Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

5 feb 2016

Una historia de pasión........................................................................ Javier Ocaña

Parece una película filmada por Douglas Sirk: con su sensibilidad, su brillante barroquismo, su espectacular tratamiento de la luz.

"Tenía los ojos grises, incoloros pero dominantes como la luz o el fuego (...). La mujer también miraba a Therese (...). Luego la vio avanzar lentamente hacia el mostrador y el corazón le dio un vuelco recuperando el ritmo.
 Sintió cómo le ardía la cara mientras la mujer se acercaba más y más", escribió Patricia Highsmith en Carol
. La radiografía de una excitación física, quizá también mental, que se produce interiormente y lucha por salir al exterior.
 En apenas un párrafo, como en tantas otras grandes novelas.
No como en tantas otras: dos mujeres. En 1952 Highsmith logró publicar Carol, una historia de amor prohibido
. Tan prohibido que en el cine de los años cincuenta hubiera sido impensable su adaptación.
Llega ahora, en 2016, gracias al trabajo de Todd Haynes, empeñado en reconstruir el cine de aquella década con la libertad de ésta.

CAROL
Dirección: Todd Haynes.
Intérpretes: Cate Blanchett, Rooney Mara, Kyle Chandler, Sarah Paulson, Jake Lacy.
Género: drama. EE UU, 2015.
Duración: 118 minutos.
Carol parece una película filmada por Douglas Sirk: con su sensibilidad, su brillante barroquismo, su espectacular tratamiento de la luz, su sabor a melodrama. Pero Sirk a lo máximo que pudo llegar, código Hays de por medio, fue a narrar una historia de amor interclasista, un jardinero y una viuda rica, en Sólo el cielo lo sabe (1955).
 Haynes, que ya abordó esa reelaboración en Lejos del cielo (2002), subiendo un escalón en materia homosexual y relación interracial, se acerca ahora a Highsmith, que escribió su novela inspirada por un encuentro real con aquella señora de ojos grises sobre la que elucubró en su máquina de escribir. Como los grandes narradores cinematográficos, Haynes y Phyllis Nagy, su guionista, no transcriben el libro: eliminan secundarios o los reducen a la mínima expresión; también diálogos; y construyen una película más conceptual, de miradas y sensaciones más que de palabras o intrigas.
 Además, varían la estructura comenzando por una escena prólogo que da paso a un larguísimo flashback, lo que potencia su dramatismo a lo Breve encuentro.

 

Haynes utiliza la puesta en escena para guiar emocionalmente al espectador sin que este se dé cuenta (esos planos de la magnífica Rooney Mara, como Blanchett, en el extremo izquierdo del encuadre, para mostrarlo a la deriva), y como ya hicieran Hitchcock y Powell en los cincuenta (el restaurante de Vértigo, en la memoria), aplican los dominantes colores rojo y verde en un mismo plano como elemento dramático además de estético: los jerseys de las protagonistas en la cafetería. Carol es estética, pero también ética
. Es gran cine. Es amor y pasión.
 Es Sirk, redivivo y actualizado.

Leonardo DiCaprio: “Para mí, el director es el rey”......................................................... Rocío Ayuso

El actor, favorito para el Oscar al mejor intérprete, describe el difícil rodaje de su última película, 'El renacido'

La estrella celebra el filme: "No hemos visto nada igual. Es la perfecta fusión de violencia y belleza"

Leonardo DiCaprio en una foto de archivo
Leonardo DiCaprio tiene todo el pescado vendido.
 Es difícil imaginar otro ganador al Oscar al mejor actor. Si había alguna duda, se borró con el aplauso de centenares de intérpretes puestos en pie tras premiarle el sábado por su papel en El renacido
. Su primer galardón del Sindicato de Actores, como podría serlo el Oscar
. Aun así este californiano de 41 años, nacido en Hollywood, se niega a hablar de una estatuilla que le ha sido esquiva las otras cuatro veces que estuvo nominado
. Y que le dio la espalda cuando su carrera saltó a la fama con Titanic: el filme consiguió el mayor número de nominaciones de la historia, pero él ni optó al Oscar.
“Es un paso en la dirección adecuada”, concede a EL PAÍS tras su última victoria.
 No habla de su carrera sino de lo que el reconocimiento significa para El renacido y el cine. “
 “No hemos visto nada igual.
 Y la televisión vive un momento tan bueno que en el cine necesitamos algo así, tan visceral, que haga a la audiencia apreciar nuestro arte”, se explaya. “Ya no se hacen películas como las de antes y El renacido es la respuesta.
Espero sirva de ejemplo a seguir porque amo el medio y quiero seguir haciendo cine”.
No fue una película fácil
. El director, Alejandro González Iñárritu, llevó a su equipo al límite para contar la historia de un trampero del siglo XIX abandonado a su suerte tras ser atacado por un oso.
“Como dice Alejandro, el dolor se pasa y el cine permanece”
. Fue un viaje existencial, en la pantalla y fuera de ella, una historia de supervivencia y venganza donde le interesó la poesía del personaje
. “Contada con silencios. Quería aún menos diálogo.
Ya he dicho muchas tonterías en mi carrera”, bromea, con más de 25 películas a sus espaldas.
 “Fue un trabajo guiado por el instinto, donde vives a través de los ojos del protagonista
. Ellos son la catálisis de la historia y su atractivo”.
Los ojos de DiCaprio brillan con la misma intensidad que los de su personaje, dejando clara su pasión por el cine.
 La misma que sintió cuando de niño adoró Taxi Driver, o cualquier filme de David Lean, con los que se atreve a comparar El renacido por “el alcance épico y la intimidad de unos personajes que respiran en tu cara”.

Sangre y violencia

También sangran y mueren en una obra criticada por su violencia, que incluso podría costarle el Oscar a la mejor película. “Se me da bien protagonizar filmes cargados de violencia”, recuerda aludiendo a su trabajo con Scorsese.
“Pero El renacido es la perfecta fusión de violencia y belleza que nos ofrece la naturaleza”. Y brutal fue el propio rodaje, que durante más de seis meses tuvo al equipo en las peores condiciones meteorológicas en las montañas del norte de Canadá y en las tierras del fin del mundo, en Ushuaia (Argentina)
. A 27 grados bajo cero, DiCaprio recuerda que sus manos estaban siempre al borde de la hipotermia, solo resucitadas por “el pulpo”, una máquina con ocho tentáculos unidos a un secador gigante donde se calentaban.
El actor es más reservado a la hora de revelar cómo está rodado el ataque del oso, parte de la mística de hacer cine, y prefiere hablar de otros rituales de su director, como la bendición espiritual con la que empezaba cada día el rodaje o su atención al detalle.
“Para mí, en el cine el director es el rey y El renacido es la vuelta a los setenta”
. También es una vuelta al DiCaprio más puro, al adolescente que aprendió a amar el cine viendo películas
. El renacido ha sido el mayor riesgo de su carrera, solo comparable con ese que tomó con 17 años, cuando hizo ¿A quién ama Gilbert Grape?
Me ofrecieron mucho dinero por otra película pero preferí esperar. Me siento muy orgulloso de aquella decisión”.

 

4 feb 2016

¿Qué es de ti de Humphrey?......................................................................... Román Gubern

El imaginario de mi generación se forjó con las volutas de humo en la pantalla.

La prohibición de representar a personajes fumando en la pantalla parece dar la razón a los psicoanalistas ortodoxos que, desde hace décadas, nos venían explicando que el cigarrillo es un símbolo fálico, por lo que su representación constituía una forma de pornografía subliminal: algunos espectadores lo sabíamos desde que Rita Hayworth, en Gilda, lució su boquilla entre sus labios apetitosos
. Pero los operadores de fotografía le tenían gran cariño a los cigarrillos, pues las volutas de humo, las hilachas blanquecinas en contraste con fondos negros, la evolución de sus espirales, las columnas plásticas ascendentes pertenecían al ámbito más excelso de la fotogenia.
 En efecto, resulta muy difícil disociar las atmósferas del cine negro del claroscuro rasgado por ese flujo blanquecino que le aporta el humo del tabaco.
 Mientras que en las películas románticas servía más bien como fetiche seductor, emanado del falo postizo que emergía entre unos labios carnosos.

 

Al leer esta necrológica que condena al cilindro fálico a la vez que a su emanación gaseosa, a modo de ectoplasma espiritista, no he podido evitar pensar en Marlene Dietrich y su boquilla en Marruecos (1930) de Josef von Sternberg; en Humphrey Bogart en Casablanca (1942); en Orson Welles en Sed de mal (1958) y en El proceso (1962); en Jean Gabin en El muelle de las brumas (1938); en Marlon Brando en El Padrino (1972)…
 El imaginario de mi generación se forjó con las volutas de humo en la pantalla, entre otros fetichismos (como la costura vertical trasera de las medias femeninas o los blue-jeans de nalgas bien ceñidas), y ya jamás será erradicado. ¿Puede alguien imaginar un interrogatorio policial en claroscuro sin una nube de humo colectivo coronando al sospechoso?
Tres van a ser las víctimas de esta castración óptica.
 En primer lugar los operadores de fotografía, tan aficionados a los claroscuros, las neblinas y el humo del tabaco; en segundo lugar los actores, que ya no serán nimbados por ese fluido gaseoso que los santificaba de modo fetichista en la pantalla; 



y finalmente el público, a cuya mirada se le amputa un fluido que ha sido el equivalente laico de las aureolas de los santos.

No es la Capilla Sixtina pero también deslumbra........................................................ Ferran Bono

La restauración de los frescos de la iglesia de San Nicolás de Valencia saca a la luz el esplendor del barroco.

 Pintados por Dionís Vidal, ocupan el doble que los del Vaticano.

Deslumbran e impresionan.
 Es imposible sustraerse al potente impacto visual que causa el conjunto de los frescos de la iglesia de San Nicolás de Valencia, una vez restaurados.
 Se despliegan sobre 2.000 metros cuadrados de bóvedas, nervios y columnas, en los que Dionís Vidal pintó el programa concebido minuciosamente por el prestigioso pintor y tratadista Antonio Palomino.
Corrían los últimos años del siglo XVII y el templo, que ya era lugar de culto en época romana antes de ser mezquita e iglesia católica, volvió a mudar su piel: de la austeridad gótica a la epifanía ornamental del barroco.
Esa celebración del adorno, de la pintura abigarrada, de los angelotes y rocallas de contornos florales de Juan Pérez Castiel han vuelto a salir a la luz en todo su esplendor gracias a una profunda rehabilitación
. Su coste ha ascendido a 4,7 millones de euros y ha sido sufragado íntegramente por la fundación privada de Hortensia Herrero, vicepresidenta de Mercadona y esposa de Juan Roig, presidente de la firma de supermercados.
“Me encariñé de esta iglesia, San Nicolás, hace cinco años
. Me propuso sacarle su belleza y espero conseguirlo”, escribió Hortensia Herrero en el libro de Oro de la restauración del templo, según recordó este jueves Elena Tejedor, coordinadora de la fundación, en la presentación de la rehabilitación integral.
Las obras se prolongaron casi cuatro años, en el interior y exterior del edificio al que siguen acudiendo todos los lunes, siguiendo una tradición ancestral, los feligreses para pedir algo de fortuna al santo protector de los niños y de las necesidades económicas de la familia.

 

Deslumbran e impresionan. Es imposible sustraerse al potente impacto visual que causa el conjunto de los frescos de la iglesia de San Nicolás de Valencia, una vez restaurados. Se despliegan sobre 2.000 metros cuadrados de bóvedas, nervios y columnas, en los que Dionís Vidal pintó el programa concebido minuciosamente por el prestigioso pintor y tratadista Antonio Palomino.
Corrían los últimos años del siglo XVII y el templo, que ya era lugar de culto en época romana antes de ser mezquita e iglesia católica, volvió a mudar su piel: de la austeridad gótica a la epifanía ornamental del barroco. Esa celebración del adorno, de la pintura abigarrada, de los angelotes y rocallas de contornos florales de Juan Pérez Castiel han vuelto a salir a la luz en todo su esplendor gracias a una profunda rehabilitación. Su coste ha ascendido a 4,7 millones de euros y ha sido sufragado íntegramente por la fundación privada de Hortensia Herrero, vicepresidenta de Mercadona y esposa de Juan Roig, presidente de la firma de supermercados.
“Me encariñé de esta iglesia, San Nicolás, hace cinco años. Me propuso sacarle su belleza y espero conseguirlo”, escribió Hortensia Herrero en el libro de Oro de la restauración del templo, según recordó este jueves Elena Tejedor, coordinadora de la fundación, en la presentación de la rehabilitación integral.
Las obras se prolongaron casi cuatro años, en el interior y exterior del edificio al que siguen acudiendo todos los lunes, siguiendo una tradición ancestral, los feligreses para pedir algo de fortuna al santo protector de los niños y de las necesidades económicas de la familia.
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Dionís Vidal (a la izquierda) se pintó junto a su maestro Antonio Palomino en uno de los frescos.
Ahora se seguirá rogando pero bajo más lustre.
 No en vano, desde su restauración se le atribuye a San Nicolás el epíteto o reclamo de la “Capilla Sixtina valenciana”.
No se trata de comparar la obra capital de Dionís Vidal con la del inmortal Miguel Ángel; es más bien una forma de poner en valor el templo y de aludir al efecto embriagador de sus colores recuperados, además de hacer hincapié en la dificultad de pintar 1.904 metros cuadrados de superficie muy irregular frente a los 800 metros cuadrados del cielo de la capilla más famosa de la Basílica del Vaticano.


Así lo explicó la responsable de la restauración, Pilar Roig, catedrática e investigadora del Instituto de Restauración de la Universitat Politècnica de València. En cualquier caso, Roig incidió en que el propio Gianluigi Colalucci, de 87 años, el restaurador de la obra magna de Miguel Ángel, ha conocido in situ y aplaudido la rehabilitación de San Nicolás. “¡Viva la Capilla Sixtina valenciana!”, es el mensaje que le envió a Roig en referencia a cómo ha pasado de ser “todo tan negro” a ofrecer “tanta luz y color”.
Los frescos destacan también por su carácter narrativo: la nave está dividida conceptualmente en dos: una mitad cuenta la vida y milagros de San Nicolás, del que se cuenta que sacó de la miseria a un padre y de la prostitución a sus tres hijas, entregándole dádivas anónimamente, lo que dio origen al mito de Santa Claus; y la otra, la historia de San Pedro Mártir. Son los dos santos a quienes está dedicada la iglesia.
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Interior de la iglesia de San Nicolás de Valencia.

Microbacteria limpiadora

En la recuperación del templo, se han empleado técnicas de restauración que “abren nuevos caminos para la investigación en este campo, como la limpieza mediante microbacterias no patógenas alimentadas en laboratorio [que eliminan una parte de la suciedad más incrustada en la pintura] o el láser”, según apuntó Pilar Roig. Se han recuperado los dibujos de una mujer que representa “la madre iglesia”, que había estado ocultos, añadió.
También ha sido necesario actuar en la parte arquitectónica, que se encontraba muy deteriorada, como la cubierta o las ventanas y vidrieras. Una tarea no tan visible como la de la restauración de frescos pero fundamental, señaló el arquitecto responsable del proyecto, Carlos Campos. A su lado, el sacerdote Antonio Corbí se mostraba exultante y celebró que el templo “volverá a ser el corazón de Ciutat Vella” de Valencia.