«No pienso esperar 30 años más»,
fue la respuesta que Mario Vargas Llosa le dio a Isabel Preysler cuando
comenzaron su relación y ella estaba preocupada por toda la repercusión
que esa relación iba a tener, y tiene, en los medios de comunicación.
Fue el Premio Nobel de Literatura quien llevó el timón de este noviazgo y
es precisamente él quien ha dado un paso adelante presentando en un juzgado de Madrid la demanda de divorcio a su mujer, Patricia Llosa, con quien tiene tres hijos y ha cumplido sus bodas de oro.
Instalado en la actualidad en Nueva York, donde está dirigiendo un curso en la Universidad de Princeton hasta Navidad, Vargas Llosa quiere casarse con Isabel y ya ha dado el paso inicial y fundamental para poder cumplir con su deseo.
Aunque su intención es llegar a un acuerdo con su esposa y no enredarse en un largo y costoso proceso de divorcio que haría millonarios a sus abogados, lo cierto es que el tiempo apremia y más en un hombre que le ha pedido a Preysler que a su vuelta de Nueva York ya quiere mudarse con ella a Puerta de Hierro.
Patricia Llosa, que lleva ya unos meses instalada en su natal Lima, aún no habría recibido la notificación de la demanda de divorcio.
Ni ella ni sus hijos más pequeños, Gonzalo y Morgana, sabrían nada sobre el importante paso legal que ha dado el escritor en los últimos días
. Esa notificación le debería llegar a Llosa en su domicilio madrileño en el curso de esta semana, aunque se podría demorar un poco más.
Anoche Isabel fue una de las invitadas al homenaje que la revista «Vanity Fair» rindió a Plácido Domingo.
Con un elegante vestido de pedrería en color rosa de la firma catalana Tot Hom, la reina de corazones volvió a triunfar en la alfombra roja
. Esta Navidad toda la familia se reunirá al completo, como todos los años, aunque lo más probable es que lo hagan en Estados Unidos donde residen tres de sus hijos y donde tanto ella como Mario aseguran encontrarse muy a gusto alejados de tantos focos de atención.
Sea donde sea lo seguro es que el Nobel será uno más en la cena de Navidad de Isabel, la mujer con la quiere pasar el resto de su vida y con la que sueña casarse en cuanto arregle los papeles. De mutuo acuerdo o sin él, Vargas Llosa ya ha comenzado los trámites necesarios para ser de nuevo un hombre libre.
A este paso no no pasarán ni treinta años ni tres meses.
Instalado en la actualidad en Nueva York, donde está dirigiendo un curso en la Universidad de Princeton hasta Navidad, Vargas Llosa quiere casarse con Isabel y ya ha dado el paso inicial y fundamental para poder cumplir con su deseo.
Aunque su intención es llegar a un acuerdo con su esposa y no enredarse en un largo y costoso proceso de divorcio que haría millonarios a sus abogados, lo cierto es que el tiempo apremia y más en un hombre que le ha pedido a Preysler que a su vuelta de Nueva York ya quiere mudarse con ella a Puerta de Hierro.
Patricia Llosa, que lleva ya unos meses instalada en su natal Lima, aún no habría recibido la notificación de la demanda de divorcio.
Ni ella ni sus hijos más pequeños, Gonzalo y Morgana, sabrían nada sobre el importante paso legal que ha dado el escritor en los últimos días
. Esa notificación le debería llegar a Llosa en su domicilio madrileño en el curso de esta semana, aunque se podría demorar un poco más.
Anoche Isabel fue una de las invitadas al homenaje que la revista «Vanity Fair» rindió a Plácido Domingo.
Con un elegante vestido de pedrería en color rosa de la firma catalana Tot Hom, la reina de corazones volvió a triunfar en la alfombra roja
. Esta Navidad toda la familia se reunirá al completo, como todos los años, aunque lo más probable es que lo hagan en Estados Unidos donde residen tres de sus hijos y donde tanto ella como Mario aseguran encontrarse muy a gusto alejados de tantos focos de atención.
Sea donde sea lo seguro es que el Nobel será uno más en la cena de Navidad de Isabel, la mujer con la quiere pasar el resto de su vida y con la que sueña casarse en cuanto arregle los papeles. De mutuo acuerdo o sin él, Vargas Llosa ya ha comenzado los trámites necesarios para ser de nuevo un hombre libre.
A este paso no no pasarán ni treinta años ni tres meses.