así que de altruismo nada, es una inversión como otra cualquiera”.
Y, desde luego, lo que jamás existe es la unanimidad ante una buena reacción.
Casi la consiguió Alejandro Sanz hace poco, cuando interrumpió un concierto suyo en México al observar que un hombre maltrataba a una mujer entre el público. Se fue hacia él, lo riñó, lo increpó, y el equipo de seguridad lo expulsó del recinto.
Al parecer, el cantante fue ovacionado y las redes sociales se llenaron, con justicia, de parabienes. Pero leo que, inevitablemente, también ha habido comentarios censurando su conducta, incluido un artículo-editorial de este periódico, que le reprochaba lo que esos comentarios tuiteros, a saber: a) que “sus formas podrían haber sido igual de aleccionadoras pero menos musculosas: Sanz se fue hacia el tipejo en cuestión como quien se decide a cortar una injusticia por las bravas … El músico podría haber ordenado la expulsión del agresor desde el escenario …” (es probable que, de haber hecho eso, se lo acusara ahora de cobardía); y b) que, a lo dicho por Sanz una vez zanjado el incidente, “le sobraron las cinco últimas palabras, que arrastran un deje de la tradicional concepción de la mujer como sexo débil”.
¿Y cuáles fueron esas palabras que, según los tuiteros y el comentarista de este diario, le sobraron? Lo que dijo el cantante al regresar a su sitio fue: “Yo no concibo que nadie toque a nadie, y menos a una mujer”.
Así que lo que se debería haber ahorrado, por machista o sexista, es “y menos a una mujer”. Llama la atención, porque ¿en qué quedamos?
La actual legislación española estipula una agravante, dentro de la mal llamada “violencia de género”, cuando la agresión o el maltrato son de un varón a una mujer, y poco antes de las últimas elecciones una torpe representante de Ciudadanos estuvo a punto de hundir la campaña de su partido por defender, antipáticamente, la supresión de esta agravante.
Si ésta existe, y la mayor parte de la sociedad está de acuerdo en que exista, es justamente porque, por lo general, en la paliza que le da un hombre a una mujer (o a un niño, o a un anciano) hay un abuso añadido.
Con la salvedad de algunas mujeres entrenadas en artes marciales y de las señoras enormes que solía dibujar Mingote junto a maridos escuchimizados (existen esas parejas), a la hora de un enfrentamiento físico el varón acostumbra ser más fuerte y lleva las de ganar.
La expresión “sexo débil”, que por lo visto ahora ofende a quienes ansían ofenderse, no supone menosprecio hacia el femenino, ni alude a otra cosa que a la mencionada ventaja física.
Cualquier mujer no susceptible o no soliviantada sabe, para su desgracia, que si tiene un mal encuentro en la calle o en su casa, lleva las de perder (con las excepciones ya apuntadas). Que si un varón se pone bestia, lo más probable es que ella sufra mucho más daño del que ella a él pueda infligirle.
Por la misma razón, el 99% de las violaciones que se dan en el mundo (y aún me quedo corto en el porcentaje) son de hombres a mujeres, y seguramente el 1% restante se corresponda más con las de hombres a otros hombres que con las de mujeres a varones.
Lejos de parecerme criticable, “y menos a una mujer” es una apostilla necesaria, más en un país como México, en cuya Ciudad Juárez se han producido incontables asesinatos de muchachas a lo largo de décadas, la mayoría premiados con la impunidad más absoluta.
Claro que la mujer es “el sexo débil”, en ese exclusivo sentido, y precisamente por ello las leyes son como son y la sobreprotegen. No sé ahora, pero durante siglos se aprendía desde la niñez que en las peleas no podía abusarse.
A eso responde la frase tantas veces oída en las películas, “Búscate a uno de tu tamaño”, cuando el que pegaba era palmariamente más alto, grande y fornido que el pegado. Por eso resulta repugnante el adulto que se ensaña con un niño, que no puede defenderse.
Por eso resulta también repugnante el hombre que pega a una mujer, la cual, aunque se defienda, sabe que las más de las veces llevará la peor parte.
Nadie puede negar que las mujeres aún viven con un suplemento de miedo, y a menudo tienen que ir por el mundo con la vista y el oído alerta.
Porque saben que es más fácil atacarlas a ellas con posibilidades de éxito.
Los peros a la actuación de Sanz sólo demuestran lo que dije al principio: la mezquindad de nuestro tiempo y de nuestro país, incapaz de aplaudir, agradecer y admirar sin reservas … nada.
Leche y vida................................................................................ Rosa Montero.
Casi nadie conoce la existencia de los bancos de leche; quizá sea por el machismo imperante.
El otro día estuve visitando una de las puertas de la vida.
Es decir, estuve en la unidad de neonatología del hospital 12 de Octubre.
Ahí es donde empiezan su lucha los bebés prematuros y también aquellos recién nacidos que, aun teniendo un peso normal, sufren alguna malformación y han de ser operados en sus primeros días. Niños heridos pero guerreros, con esa poderosa, conmovedora fuerza de la vida, que siempre se empeña en seguir viviendo.
La unidad del 12 de Octubre ha sido y es pionera en España en su
campo.
Por ejemplo, fue la primera en implantar un régimen de puertas abiertas. Los padres y los hermanos pueden entrar a ver al pequeño las 24 horas del día, incluso a la UCI, y estar allí todo el tiempo que quieran.
“Es que estamos hablando de ingresos de meses; la media de los niños se pasa aquí 60 días, pero algunos pueden estar un año.
Son tiempos tan largos que las familias se desestructuran, hay que intentar facilitarles las cosas lo más posible”
, me explicó Carmen Pallás, la jefa de servicio, mi guía en el territorio extraordinario de los neonatos. Entrar en la unidad es como viajar a Marte; hay máquinas increíbles por todas partes, modernísimos y complejos aparatos de luces parpadeantes que te hacen pensar en el puesto de mando de una nave intergaláctica (sí, pese a todo formamos parte del primer mundo: y qué ricos somos), y estos artefactos están mezclados con dibujos infantiles pegados en las paredes, pinturas alegres, muebles juveniles de colores vivos:
“Intentamos que parezca un sitio normal, bonito”.
Es decir, estuve en la unidad de neonatología del hospital 12 de Octubre.
Ahí es donde empiezan su lucha los bebés prematuros y también aquellos recién nacidos que, aun teniendo un peso normal, sufren alguna malformación y han de ser operados en sus primeros días. Niños heridos pero guerreros, con esa poderosa, conmovedora fuerza de la vida, que siempre se empeña en seguir viviendo.
Por ejemplo, fue la primera en implantar un régimen de puertas abiertas. Los padres y los hermanos pueden entrar a ver al pequeño las 24 horas del día, incluso a la UCI, y estar allí todo el tiempo que quieran.
“Es que estamos hablando de ingresos de meses; la media de los niños se pasa aquí 60 días, pero algunos pueden estar un año.
Son tiempos tan largos que las familias se desestructuran, hay que intentar facilitarles las cosas lo más posible”
, me explicó Carmen Pallás, la jefa de servicio, mi guía en el territorio extraordinario de los neonatos. Entrar en la unidad es como viajar a Marte; hay máquinas increíbles por todas partes, modernísimos y complejos aparatos de luces parpadeantes que te hacen pensar en el puesto de mando de una nave intergaláctica (sí, pese a todo formamos parte del primer mundo: y qué ricos somos), y estos artefactos están mezclados con dibujos infantiles pegados en las paredes, pinturas alegres, muebles juveniles de colores vivos:
“Intentamos que parezca un sitio normal, bonito”.
Vi un bebé de apenas 700 gramos de peso, vi una niña operada dos veces del estómago a los dos y a los cinco días de vida, y vi a muchas madres y a un par de padres con su minúscula criaturilla pegada al pecho, porque este hospital también ha sido pionero en la implantación del Método Canguro, que consiste en que el bebé permanezca en contacto con el cuerpo del progenitor el mayor tiempo posible, un procedimiento que se aplicó por primera vez en Colombia y que luego promocionó la pediatra francesa Nathalie Charpak, tras demostrar que contribuye de manera decisiva a la supervivencia y el desarrollo cognitivo del bebé
. Emociona verles en ese abrazo tan básico, tan hermoso y animal, rodeados de máquinas chisporroteantes y futuristas.
Y hay algo más en lo que también son pioneros en este hospital: en la donación de leche
. En 2007, el 12 de Octubre creó el primer banco de leche en una unidad neonatal de España, y desde entonces ayudaron a abrir otros bancos en el país (ahora mismo hay ocho).
“Atendemos a niños muy frágiles y muy enfermos y hay una absoluta evidencia científica de que la leche materna es esencial para su maduración y su desarrollo y además les protege de enfermedades devastadoras”.
Para ellos, en fin, ese fluido es una medicina que puede salvarles literalmente la vida.
Pero muchas de las madres de prematuros, por el estrés de la situación, no tienen leche o tardan en tenerla.
Y aquí entra la generosidad de las mujeres que donan.
Algunas lo hacen por puro altruismo; otras, porque han tenido la desgracia de perder a su bebé, y bastantes, en fin, porque recibieron leche para sus niños en momentos críticos, y cuando ya pueden dar de mamar o en partos posteriores se convierten a su vez en donantes
. Sea como sea, todas estas mujeres tienen la santa paciencia de sacarse la leche, congelarla y llevarla hasta el 12 de Octubre, un hospital lejos de todas partes, porque la unidad no dispone de servicio de recogida “y antes ni siquiera les pagábamos el parking, ahora por lo menos ya hemos conseguido darles un vale”.
Y todo esto lo hacen recién paridas y con bebés propios, es decir, cuando menos tiempo tienen y más agobiadas están
. Heroicas.
Sin embargo, casi nadie sabe de la existencia de estos bancos: tal vez sea por el machismo residual que aún arrastramos y que nos hace contemplar la lactancia como una cosa modesta, doméstica y secundaria.
Desde la creación del banco ha habido 1.173 donantes; ahora mismo están activas entre 80 y 100, y se recogen 1.600 litros de leche al año que luego se pasteurizan y procesan.
Para los bebés son utilizables 1.400 litros, y el resto se dedica a la investigación.
Y es que de la leche materna no se sabe casi nada: no se han molestado en estudiarla.
. Por ejemplo, hasta el año 2012, es decir, ayer mismo, no se supo que la leche materna tenía 415 proteínas, y 261 de ellas se identificaron entonces por primera vez:
“¡Parece que las mujeres no somos interesantes ni para la investigación!”. En la unidad de neonatología del 12 de Octubre ingresan mil niños al año.
Mueren entre 10 y 15. “Cuando empecé aquí, en 1984, se nos morían entre 40 y 50”. Toda una victoria contra la Parca, gracias, entre otras cosas, a la humilde e ignorada leche de las donantes.
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