Romualdo Faura
La agitada vida de un clérigo. Al hablar de ópera suele obviarse al
autor del texto: el libretista. Son muchos músicos los que mantuvieron
una estrecha colaboración con los escritores de sus óperas, como Verdi y
Arrigo Boito. Pero si hay un libretista que ha trascendido es Lorenzo da Ponte,
colaborador de Mozart. Da Ponte fue un sacerdote veneciano expulsado de
la ciudad por tener un hijo con una mujer casada. Viajó a Viena, donde
se hizo pasar por libretista. Y conoció el éxito. Tras una vida marcada
por amores y deudas, se trasladó a Nueva York y montó una tienda de
comestibles. Allí murió, a los 89 años, habiendo sido testigo de la
evolución de la ópera: cuando él nació Händel aún estaba en activo y
murió solo un año antes de que Verdi estrenara su primera obra.
“La gente necesita salir de la vida cotidiana. Un lugar donde puede aislarse de todo es la ópera”
Cecilia Bartoli, ‘mezzosoprano’
Los conservatorios también se equivocan.Las óperas del compositor italiano Giuseppe Verdi marcaron un antes y un después en la historia de la música. Sin embargo, el autor de La traviata
(en la imagen, un montaje de 2005 en Salzburgo) fue rechazado a los 18
años por el conservatorio de Milán. ¿El motivo? Su edad y que “sus
ejercicios no mostraban especiales aptitudes para la música”.
Archivo Plácido Domingo
El aplauso más largo. 80 minutos duró la ovación que recibió Plácido Domingo tras cantar el Otello de Verdi en Viena, en 1991. La calurosa acogida obligó al tenor a salir a escena a saludar un centenar de veces. El dato. En el siglo XVI se empezó a extender por
Europa la figura del castrato, el afortunado poseedor de la voz
perfecta: timbre de niño y la potencia de los pulmones de un adulto. En
Nápoles, principal fábrica de castrati, se llegaron a castrar para este
fin entre 3.000 y 4.000 niños al año. Aquellos que conseguían hacer carrera eran admirados
y tratados como auténticas estrellas. Pero la gran mayoría moría
durante la operación o desarrollaba una voz chillona que los condenaba
al olvido. Wagner, el compositor más polémico.
Odio:
Charles Baudelaire. Poeta. “Me gusta más aún el sonido de un gato que cuelga de una ventana por la cola”
Piotr Chaikovski. Músico. “Tras las últimas notas de El ocaso de los dioses sentí como si me liberaran de una cárcel”
Friedrich Nietzsche. Filósofo. “Wagner contamina cualquier cosa que toca: puso enferma a la música”
Gioachino Rossini. Músico. “Tiene momentos buenos y horribles cuartos de hora”
Tiene más de 400 años de historia. Estas son algunas de sus anécdotas.
Romualdo Faura
La agitada vida de un clérigo.
Al hablar de ópera suele obviarse al
autor del texto: el libretista
. Son muchos músicos los que mantuvieron
una estrecha colaboración con los escritores de sus óperas, como Verdi y
Arrigo Boito.
Pero si hay un libretista que ha trascendido es Lorenzo da Ponte, colaborador de Mozart.
Da Ponte fue un sacerdote veneciano expulsado de la ciudad por tener
un hijo con una mujer casada. Viajó a Viena, donde se hizo pasar por
libretista.
Y conoció el éxito. Tras una vida marcada por amores y
deudas, se trasladó a Nueva York y montó una tienda de comestibles.
Allí
murió, a los 89 años, habiendo sido testigo de la evolución de la
ópera: cuando él nació Händel aún estaba en activo y murió solo un año
antes de que Verdi estrenara su primera obra.
“La gente necesita salir de la vida cotidiana. Un lugar donde puede aislarse de todo es la ópera”
Cecilia Bartoli, ‘mezzosoprano’
Los conservatorios también se equivocan.Las óperas del compositor italiano Giuseppe Verdi marcaron un antes y un después en la historia de la música.
Sin embargo, el autor de La traviata
(en la imagen, un montaje de 2005 en Salzburgo) fue rechazado a los 18
años por el conservatorio de Milán.
¿El motivo? Su edad y que “sus
ejercicios no mostraban especiales aptitudes para la música”.
Archivo Plácido Domingo
El aplauso más largo. 80 minutos duró la ovación que recibió Plácido Domingo tras cantar el Otello de Verdi
Las más representadas
'La Traviata'
Ken Howard
Estas son las ocho óperas con más número de funciones en el mundo durante la temporada 2013-2014. 3.561 ‘La traviata’ (Verdi) 3.354 ‘La flauta mágica’ (Mozart)
Icono de cine y de moda, celebra sus 70 años con su primera nominación a los Oscars por la película 45 años mostrando arrugas y los ojos más enigmáticos del cine.
El pasado cinco de febrero la actriz cumplió 70 años y los celebró con su primera nominación al Oscar a Mejor Actriz.
Hace cincuenta años Charlotte Rampling asomaba fugazmente su rostro por primera vez en la pantalla en la película The Knack y cómo conseguirlo (Richard Lester, 1965) uno de los títulos que configuraron la nueva cultura juvenil en los agitados años del Swinging London
.
Junto a ella, otra joven debutante llamada Jane Birkin, a la que
esperaba a la vuelta de la esquina el director italiano Michelangelo
Antonioni y la película talismán Blow Up
. Cada una, a su
manera, acabarían convirtiéndose en iconos, modelos femeninos
transgresores y símbolos de un estilo y de una modernidad que el paso
del tiempo no ha dejado de revalorizar.
Y el título compartido de las
actrices británicas más francesas del cine.
El pasado cinco de febrero la actriz cumplió 70 años y los celebró
con su primera nominación al Oscar a Mejor Actriz gracias a su papel en
la película 45 años (Andrew Haigh, 2015), un poderoso drama de
trazos íntimos al lado del veterano actor británico, Tom Courtenay.
A
la celebración cinematográfica se sumaba la publicación de sus memorias,
Qui je suis (Grasset), un emocionado texto donde la actriz
expone por primera vez y de forma pública pasajes de su infancia y su
juventud, señalados por momentos dolorosos como el suicidio de su
hermana Sarah cuando tenía 21 años o misteriosos, como el descubrimiento
de unos diarios ocultos escritos por su madre, Isabel Anne Gurteen, un
personaje de novela de F. Scott Fitzgerald que sacrificará su vida al
casarse con un militar de la OTAN, Godfrey Rampling, héroe deportivo de
las Olimpiadas de Berlín de 1936.
Charlotte Rampling atravesó la década de los sesenta como uno de los
rostros luminosos e iconoclasta centro de atracción.
Actrices como Julie
Christie, Vanessa Redgrave, Sarah Miles, Rita Tushingham representaban
entonces un soplo de aire fresco alejadas del modelo típico de las
estrellas de Hollywood.
Su primera gran oportunidad la tuvo lugar al
otro lado del Canal de la Mancha gracias al director Luchino Visconti
–una especie de segundo padre para ella– que la sumerge en ese gran
fresco histórico, La caída de los dioses (1969), sobre la
ascensión del Nazismo en la Alemania de los años treinta; Charlotte
fija ese modelo de belleza elegante, de perfil aristocrático y lado
misterioso moldeado por el creador italiano y padrino artístico
. La
actriz coincide con el actor Dick Bogarde con el que volverá a
encontrarse en el explosivo Portero de noche (Liliana Cavani,
1974), un cuento de seducción y sadomasoquismo que proyecta su imagen
de actriz transgresora.
La fotografía de la actriz semidesnuda con
uniforme nazi se convierte en uno de los iconos de la década de los
setenta junto con la pareja Marlon Brando y Maria Schneider de El último
tango en Paris.
Luchino Visconti, Charlotte Rampling y Helmut Berger en 1969.
Foto: Cordon Press
No será ésta la única ocasión donde la actriz encienda las alarmas de
las tribunas más conservadoras, sus desnudos fotografiados por Helmut
Newton marcaron un hito en la fotografía de moda y rompen con los
clichés de los clásicos desnudos protagonizados por las actrices para
Playboy y otras publicaciones similares
. Newton sublima en el poderoso
desnudo de la actriz ese estilo bautizado como porno-chic que acabará
contaminando los magazines de lujo y ha llegado hasta nuestros días.
Fotógrafos como Peter Lindbergh, Alice Spring, Juergen Teller o Bettina
Rheims intentaron desvelar esa mirada misteriosa que Dick Bogarde había
bautizado como The Look, el mismo título que Lauren Bacall,
década atrás había recibido para su debut cinematográfico.
Una cualidad
física, esa mirada encriptada, que la actriz en todos estos años no se
ha cansado de desmitificar refiriéndose a ella como “una particularidad
física” pero que ha acabado formando parte de su leyenda como estrella
enigmática.
‘Rotten to the core’, Charlotte Rampling, 1965.
Foto: Cordon Press
Diva a contracorriente, Charlotte Rampling ha construído una carrera
cinematográfica señalada por el cine de autor sin renunciar a grandes
producciones como la fábula de ciencia ficción Zardoz – formando pareja
con Sean Connery–, El veredicto junto a Paul Newmann o como heroína de cine negro, Adiós, pequeña, entrando en el Olimpo femenino de heroínas de cine negro junto a Lauren Bacall, Barbara Stanwick, Gloria Grahame y otras femmes fatales.
A medio camino entre París y Londres, Rampling se convirtió en la
actriz fetiche de directores como François Ozon o el malogrado director
teatral Patrice Chereau en su debut cinematográfico, La carne de la orquídea.
El director Nagisa Oshima potenció su lado más transgresor en Max, mon amour,
en una vuelta de tuerca del cuento fantástico de la bella y la bestia.
Frente a otras estrellas que han visto apagarse su carrera en ese
tránsito siempre delicado entre la madurez y la vejez, Rampling ha
conseguido iniciar una segunda y brillante etapa profesional trabajando
con directores como Lars von Trier (Melancolía) o afrontando papeles arriesgados como la protagonista de Hacia el sur (Laurent Cantet, 2006), en la que interpretaba a una mujer practicante del turismo sexual en Haití.
A sus setenta años Charlotte Rampling forma parte de esa generación
de mujeres que por primera vez han subvertido los códigos de la
seducción transformándola en algo mucho más profunda y reflexiva
. Una
mujer madura que expresa –y ejerce con su experiencia– su poder
femenino de seducción sin esconderlo ni camuflarlo. Que piensa más en su
vida que en los años que cumple…
Je t’aime, je t’aime, murmura con un tono tímido y quebradizo, sin llegar a creer ella misma, los susurros que salen de su propia boca.
El
objetivo del fotógrafo se acerca lenta y ruborosamente.
Ella se muestra
frágil, se arrincona y es incapaz de sentir las palabras que murmura.
El objetivo la alcanza, y ella lo observa… Se siente apresada, es una
rehén de sentimientos enjaulados
. No lo soporta. La cámara desnuda su
alma de forma ferviente e impulsiva. Ella busca piedad.
Su mirada busca
compasión más allá de la pantalla.
Busca un lazo de unión con el
espectador que ponga fin a su martirio.
Lo importante es amar es una película
vivaz, enérgica, exuberante, melancólica, trágica, llena de
sentimientos, una película de rostros imperecederos, de escenas
rebosantes de violencia etérea y volátil, una película, que como sus
personajes, rebosa vida, pasión, dolor y locura, pero sobre todo,
romanticismo.
« Si le pido que volvamos a vernos, ¿me diría que no? » « Inmediatamente… ¿Cuándo? »
Andrzej Zulawski adapta la obra del novelista y director de cine francés Christopher Frank, La Nuit américaine.
Zulawski retrata en pantalla una atmósfera desgarradora, sombría y
onírica, un universo exótico y misterioso plagado de personajes
secundarios estrambóticos y peculiares entre los que destaca y encaja a
la perfección el grandísimo Klaus Kinski.
La cámara de Zulawski exhibe el
dramatismo emocional de los personajes. Deambula por el escenario
controlada por la personalidad de cada uno de ellos.
El director polaco
hace uso tanto del travelling óptico, para aumentar la expresividad de
las escenas con unos primeros planos rebosantes de pureza y pasión, como
de una maravillosa banda sonora compuesta por Georges Delerue, para
subrayar la expresividad narrativa y ensalzar los sentimientos de sus
personajes.
Sus corazones laten al ritmo de la música.
Los protagonistas llegan al borde de la
más cruel desesperación
. La cinta gira en torno a tres pilares: El
fotógrafo, la actriz y su marido, un coleccionista de fotografías.
El
fotógrafo, alto, esbelto, elegante y solitario, se siente fascinado por
el rostro atormentado de una Romy Schneider que exhibe todo su talento
en esta película.
Lo busca, lo persigue y anhela congelarlo en su
negativo fotográfico para no perderlo jamás. El cruce de miradas llena
la pantalla.
Se sienten perdidos. Y es que como dice el personaje de
Jacques Dutronc, en esta vida se puede hacer de todo, menos vivir.
El director polaco Andrzej Zulawski, en una imagen del 14 de junio de 1988, en París. GEORGES BENDRIHEMAFP
El director polaco de cine Andrzej Zulawski ha fallecido hoy, a los
75 años, tras una larga lucha contra un cáncer, informó la Asociación
Polaca de Cineastas. "Confirmo su muerte", aseguró un portavoz de la
organización a la agencia AFP.
El cineasta, autor de algunas de las películas más relevantes de su
época, era "un artista muy original, a veces controvertido, pero siempre
honesto y auténtico consigo mismo", afirmó Jacek Bromski, presidente de
la asociación, a la televisión polaca Polsat.
El cineasta, autor de algunas de las películas más relevantes de su
época, era "un artista muy original, a veces controvertido, pero siempre
honesto y auténtico consigo mismo", afirmó Jacek Bromski, presidente de
la asociación, a la televisión polaca Polsat.
El creador nació en la Polonia ocupada en 1940, aunque dejó el país
cinco años después, con sus padres, para instalarse en París.
Allí
estudió en la universidad de la Sorbona.
El cineasta tenía tres hijos,
uno de ellos con su expareja, la actriz francesa Sophie Marceau, de la
que se separó en 2001.
"Es una pérdida enorme para Polonia y el cine mundial", aseguró el
crítico de cine Janusz Wroblewski a AFP. "Sus películas están
considerados como grandes clásicos pero en su momento fueron obras de
vanguardia," dijo sobre el creador de The Third Part of the Night (1971) and The Devil (1972).
En Lo importante es Amar combina la tragedia con lo cotidiano en actores que ven que ya nadie les llama salvo para hacer lo que los demás no quieren. Con una Romy Sheneider abocada a hacer películas porno y siendo una caricatura de todos los que fueron y ya no son.