La restauración de los frescos de la iglesia de San Nicolás de Valencia saca a la luz el esplendor del barroco.
Pintados por Dionís Vidal, ocupan el doble que los del Vaticano.
Deslumbran e impresionan.
Es imposible sustraerse al potente impacto visual que causa el conjunto de los frescos de la iglesia de San Nicolás de Valencia, una vez restaurados.
Se despliegan sobre 2.000 metros cuadrados de bóvedas, nervios y columnas, en los que Dionís Vidal pintó el programa concebido minuciosamente por el prestigioso pintor y tratadista Antonio Palomino.
Corrían los últimos años del siglo XVII y el templo, que ya era lugar de culto en época romana antes de ser mezquita e iglesia católica, volvió a mudar su piel: de la austeridad gótica a la epifanía ornamental del barroco.
Esa celebración del adorno, de la pintura abigarrada, de los angelotes y rocallas de contornos florales de Juan Pérez Castiel han vuelto a salir a la luz en todo su esplendor gracias a una profunda rehabilitación
. Su coste ha ascendido a 4,7 millones de euros y ha sido sufragado íntegramente por la fundación privada de Hortensia Herrero, vicepresidenta de Mercadona y esposa de Juan Roig, presidente de la firma de supermercados.
“Me encariñé de esta iglesia, San Nicolás, hace cinco años
. Me propuso sacarle su belleza y espero conseguirlo”, escribió Hortensia Herrero en el libro de Oro de la restauración del templo, según recordó este jueves Elena Tejedor, coordinadora de la fundación, en la presentación de la rehabilitación integral.
Las obras se prolongaron casi cuatro años, en el interior y exterior del edificio al que siguen acudiendo todos los lunes, siguiendo una tradición ancestral, los feligreses para pedir algo de fortuna al santo protector de los niños y de las necesidades económicas de la familia.
Es imposible sustraerse al potente impacto visual que causa el conjunto de los frescos de la iglesia de San Nicolás de Valencia, una vez restaurados.
Se despliegan sobre 2.000 metros cuadrados de bóvedas, nervios y columnas, en los que Dionís Vidal pintó el programa concebido minuciosamente por el prestigioso pintor y tratadista Antonio Palomino.
Corrían los últimos años del siglo XVII y el templo, que ya era lugar de culto en época romana antes de ser mezquita e iglesia católica, volvió a mudar su piel: de la austeridad gótica a la epifanía ornamental del barroco.
Esa celebración del adorno, de la pintura abigarrada, de los angelotes y rocallas de contornos florales de Juan Pérez Castiel han vuelto a salir a la luz en todo su esplendor gracias a una profunda rehabilitación
. Su coste ha ascendido a 4,7 millones de euros y ha sido sufragado íntegramente por la fundación privada de Hortensia Herrero, vicepresidenta de Mercadona y esposa de Juan Roig, presidente de la firma de supermercados.
“Me encariñé de esta iglesia, San Nicolás, hace cinco años
. Me propuso sacarle su belleza y espero conseguirlo”, escribió Hortensia Herrero en el libro de Oro de la restauración del templo, según recordó este jueves Elena Tejedor, coordinadora de la fundación, en la presentación de la rehabilitación integral.
Las obras se prolongaron casi cuatro años, en el interior y exterior del edificio al que siguen acudiendo todos los lunes, siguiendo una tradición ancestral, los feligreses para pedir algo de fortuna al santo protector de los niños y de las necesidades económicas de la familia.
Deslumbran e impresionan. Es imposible sustraerse al potente impacto visual que causa el conjunto de los frescos de la iglesia de San Nicolás de Valencia,
una vez restaurados. Se despliegan sobre 2.000 metros cuadrados de
bóvedas, nervios y columnas, en los que Dionís Vidal pintó el programa
concebido minuciosamente por el prestigioso pintor y tratadista Antonio
Palomino.
Corrían los últimos años del siglo XVII y el templo, que ya era lugar de culto en época romana antes de ser mezquita e iglesia católica, volvió a mudar su piel: de la austeridad gótica a la epifanía ornamental del barroco. Esa celebración del adorno, de la pintura abigarrada, de los angelotes y rocallas de contornos florales de Juan Pérez Castiel han vuelto a salir a la luz en todo su esplendor gracias a una profunda rehabilitación. Su coste ha ascendido a 4,7 millones de euros y ha sido sufragado íntegramente por la fundación privada de Hortensia Herrero, vicepresidenta de Mercadona y esposa de Juan Roig, presidente de la firma de supermercados.
“Me encariñé de esta iglesia, San Nicolás, hace cinco años. Me propuso sacarle su belleza y espero conseguirlo”, escribió Hortensia Herrero en el libro de Oro de la restauración del templo, según recordó este jueves Elena Tejedor, coordinadora de la fundación, en la presentación de la rehabilitación integral.
Las obras se prolongaron casi cuatro años, en el interior y exterior del edificio al que siguen acudiendo todos los lunes, siguiendo una tradición ancestral, los feligreses para pedir algo de fortuna al santo protector de los niños y de las necesidades económicas de la familia.
Ahora se seguirá rogando pero bajo más lustre.
No en vano, desde su restauración se le atribuye a San Nicolás el epíteto o reclamo de la “Capilla Sixtina valenciana”.
No se trata de comparar la obra capital de Dionís Vidal con la del inmortal Miguel Ángel; es más bien una forma de poner en valor el templo y de aludir al efecto embriagador de sus colores recuperados, además de hacer hincapié en la dificultad de pintar 1.904 metros cuadrados de superficie muy irregular frente a los 800 metros cuadrados del cielo de la capilla más famosa de la Basílica del Vaticano.
Así lo explicó la responsable de la restauración, Pilar Roig, catedrática e investigadora del Instituto de Restauración de la Universitat Politècnica de València. En cualquier caso, Roig incidió en que el propio Gianluigi Colalucci, de 87 años, el restaurador de la obra magna de Miguel Ángel, ha conocido in situ y aplaudido la rehabilitación de San Nicolás. “¡Viva la Capilla Sixtina valenciana!”, es el mensaje que le envió a Roig en referencia a cómo ha pasado de ser “todo tan negro” a ofrecer “tanta luz y color”.
Los frescos destacan también por su carácter narrativo: la nave está dividida conceptualmente en dos: una mitad cuenta la vida y milagros de San Nicolás, del que se cuenta que sacó de la miseria a un padre y de la prostitución a sus tres hijas, entregándole dádivas anónimamente, lo que dio origen al mito de Santa Claus; y la otra, la historia de San Pedro Mártir. Son los dos santos a quienes está dedicada la iglesia.
También ha sido necesario actuar en la parte arquitectónica, que se encontraba muy deteriorada, como la cubierta o las ventanas y vidrieras. Una tarea no tan visible como la de la restauración de frescos pero fundamental, señaló el arquitecto responsable del proyecto, Carlos Campos. A su lado, el sacerdote Antonio Corbí se mostraba exultante y celebró que el templo “volverá a ser el corazón de Ciutat Vella” de Valencia.
Corrían los últimos años del siglo XVII y el templo, que ya era lugar de culto en época romana antes de ser mezquita e iglesia católica, volvió a mudar su piel: de la austeridad gótica a la epifanía ornamental del barroco. Esa celebración del adorno, de la pintura abigarrada, de los angelotes y rocallas de contornos florales de Juan Pérez Castiel han vuelto a salir a la luz en todo su esplendor gracias a una profunda rehabilitación. Su coste ha ascendido a 4,7 millones de euros y ha sido sufragado íntegramente por la fundación privada de Hortensia Herrero, vicepresidenta de Mercadona y esposa de Juan Roig, presidente de la firma de supermercados.
“Me encariñé de esta iglesia, San Nicolás, hace cinco años. Me propuso sacarle su belleza y espero conseguirlo”, escribió Hortensia Herrero en el libro de Oro de la restauración del templo, según recordó este jueves Elena Tejedor, coordinadora de la fundación, en la presentación de la rehabilitación integral.
Las obras se prolongaron casi cuatro años, en el interior y exterior del edificio al que siguen acudiendo todos los lunes, siguiendo una tradición ancestral, los feligreses para pedir algo de fortuna al santo protector de los niños y de las necesidades económicas de la familia.
No en vano, desde su restauración se le atribuye a San Nicolás el epíteto o reclamo de la “Capilla Sixtina valenciana”.
No se trata de comparar la obra capital de Dionís Vidal con la del inmortal Miguel Ángel; es más bien una forma de poner en valor el templo y de aludir al efecto embriagador de sus colores recuperados, además de hacer hincapié en la dificultad de pintar 1.904 metros cuadrados de superficie muy irregular frente a los 800 metros cuadrados del cielo de la capilla más famosa de la Basílica del Vaticano.
Así lo explicó la responsable de la restauración, Pilar Roig, catedrática e investigadora del Instituto de Restauración de la Universitat Politècnica de València. En cualquier caso, Roig incidió en que el propio Gianluigi Colalucci, de 87 años, el restaurador de la obra magna de Miguel Ángel, ha conocido in situ y aplaudido la rehabilitación de San Nicolás. “¡Viva la Capilla Sixtina valenciana!”, es el mensaje que le envió a Roig en referencia a cómo ha pasado de ser “todo tan negro” a ofrecer “tanta luz y color”.
Los frescos destacan también por su carácter narrativo: la nave está dividida conceptualmente en dos: una mitad cuenta la vida y milagros de San Nicolás, del que se cuenta que sacó de la miseria a un padre y de la prostitución a sus tres hijas, entregándole dádivas anónimamente, lo que dio origen al mito de Santa Claus; y la otra, la historia de San Pedro Mártir. Son los dos santos a quienes está dedicada la iglesia.
Microbacteria limpiadora
En la recuperación del templo, se han empleado técnicas de restauración que “abren nuevos caminos para la investigación en este campo, como la limpieza mediante microbacterias no patógenas alimentadas en laboratorio [que eliminan una parte de la suciedad más incrustada en la pintura] o el láser”, según apuntó Pilar Roig. Se han recuperado los dibujos de una mujer que representa “la madre iglesia”, que había estado ocultos, añadió.También ha sido necesario actuar en la parte arquitectónica, que se encontraba muy deteriorada, como la cubierta o las ventanas y vidrieras. Una tarea no tan visible como la de la restauración de frescos pero fundamental, señaló el arquitecto responsable del proyecto, Carlos Campos. A su lado, el sacerdote Antonio Corbí se mostraba exultante y celebró que el templo “volverá a ser el corazón de Ciutat Vella” de Valencia.