Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

6 mar 2016

No hay que imitarlos en nada................................................................. Javier Marías

Es pertinente se deje de rendir homenaje a militares y políticos que participaron en la sublevación de Franco.

Al final unos y otros se han echado las culpas, como sucede siempre que alguien mete la pata en este país. 

Y, por supuesto, nadie dimite jamás de su cargo, un rasgo más, entre muchos, que el autoproclamado “nuevo” partido Podemos comparte sobre todo con el PP.

 Pero lo cierto es que el Ayuntamiento de Carmena hizo el encargo: contrató y pagó a la Cátedra de la Memoria Histórica (?) de la Universidad Complutense, formada por cinco historiadores muy raros y dirigida por Mirta Núñez, la elaboración de un primer listado de “calles franquistas”, para cambiarlas. 

Si he subrayado “primer” es porque eso indica que por lo menos tendría que venir un segundo, y eso que el inicial computa nada menos que 256, número que en principio parece excesivo teniendo en cuenta que, ya hacia 1980, algunos de los más conspicuos nombres franquistas desaparecieron, por fortuna, de nuestro callejero: la Gran Vía dejó de llamarse José Antonio; la Castellana, Generalísimo; Príncipe de Vergara, General Mola; la glorieta de San Vicente, Ramiro Ledesma, etc. Aun así, es obvio que algunos quedan, y, en efecto, es pertinente que en cualquier sitio de España se deje de rendir homenaje a militares y políticos que participaron en la sublevación de Franco y en la criminal represión desa­tada a partir de entonces

. Como tampoco sería admisible la celebración de individuos “republicanos” que se mancharon las manos de sangre en las zonas que controlaron durante la Guerra.

 Si he entrecomillado “republicanos” es porque entre los presuntos defensores de la República hubo muchos que pretendieron cargársela con el mismo ahínco que los sublevados, sólo que desde el otro extremo. 

Pero ese “primer” listado no se ha limitado a señalar a los Generales Varela, Yagüe, Aranda, Dávila o Fanjul, todos merecedores de castigo y no de premio, sino a numerosos escritores, artistas y personalidades que en algún momento de la larguísima dictadura le mostraron su apoyo o no fueron combativos con ella.

 Gente a la que no era imputable ningún delito (o sólo de opinión) y que probablemente recibió una calle o una plaza por sus méritos artísticos o literarios y no por su adhesión al régimen o su tolerancia con él.

 Sus obras nos pueden gustar más o menos, y sus figuras caernos simpáticas o antipáticas, pero a estas alturas nadie que no sea cerril discute la valía de Pla, Dalí, D’Ors, Mihura, Jardiel Poncela, Cunqueiro, Manuel Machado o Gerardo Diego. Tampoco los logros, en sus respectivos campos, de Manolete, Bernabéu, Lázaro Galdiano, Turina, Juan de la Cierva o Marquina.

 La mentalidad y el tono con que se ha configurado esa lista son policiales e inquisitoriales: mentalidad de delator, o, si se prefiere, de “comisario del pueblo”.

El 27 de mayo de 1937, en plena Guerra, mi padre publicó un artículo en el Abc madrileño (esto es, republicano), “La revolución de los nombres”. 

 Entonces era un joven de casi veintitrés años, soldado de la República. 

 En esa pieza señalaba cómo “desde que estalló la rebelión ya no hay medio de saber cómo se llama nada.

 Cuando se lee algún periódico faccioso” (es decir, franquista) “de cualquier ciudad, se puede ver que cualquier desfile, procesión o manifestación sale de la plaza de Calvo Sotelo, pasa por las calles de Franco y Falange Española, luego por la Avenida de Queipo de Llano para seguir por la calle de Alemania y terminar en la alameda de José Antonio Primo de Rivera.

 El orden cambia según se trate de Salamanca, Zaragoza o Sevilla; pero los nombres permanecen”. 

Y añadía: “Y es de todo punto lamentable que imitemos en esto a los rebeldes, porque no hay que imitarlos en nada”.

 Y así, cuenta cómo en Madrid la calle Mayor ha perdido su nombre en favor de Mateo Morral, anarquista que atentó contra Alfonso XIII … y mató a veinticinco personas, pero no al Rey; cómo el Prado, Recoletos y Castellana han pasado a llamarse Avenida de la Unión Proletaria; cómo Príncipe de Vergara (título de Espartero, general anticarlista y liberal) también ha caído por ignorancia. “Y lo más grave, lo intolerable”, seguía mi padre, “es el nombre elegido para sustituirlo: Avenida del 18 de julio. 

 ¿Es que nosotros podemos celebrar esa fecha, en que empezó una de las más grandes tristezas de la historia española? ¿Podemos conmemorar el día en que el pueblo español, que se disponía a mejorar sus destinos en la paz de un Gobierno suyo como el del Frente Popular, se vio obligado a llenarse de sangre en una guerra tremenda?

  También cuenta cómo en Valencia la calle de Caballeros ha pasado a ser Metalurgia (!), o cómo el pueblo de San Juan, en Alicante, se llama ahora Floreal … Todo esto suena de otro mundo, y sin embargo … Hace casi ochenta años que el joven que fue mi padre escribió este artículo

. Lo hizo en un país en guerra, partido y lleno de odio, en el que un bando imitaba al otro, cuando “a los rebeldes no hay que imitarlos en nada”. ¿Tiene algún sentido que volvamos a hablar del callejero al cabo de tanto tiempo, cuando además no hay guerra, ni hay dos bandos? 

Hay una parte de España, parece, nostálgica de nuestros peores tiempos y nuestras peores costumbres, desde luego de las más idiotas. Eso es siempre inevitable.

 Lo malo es que esos nostálgicos del encono y la animadversión tengan capacidad decisoria y mando en plaza, sean del lado que sean.

 Todavía está en nuestra mano no dárselos, ni la capacidad ni el mando.

 

Estamos rodeados de héroes............................................................... Rosa Montero

Hay cerca de 7.000 enfermedades raras. Todas sumadas, afectan a cerca del 7% de la población, lo cual es una cifra abultadísima.

El lunes pasado fue el Día Mundial de las Enfermedades Raras.
 En Europa se considera que una enfermedad rara es aquella que afecta a una de cada 2.000 personas. Pero hay cerca de 7.000 enfermedades raras, así que, todas sumadas, afectan a cerca del 7% de la población, lo cual es una cifra abultadísima, más aún si sabemos que el 65% de estas enfermedades aparecen en la infancia y son graves e invalidantes, que menos del 15% tienen tratamiento, y que éste en ningún caso es curativo, sólo paliativo.
 Claro: al ser tan pocos los aquejados, a la industria no le merece la pena estudiar su curación.
 O dicho de una manera menos bárbara: la investigación requeriría una inversión de muchísimos millones que no pueden permitirse si no tienen perspectivas de recuperarlos.
 En fin, se diga como se diga, así de brutalmente dura es nuestra sociedad.
Los seres vivos somos un producto maravilloso de la ingeniería orgánica.
Basta con contemplar un ojo, por ejemplo, para alucinar ante su intrincada magia. Pero claro, unas estructuras tan increíblemente complejas pueden tener pequeños defectos de fábrica, y eso es lo que son las enfermedades raras.
 Lo malo es que esos errores de construcción, que para un automóvil apenas serían nada, para un ser humano pueden constituir una tortura espantosa.
De cuando en cuando se pone en contacto conmigo alguna de las muchas asociaciones que existen en este terreno, cada una de ellas específica de su propia dolencia.
 Todas luchan por la visibilidad de sus enfermos, para que se conozca su situación, para movilizar las conciencias y reunir dinero e investigar posibles remedios.
 Ya he dicho que la mayoría de estos males empiezan en la infancia y son terribles: se trata, por lo tanto, de colectivos estoicos, esforzados, muy conmovedores.
 Padres y madres coraje, y además, en numerosas ocasiones, enfermos heroicos que nos demuestran que son capaces de vivir vidas imposibles.
Son valientes exploradores de mundos inhumanos, viajeros intrépidos al inhóspito Marte de sus cuerpos.
Hay catalogadas 7.000 enfermedades raras, que afectan al 7% de la población. Sólo el 15% tiene tratamiento paliativo
Una de esas asociaciones de luchadores se ha puesto en contacto conmigo recientemente, la Duchenne Parent Project España.
 Son los familiares de los enfermos de Duchenne, una distrofia muscular degenerativa que por lo general empieza a los seis años, deja a los niños sentados en silla de ruedas a los doce y los suele acabar matando antes de los treinta.
 La asociación acaba de lanzar una campaña de visibilización y recaudación titulada El sueño de Rafa porque se apoyan en la figura de uno de los enfermos, un coloso de 22 años que se llama as
í. Rafa es de Sevilla y está estudiando periodismo en la universidad, porque ansía ser periodista deportivo y cubrir la información de los deportes adaptados
. La distrofia muscular le ha ido robando el cuerpo, hasta el punto de que ahora ya no puede mover las manos ni sostener por sí solo la cabeza. Pero su mente sigue siendo brillante e indomable y se expresa muy bien: lo escuché en una entrevista en la COPE y sin duda podría ser periodista radiofónico

 Mención especial merece su madre,
 Consuelo, la del perfecto nombre, que, sin haber cursado estudios y ni siquiera tener el graduado escolar, acompaña a su hijo a la universidad todos los días, le toma dificultosamente los apuntes con su mala escritura, pide citas con los tutores, le ayuda a rellenar los exámenes.
 Me conmueve pensar en esa consoladora heroína. Todos ellos juntos, Consuelo, Rafa y el resto de los padres y madres de la asociación, nos piden que mandemos un SMS con la palabra sueño al 28014, para reunir fondos e investigar a esa enemiga cruel que es la Duchenne.
No es el único guerrero que conozco; el caso de Rafa me ha recordado a mi amigo José Antonio Fortuny, un menorquín de 43 años que padece atrofia muscular espinal, una enfermedad degenerativa aún más rara que la Duchenne pero igual de atroz
. José Antonio debería estar muerto desde hace varios años, pero ahí sigue, pleno y vivo dentro de ese cuerpo sitiado
. Es escritor y ha publicado ya dos libros, una estupenda autobiografía titulada Diálogos con Áxel y luego una brillante novela de humor negrísimo, Alehop, que acaba de ser traducida al polaco.
 Ahora está preparando su próxima obra. Es, simplemente, un ser que no se rinde, lo mismo que Rafa. O que Stephen Hawking. Individuos valientes y tenaces que hacen de su vida una obra maestra. Pienso ahora en ellos, y en ese casi 7% de la Humanidad que está sometido a estas pruebas terribles. Y estoy segura de que la inmensa mayoría de los enfermos luchan como jabatos, con un coraje, una entrega y una entereza admirables.
Pero no sólo ellos: también sus familiares.
Vaya, suelo pensar que vivimos en la sociedad acomodaticia y banal del Gran Hermano y ahora me doy cuenta de que estamos rodeados de héroes.

 

'Sex symbols' de los 90... para lo que han quedado............................................. Aitor Marín

Algunos descarrilaron y no se han vuelto a levantar. Otros estuvieron en el infierno, pero ahora reviven.

 Qué ha sido de los iconos de una generación.

A la izquierda, un atractivo Van Kilmer en 'Top gun' (1986); a la derecha, en un acto reciente en Los Ángeles. Cordon
Son rostros que acompañaron la adolescencia y la juventud de toda una generación.
 Esos intérpretes que en los noventa proyectaban glamour, belleza y envidia. Pasados los años nos preguntamos dónde están y qué tal les ha tratado el paso del tiempo.
 Algunos descarrilaron hasta estamparse; otros han preferido echarse a un lado; los hay que están envejeciendo con dignidad; y también los que después de varios años en el infierno empiezan a levantar cabeza. Veamos...

Daryl Hannah (Chicago, 55 años)

Lo que fue... Su carrera cinematográfica es una montaña rusa en la que se alternan personajes míticos y tremendos baches profesionales.
 Entre los primeros, la replicante Pris de Blade runner (1982) o Madison, la curvilínea sirena de 1,2,3… splash (1984). Nada logró impedir que en los noventa su carrera menguara tan rápido como ella crecía en El ataque de la mujer de los 50 pies (1993), innecesario remake del cásico de la serie B de los cincuenta que ella misma coprodujo. 
 Este declive no impidió sin embargo que fuera incluida en la lista de Las 100 estrellas más 'sexies' de la historia del cine publicada en 1995 por Empire Magazine.
Para lo que ha quedado... Su aparición estelar en Kill Bill (2003-2004), de Tarantino, como la asesina tuerta Elle Driver parecía que iba a relanzar su carrera, pero ha habido que esperar hasta 2015 para verla de nuevo en un papel interesante, la de la protagonista de la serie de los hermanos Wachowsky para Netflix Sense8 (con nuestro Miguel Ángel Silvestre). 
 Quizá la culpa de tan desigual currículo lo tenga su activismo político, que le ha ocupado gran parte de su tiempo.
 Ecologista convencida, Daryl es habitual de concentraciones de protesta y buena conocida de la policía, que la detuvo frente a la Casa Blanca en 2011 por protestas contra la construcción de un oleoducto en el Golfo de México
. Aunque nunca ha llegado a casarse, su historial amoroso está trufado de nombres famosos, como Jackson Browne, John F. Kennedy Jr., Val Kilmer, el mago David Blaine o Rami Jaffee, teclista de la banda The Wallflowers
. Desde 2014 comparte su vida con otro mito del rock: Neil Young, 15 años mayor que ella. No solo al lado del canadiense parece más joven
. El rock and roll le sienta muy bien a esta imponente rubia de 55 años.
  Daryl

Geena Davis (Wareham, Massachusetts, 60 años)

Lo que fue... Alcanzó la gloria en 1988 gracias al Oscar a la mejor actriz secundaria por El turista accidental. 
La cima de su fama llegaría tres años más tarde dándole la réplica a Susan Sarandon en Thelma y Louise. 
 Antes, Geena Davis se había topado con Jeff Goldblum en La mosca (1986), que se convirtió en su segundo esposo (había estado unos meses casada con un tal Richard Emmolo), aunque posiblemente el encontronazo más trágico para su carrera fue el que tuvo con el director finés Renny Harlin.
 Se casó con él 1993 y este la convirtió en musa de sus mediocres películas de acción
. Tanto La isla de las cabezas cortada (1995) como Memoria fatal (1996) se convirtieron en dos grandes fracasos que echaron por tierra todo su crédito en la taquilla.
 En 1998 tomó dos decisiones drásticas: divorciarse de Harlin y abandonar temporalmente el cine
. Un año después tomó otra más sorprendente: prepararse a conciencia para participar en los Juegos Olímpicos de Sydney en la especialidad de… ¡tiro con arco!
 No lo logró, pero se quedó a las puertas (en un más que honroso 24º puesto de los más de 300 aspirantes).
Para lo que ha quedado... Davies volvió a los escenarios con participaciones más o menos sonadas en cine (Stuart Little) y televisión, donde obtuvo un Globo de Oro a la mejor actriz en 2006 por la muy olvidable serie Señora presidenta. 
 En lo personal, está felizmente casada desde 2001 con su cirujano plástico Reza Jarrahay, con quien ha tenido tres hijos. 
El número de intervenciones a las que se ha sometido es un misterio, pero le permiten mantenerse prácticamente con la misma cara de siempre. 
Geena Davis.
 

Christian Slater (Nueva York, 46 años)

Lo que fue... Hijo de una importante directora de casting, Slater lo tuvo bastante fácil desde pequeño para abrirse camino en el cine.
 Prácticamente creció sobre los escenarios, aunque la fama no le llegaría hasta 1986, cuando dio réplica a Sean Connery en El nombre de la rosa
. Después encadenaría películas juveniles de esas que marcan a una generación, como Escuela de jóvenes asesinos (1989), junto a Winona Ryder, y taquillazos de la talla de Amor a quemarropa (1993) o Entrevista con el vampiro (1994).
Para lo que ha quedado... Sus mejores interpretaciones no tardaron en trasladarse de los platós de rodaje a las calles y comisarías por obra y (des)gracia del alcohol y las drogas.
 En 1997 le detuvieron por intentar pegar a su novia y al policía que se puso en medio durante una fiesta en Los Ángeles.
 Un juez lo halló culpable y lo condenó a 90 días de cárcel.
 Él culpó a la cocaína.
 En 2005 se vio envuelto en otro escándalo al ser acusado de abusos sexuales tras tocar el culo a una mujer en plena calle en Nueva York
. Lo detuvieron de nuevo, borracho. Hay que reconocer, sin embargo, que el alcohol le ha conservado sorprendentemente bien, aunque no ha hecho lo mismo por su carrera.
 Tras muchos tumbos, ha encontrado acomodo en la serie de culto Mr. Robot, donde da vida sin apenas esfuerzo al oscuro protagonista, lo que le ha llevado a ganar recientemente el Globo de Oro al mejor actor de reparto.
Christian Sl

Demi Moore (Roswell, Nuevo México, 53 años)

Lo que fue... Representó a la perfección el cuento del patito feo convertido en cisne.
 De niña con parche en el ojo por diversas intervenciones y los consiguientes traumas, a una de las mujeres más deseadas de los noventa. 
Gracias a películas como Ghost (1990), Algunos hombres buenos (1992) y Una proposición indecente (1993), pasará a la historia como la primera actriz en cobrar 10 millones de dólares por película.
 Para celebrar este hito, posó desnuda y embarazada en la portada de Vanity Fair y empezó a elegir mal sus papeles: bodrios como ‘Striptease’ (1996) y ‘La teniente O’ Neil’ (1997) la devolverían a la casilla de salida, con unas cuantas tallas más de sujetador por exigencias del guion de la primera.
Para lo que ha quedado… En lo profesional Moore solo ha sido noticia en los últimos años por enseñar palmito en la primera de Los ángeles de Charlie (2003).
 A partir de ahí, solo sus divorcios de Bruce Willis en 2000 tras emparejarse con un jovencísimo Ashton Kutcher y las infidelidades de este con Mila Kunis han conseguido llamar la atención de los medios.
 También es experta en posar junto a sus hijas para demostrar que, a pesar de los años, sigue pareciendo su hermana
. Su hermana pequeña, incluso, porque en 2012 la lió parda al pillar una sobredosis (ella dijo que fue con "gas de la risa") que obligó a su hospitalización.
Demi Moore.

 

Denise Richards (Chicago, 45 años)

Lo que fue... Melenón rubio, sonrisa perfecta, cuerpo de escándalo.
 Si exceptuamos el talento interpretativo, Denise lo tenía todo para triunfar en el cine. Y estuvo cerca. Deslumbró en la nunca lo suficientemente bien ponderada Starship troopers (1997), contribuyó al calentamiento global junto a Matt Dillon en Juegos salvajes (1998) y rozó con la punta de los dedos la gloria como chica Bond en El mundo nunca es suficiente (1999). 
Luego conoció a Charlie Sheen…
Para lo que ha quedado... Tras su boda con el tarambana de Charlie en 2002, su vida se convirtió en su mejor película
. A los tres años pidieron el divorcio, pero luego se arrepintieron, volvieron juntos y la cosa terminó en 2006, órdenes de alejamiento y amenazas de muerte mediante.
 Denise probó suerte en el proceloso mundo de los realities shows con un bodrio titulado Denise Richards: It’s complicated (2008-2009), pero no pasó de la segunda temporada. En lo profesional no ha vuelto a levantar cabeza, pero eso no le ha borrado su preciosa sonrisa.
Tampoco el gusto por el rock and roll. El último hombre conocido de su lista es el exguitarrista de Bon Jovi, Richie Sambora.
Denise Richards.

Stephen Dorff (Atlanta, 42 años)

Lo que fue... Las cámaras fueron testigo de cómo Stephen Dorff pasaba de niño actor a tipo duro y problemático. Con una carrera a ratos potable (destacó dando vida Stuart Sutcliffe, el ‘quinto Beatle’, en Backbeat, 1994), se especializó en los noventa en papeles de malvado, como el del vampiro Deacon Frost en Blade (1998) y en colgarse del brazo modelos espectaculares. Una vida vacía y frívola que, como todo el mundo sabe, no conduce a nada bueno.
Para lo que ha quedado... En 2008 le pasaron dos cosas que cambian la vida de cualquiera: cortó con Pamela Anderson tras cuatro años de relación y perdió a su madre por un cáncer cerebral. Lo segundo le hizo preguntarse qué había hecho hasta entonces con su vida y se sumió en una profunda depresión. Dice que le salvó una llamada de su amiga Sofia Coppola ofreciéndole protagonizar su película Somewhere (2010). Ahora, con un rostro al que los años han dotado de un cierto aspecto pétreo y de unas profundas entradas, se niega paradójicamente a seguir haciendo de malo (pronto le veremos persiguiendo a Leatherface en una precuela de La matanza de Texas) pero sigue yendo del brazo de modelos espectaculares, como Charlotte McKinney, su última novia.
Stephen Dorff.

Brendan Fraser (Indianápolis, 47 años)

Lo que fue... Hubo un momento en los noventa en el que prácticamente era imposible asomarse a la cartelera sin topar con la bobalicona sonrisa de Brendan Fraser. 
El actor encadenaba películas a un ritmo frenético y una, Dioses y monstruos (1998), hasta le salió buena.
 Lo habitual era verlo en comedias mostrencas, como Cabezas huecas (1994), o muy mostrencas, como George de la jungla (1997), hasta que al final de la década pegó el pelotazo con La momia (1999).
Para lo que ha quedado... Tras dos secuelas de La momia (2001 y 2008) y un vano intento de repetir la fórmula con Viaje al centro de la Tierra (2008), Brendan empezó a perder los papeles y a ganar peso. Nunca ha abandonado la interpretación, pero ahora encadena problemas judiciales, económicos (se declaró en quiebra en 2013) y familiares. Con su divorcio de la actriz Afton Smith en 2007 (llevaban casados desde 1998) provocado según las malas lenguas por una infidelidad con Maria Bello, a Fraser se le cayó literalmente el pelo.
Brendan Fraser.

Ya es primavera............................................. Boris Izaguirre

Karim Benzema bajó de su superdeportivo con una cazadorita bomber con estampado gráfico muy enrevesado, como de telaraña. 

El deportista quería subrayar así el estado de ánimo de su equipo

Benzema, con el ‘look’ de la portada del diario ‘AS’. 
La primavera gusta de adelantarse, sorprender
. Es la estación más histérica del año.
 Nunca está quieta, sube y baja las temperaturas caprichosamente y pareciera complacerse en que llueva en cualquier momento.
 La de este año tiene algo especial
: El Corte Inglés, que la incorporó a su lenguaje comercial, celebra 75 años convertido en una de las cosas sólidas que tenemos en este país
. Su próxima campaña de aniversario podría reunir los uniformes de Franco y los collares de su esposa junto a la chaqueta de pana de Felipe González.
Las corbatas de nudo agigantado de Aznar y esos trajes ceñidos en forma de reloj de arena que hacían parecer Forever Young a Francisco Camps.
 Sin olvidarse de la delgadez de Suárez y su predilección por el gris ni tampoco de las corbatas desvaídas de Rajoy.
 Todo eso y más cabe en los 75 años de estos grandes almacenes.
 Y también la leyenda de un beso, el de Pablo Iglesias y Xavier Domènech el pasado miércoles en el Congreso.
Fue más que un beso
. La secuencia recuerda un encuentro cinematográfico, Dos Hombres y un destino, pero cuando los labios de los dos caballeros de la izquierda se fundieron, los tres congresistas del Partido Popular que los observan de cerca pasan a ser protagonistas.
 La cara de Guindos mezcla rechazo y contención, prueba su sangre fría.
 Alfonso Alonso, a su lado, es como si se marease con el olor a porro y dijera que mejor es tirar la toalla y salir de ese antro hippie.
 Y la dama que les acompaña, la ministra de Agricultura, parecía recordar la crudeza de los pepinos, repollos rizados y limas que son los ingredientes del zumo verde que debe beberse por las mañanas. Ese beso de camaradas confirmó que este debate de investidura ha resultado casi más divertido que la ceremonia de los Oscar.
 ¡Han pasado cosas! En la Cámara ahora hay más performance, más happening.
 Y... misterio. Eso fue cuando Rajoy decidió ausentarse durante el pleno para dar un paseo a solas por el Congreso
. Su vida está ligada a ese lugar, lo conoce como nadie
. Fue presidente de la Diputación de Pontevedra, donde todo empezó, ministro de Cultura, vicepresidente, líder de la oposición, presidente y presidente en funciones.
 Todo eso se almacenaba en su cabeza recorriendo pasillos, salones y observando alguna que otra puerta giratoria mientras flotaba en el aire la voz, joven y neoliberal, de Albert Rivera, que llegaba desde el estrado.
 Durante el paseo, Rajoy se preguntó en qué momento el país cambió de tal manera como para que dos hombres hechos y derechos, afortunadamente no de derechas, anden besándose delante de Luis de Guindos.
Son 75 primaveras en 75 años.
 Asombra que un país pueda ser inventariado como un gran almacén.
 España existe en el mundo gracias a El Corte Inglés, Zara, ¡Hola! y Almodóvar
. En Miami hay un mercado llamado Delicias y recuerdos de España, donde venden desde ensaladilla y paelleras hasta trasnochadas muñecas Mariquita Pérez.
 Conectan con TVE desde que abren hasta que cierran y confirmé, en la sección de embutidos, que en su telediario internacional no hacen mención alguna a Urdangarin y su desmemoria.
 La noticia simplemente no existe
. Pero casi se agradece porque así, en Recuerdos de España, no se enteran de que tuvimos un deportista que tras emparentar con la Familia Real se enriqueció para ser el peor empresario posible. Olvidadizo, confiado y desconocedor incluso de los deportes sobre los que fabricaba conferencias y cumbres.
 Lo real es que el juicio Nóos ya parece un programa de humor sin humor.
El interés ha subido con la declaración de la Infanta, apelando a su rol de madre para que nos sintamos más próximos
. Al menos sabemos que sí recuerda los cumpleaños de su prole.
Por coincidencias de la vida, El Corte Inglés abrió en 1941, el año del nacimiento de Bob Dylan y María Teresa Campos
. Como la memoria también es un almacén, recuerdo cuando las firmas de libros se anunciaban con desinhibición por su megafonía y un día escuché mi propio nombre, llegué a pensar que ya lo había conseguido todo.
 Pero no, ¡hay más, siempre hay más en un gran almacén!
 Como ese modelazo con el que nos sorprendió Karim Benzema en la portada del diario As esta semana, tras ser apartado del juego varias semanas a causa de una lesión
. Benzema aparecía con una cazadorita bomber de color blanco con estampado gráfico muy enrevesado, como de telaraña.
El deportista subrayaba así el estado de ánimo de su equipo, el Real Madrid, enmarañado, atrapado en una red sin goles.
 O quizás traducía el humor que tenemos todos esta semana, pequeños moscones enredados por una araña política que teje y teje y jamás concreta.
 Y jamás recuerda.