Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

24 dic 2015

Cristo nació cinco años antes de Cristo, si realmente nació.......................... Manuel Ansede

Los expertos que reconocen la existencia de un predicador judío llamado Jesús sitúan su nacimiento entre los años 6 y 4 antes de la Era Común, a partir de claves históricas bíblicas.

 

Figuras cristianas en un taller en Belén, Palestina
Un carpintero muestra figuras cristianas en un taller en Belén, Palestina. / EFE/Abed Al Hashlamoun

La mayor parte del planeta no cree en la divinidad de Jesús de Nazaret
. Existen 4.200 religiones en el mundo y miles de millones de creyentes adoran a sus propios dioses, desde los espíritus de la naturaleza del sintoísmo japonés al Visnú del hinduismo
. Son 4.200 religiones que se contradicen unas a otras, pero el cristianismo ha conseguido seducir más que ninguna, arrastrando al 31,5% de la población mundial, según el Centro de Investigaciones Pew.
Esta noche, la Iglesia católica celebra la Natividad, la conmemoración litúrgica del supuesto nacimiento de Jesús en Belén.
 Pero Cristo no nació la noche del 24 de diciembre hace 2016 años.
 Las referencias en los evangelios permiten situar en el tiempo al predicador judío real que, según la mayoría de los académicos, inspiró el Cristianismo
. Herodes el Grande reinó en Judea del año 37 al 4 antes de la Era Común. Herodes Antipas, su hijo, fue jerarca desde ese último año hasta el 39 después de la Era Común
. Y Poncio Pilato fue el prefecto romano de Judea del año 26 al 37.
“Generalmente, se calcula que Jesús nació algo antes de la muerte de Herodes el Grande en el año 4 antes de la Era Común.
Una fecha entre el 6 y el 4 antes de la Era Común concordaría con esa información histórica, como asume el relato de Mateo del nacimiento, y con la tradición de Lucas 3.23 de que Jesús “tenía unos 30 años” en el decimoquinto año del emperador Tiberio, estimado el año 27 o 28 de la Era Común”, expone el teólogo James Dunn en su monumental obra Jesús recordado. El cristianismo en sus comienzos.
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El evangelio de Lucas sugiere que el nacimiento de Jesús no fue en invierno, sino en primavera o verano
Cristo nació cinco años antes de Cristo, viene a decir Dunn, profesor de Teología en la Universidad de Durham (Reino Unido) y autoridad mundial en el estudio del Nuevo Testamento
. No nació hace 2015 años, ni tampoco la noche del 24 de diciembre.
“Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón.
 Había pastores en la misma región, que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño”, narra el evangelio de Lucas.
 En la ciudad palestina de Belén, donde según la tradición nació Jesús, los meteorólogos pronostican esta noche una temperatura mínima de 4 grados. Como subrayan los estudiosos, los pastores no sacan al ganado en pleno invierno.
 El predicador judío habría nacido, por lo tanto, más bien en primavera o verano, como sugiere Edwin D. Freed, profesor emérito de estudios bíblicos de la Universidad de Gettysburg (EE UU), en su libro The Stories of Jesus' Birth (Las historias del nacimiento de Jesús).
En su Diccionario de la Biblia, el teólogo británico W. R. F. Browning recuerda que en sus comienzos, la Iglesia no celebraba el nacimiento de Jesús y desconocía la fecha.
Pero, en el siglo IV, la Iglesia de Roma decidió fijar un día y designó el 25 de diciembre “porque había sido el día del festival pagano del Sol Invictus, cuando el invencible Sol triunfaba cada año frente a la oscuridad del invierno y los días volvían a ser más largos”.
El polémico superventas Los misterios de Jesús. El origen oculto de la religión cristiana pone sobre la mesa otro posible origen del 25 de diciembre como fecha de nacimiento de Cristo.
 Sus autores, el filósofo Tim Freke y el historiador Peter Gandy, defienden que no existió un Jesús histórico, sino que el personaje surgió de la reinterpretación de otras deidades anteriores, también nacidas de una virgen un 25 de diciembre, una fecha habitual en diferentes religiones por su cercanía al solsticio de invierno.
El polémico superventas 
'Los misterios de Jesús' defiende que Cristo fue solo una reinterpretación de mitos anteriores
Colin Humphreys, físico de la Universidad de Cambridge, no lo tiene tan claro
. Pese a que admite que el evangelio de Mateo se escribió en el año 80 después de Cristo, medio siglo después de su muerte, Humphreys cree que muchas de sus referencias históricas son ciertas, incluso la estrella de Belén, el astro que supuestamente guió a los tres magos al lugar de nacimiento de Jesús. En un artículo publicado en 1991 en la revista científica Quarterly Journal of the Royal Astronomical Society, Humphreys, apoyándose en registros astronómicos de las antiguas civilizaciones chinas, propone que un cometa observado durante 70 días en el año 5 antes de la
 Era Común pudo ser la estrella que menciona Mateo. Jesús habría nacido entre el 9 de marzo y el 4 de mayo del año 5 antes de Cristo.
El físico Albert Einstein también opinó sobre la verosimilitud del relato bíblico, en una carta fechada el 3 de enero de 1954 y enviada al filósofo Eric Gutkind.
“La Biblia es una colección de leyendas honorables, aunque primitivas, y en cualquier caso bastante infantiles”, escribió el científico que revolucionó nuestra concepción del espacio y el tiempo.

23 dic 2015

La Navidad es una fiesta romana................................................... Guillermo Altares

Las Saturnales se celebraban en diciembre y estaban marcadas por las comilonas y los regalos.

Recreación de las Saturnales, en Chester en 2012. / c. furlong (getty)

"Bah, paparruchas", responde Ebenezer Scrooge cuando le felicitan las Pascuas
. Sin embargo, pocos personajes han contribuido de una forma tan profunda a la idea contemporánea de la Navidad como el amargado protagonista de la novela de Charles Dickens.
 Su inútil intento de resistirse al espíritu de las fiestas refleja, en el fondo, hasta qué punto estas celebraciones invernales están asentadas en nuestro universo cultural.
 No hay una fiesta que tenga un origen tan claro y que a la vez sea tan universal: durante las Saturnales, que se celebraban entre el 17 y el 24 de diciembre, los antiguos romanos encendían luces, se intercambiaban regalos, invertían los papeles sociales —los amos servían a los esclavos y los esclavos a los amos—.
 Eran días de banquetes y disfraces durante los que las celebraciones se apoderaban de las ciudades.
Es impresionante ver hasta qué punto algunas cosas han cambiado muy poco, sobre todo en el terreno del consumismo desatado. Caroline Lawrence, escritora de novelas infantiles sobre Roma, recuerda cómo el gran poeta satírico Marcial se quejaba en el siglo I de algunos regalos que recibía por Saturnales:
 "La bandeja de plata que solías enviarme, Sextiliano, por los días de Saturno, este año se ha ido a parar a tu amiga, y la toga que me ofrecías para las calendas de marzo se ha convertido en un justillo verde claro para cenar.
Ya han empezado a resultarte baratas las queridas, porque haces el amor con ellas a costa de mis regalos".
Matthew Charles Nicholls, profesor del Departamento de Estudios Clásicos de la Universidad de Reading y autor de una impresionante recreación digital de la antigua Roma, asegura que estas fiestas dedicadas a Saturno, dios de la agricultura, "tenían un enorme arraigo popular, como todas las celebraciones relacionadas con la luz que tienen lugar al principio del invierno en las culturas del hemisferio occidental".
 El solsticio de invierno —en torno al 21 de diciembre— ha tenido siempre un enorme poder simbólico.
De hecho, las Saturnales culminaban el 25 de diciembre con celebración del Sol Invictus, el astro invencible, cuando los días, de nuevo, comenzaban a alargarse y la luz vencía a la oscuridad.
"Los cristianos tomaron todos los elementos de las Saturnales para preservar, y santificar, esa celebración popular", prosigue el profesor Nicholls
. Aunque no se sabe si Jesús nació en invierno, ni siquiera si fue en Belén como sostiene la tradición, el papa Liberio declaró en 354 que el sagrado alumbramiento había tenido lugar el 25 de diciembre. Como explica Richard Cohen, autor de Persiguiendo el Sol. La historia épica del astro que nos da la vida, "las ventajas eran evidentes.
 Dado que los cristianos participaban también en esas celebraciones, los padres de la Iglesia llegaron a la conclusión de que podían utilizar el mismo día y decretar el 25 como la fecha de la Natividad".
La transición de las Saturnales a la Navidad se prolongó durante varios siglos y fue el concilio de Tours en 567 el que decretó el periodo festivo entre el 25 de diciembre y el 6 de enero.
 En cierta medida sigue siendo una fiesta profundamente ecléctica, que incorpora mitos de todo el mundo, desde la imagen de Santa Claus del anuncio de Coca-Cola de los años treinta hasta el árbol de Navidad, el propio Dickens y sus fantasmas o la bruja que reparte regalos en Italia.
Pero la profundidad con la que la Navidad está asentada en nuestra cultura va mucho más allá de la Roma antigua.
 Como explica Richard Cohen, todas las culturas celebran de alguna forma los solsticios, el día más corto y más largo del año.
"El aparente poder sobrenatural que se manifiesta en los solsticios y los equinocios para gobernar las estaciones se celebra desde que tenemos memoria, provocando diferentes reacciones en las distintas culturas", afirma.

 

El libro que nos salvará la Navidad........................................ Santiago Roncagliolo

Hay tantas Navidades como sensibilidades. La antología 'Cuentos de Navidad' las tiene todas.

 

El actor  Kelsey Grammer, caracterizado como el personaje de Scrooge de Charles Dickens.
El actor Kelsey Grammer, caracterizado como el personaje de Scrooge de Charles Dickens. / cordon press

Ya están aquí: los comerciales navideños llenos de niños felices. Las fotos de las familias reales disfrutando su vida de cuento de hadas.
 Las películas estilo Qué bello es vivir.
 Con tanta gente alegre por todas partes, no es extraño que en estas fechas aumenten las depresiones y los suicidios.
Por suerte, también están los libros.
 Cuando los medios de información nos saturan con imágenes irreales, solo la ficción nos recuerda cómo es la realidad... En realidad.
La antología Cuentos de Navidad (Editorial Alba, selección de Marta Salís), no recoge cuentos para niños sino para adultos, firmados por grandes autores de los últimos dos siglos. Recorren sus páginas viejos conocidos de los lectores, como el amargado Scrooge de Charles Dickens.
 O la tristísima niña de los fósforos de Hans Christian Andersen, aquella chica que enciende cerillos mientras agoniza bajo la nieve, un relato que, por su propio bien, ningún melancólico debe leer cerca de una navaja u objeto punzo-cortante.
Pero también ocupan el libro tesoros menos conocidos: delicias de humor, como el cuento de Dino Buzzati, o terroríficas pesadillas como las de E.T.A. Hoffmann y Guy de Maupassant.
 Un policial de Sherlock Holmes.
 Una historia llena de magia cotidiana por Paul Auster. Otra sobre familias destrozadas a cargo de Truman Capote.
Hay tantas Navidades como sensibilidades
. Este libro las tiene todas. Pasar las fiestas solo puede sumir a cualquiera en la más negra noche. Es mucho más placentero pasarlas con Chéjov, Dostoievski, Joyce o Bradbury. Así que apague usted el televisor. No lo necesita: este libro lo salvará de la Navidad.

Que puedas seguir leyendo y escribiendo, Savater.................................................. Carlos Boyero

‘Aquí viven leones’, escrito junto a Sara Torres, recrea una época de plenitud. Es su libro, el recuerdo de cuando todo funcionaba de acuerdo con lo mejor de la vida.

Estaba avisado por Borja Hermoso, que entrevistó para este periódico a Fernando Savater y en la que hablaban de su último libro Aquí viven leones, realizado junto a su mujer Sara Torres, fallecida en el mes de abril e ilustrado cada capítulo por varias páginas de cómic, que la larga conversación estuvo marcada por la consecuente e inconsolable tristeza, pero que eso no evitó que Savater fuera un modélico anfitrión, que trasegaran txakoli y otros alcoholes que alivian y ofrecen placer.
 Pero eso no evitó que al leer el titular de esa entrevista sintiera un escalofrío, dolorosa comprensión, excesiva identificación emocional. Decía así: “Mi vida es como la de los niños pequeños, comer, dormir y llorar”.
 Y añadía: pero lo único que me sigue apeteciendo de verdad es leer.
Y pensando en su perdida y en su desolado estado anímico me dije que al náufrago aun le quedaba una tabla de salvación, que la vida o la supervivencia siguen latiendo si todavía puede concentrarse en su goce ancestral.
Este escritor, filósofo, articulista, personaje llamado Savater representa para mucha gente todo eso y más.
 Es un género, una marca con eterna capacidad de adicción llamada Savater, alguien cuya firma implica que persigamos y devoremos todo en lo que aparezca ella, incluido su amado universo de los caballos y las carreras, aunque yo jamás haya pisado un hipódromo, o que disienta de vez en cuando de las opiniones políticas con las que antes siempre estaba de acuerdo.
Me da igual. Su admirable obra y su pensamiento feroz o racionalmente libre, su deslumbrante estilo expresivo para hablar de las personas y las cosas, la seducción de esa prosa, su valentía moral (también física, debe ser muy jodido haber pasado décadas rodeado de guardaespaldas porque los barbaros han puesto precio a tu privilegiada cabeza, o estar a punto del enfrentamiento físico cuando otros salvajes, estos sin pistolas, pretendían reventar una conferencia de Octavio Paz en una universidad y cerrar aquella voz tan sabia),
 su inagotable cultura y su generosidad para difundirla entre los lectores, para descubrirnos a escritores que formaran parte de nuestro Olimpo y nuestra Arcadia hasta el final, la sensación de que este hombre siempre ha sido de verdad y jamás se ha apuntado a las conveniencias, consiguen la incondicionalidad a sus textos por parte de muchas personas que nunca podremos pagarle la deuda por todo lo que nos ha regalado.
En Aquí viven leones, Savater y Sara Torres viajan a los lugares donde transcurrió la existencia de escritores que aman, las casas de su nacimiento, a sus tumbas, a la geografía física y emocional
Yo le descubrí mediados los 70 con un artículo asombroso, a contracorriente de cualquier moda, que se titulaba ‘La cultura como forma de hastío’ y que publicó la revista Cuadernos para el diálogo
. Y busqué con ansia sus libros. Creo que en aquel momento solo había escrito Nihilismo y acción, Apología del sofista y otros sofismos y Ensayo sobre Cioran.
 Y me hicieron pensar, por supuesto, y me removieron, y supe que esa voz era genuina y única, pero el enamoramiento absoluto me llegó con La infancia recuperada, hablando de lo que amaba, de esos autores, mitos, leyendas que había hecho más feliz su existencia.
Habrá lectores savaterianos a los que les cambiara la vida (para bien) con libros trascendentales como Panfleto contra el Todo, La tarea del héroe, Contra las patrias yÉtica para Amador.
 Me gustan mucho, pero si hubiera un incendio en mi biblioteca seguro que intentaría salvar en primer lugar y con actitud épica La infancia recuperada, Criaturas del aire, Apóstatas razonables y Misterio, emoción y riesgo.
 Y que me entierren con ellos. A cada uno su Savater. Hay para todos los gustos.
Y leo Aquí viven leones con la certidumbre de que entre todo lo que escrito y vivido este libro es algo especial para él, que recrea una época de plenitud, de constatar que el esplendor en la hierba puede ser real, que nada puede ir a mejor en la sensación que estás viviendo.
 A mí me ocurrió una vez en el Bernabéu. Viendo como Maradona creaba una obra de arte al marcar un gol, acompañado por una mujer que me hacía continuamente feliz y por mi colega del alma. Era imposible sentirse mejor que en aquel momento
. Lo tenía todo, el amor, la amistad y el asombro ante un mago especial.
Llegaron la muerte y la separación.
Pero aquel momento no lo olvidaré jamás. En Aquí viven leones, Savater y Sara Torres viajan a los lugares donde transcurrió la existencia de escritores que aman, las casas de su nacimiento, a sus tumbas, a la geografía física y emocional en la que se inspiraron sus historias, crearon a sus personajes, fueron desdichados o dichosos.
 O ambas cosas. La exhaustiva documentación la aportaba Sara Torres, imagino que su cámara también hacía las fotos.
Y Savater escribe los textos.
 Todo lo que sabe, acaba de descubrir, intuye e imagina sobre Shakespeare, Valle–Inclán, Leopardi, Flaubert, Poe, Zweig, Reyes, Christie.
Y los hace revivir. Y también aparece con expresión feliz.
 Debe ser más que un libro para él. Es su libro, el recuerdo de cuando todo funcionaba de acuerdo con lo mejor de la vida, de lo perdido.
Aquí viven leones. Fernando Savater y Sara Torres. Debate. Barcelona, 2015. 256 páginas. 21,90 euros