Siempre entre las nubes hay esos huequitos de Sol que te dan valor.
Un Blues
Del material conque están hechos los sueños
4 feb 2016
No es la Capilla Sixtina pero también deslumbra........................................................ Ferran Bono
La
restauración de los frescos de la iglesia de San Nicolás de Valencia
saca a la luz el esplendor del barroco.
Pintados por Dionís Vidal,
ocupan el doble que los del Vaticano.
Deslumbran e impresionan.
Es imposible sustraerse al potente impacto visual que causa el conjunto de los frescos de la iglesia de San Nicolás de Valencia,
una vez restaurados.
Se despliegan sobre 2.000 metros cuadrados de
bóvedas, nervios y columnas, en los que Dionís Vidal pintó el programa
concebido minuciosamente por el prestigioso pintor y tratadista Antonio
Palomino.
Corrían los últimos años del siglo XVII y el templo, que ya era lugar
de culto en época romana antes de ser mezquita e iglesia católica,
volvió a mudar su piel: de la austeridad gótica a la epifanía ornamental
del barroco.
Esa celebración del adorno, de la pintura abigarrada, de
los angelotes y rocallas de contornos florales de Juan Pérez Castiel han
vuelto a salir a la luz en todo su esplendor gracias a una profunda
rehabilitación
. Su coste ha ascendido a 4,7 millones de euros y ha sido
sufragado íntegramente por la fundación privada de Hortensia Herrero, vicepresidenta de Mercadona y esposa de Juan Roig, presidente de la firma de supermercados.
“Me encariñé de esta iglesia, San Nicolás, hace cinco años
. Me propuso sacarle su belleza
y espero conseguirlo”, escribió Hortensia Herrero en el libro de Oro de
la restauración del templo, según recordó este jueves Elena Tejedor,
coordinadora de la fundación, en la presentación de la rehabilitación
integral.
Las obras se prolongaron casi cuatro años, en el interior y exterior
del edificio al que siguen acudiendo todos los lunes, siguiendo una
tradición ancestral, los feligreses para pedir algo de fortuna al santo
protector de los niños y de las necesidades económicas de la familia.
Deslumbran e impresionan. Es imposible sustraerse al potente impacto visual que causa el conjunto de los frescos de la iglesia de San Nicolás de Valencia,
una vez restaurados. Se despliegan sobre 2.000 metros cuadrados de
bóvedas, nervios y columnas, en los que Dionís Vidal pintó el programa
concebido minuciosamente por el prestigioso pintor y tratadista Antonio
Palomino.
Corrían los últimos años del siglo XVII y el templo, que ya era lugar
de culto en época romana antes de ser mezquita e iglesia católica,
volvió a mudar su piel: de la austeridad gótica a la epifanía ornamental
del barroco. Esa celebración del adorno, de la pintura abigarrada, de
los angelotes y rocallas de contornos florales de Juan Pérez Castiel han
vuelto a salir a la luz en todo su esplendor gracias a una profunda
rehabilitación. Su coste ha ascendido a 4,7 millones de euros y ha sido
sufragado íntegramente por la fundación privada de Hortensia Herrero,
vicepresidenta de Mercadona y esposa de Juan Roig, presidente de la
firma de supermercados.
“Me encariñé de esta iglesia, San Nicolás, hace cinco años. Me propuso sacarle su belleza
y espero conseguirlo”, escribió Hortensia Herrero en el libro de Oro de
la restauración del templo, según recordó este jueves Elena Tejedor,
coordinadora de la fundación, en la presentación de la rehabilitación
integral.
Las obras se prolongaron casi cuatro años, en el interior y exterior
del edificio al que siguen acudiendo todos los lunes, siguiendo una
tradición ancestral, los feligreses para pedir algo de fortuna al santo
protector de los niños y de las necesidades económicas de la familia.
Ver fotogaleríaDionís Vidal (a la izquierda) se pintó junto a su maestro Antonio Palomino en uno de los frescos. Mónica Torres
Ahora se seguirá rogando pero bajo más lustre.
No en vano, desde su
restauración se le atribuye a San Nicolás el epíteto o reclamo de la
“Capilla Sixtina valenciana”.
No se trata de comparar la obra capital de
Dionís Vidal con la del inmortal Miguel Ángel; es más bien una forma de
poner en valor el templo y de aludir al efecto embriagador de sus
colores recuperados, además de hacer hincapié en la dificultad de pintar
1.904 metros cuadrados de superficie muy irregular frente a los 800
metros cuadrados del cielo de la capilla más famosa de la Basílica del
Vaticano.
Así
lo explicó la responsable de la restauración, Pilar Roig, catedrática e
investigadora del Instituto de Restauración de la Universitat
Politècnica de València. En cualquier caso, Roig incidió en que el
propio Gianluigi Colalucci, de 87 años, el restaurador de la obra magna
de Miguel Ángel, ha conocido in situ y aplaudido la
rehabilitación de San Nicolás. “¡Viva la Capilla Sixtina valenciana!”,
es el mensaje que le envió a Roig en referencia a cómo ha pasado de ser
“todo tan negro” a ofrecer “tanta luz y color”.
Los frescos destacan también por su carácter narrativo: la nave está
dividida conceptualmente en dos: una mitad cuenta la vida y milagros de
San Nicolás, del que se cuenta que sacó de la miseria a un padre y de la
prostitución a sus tres hijas, entregándole dádivas anónimamente, lo
que dio origen al mito de Santa Claus; y la otra, la historia de San
Pedro Mártir. Son los dos santos a quienes está dedicada la iglesia.
Ver fotogaleríaInterior de la iglesia de San Nicolás de Valencia. Mónica Torres
Microbacteria limpiadora
En la recuperación del templo, se han empleado técnicas de
restauración que “abren nuevos caminos para la investigación en este
campo, como la limpieza mediante microbacterias no patógenas alimentadas
en laboratorio [que eliminan una parte de la suciedad más incrustada en
la pintura] o el láser”, según apuntó Pilar Roig. Se han recuperado los
dibujos de una mujer que representa “la madre iglesia”, que había
estado ocultos, añadió.
También ha sido necesario actuar en la parte arquitectónica, que se
encontraba muy deteriorada, como la cubierta o las ventanas y vidrieras.
Una tarea no tan visible como la de la restauración de frescos pero
fundamental, señaló el arquitecto responsable del proyecto, Carlos
Campos. A su lado, el sacerdote Antonio Corbí se mostraba exultante y
celebró que el templo “volverá a ser el corazón de Ciutat Vella” de
Valencia.
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