Los seres
humanos somos los únicos animales capaces de aumentar nuestro
sufrimiento, pero también tenemos la habilidad de poder potenciar
nuestro bienestar.
¿De qué hablan esos finales de los cuentos infantiles cuando dicen que héroes y heroínas vivieron felices por siempre?
¿Cómo es que habrán vivido esos personajes?
Y, sobre todo, ¿cómo
lograron el bienestar en sus vidas de cuento?
Los seres humanos somos
los únicos animales capaces de aumentar nuestro sufrimiento, por
ejemplo, a través de los pensamientos distorsivos.
Pero también tenemos
la habilidad de poder potenciar nuestro bienestar.
Sabemos que sentirse bien
tiene un impacto positivo sobre las personas porque actúa como
protector en el organismo.
Que las personas, cuando se sienten bien, se
enferman menos, viven más y tienen una mejor calidad de vida.
La ciencia se encarga de estudiar los procesos que involucran la
felicidad para así poder establecer definiciones justas y precisas.
Hoy
en día la investigación se enfoca en describir estados que se relacionan
con ella como el placer y también el llamado “bienestar”.
Veamos de qué
se trata.
Distintas corrientes filosóficas identificaron dos maneras de acceder al bienestar: una es la vía hedónica,
que consiste en disfrutar de todo aquello que implica un placer
inmediato (una comida, un paisaje, una reunión entre amigos, etc.); y la
otra es la vía eudaimónica.
Esta última reside en la
satisfacción a largo plazo que se genera como consecuencia de los logros
obtenidos, de conseguir los frutos que surgen del esfuerzo, el trabajo y
la planificación
. Ascender laboralmente, graduarse o superar un mal
hábito son algunos ejemplos.
Actualmente, más allá de que la ciencia
mantiene esta división, la denominada psicología positiva la especifica a
través de tres vías: la de la vida placentera; la de la vida con
compromiso; y la de la vida con significado.
Para estudiar al ser humano en toda su complejidad es necesario una
disciplina que no solo resuelva sus problemas sino que también ayude a
construir cualidades positivas que permitan potenciar las fortalezas de
las personas
. Si nos proponemos mejorar nuestras vidas, es necesario
rechazar algunas ideas falsas que resultan contraproducentes para
alcanzar el bienestar.
Una de ellas consiste en pensar que se lo
encuentra un día de manera repentina.
Una de ellas consiste en pensar que se lo encuentra un día de manera
repentina.
Por el contrario, este se construye y, generalmente, esta
construcción requiere de un gran esfuerzo. Otra idea afianzada
comúnmente es que el bienestar es algo que se tiene o no se tiene, sin
medias tintas; mientras que, en realidad, podemos considerar que hay un continuum
entre el malestar y el bienestar en el que nos hallamos a lo largo del
día y, más aún, de la vida.
Por último, las personas erróneamente
tratamos de modificar las circunstancias de la vida (dinero, pareja,
etc.) creyendo que eso traerá consigo un definitivo bienestar.
Debemos
saber que, producto de la adaptación hedónica (nuestra capacidad para
asimilar grandes transformaciones en la vida), esos cambios “externos”
no producirán bienestar duradero.
Cómo aumentar el bienestar
Existen numerosas actividades que podemos realizar para aumentar el
bienestar y la salud emocional. Esto significa que pueden ser
entrenadas, es decir, pueden desarrollarse y eso depende en gran medida
de la voluntad.
Gracias a la neuroplasticidad, la capacidad del cerebro
de crear nuevas conexiones neuronales e incluso generar nuevas neuronas
ligadas a la experiencia, estas actividades también pueden producir
cambios estructurales y funcionales en el cerebro.
El ejercicio físico es muy beneficioso para la salud, ya que reduce
la ansiedad, el estrés y el riesgo de contraer enfermedades.
También
tiene un rol importante en las funciones cognitivas como la
consolidación de recuerdos y la memoria de largo plazo.
La ejercitación
física, a su vez, mejora el flujo cerebral en estados de reposo, incluso
a partir de períodos cortos de entrenamiento.
Asimismo produce bienestar en el corto y mediano plazo, ya que el
ejercicio genera endorfinas, las hormonas que generan sensación de
placer y bienestar, además de tener un efecto analgésico en el
organismo.
Numerosas investigaciones han comprobado que meditar de manera
regular modifica positivamente la estructura y el funcionamiento
cerebral.
Estos resultados también sugerirían que la meditación cumple
un rol en la plasticidad sináptica, es decir, en la capacidad de las
neuronas de generar mayor número de “conversaciones” entre ellas.
También la meditación se correlaciona con mayores niveles de bienestar y
menor número de enfermedades.
Tener y potenciar las emociones positivas es un recurso que también
favorece el bienestar.
En los últimos años empezamos a conocer el rol
fundamental de las emociones positivas en nuestra vida.
Una teoría muy
aceptada demostró que no solo nos hacen sentir bien sino que buscan
ampliar nuestro repertorio de recursos positivos y promueven la
construcción de nuevas estrategias para mejorar la calidad de vida.
Es
así que cuando llevamos adelante un accionar que produce un resultado
positivo, la emoción asociada nos impulsa a querer repetirla en el
futuro.
Podemos decir que la ciencia está comprobando que la expresión
“ver la vida color de rosa” no estaría tan apartada de la realidad.
Un
estudio probó que cuando uno sonríe, el cerebro procesa la información
proveniente de rostros con una expresión emocional neutra de la misma
manera que cuando procesa rostros alegres.
Mantener relaciones sociales amistosas, afectivas y amorosas también
son consideradas fundamentales por la ciencia para conseguir el
bienestar.
Se sabe que la presencia de seres queridos altera
positivamente la respuesta del cerebro a situaciones amenazantes
. Se
demostró que las personas que atravesaban una situación estresante y
recibían apoyo verbal de sus afectos tenían menores cantidades de
cortisol en el organismo, una hormona relacionada en el proceso que se
activa ante el estrés, que aquellas que atravesaban por la misma
situación pero recibían apoyo verbal de un extraño o no recibían apoyo
alguno.
El ejercicio genera endorfinas, las hormonas que
generan sensación de placer y bienestar, además de tener un efecto
analgésico en el organismo
Algunas de las claves para lograr construir una vida plena se
vinculan con utilizar nuestras propias fortalezas para lograr estar
satisfecho.
Las fortalezas de carácter son rasgos positivos que todas
las personas tenemos en mayor o menor medida
. La bondad, la gratitud, el
amor, la integridad, la curiosidad, la valentía y la generosidad son algunas de ellas.
Ser generoso, por ejemplo, produce una
sensación de bienestar ya que activa un circuito neuronal asociado al
placer y la recompensa, además de activar diferentes “químicos”
asociados a la felicidad como la dopamina y la oxitocina.
Las personas
generosas reportan tener más amistades, dormir mejor y superar de mejor
manera los obstáculos que las personas mezquinas
. Pero vale la pena
decir que lo esencial de esto es que, más allá del favor particular,
redundan en un bienestar general porque promueven beneficios para toda
la sociedad
. Así, maximizar nuestras potencialidades solidarias nos
ayuda a todos estar bien.
Como un círculo virtuoso, podemos reiterar que sentirse bien
contribuye a nuestro bienestar.
Aunque parezca una verdad de Perogrullo,
más bien abunda en la idea de que la manera en que pensamos es la
manera en que sentimos.
Una posibilidad de escribir nuestro propio
cuento con final feliz. .