14 feb 2016
¿Vive en el caos? Podría ser un genio......................................................... Eva van den Berg
La organización está sobrevalorada. El desorden tiene ventajas, la cuestión es encontrar el equilibrio.
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El día que Albert Einstein murió, el 18 de abril de 1955, Ralph Morse, fotógrafo de la revista LIFE
(que falleció en 2014 a los 97 años) fue el único reportero que pudo
entrar en su casa.
Equipado con su cámara y una caja de botellas de whisky, Morse logró convencer a sus allegados para retratar algunas de las dependencias del hogar de los Einstein en Princeton, Nueva Jersey (EE UU) y documentar el día de su funeral.
Por voluntad expresa de la familia, todas las imágenes que Morse realizó quedaron custodiadas en un archivo durante décadas.
Cuando por fin vieron la luz en 2010, una de ellas despuntó entre todas las demás: la que muestra el caos de documentos, apuntes y libros que cubren la mesa del despacho de quien fue uno de los cerebros más famosos y prolíficos de la historia; esa mesa en la que llevaba trabajando incansablemente desde 1936, el año en el que adquirió la propiedad.
Era por todos conocido que el famoso artífice de la Teoría de la relatividad era sumamente desordenado.
Él mismo solía comentar: “Si una mesa atestada y desordenada pertenece a una mente igualmente atestada y desordenada, ¿a qué tipo pertenece una mesa vacía?”.
. Y a partir de cierto punto, un afán desmedido por el orden es un objetivo tan inútil como sobrevalorado.
Esta es la idea del libro A perfect mess, algo así como un desorden perfecto.
Sus autores, Eric Abrahamson y David H. Freedman, destacan que hay ventajas ocultas en el desorden.
Por ejemplo, permite tanto a las personas como a organismos o instituciones ser más creativos y flexibles
. La cuestión, defienden, es encontrar el equilibrio en el caos: cuando uno trabaja, produce o crea, inevitablemente genera anarquía.
Podemos parar, ordenar y proseguir... o continuar como si tal cosa. Indudablemente, si no hacemos absolutamente nada por preservar cierto nivel de organización, llegará un punto en el que nos perderemos en medio de un absoluto follón.
Pero si cada cinco minutos nos detenemos para recomponer un pulcro escenario, nuestro ritmo de trabajo se verá seriamente retrasado.
¿Qué tal si nos las apañamos para descubrir nuestro punto de desorden óptimo? Sí: efectivamente no hay uno único para todos...
Cada cual tiene el suyo y viene sin manual de instrucciones.
Según la psicóloga Kathleen Vohs, de la Universidad de Minnesota (EE UU), tanto la organización como la anarquía tienen sus pros y sus contras
. Mientras todo indica que un ambiente organizado favorece las acciones positivas –e incluso hace que sean más pacíficas y generosas–, un entorno desordenado potencia el pensamiento creativo y estimula la generación de nuevas ideas.
El caos conlleva innovación, hace descubrir aspectos inéditos.
Y el orden mejora la productividad y aumenta el rendimiento y el sosiego
. Para manejar esa medida del caos, ese punto medio tan conveniente para tantos aspectos de la vida, una buena medida es valorar nuestro nivel de funcionalidad.
Si su pequeño ecosistema es un auténtico desbarajuste, pero encuentra todo lo que busca y ha conseguido erigir un orden oculto en el caos, no se preocupe demasiado.
Según la psicóloga Kathleen Vohs, de la Universidad de Minnesota (EE UU), tanto la organización como la anarquía tienen sus pros y sus contras
. Mientras todo indica que un ambiente organizado favorece las acciones positivas –e incluso hace que sean más pacíficas y generosas–, un entorno desordenado potencia el pensamiento creativo y estimula la generación de nuevas ideas.
El caos conlleva innovación, hace descubrir aspectos inéditos.
Y el orden mejora la productividad y aumenta el rendimiento y el sosiego.
Para manejar esa medida del caos, ese punto medio tan conveniente para tantos aspectos de la vida, una buena medida es valorar nuestro nivel de funcionalidad.
Si su pequeño ecosistema es un auténtico desbarajuste, pero encuentra todo lo que busca y ha conseguido erigir un orden oculto en el caos, no se preocupe demasiado.
Por el contrario, si su guarida está muy estructurada y su capacidad productiva anda estancada, quizás la rigidez mental le esté pasando factura y el orden exagerado no es más que un signo de ello.
De lo que no hay duda es de que no debemos subestimar la importancia que tiene para cada uno de nosotros desarrollar la aptitud necesaria para conducir nuestro propio universo y, a poder ser, con nota. No es un asunto fácil, pero es de lo más estimulante.
Los genios llevan una eternidad reflexionando sobre esta cuestión. “Vivimos en un arcoíris de caos”, dijo el pintor Paul Cézanne.
“Sé ordenado en tu vida para poder ser violento y original en tu trabajo”, aconsejaba el escritor Gustave Flaubert
. Mientras tanto, como dijo Bruce Lee, dediquémonos simplemente a vivir, “buscando la simplicidad en el caos y la armonía en la discordia”. Tal y como se puede leer al inicio de El hombre duplicado (Alfaguara), de José Saramago, “el caos es un orden aún por descifrar”
. Ante todo, mucha calma.
Equipado con su cámara y una caja de botellas de whisky, Morse logró convencer a sus allegados para retratar algunas de las dependencias del hogar de los Einstein en Princeton, Nueva Jersey (EE UU) y documentar el día de su funeral.
Por voluntad expresa de la familia, todas las imágenes que Morse realizó quedaron custodiadas en un archivo durante décadas.
Cuando por fin vieron la luz en 2010, una de ellas despuntó entre todas las demás: la que muestra el caos de documentos, apuntes y libros que cubren la mesa del despacho de quien fue uno de los cerebros más famosos y prolíficos de la historia; esa mesa en la que llevaba trabajando incansablemente desde 1936, el año en el que adquirió la propiedad.
Era por todos conocido que el famoso artífice de la Teoría de la relatividad era sumamente desordenado.
Él mismo solía comentar: “Si una mesa atestada y desordenada pertenece a una mente igualmente atestada y desordenada, ¿a qué tipo pertenece una mesa vacía?”.
Las ventajas del descontrol
Aunque nos empeñemos –ciertamente, unos más que otros– en mantener un orden en nuestra vida, tanto en lo que respecta a los objetos que manejamos y acumulamos, como en el desarrollo de las acciones cotidianas, o incluso en el modo de generar y procesar nuestras ideas y pensamientos, hay quien afirma que, en el fondo, el caos, el (des)orden natural, reina en el universo. Y a partir de cierto punto, un afán desmedido por el orden es un objetivo tan inútil como sobrevalorado.
Esta es la idea del libro A perfect mess, algo así como un desorden perfecto.
Sus autores, Eric Abrahamson y David H. Freedman, destacan que hay ventajas ocultas en el desorden.
Por ejemplo, permite tanto a las personas como a organismos o instituciones ser más creativos y flexibles
. La cuestión, defienden, es encontrar el equilibrio en el caos: cuando uno trabaja, produce o crea, inevitablemente genera anarquía.
Podemos parar, ordenar y proseguir... o continuar como si tal cosa. Indudablemente, si no hacemos absolutamente nada por preservar cierto nivel de organización, llegará un punto en el que nos perderemos en medio de un absoluto follón.
Pero si cada cinco minutos nos detenemos para recomponer un pulcro escenario, nuestro ritmo de trabajo se verá seriamente retrasado.
¿Qué tal si nos las apañamos para descubrir nuestro punto de desorden óptimo? Sí: efectivamente no hay uno único para todos...
Cada cual tiene el suyo y viene sin manual de instrucciones.
Según la psicóloga Kathleen Vohs, de la Universidad de Minnesota (EE UU), tanto la organización como la anarquía tienen sus pros y sus contras
. Mientras todo indica que un ambiente organizado favorece las acciones positivas –e incluso hace que sean más pacíficas y generosas–, un entorno desordenado potencia el pensamiento creativo y estimula la generación de nuevas ideas.
El caos conlleva innovación, hace descubrir aspectos inéditos.
Y el orden mejora la productividad y aumenta el rendimiento y el sosiego
. Para manejar esa medida del caos, ese punto medio tan conveniente para tantos aspectos de la vida, una buena medida es valorar nuestro nivel de funcionalidad.
Si su pequeño ecosistema es un auténtico desbarajuste, pero encuentra todo lo que busca y ha conseguido erigir un orden oculto en el caos, no se preocupe demasiado.
Según la psicóloga Kathleen Vohs, de la Universidad de Minnesota (EE UU), tanto la organización como la anarquía tienen sus pros y sus contras
. Mientras todo indica que un ambiente organizado favorece las acciones positivas –e incluso hace que sean más pacíficas y generosas–, un entorno desordenado potencia el pensamiento creativo y estimula la generación de nuevas ideas.
El caos conlleva innovación, hace descubrir aspectos inéditos.
Y el orden mejora la productividad y aumenta el rendimiento y el sosiego.
Para manejar esa medida del caos, ese punto medio tan conveniente para tantos aspectos de la vida, una buena medida es valorar nuestro nivel de funcionalidad.
Si su pequeño ecosistema es un auténtico desbarajuste, pero encuentra todo lo que busca y ha conseguido erigir un orden oculto en el caos, no se preocupe demasiado.
Por el contrario, si su guarida está muy estructurada y su capacidad productiva anda estancada, quizás la rigidez mental le esté pasando factura y el orden exagerado no es más que un signo de ello.
De lo que no hay duda es de que no debemos subestimar la importancia que tiene para cada uno de nosotros desarrollar la aptitud necesaria para conducir nuestro propio universo y, a poder ser, con nota. No es un asunto fácil, pero es de lo más estimulante.
Los genios llevan una eternidad reflexionando sobre esta cuestión. “Vivimos en un arcoíris de caos”, dijo el pintor Paul Cézanne.
“Sé ordenado en tu vida para poder ser violento y original en tu trabajo”, aconsejaba el escritor Gustave Flaubert
. Mientras tanto, como dijo Bruce Lee, dediquémonos simplemente a vivir, “buscando la simplicidad en el caos y la armonía en la discordia”. Tal y como se puede leer al inicio de El hombre duplicado (Alfaguara), de José Saramago, “el caos es un orden aún por descifrar”
. Ante todo, mucha calma.
¿‘Got Talent’ o ‘Got Friki’?............................................................ Natalia Marcos
No hay talento suficiente en toda España para tanto programa de talentos.
Por eso luego pasa lo que pasa y estos espacios se llenan de la fauna ibérica más pintoresca.
Por eso luego pasa lo que pasa y estos espacios se llenan de la fauna ibérica más pintoresca.
El sábado arrancó en Telecinco la versión española de uno de los formatos de búsqueda de talentos más exitosos del panorama internacional, Got Talent.
Nombres con mucho gancho en el jurado (desde los mismísimos Jorge Javier Vázquez y Jesús Vázquez abandonando sus labores habituales de presentadores para pasarse al otro bando, hasta la dicharachera Eva Hache y la eurovisiva Edurne) y la extensa campaña promocional que Telecinco suele dedicar a sus novedades en toda su parrilla
. Todo para cuidar su gran apuesta para una noche de los sábados dominada hasta ahora por el cine y por las tertulias políticas.
¿El resultado? Un éxito de audiencia (según los datos avanzados, arrancó con 3.486.000 espectadores, aunque con la película El médico, en Antena 3, pisándole los talones con 3.164.000 espectadores) y muchas dudas sobre si realmente es "el mayor espectáculo televisivo del mundo", como vendían en las promociones.
Algo de talento había, por supuesto, pero también mucho frikismo.
Demasiado.
La noche arrancó con un par de actuaciones que dejó a los miembros del jurado con la boca abierta: un hombre tocando un aria con un serrucho y un grupo de hombres y mujeres de más de 45 años bailando hip hop.
Impresionante. Ajá. Luego vendría una tanda de personajes (por llamarlo de alguna forma) que ponían el nivel del programa por los suelos.
¿Esto iba de encontrar talento o de dejar a cualquiera subir a un escenario a hacer el ridículo delante de tres millones y medio de personas?
Un pseudo-Cañita Brava (seguro que recuerdan el personaje...), una especie de imitadora de Heidi que se podría aparecer en tus pesadillas y una mujer que quería colar la próxima canción del verano con una especie de "baile del cangrejo" lamentable.
También habría historias de superación, gente con talento de verdad y el primer pase directo a la semifinal para Pedro, de 12 años y una gran voz.
Pero el frikismo emborrona el resultado.
Tampoco ayuda el montaje, a base de cortes de grabaciones de diferentes días en los que jurado y presentador llevan diferente ropa y diferente peinado.
Parece ser que es marca de la casa del formato, pero a los espectadores españoles les resultaba extraño, acostumbrados a la cuidadosa edición de programas como La voz, donde los coaches van vestidos siempre igual durante todas las grabaciones de la misma fase del programa precisamente para facilitar la edición posterior.
¿El jurado? Cada uno en su papel.
Jesús Váquez en plan duro pero con una sonrisa siempre en la cara. Jorge Javier Vázquez fomentando el frikismo (aseguró haber estado a punto de dar al botón dorado que da el pase directo a la semifinal a un hombre que bailaba Bollywood como si estuviera en el salón de su casa). Y Eva Hache y Edurne también se mantuvieron en su papel dignamente.
Todos con un tono buenrollista excesivo pero esperable.
La conclusión es que Got Talent España parece una mezcla de Tú sí que vales y El semáforo que funciona en la noche de los sábados, un día sin dura competencia y apto para el entretenimiento sin mayores pretensiones que hacer que el espectador se relaje y ría.
O llore
. O sienta vergüenza ajena.
Eso queda a elección de cada uno.
Los usos inconfesables del billete de 500 euros.................................................................. Luis Gómez
Madrid
. Casi tres lustros de advertencias de organismos antifraude y cuerpos policiales habían sido menospreciados por los rectores de tan alta institución bancaria, que ahora parece dispuesta a estudiar su posible eliminación
. Y es que también los terroristas yihadistas aprecian las ventajas de este billete.
Se da por aceptado que el BCE fue sensible a una petición de países como Alemania, Holanda y Austria, que reclamaban un billete de alto valor porque era parte de su cultura monetaria.
Nació así el billete de 500 euros, solo superado en el mundo por el de 1.000 francos suizos (909 euros) y el de 10.000 dólares de Singapur (66.357 euros).
Ya en los albores de su nacimiento (2002) algunas voces pronosticaron que se convertiría en una sabrosa divisa para los delincuentes.
No hubo que dejar transcurrir demasiado tiempo para detectar su uso extensivo entre los narcotraficantes colombianos
. Había alguna razón de peso: un millón de euros en billetes de 500 pesan 2,2 kilos, ocupan un volumen aproximado de tres litros y pueden caber en un bolso mediano.
Europol concluyó en 2014 que es el favorito de las bandas criminales
En el año 2006, tras el descubrimiento de una enorme estafa financiera en España (Fórum Filatético y Afinsa) con cientos de miles de afectados, la policía entró en el chalé de uno de los imputados y, además de una discoteca en casa y algunas obras de arte, descubrió tras un falso tabique una bolsa con 12 millones de euros en billetes de 500.
Aquello fue un récord, pero no el único
. En Portugal, la detención de un general angoleño que había creado una fundación en Lisboa con intenciones poco claras, permitió encontrar en uno de sus apartamentos un paquete con ocho millones, naturalmente en billetes de 500.
Unas tras otras se sucedían operaciones con resultados parecidos, hasta la más reciente operación Emperador, también en España, dirigida por el chino Gao Ping, donde según la fiscalía se blanquearon entre 800 y 1.200 millones de euros en cuatro años.
La primera fase del lavado era muy sencilla: los chinos sacaban dinero de España en sus viajes a China para visitar a la familia.
Fueron tantas las operaciones policiales, las incautaciones en aduanas o aeropuertos, que a nadie sorprendió que, en 2010, el Banco de Inglaterra recomendara a las entidades no distribuir billetes de 500 porque, según informes policiales, “el 90 % de los billetes vendidos en el Reino Unido estaban en manos de organizaciones criminales”.
El último informe de Europol sobre la materia (2014) llega a una conclusión parecida:
No todo su uso es delictivo, pero está acreditado que todas las organizaciones delictivas lo tienen como su divisa favorita.
Según los expertos, en tiempos de crisis sirve como valor refugio
En el caso español, los datos evidencian cómo a la acumulación de los años dorados del ladrillo (el 26,68% de los billetes de 500 en circulación en Europa en enero de 2007) siguió una evidente caída. Pero, ahora, se observa otro dato singular: el 79,36% del valor de los billetes en circulación en España corresponde a los de 500 y 200 euros, un incremento sin igual en otros países de la eurozona, según cálculos del sindicato de técnicos de Hacienda (Gethsa).
¿Estamos guardando billetes en casa? Todo es posible con un billete cuya trayectoria vital es tan poco transparente.
Falsificación para narcotraficantes
La falsificación de billetes de 500 no era una preocupación de las
autoridades, precisamente porque tampoco era de especial interés para
los potenciales falsificadores: ¿quién iba a copiar un billete que no
usa la gente? Y así ha sido: según datos del propio BCE, apenas el 0,8 %
de las falsificaciones afectaban a este billete (el 46,5 % eran de
billetes de 20 y el 34,7 % de los de 50).
Sin embargo, las pocas falsificaciones que se han detectado estaban destinadas a ser utilizadas como medio de pago en transacciones ilícitas, como destaca un informe de Europol. La más importante se descubrió en España en 2009, cuando se detectó, a lo largo de una investigación rutinaria de narcotráfico, que uno de los grupos se dedicaba también a falsificar billetes de 500 para pagar partidas de droga: en el registro aparecieron hasta 8 millones de euros en billetes falsos de muy buena calidad. Falsos o verdaderos, era una prueba más de que los de 500 cotizan al alza en el mundo criminal.
Sin embargo, las pocas falsificaciones que se han detectado estaban destinadas a ser utilizadas como medio de pago en transacciones ilícitas, como destaca un informe de Europol. La más importante se descubrió en España en 2009, cuando se detectó, a lo largo de una investigación rutinaria de narcotráfico, que uno de los grupos se dedicaba también a falsificar billetes de 500 para pagar partidas de droga: en el registro aparecieron hasta 8 millones de euros en billetes falsos de muy buena calidad. Falsos o verdaderos, era una prueba más de que los de 500 cotizan al alza en el mundo criminal.
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