Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

9 mar 2016

Mario Vargas Llosa presenta su novela 'Cinco Esquinas' con el apoyo de Isabel Preysler

El escritor peruano Mario Vargas Llosa está de estreno.
 Acaba de lanzar Cinco Esquinas, su nueva novela, y para presentarla por todo lo alto ha reunido este lunes por la noche en Madrid a un amplio y variado círculo de amigos que le han arropado en este importante acontecimiento.
Mario Vargas Llosa llegaba al Círculo de Bellas Artes, donde se celebró el evento, acompañado por su pareja, Isabel Presysler, que ha posado con él para las cámaras
. Decenas de admiradores y amigos, como Ana Botella, Alfonso de Borbón y Escasany (primo del rey Juan Carlos) y Marisa Yordi, Nuria González o Elena Benarroch, han ocupado todas los asientos disponibles en el Salón de Columnas del Círculo, en el que el literato ha presentado el libro.
Tras la lectura de las primeras páginas de la novela a cargo de su amiga la actriz Aitana Sánchez-Gijón, Mario Vargas Llosa ha desvelado algunas de las circunstancias de la creación de esta obra y sus claves. El Nobel, que cumplirá el 80 años el 28 de marzo, se ha reconocido muy querido por sus amigos, que le han organizado varias celebraciones en su honor, además de "muy enamorado", algo que ha repetido en dos ocasiones.
Enamorado y muy feliz, ya que el escritor no ha dejado de sonreír en todo el evento.
 Casi tanto como Isabel Preysler, que se ha mostrado como una admiradora más.
 Eso sí, con el privilegio de haber sido una de las primeras en leer la novela, que considera "apasionante". "Empiezas y no lo puedes soltar. Lo he leído de un tirón", asegura Isabel.

Marta Sanz: «Sufrir no nos hace más fuertes, normalmente nos debilita»................ Paula Bonet y Ángel L. Fernández Recuero

Marta Sanz para Jot down 0
Marta Sanz (Madrid, 1967) acaba de recibir el Premio Herralde por su recién publicada Farándula, una novela crítica que toma como excusa el mundo del teatro para abordar sin miramientos cuestiones sociales y culturales
. Lenguas muertas, Susana y los viejos o La lección de anatomía son otros de sus trabajos narrativos. Además de colaborar en medios como el ABC o Viento Sur, en su obra también encontramos poemarios y ensayos.
 Ácida sin mutilar la ternura, en sus libros cuelga la trama de una percha.
Nos sienta entre libros y fotografías después de abrirnos la puerta de su casa
. Conocemos a una mujer que no se desdobla en individuo y autora y que nos habla de lo que le duele y lo que le inquieta.
Hay un porcentaje bastante elevado entre las mujeres nacidas en los setenta y ochenta que elegimos no ser madre. ¿Es un monstruo la mujer que no quiere procrear?
Yo creo que no.
 No creo que seamos seres tremendamente monstruosos. 
Lo cuento en La lección de anatomía: cuando yo elijo no ser madre, no lo hago por ningún motivo ideológico, ni grandilocuente, ni político, ni de teoría de género, ni de nada por el estilo
. Decido no ser madre por miedo y no por un miedo que tenga que ver con lo psicológico o lo económico, con las posibilidades de darle a un hijo una educación, alimento, vestirlo.
 Se trata de un miedo físico, que arranca de los relatos sucesivos del parto de mi madre con los que mi madre me instruye prácticamente desde que tengo uso de razón.
Solo con palabras, nada de imágenes.

En absoluto, en aquella época era muy raro, tal vez imposible, grabar un vídeo del parto. 
Hoy hay gente que lo graba y te pone el vídeo, cosa que me parece de un mal gusto tremendo, igual que me parece que no tiene mucho sentido lo de enseñar las ecografías. 
Yo normalmente no veo nada. No sé si el niño es guapo o feo.
El caso es que los relatos de mi madre eran orales y minuciosos, y lo que cuento en La lección de anatomía creo que es verdad, constituye esa mitología fundacional de cada uno de nosotros que forma parte de nuestras verdades.
Por una parte, esos relatos de mi madre hacen que decida no ser madre por miedo físico a que una cosa tan grande pueda salir por un sitio tan pequeño; por otra parte, me invitan a narrar: me considero heredera en la palabra escrita de los relatos orales de mi madre, de la minuciosidad, del gusto por lo escatológico.
¿Esa animalidad no te atrae en ningún aspecto?
¿Por animalidad te refieres al hecho del parto?
 El hecho del parto no me atrae bajo ningún punto de vista, ni ético, ni estético, ni en mi vinculación con la naturaleza, ni en nada de nada.
 Simplemente me produce miedo y me hace pensar en un dolor enorme.
 Tal vez tendríamos que reivindicar más las cosas artificiales en un momento en que se reivindica tanto la naturalidad y lo natural.
 Siempre digo que soy partidaria de la anestesia y de los artificios que lo que hacen es paliar los excesos y las brutalidades de la naturaleza. 
 Me parece muy respetable —¡menos mal!— que muchas mujeres tengan ese contacto con su instinto que hace que el mundo siga.
 Me parece muy respetable y admirable, pero a mí no me pasa. Entonces, lo único que yo pido básicamente es que a estas mujeres que decidimos no ser madres por los motivos que sean no se nos considere monstruosas o no se nos considere mujeres. 
Lo que me parece completamente impúdico en la sociedad en la que vivimos es que se vincule de una manera unívoca maternidad-feminidad. 
No. Yo no soy madre y soy una mujer.
En tus novelas hay descripciones muy bestias.
Igual que hay cosas dentro de mi literatura que sí que puedo racionalizar y sé por qué quiero contarlas y de qué manera, también hay imágenes, hay expresiones, que no sabría explicar por qué surgen. Quizá, si me pongo a pensarlo, tienen que ver con esa repulsa hacia lo primario que casi siempre se asocia con la mujeres y que de alguna manera recorre toda la literatura
. Creo que todos mis textos son una manera de contradecir tópicos, frases hechas de nuestra civilización… 
Una de ellas es la que vincula la racionalidad con el señor, y la naturalidad y la tierra y la visceralidad con la figura de una mujer que casi siempre es madre o fuente de una maldad despiadada.
 De algún modo, todo eso se traduce en distintas metáforas que van salpicando la historia de la literatura universal…
La mujer siempre ha sido «la loca».
La loca, la irracional, la histérica, la visceral.
Dices que ahora, en el parto, respetas mucho que las mujeres, haciendo caso de su instinto, quieran parir de una forma natural. ¿Eso realmente es instinto o solo mercadotecnia?
Mira, en estas cosas quiero ser cauta.
 Quiero ser respetuosa tanto con la mujer que decide amamantar a su criatura hasta los diez años como con la que decide darle un biberón al poco de nacer porque tiene grietas o porque se tiene que ir a trabajar y sus condiciones económicas no le permiten ser «una buena madre» desde la perspectiva de los nuevos códigos.
 Entiendo que en este sentido cada mujer es un mundo, aunque comparto contigo que todas estamos absolutamente condicionadas por ciertos discursos y ciertos eslóganes que además van fluctuando con el paso del tiempo y que tienen que ver, por una parte, con las exigencias del mercado y, por otra, con los comportamientos y creencias con los que rellenamos la palabra «feminismo». 
Hay una imagen que me parece muy representativa de todo esto.
Recuerdo un relato de Alice Munro en el que habla de un personaje que acaba de tener un hijo, una hija, no recuerdo, y, para desvincularse del punto de vista animal de la maternidad —porque ella reivindica su condición de mujer más allá de la maternidad, más allá de la naturalidad y de las vísceras—, ella, mientras amamanta a su hija, fuma. 
Ese gesto, que hoy se consideraría egoísta y brutal, singularizaba a una mujer feminista en los años sesenta y setenta. 
Ahora se ha dado una vuelta de tuerca completamente diferente, estamos en la época del arraigo, de la lactancia a demanda, del colecho y demás.
 Es un mundo que yo personalmente no he vivido y no sé lo que haría si tuviera un hijo, pero mucho me temo que incluso por edad y por educación sería más parecida a Alice Munro.
 Aunque he dejado de fumar.
Por otra parte, con esto del fumar y no fumar de las mujeres, de cuidar la salud y hacer deporte, de comer sano, tanto nosotras como vosotros, creo que corremos el riesgo de ser muy moralistas. Parece que una de las imágenes más rechazables por la comunidad es la de una mujer embarazada fumando. O tomando un poquito de vino. Como si fueras una asesina, es terrible.
En tu última novela, Farándula, la trama discurre entre bambalinas; ¿qué relación tienes con el teatro?
Tengo una relación con el teatro psicoanalítica y completamente familiar.
 Cuando era niña mis padres estaban en una compañía de teatro de aficionados en Benidorm, que es donde pasé mi infancia.
 En aquella época sentía una empatía brutal con mi madre y me daba mucho miedo que se confundiera, que no se supiera bien el papel
. Este miedo me generó un rechazo físico al teatro
. Mi madre subía al escenario y a mí se me secaba la boca, se me revolvían las tripas, como cuando te va a preguntar el profesor en el colegio y no te sabes la lección. 
Todo esto hizo de mí una espectadora teatral nefasta, absolutamente nefasta.
 No he disfrutado de los espectáculos teatrales hasta que he sido muy mayor y me han explicado que no había necesidad de que me pusiera así, que para eso estaban los profesionales del teatro.
 Esta reacción física tan poderosa que tenía frente al teatro era algo que quería contar en Farándula porque ese es el tipo de vínculos entre el emisor de un discurso artístico y el receptor de un discurso artístico que a mí me gustaría recuperar.
 Ese tipo de profundidad, ese tipo de fisicidad, ese tipo de violencia y de sentirse completamente concernido y vulnerable frente a lo que te están contando.
Y esta es la excusa para abordar en la novela un trasfondo mucho más social.
Efectivamente, esa es la excusa para abordar el tema de la cultura tal y como lo hago en Farándula: dar mi visión de este cambio de modelo cultural que va de lo analógico a lo digital
. Por el camino nos estamos perdiendo muchas cosas.
 Me molesta que desde las mentalidades más progresistas y más abiertas, incluso más de izquierdas, cuando te atreves a hacer una pequeña crítica a los avances de la era de internet, automáticamente eres acusado de reaccionario: creo que de lo que se trata es de intentar aprovecharnos de las virtudes pero siendo muy conscientes también de los problemas y las limitaciones que acarrea.
En ocasiones has dicho que en tus novelas haces un ejercicio voluntario de demolición de la trama. ¿Con qué objeto?
Dentro de los elementos narrativos que constituyen el género, hay uno, el de la construcción de la trama, que es el que permite dentro de una novela crear intriga, suspense, generar misterio, que el lector se haga preguntas que tengan que ver con el desenlace de la historia.
 Me parece que ese elemento narrativo tiene mucho que ver con el discurso de seducción que predomina en unas sociedades de ideología neoliberal donde de lo que se trata es de complacer al lector como un cliente
. Por eso, desde que comienzo a escribir, la trama para mí es un elemento muy secundario dentro de las ficciones o incluso un elemento a batir.
 Puedo contar una historia, puedo transmitir una emoción, puedo dar un punto de vista sobre lo que está sucediendo y hablar de las cosas que duelen, sin tener que agarrarme necesariamente al mecanismo de las tramas, me interesa más la construcción de los personajes. 
El punto de vista y la voz.
 El punto en el que confluyen lo interno y lo externo en las narraciones: el sujeto y la comunidad, el texto y el contexto.
 Me interesa más la prospección psicológica, me interesa más el lenguaje. 
Y me interesa más la calidad de página que propiamente lo que es la trama.
Hace poco vi la película documental sobre Hitchcock y Truffaut, que a mí me ha parecido interesantísima, y hubo un comentario de Martin Scorsese con el que me sentí muy identificada.
 Él cuenta que en Vértigo de Hitchcock la trama simplemente es el alambre o la percha para colgar la poesía de las imágenes. 
Creo que hay veces que en los textos que escribo la trama funciona de esa manera, otras veces está ahí para ser fracturada, para contradecir el deber ser y la ortodoxia de ciertos géneros altamente codificados, para suscitar preguntas sobre la realidad desde la «conspiración» contra cierta retórica literaria, ese es el caso de Black, black, black o de Un buen detective no se casa jamás.
En El frío haces ese ejercicio de utilizar la trama como «percha».
El frío es un ejemplo de cómo un texto más que una trama, más que una historieta, en el mal sentido de la palabra, salpica.
 Pero lo que intento, tanto en El frío como en Daniela Astor, como en otras novelas mías, es contraponer dos discursos, ver cómo un discurso rebota en el otro discurso y cómo con eso se puede generar interés y se construye significado, sin necesidad de que yo te esté poniendo a ti una zanahoria delante del hocico para que tú te la comas.
Marta Sanz para Jot down 1
Ignacio Vidal-Folch, en la presentación de la revista Granta, se preguntaba cómo es posible que el futuro de la condición humana esté en manos de cuatro intrépidos de Silicon Valley sin que los pensadores más progres tomen partido. ¿Estás de acuerdo?
Pues sí, estoy de acuerdo.
 De hecho, otro de los estímulos de Farándula es la narración de ese tránsito de lo analógico a lo digital que está modificando nuestras conciencias, que está cambiando nuestra visión del ser humano y de la relación que establece el ser humano con su cultura, tiene que ver con eso.
 Me parece de una perversidad absoluta cómo se cambia el significado de las palabras y cómo, de repente, en internet todos los discursos se colocan en una línea horizontal, convirtiendo la democracia en demagogia
. Me parece absolutamente perverso cómo la palabra libertad cambia de significado: en el momento en el que nosotros estamos aparentemente ejerciendo nuestra máxima libertad, al mismo tiempo estamos siendo vigilados por un ojo tremebundo que es capaz de captar todos nuestros datos. Esto lo cuenta con una sencillez y una claridad aterradoras el filósofo coreano Byung Chul Han en Psicopolítica.
 Deberíamos hacernos preguntas.

Marta Sanz para Jot down 2
¿Hay talento en las nuevas generaciones de autores españoles?
Yo creo que sí. No me importa nada dar nombres y apellidos.
 Me interesan muchísimo los escritores españoles nacidos en la década de los setenta y ochenta. Me parece que algunos de ellos nos están dando lecciones a los nacidos en los sesenta que estábamos demasiado anclados a la literatura de prestigio en la época de la Transición, estábamos muy condicionados por los autores de la nueva narrativa.
 Creo que los autores nacidos en los setenta y en los ochenta se atreven a dar un salto cualitativo.
 La primera gran sorpresa fue Isaac Rosa. Isaac Rosa me parece un escritor con una mirada muy original y además con una caligrafía literaria envidiable.

El eclipse solar, en imágenes


 


Vista de un eclipse parcial de sol en Bangkok (Tailandia).
Un grupo de personas contemplan el eclipse solar en Jakarta (Indonesia


Eclipse solar visto en la isla Ternate en Indonesia. 


Eclipse solar visto en Phnom Penh (Camboya).


La cola de un avión de pasajeros sobrevuela el cielo de la ciudad filipina de Taguig durante el eclipse solar. 


Una mujer utiliza una radiografía para ver un eclipse de sol en Padang (Indonesia).




La gente hace fotos del fenómeno en una playa en la isla Ternate, Indonesia. Este es el único eclipse solar total que se produce en 2016, y sólo se ha podido observar en el sudeste asiático. 


Vista del eclipse parcial de sol en Yakarta (Indonesia).

 

Dos mujeres comparten la misma gafa protectora durante el eclipse solar, en Kuala Lumpur (Malasia). 


El eclipse, a través de una ventana en Calcuta (India), este miércoles.


Escolares contemplan el eclipse solar en Jakarta (Indonesia).


Un hombre utiliza su teléfono móvil para fotografiar el eclipse solar en Phnom Penh (Camboya).


La silueta de una paloma vista durante el eclipse solar en Katmandú (Nepal). 


Eclipse solar visto en Singapur.




Imágenes de las distintas fases del eclipse solar, tomadas desde la playa de la isla de Ternate, en Indonesia.

8 mar 2016

Mujeres del Mundo Uníos!!Tu lucha es la mia.



El Día Internacional de la Mujer, declarado oficialmente por la ONU en 1975, pretende recordar todo lo que queda por luchar para alcanzar la igualdad real.
 Una meta que no se ha logrado en ningún país del mundo. 
Esta es una selección de fotografías de trabajadoras de Hungría y Costa de Marfil que muestran las diferencias y similitudes en sus vidas laborales. 
La científica Andrea Opitz, investigadora de la Academia Húngara de la Ciencia (MTA), posa vestida con un traje de astronauta durante una exposición celebrada en Budapest
.


Natein Konate, de 22 años, trabaja en una gasolinera en Bouaké (Costa de Marfil). 




La bombera voluntaria Eniko Nagy en el puesto de bomberos de Budaors (Hungría). 



Fofanan Man, empresaria de 59 años, posa en su tienda de textil en Bouake (Costa de Marfil).


La única mujer rabina de Hungría, Katalin Kelemen, lee la Torá en una sinagoga de Budapest.



Marie Sassou, de 22 años, posa en el garaje donde trabaja en Bouake (Costa de Marfil). 

La jugadora de hockey sobre hielo Orsolya Soled, tras una sesión de entrenamiento en Budapest. 



Werewere Liking, de 66 años, escritora y coreógrafa, en Abiyán (Costa de Marfil).


La ciclista Aliz Szaloky posa con su bicicleta en el tejado de un edificio comercial de Budapest (Hungría). 



Fleure Zebi, de 39 y encargada de una peluquería, posa en su puesto de trabajo en Abiyán (Costa de Marfil).


La trombonista Mariann Krasznai posa con su instrumento antes de un concierto de la Orquesta del Festival de Budapest. 


Kalandjibo Balo, de 23 años, recoge plásticos en un vertedero en Akouedo (Costa de Marfil).



La mecánica Adrienn Jandzso posa en el taller del servicio de ambulancia nacional de Veszprem (Hungría).

Florance Mesaan, abogada de 45 años, en Abiyán (Costa de Marfil). 




La astronauta y científica Andrea Opitz, investigadora de la Academia Húngara de la Ciencia (MTA), junto a la réplica de la cúpula de la Estación Espacial Internacional (ISS), en Budapest (Hungría)



Tata Momo posa en la cocina de su restaurante en Bouake (Costa de Marfil).




La camarógrafa Eszter Csepeli trabaja en un estudio en Budapest (Hungría).

.


Ange Dede, decoradora y pintora de 29, posa en Abiyán (Costa de Marfil). 




La fotógrafa Eszter Csepeli en el puente de la Libertad de Budapest (Hungría).



Via-Juliana Akre, enfermera de 41 años, posa en su hospital en Abiyán (Costa de Marfil). 


Valerie Bony, periodista de la BBC de 48 años, posa en Abiyán (Costa de Marfil).