Más de un 60% de la compraventa anual de arte en España se produce en Arco.
La feria tiene la fidelidad de un potente grupo de coleccionistas latinoamericanos y nacionales.
De izquierda a derecha y de arriba abajo: Jaime Sordo, Patricia Phelps de Cisneros, Josep María Civit, Elena Foster Ochoa, Ernesto Ventós, Helga de Alvear, Jorge Pérez, María Asunción Aramburuzabala, Eduardo Constantini, Aníbal Jozami.
Desde que Arco abrió sus puertas en 1982, la idea de negocio ha estado clara entre sus organizadores, por más que la etiqueta de evento cultural haya sido la que más ha calado entre el público más fiel. Organizadores, galeristas y artistas participan con el legítimo objetivo de vender su obra y, cuanto más, mejor. De hecho, las ventas de obras de arte contemporáneo que se realizan en España a lo largo del año tienen en Arco su mejor punto de venta.El informe de la especialista Clare McAndrew para la Fundación Arte y Mecenazgo del pasado año aseguraba que más del 60% de las operaciones se realiza durante la feria, un dato que comparten los responsables de Ifema.
Para mantener o aumentar ese porcentaje, Arco no duda en destinar una gran parte de su presupuesto a atraer al máximo de compradores posibles.
El pasado año, de 4,5 millones de euros, se destinó cerca de 1,5 para invitar a 300 grandes coleccionistas de todo el mundo. Este año son 250.
Ese grupo de vips que los galeristas persiguen recorren los pabellones de Arco los dos días anteriores de su apertura al público, realizan visitas privadas a las galerías y museos y son agasajados en los mejores restaurantes de Madrid.
La organización se ocupa de sus billetes de avión y estancia en hoteles. Los galeristas habituados a viajar por las principales ferias del mundo (Basilea, Colonia, París, Maco, Bogotá o Buenos Aires) dan fe de que casi siempre son los mismos personajes. Estos Médicis del siglo XXI se conocen entre ellos y muchas veces compiten en las subastas por las mismas piezas.
En lo alto de la pirámide se encuentra un pequeño grupo de nombres que nunca se sabe si finalmente aparecerán o no. Sus agendas y la seguridad pueden desbaratar sus planes, aunque siempre pueden contar con un equipo de expertos que actúen en su nombre.
Aquí se puede hablar del ruso Román Abramóvich, el estadounidense Paul Allen (cofundador de Microsoft), los emperadores del lujo Hélène y Bernard Arnault, los reyes de los casinos Stephen y Elaine Wynn o la exjequesa de Qatar Sheikha Mozah bin Nasser.
Más de carne y hueso y con presencia casi asegurada son los influyentes directores de museos como el MOMA, el Pompidou o la Tate, junto a poderosos comisarios como Estrellita Brodsky y coleccionistas europeos como Patricia Sandretto y Francesca Thyssen, dos habituales de la feria.
Pero en Arco, a diferencia de otras ferias, hay un potente grupo de latinoamericanos que, junto a los españoles, forman un importantísimo conjunto de compradores.
Como en toda selección, la lista podría ser mucho más amplia, pero todos los que están son indiscutibles adictos al arte.