El festival de Sundance estrenará un documental sobre Gloria Vanderbilt, la diseñadora y heredera que fue amante de Sinatra y Marlon Brando, y su hijo, el presentador Anderson Cooper.
Él es la principal cara de CNN, el “zorro plateado”, como se le suele
llamar debido a su pelo cano, de la información estadounidense y una
voz con peso en la comunidad gay.
Ella, la heredera de los Vanderbilt y fundadora de la marca que lleva su nombre.
Ha estado casada cuatro veces y se le adjudican romances con Marlon Brando, Howard Hughes, Roald Dahl y Frank Sinatra.
Ambos han sido famosos desde el mismo día en que nacieron y creen que ha llegado el momento de contarlo todo en un documental. Anderson Cooper y su madre, Gloria Vanderbilt, que tiene ya 91 años, protagonizan Nothing Left Unsaid, producida por HBO y que se estrenará en enero, durante el festival de Sundance
. El nombre de la directora, Liz Garbus, que firmó hace escasos meses una aclamada y bastante amarga exploración de la vida de Nina Simone, What Happened Miss Simone? (disponible en Netflix), indica ya que la confesión de los Vanderbilt Cooper no se tratará de un trabajo de relaciones públicas.
En cualquier caso, Garbus tiene suficiente material para una miniserie, si es preciso. Cooper, que declaró públicamente su homosexualidad en 2012, a pesar de que sus relaciones con otros hombres eran vox populi, es el pequeño de los dos hijos que Vanderbilt tuvo con su cuarto marido, el escritor Wyatt Emory Cooper
. El mayor, Carter, se suicidó en 1988.
La diseñadora explicó en uno de sus libros de memorias, A Mother's Story, cómo presenció el momento en que su hijo, que sufría depresión, saltó del balcón de su apartamento en Nueva York. “Hubo un instante —le contó a Anderson en una entrevista en 2012— en que parecía que no iba a saltar.
Estaba sentado en el balcón, en el piso 13, con un pie dentro y otro colgando. Le supliqué que no lo hiciera y cuando lo hizo, lo hizo como un atleta
. Quedó colgando y le dije que volviese. Por un momento pensé que lo haría”.
La diseñadora y escritora es nieta de Cornelius Vanderbilt, el millonario que se encargó de extender el ferrocarril por todo EE UU.
El hijo de Cornelius y padre de Gloria murió alcoholizado cuando ella era apenas un bebé y quedó a cargo de su madre, que frecuentaba la alta sociedad junto a su hermana gemela, amante del Príncipe de Gales
. Cuando cumplió los 10 años, su tía paterna, la fundadora del museo Whitney de Nueva York, pidió su custodia en los tribunales, temerosa de lo que su excuñada estaba haciendo con la fortuna de la pequeña.
El caso fue seguido por la prensa y la sentencia solo permitía a la niña ver a su madre durante los veranos.
Desde aquel momento, Vanderbilt nunca interrumpiría su relación más duradera, la que ha mantenido con los medios, que fueron siguiendo todas las etapas en la vida de la “pobre niña rica”.
Los gacetilleros vieron cómo Gloria se hacía un hueco en las fiestas de Hollywood y mantenía romances pasajeros con hombres mucho mayores que ella, como Howard Hughes y Errol Flynn
. A los 17 años se casó con el representante Pat DiCicco, que la sometió a malos tratos.
Antes de divorciarse, Vanderbilt ya había conocido al que sería su segundo marido y padre de sus dos hijos mayores, el director de orquesta Leopold Stokowski, casi 40 años mayor que ella, del que se separaría tras mantener un romance con Frank Sinatra.
Por entonces, apareció brevemente en Broadway. Sin embargo, era mucho más conocida por su frenética vida social.
Se rumoreó que Vanderbilt fue el modelo para Holly Golithly, la protagonista de Desayuno con diamantes.
Aunque Capote era su amigo y pudo haber tomado detalles para su criatura, la concubina de lujo que odia los días rojos, no parece que la heredera necesitara jamás vivir de las propinas que daban los millonarios, como le ocurre a la desdichada Golithly.
Cada par llevaba bien visible un cisne y su propia rúbrica bordada.
Hasta entonces, los tejanos habían sido una prenda utilitaria que a nadie se le había ocurrido promocionar como un objeto de lujo.
Hacia finales de la década, se vendían unos 10 millones de jeans Vanderbilt al año y la marca se expandió como uno de los primeros imperios de estilo de vida, con un catálogo que incluía fragancias, vajillas y ropa para el hogar.
Casi todo se esfumó tan rápido como llegó: Vanderbilt, que vendió los derechos de su propio nombre en 1987 al grupo Murjani, inició una batalla legal con los socios de su empresa y contra su abogado, que la habría estafado.
Aunque los tribunales le dieron la razón, la millonaria descubrió que debía millones de dólares en impuestos atrasados y se vio obligada a vender su casa de veraneo en los Hamptons y su piso de Nueva York.
Cooper, que ha cubierto in situ todos los grandes sucesos, desde la guerra de Irak al huracán Katrina, suele decir de su madre que es la persona más cool que ha conocido.
Cuando se puso a rodar un documental con ella, seguramente ya tenía asumido que, por muy estrella de la televisión que sea, su anciana progenitora le robaría todos los planos.
Ella, la heredera de los Vanderbilt y fundadora de la marca que lleva su nombre.
Ha estado casada cuatro veces y se le adjudican romances con Marlon Brando, Howard Hughes, Roald Dahl y Frank Sinatra.
Ambos han sido famosos desde el mismo día en que nacieron y creen que ha llegado el momento de contarlo todo en un documental. Anderson Cooper y su madre, Gloria Vanderbilt, que tiene ya 91 años, protagonizan Nothing Left Unsaid, producida por HBO y que se estrenará en enero, durante el festival de Sundance
. El nombre de la directora, Liz Garbus, que firmó hace escasos meses una aclamada y bastante amarga exploración de la vida de Nina Simone, What Happened Miss Simone? (disponible en Netflix), indica ya que la confesión de los Vanderbilt Cooper no se tratará de un trabajo de relaciones públicas.
En cualquier caso, Garbus tiene suficiente material para una miniserie, si es preciso. Cooper, que declaró públicamente su homosexualidad en 2012, a pesar de que sus relaciones con otros hombres eran vox populi, es el pequeño de los dos hijos que Vanderbilt tuvo con su cuarto marido, el escritor Wyatt Emory Cooper
. El mayor, Carter, se suicidó en 1988.
La diseñadora explicó en uno de sus libros de memorias, A Mother's Story, cómo presenció el momento en que su hijo, que sufría depresión, saltó del balcón de su apartamento en Nueva York. “Hubo un instante —le contó a Anderson en una entrevista en 2012— en que parecía que no iba a saltar.
Estaba sentado en el balcón, en el piso 13, con un pie dentro y otro colgando. Le supliqué que no lo hiciera y cuando lo hizo, lo hizo como un atleta
. Quedó colgando y le dije que volviese. Por un momento pensé que lo haría”.
La diseñadora y escritora es nieta de Cornelius Vanderbilt, el millonario que se encargó de extender el ferrocarril por todo EE UU.
El hijo de Cornelius y padre de Gloria murió alcoholizado cuando ella era apenas un bebé y quedó a cargo de su madre, que frecuentaba la alta sociedad junto a su hermana gemela, amante del Príncipe de Gales
. Cuando cumplió los 10 años, su tía paterna, la fundadora del museo Whitney de Nueva York, pidió su custodia en los tribunales, temerosa de lo que su excuñada estaba haciendo con la fortuna de la pequeña.
El caso fue seguido por la prensa y la sentencia solo permitía a la niña ver a su madre durante los veranos.
Desde aquel momento, Vanderbilt nunca interrumpiría su relación más duradera, la que ha mantenido con los medios, que fueron siguiendo todas las etapas en la vida de la “pobre niña rica”.
Los gacetilleros vieron cómo Gloria se hacía un hueco en las fiestas de Hollywood y mantenía romances pasajeros con hombres mucho mayores que ella, como Howard Hughes y Errol Flynn
. A los 17 años se casó con el representante Pat DiCicco, que la sometió a malos tratos.
Antes de divorciarse, Vanderbilt ya había conocido al que sería su segundo marido y padre de sus dos hijos mayores, el director de orquesta Leopold Stokowski, casi 40 años mayor que ella, del que se separaría tras mantener un romance con Frank Sinatra.
Por entonces, apareció brevemente en Broadway. Sin embargo, era mucho más conocida por su frenética vida social.
Se rumoreó que Vanderbilt fue el modelo para Holly Golithly, la protagonista de Desayuno con diamantes.
Aunque Capote era su amigo y pudo haber tomado detalles para su criatura, la concubina de lujo que odia los días rojos, no parece que la heredera necesitara jamás vivir de las propinas que daban los millonarios, como le ocurre a la desdichada Golithly.
El despunte como creativa
A mediados de los setenta, divorciada ya de su tercer marido, el cineasta Sidney Lumet, lanzó una colección de vaqueros.Cada par llevaba bien visible un cisne y su propia rúbrica bordada.
Hasta entonces, los tejanos habían sido una prenda utilitaria que a nadie se le había ocurrido promocionar como un objeto de lujo.
Hacia finales de la década, se vendían unos 10 millones de jeans Vanderbilt al año y la marca se expandió como uno de los primeros imperios de estilo de vida, con un catálogo que incluía fragancias, vajillas y ropa para el hogar.
Casi todo se esfumó tan rápido como llegó: Vanderbilt, que vendió los derechos de su propio nombre en 1987 al grupo Murjani, inició una batalla legal con los socios de su empresa y contra su abogado, que la habría estafado.
Aunque los tribunales le dieron la razón, la millonaria descubrió que debía millones de dólares en impuestos atrasados y se vio obligada a vender su casa de veraneo en los Hamptons y su piso de Nueva York.
Cooper, que ha cubierto in situ todos los grandes sucesos, desde la guerra de Irak al huracán Katrina, suele decir de su madre que es la persona más cool que ha conocido.
Cuando se puso a rodar un documental con ella, seguramente ya tenía asumido que, por muy estrella de la televisión que sea, su anciana progenitora le robaría todos los planos.