Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

20 dic 2015

Las batallas de Meryl Streep................................................................................. Rocío Ayuso

La actriz más respetada de Hollywood continúa con su lucha por la igualdad de género en una industria dirigida por hombres.

 Ahora estrena ‘Sufragistas’.


Si hay algo que a Meryl Streep se le da de maravilla es quitarle hierro a cualquier asunto.
 A sus logros, a su carrera, a su vida.
 No hay actriz que no confiese su adoración por “la Streep”, la intérprete cuya carrera querrían emular.
 No hay premio que no se lleve, nominada al Oscar en 19 ocasiones ­—lo que la convierte en la intérprete, sin diferencia de género, con un mayor número de candidaturas—, lo ha recibido por Kramer vs. Kramer (1979), La decisión de Sophie (1982) y La dama de hierro (2011)
. Ama lo que hace y hace lo que ama, esa ha sido su filosofía desde que comenzó en el cine en los años setenta
. Pero nunca será ella quien se suba a un pedestal ni permite que otros la coloquen ahí. “Para eso tengo a mis hijos, para recordarme todas las mañanas quién soy”, afirma puntuando sus palabras con una carcajada fácil.
Si alguien le habla de sus grandes papeles, ella menciona las peores experiencias de su carrera y cita Bajo sospecha (1982) o La muerte os sienta tan bien (1992)
. Si su interlocutor alaba su compromiso solidario, la actriz replica lo mucho que queda por trabajar. “Es lo malo de intentar hacer algo bueno.
 Que nunca acabas. Que nunca consigues solucionar los problemas
. Ayudas, pero no resuelves, una labor sin fin”, explica sobre su obra social de la que prefiere no dar detalles.
'Sufragistas’ es un filme de época, pero si nos fijamos en las diferencias de sueldo y trato entre los géneros, nadie negará que la historia es moderna”
Pero si de algo se muestra orgullosa es de ser una de las voces más claras en favor de la igualdad de género, dentro y fuera de Hollywood.
 Una igualdad de la que ella disfruta, pero que quiere para todas.
 Y es este deseo el que la ha llevado a interpretar un pequeño papel en Sufragistas, la cinta de Sarah Gavron que se estrenó ayer en España y que deja claro que dos minutos con la Streep son mucho más intensos que toda una cinta protagonizada por otras estrellas.
“Hemos visto muchas películas sobre la defensa de los derechos humanos, de la igualdad social y racial, pero nada como esto”, afirma la actriz para defender una cinta centrada, como dice su título, en el movimiento sufragista de principios del siglo XX en Inglaterra.
 “Es un filme de época, pero si nos fijamos en las diferencias de sueldo y trato que se dan en la actualidad entre los géneros, nadie me negará que la historia es moderna”, afirma quien fue la primera en ponerse en pie para aplaudir el discurso en favor de la igualdad que pronunció la actriz Patricia Arquette en la última ceremonia de los Oscar al recibir una estatuilla.
Merly Streep, en un fotograma de la película ‘Sufragistas’, de Sarah Gavron.
Merly Streep, en un fotograma de la película ‘Sufragistas’, de Sarah Gavron.
“Para mí esta no es una nueva causa.
 Siempre he pensado igual, probablemente desde que tenía 7 años.
 Lo que he tenido es buena suerte y he disfrutado de una buena racha en una industria donde, cuando comencé, apenas había mujeres en puestos ejecutivos o en los equipos de rodaje.
 Las cosas han mejorado y supongo que mi experiencia habrá ayudado, pero queda mucho por andar”, precisa la actriz que lucha por la igualdad de género tanto en el Congreso estadounidense como a través de otras iniciativas independientes.
“He tenido suerte porque he podido participar en películas clave en momentos oportunos de mi carrera. Títulos como Kramer vs. Kramer, que fue un reflejo de lo que pasaba en la sociedad.
 O ahora, Sufragistas, un filme que no podría ser más apropiado para el momento que vivimos.
 Pero no me engaño. Incluso en mi carrera, estos trabajos son burbujas de aire en una industria dirigida por hombres y donde domina la narrativa masculina
. Las cosas están mejor en televisión”, afirma contundente.
La actriz estrenará el año próximo ‘Florence Foster Jenkins’, una cinta sobre la peor cantante de ópera
Para Streep (1949, Nueva Jersey), el cine está enfrascado en sus grandes franquicias basadas en juguetes o videojuegos.
“En la televisión encuentras otra variedad, series como Orange is the new black y muchas otras con mujeres en los papeles protagonistas.
 Mientras que en la gran pantalla, recuerdo que hace exactamente un año de las 10 mejores películas que seleccionó el Instituto del Cine Americano tan solo una contaba con una mujer como protagonista.
 Le corresponde a otro más listo que yo explicar esta disparidad, pero lo que queda claro es que la voz que se escucha en esta industria es principalmente masculina”.
La voz de Meryl Streep es potente, con largos tentáculos y respetada
. A la vez que la intérprete enviaba este año una carta a todos y cada uno de los miembros del Congreso estadounidense recordándoles la enmienda constitucional que defiende la igualdad y otra a la canciller alemana,
 Angela Merkel, para potenciar el desarrollo de la mujer entre las nuevas generaciones, Streep está detrás de un programa de becas que fomenta nuevas generaciones de mujeres guionistas por encima de los 40 años.
A la derecha, la actriz, embarazada, acompañada por su madre, en 1979.
A la derecha, la actriz, embarazada, acompañada por su madre, en 1979. / Ron galella (wireimage)
Todo sin parar de trabajar, con dos estrenos en 2015, primero Ricki y ahora Sufragistas, y otro listo para el próximo año, Florence Foster Jenkins, sobre la peor cantante de ópera jamás conocida.
 Una historia amable y divertida que describe la vida de otra de esas mujeres relevantes en su trayectoria.
 Y mantiene que cada una de sus interpretaciones ha sido “importante” para ella, a pesar de las cintas de las que reniega.
 “En la película de Robert Benton interpretaba el cliché de mujer misteriosa, bella y enigmática, de quien nadie sabe nada.
 Nunca me ha interesado ese tipo de papel, una imagen aburrida de lo que realmente es una mujer.
Y fracasé a la hora de mostrarla en la pantalla”, recuerda sobre Bajo sospecha.
En La muerte os sienta tan bien, de Robert Zemeckis, la actriz considera que lo que falló fue el director.
“Es alguien que disfruta más rodeado de cámaras que de actores”, precisa entre carcajadas.
“Estos trabajos son burbujas de aire en una industria donde domina la narrativa masculina”
Una nueva generación de actrices sigue los pasos de la gran Meryl Streep.
 Algunas incluso llevan su apellido o, mejor dicho, el de su marido, como es el caso de sus dos hijas, Mamie y Grace Gummer.
 Otras, simplemente han hecho de hijas suyas en la pantalla. “Claire Danes o Renée Zellwegger sin ir más lejos.
 Claire es incluso amiga de mi hija”, se regodea la matriarca, quien añade que no le gusta dar consejos.
“Si me preguntan, bueno, digo algo.
 Pero dar consejos es delicado, incluso con mis propias hijas
. No quiero ser una entrometida”. Aunque si se lo pide alguien cuyo único sueño es seguir sus pasos profesionales, le diría: “No desesperes”. “Realmente, lo único que necesita una actriz es un buen material.
 Yo tuve suerte y he vivido en la cresta de la ola del cambio. Solo espero que mi experiencia sirva de algo y ayude a las que vienen detrás”.

Su secreto mejor guardado

R. A.
Detrás de toda gran mujer, también hay un gran hombre.
 En el caso de Meryl Streep, que nació en New Jersey hace 66 años, ese hombre se llama Don Gummer,  el escultor con el que está casada desde hace 37 años.
 Autor, por ejemplo, de la obra que decora la nueva Embajada estadounidense en Moscú.
 “La vieja la tiraron porque tenía muchas escuchas... no es que la nueva vaya a mejorar”, bromea la intérprete.
 Con su sólido matrimonio, Streep le lleva la contraria a un Hollywood plagado de divorcios; aunque la estrella asegura que conoce muchas parejas tan longevas como la suya.
Fuera de la industria, claro está, y ahí es donde vive, en Connecticut (EE UU), lo más lejos posible de Los Ángeles sin salirse del país. ¿Ese es el secreto de su matrimonio?
“No sé. Yo diría que el único secreto, si es que lo hay, es que dejo las cosas por escrito.
Hablo de los contratos.
 Nunca he pasado más de dos semanas lejos de mi familia.
Especialmente cuando los niños eran pequeños. Pero lo dejo escrito y firmado. Porque en Hollywood, las promesas son lo primero que sale por la ventana”.

 

 

Mallorca, refugio de estrellas del Hollywood dorado................................................. Elisabet Sans

El vínculo de Errol Flynn con la isla atrajo a sus ilustres amigos.

El actor Errol Flynn, en la cubierta de su barco en 1941.
El actor Errol Flynn, en la cubierta de su barco en 1941. / PETER STACKPOLE (GETTY IMAGE)

La llegada de Errol Flynn en 1950 a Mallorca bien podría ser el guion de una de sus películas
. Tras casarse en Montecarlo —ciudad en la que las estrellas de la época dorada de Hollywood disfrutaban de vacaciones y sonadas fiestas—, viajaba en barco con su tercera esposa, Patrice Wymore, camino de Gibraltar cuando una tormenta obligó a desviar el Zaca hasta Pollença
. La belleza del primer amanecer en Mallorca amarró al actor a la isla durante la última década de su vida. Años en los que Flynn (Australia 1909, Canadá, 1959) enseñó las bondades de la zona a ilustres amigos como Ava Gardner, Rita Hayworth, Orson Welles, John Wayne o Tyrone Power.
 La Ibiza de hoy, plagada de famosos, poco tiene que envidiar a los veranos hollywodiensesmallorquines de los cincuenta.
Flynn y su mujer (a la izquierda), en una fiesta celebrada en la cubierta del 'Zaca' atracado en aguas mallorquinas.
Flynn y su mujer (a la izquierda), en una fiesta celebrada en la cubierta del 'Zaca' atracado en aguas mallorquinas. / VENTURA SALA
Con la idea de rescatar el pasado, Roser Amills ha escrito El ecuador de Ulises (Ifeelbook).
 “Me sabe mal que los mallorquines no tengamos la autoestima suficiente como para añadir la presencia de estos grandes actores a la historia de la isla”, dice tras bucear en las memorias del actor, las noticias publicadas hace 60 años y escuchar las “batallitas” de algunos vecinos de Palma
. La novela -contada por el personaje ficticio Miquel Bibiloni (basado en el abuelo de la autora)- recoge la estancia en la isla de “un actor del que se tuvo que suavizar su pasado porque había hecho tantas cosas en su vida que no era creíble”.
Antes de ser uno de los mitos sexuales de Hollywood, fue deportista olímpico, pescador de perlas, buscador de oro, castrador de animales e incluso viajó a España para luchar con los republicanos en plena Guerra Civil, algo que le puso en la lista negra de la dictadura y que estuvo a punto de costarle la expulsión de la isla.
Expectación ante la llegada a Palma de una barca con Grace y Raniero de Mónaco, en 1961.
Expectación ante la llegada a Palma de una barca con Grace y Raniero de Mónaco, en 1961. / cordon press

Una infancia en el ‘Zaca’

Una novela llena de historias reales que despertó el interés de Ventura Sala.
 Su padre fue uno de los tripulantes del yate Zaca, y su niñez está plagada de anécdotas junto al actor. Sala —que tiene recopiladas más de 500 páginas con información y fotos de la época— recuerda que aprendió a nadar y que destrozó parte de la cocina al disparar una de las escopetas guardadas en un armario.
Flynn le impuso el sobrenombre de Pequeño Bandido al intentar besar a su hija Arnella, de quien heredó desde el andador hasta sus juguetes.
“Tenía problemas con la bebida, pero mi padre me hablaba de él como un buen patrón y buena persona”.
“Al principio, su presencia era como un boom
. Aunque estuvo tanto tiempo en la isla que ya algo era algo normal verlo en el muelle, desayunando o de copas”, cuenta Sala.
 “Además, era muy accesible. No como Michael Douglas”, puntualiza. Wymore se integró tanto en la vida mallorquina que terminó cantando boleros y actuando en el Tito’s, que también pisó Marlene Dietrich.
Errol Flynn (a la derecha), ayuda a los tripulantes de su yate.
Errol Flynn (a la derecha), ayuda a los tripulantes de su yate. / VENTURA SALA
“Tanto Flynn como las otras estrellas se relacionaron de una manera absolutamente cercana con los mallorquines.
 Lo que les resultaba atractivo era ir a tiendas y restaurantes sin ser molestados”, le da la razón Amills.
 Para sus vacaciones y fiestas se iban a Montecarlo, Marruecos o Cuba; en Mallorca encontraban la paz. Pero tampoco faltaban los saraos y los escándalos, que contrastaban con la rígida vida impuesta por la dictadura.
 Flynn fue uno de los primeros objetivos de los tabloides y Mallorca, su refugio de los problemas con las mujeres y el acoso de la Warner y los acreedores.
 La vida del Robin Hood del celuloide se ajustaba más a la tormenta que a la calma, y precisamente una le llevó hasta Mallorca con el Zaca, que significa paz en somoano.
 Nombre premonitorio de lo que encontraría Flynn en la isla.

 

Pésimos madridistas..............................................................................Javier Marías

Mourinho por fin se fue, pero Florentino sigue y seguirá. Benítez, entrenador tosco y soporífero, no durará la temporada entera.

Solía escribir un artículo futbolístico cada seis meses o así (más no, para no abusar), pero creo haber dejado pasar varios años desde el último
. No estoy seguro, pero incluso puede que no haya reincidido desde febrero de 2012, con un título que era exagerado y que luego se ha convertido en exacto: “De cómo M y F me han quitado del fútbol”. No está de más recordar –han pasado casi cuatro años– que M era Mourinho y F Florentino Pérez. Sobre el primero aún me acaban de preguntar en una entrevista portuguesa: “Creo que no le gustó el paso de Mourinho por el Madrid. ¿Qué opina de lo que le está sucediendo ahora en el Chelsea?” Contesté más o menos: “Naturalmente no tengo pruebas, pero me da la impresión de que los jugadores del equipo londinense, que la temporada pasada ganaron la Premier League, están perdiendo a propósito para zafarse de su entrenador.
Ningún futbolista puede soportar mucho tiempo a un jefe que se apropia de las victorias y en cambio culpa de las derrotas a sus jugadores, a los árbitros, a la prensa, al calendario, a la afición o al influjo de la luna”.
No sería tan extraño. Estoy convencido de que eso se ha dado en numerosas ocasiones
. La única manera que tiene una plantilla para deshacerse de quien le amarga la vida o la aburre hasta la náusea es perder y perder y perder.
Sabido es que los presidentes de los clubs, antes de que las protestas se vuelvan contra ellos, sacrifican al entrenador, no pueden echar de golpe a veintitantos jugadores, sobre todo a mitad de campeonato
. Y no otra cosa explica el viejo dicho “A nuevo míster, victoria segura”.
La única manera que tiene una plantilla para deshacerse de quien le amarga la vida  es perder
A ese nuevo míster a menudo no le ha dado tiempo ni de decidir una alineación, luego lo más lógico es pensar que los futbolistas, una vez librados de su torturador, procuran de nuevo esmerarse y ganar. A nadie le cabría duda (a nadie menos a F) de que lo más beneficioso para un equipo es que los pueriles jugadores (la mayoría lo son) estén contentos con quien los dirige en el campo; es más, se afanen por complacerlo y recibir su felicitación.
 Esto, como nadie ignora, es muy difícil en el Real Madrid: casi todos sus integrantes son millonarios, muchos son caprichosos y están envanecidos, bastantes creen que no tienen nada que aprender ni mejorar, unos cuantos miran siempre por encima del hombro al desgraciado que la directiva les pone al frente
. O bien lo detestan con motivo, como fue el caso de Mourinho.
Ancelotti, que vino justo después, obró un milagro: pacificó los encrespados ánimos del vestuario, hizo equilibrios para no despertar la cólera de F, intentó ser justo con sus pupilos y educado con los periodistas, resultó simpático y con sentido del humor.
 Los jugadores lo adoraban y deseaban su continuidad.
 Resultado: consiguieron la décima Copa de Europa en 2013, título que al club se le resistía desde 2002
. Me costó, pero empezaba a congraciarme un poco con mi equipo de toda la vida.
 De nuevo quería que ganara, porque, al igual que los actuales jugadores del Chelsea según mi sospecha, recuerdo haber preferido que una Final de Copa se la llevara el Atleti (como así fue) antes que ver a Mourinho chulearse de haber logrado él un trofeo.
 Nunca llegué a cuestionarme si me había convertido en un “mal madridista”: tenía claro que no, que los pésimos madridistas eran F y M, dos traidores a Di Stéfano, a Puskas, a Gento, a Velázquez, a Raúl, a Zidane, a Casillas y al espíritu tradicional.
Los jugadores adoraban a Ancelotti pero fue destituido a pesar de haber dado al madridismo la ansiada décima Copa de Europa
Mourinho por fin se fue, pero Florentino sigue y seguirá: promovió unos cambios en los estatutos legales que, por injustos y abusivos que parezcan, acaban de ser ratificados por una avispada fiscal: sólo puede optar a la presidencia quien tenga veinte o más años de antigüedad como socio y aporte como aval personal el 15% del presupuesto, unos 86 millones de euros.
 ¿Y a quién le sobra ese dinero, aparte de a F? Salvando las distancias (el Madrid es una entidad privada), es como si sólo pudieran aspirar a La Moncloa registradores de la propiedad muy desabridos y que pronuncien la s como si fuera el sonido inglés sh, por ejemplo en “shit”. F expulsó a Ancelotti
. Como recordaba hace poco Óscar Sanz, al preguntársele por qué, balbuceó inconexo: “Pues mire usted, realmente no lo sé”. Si no lo sabía él, ¿por qué diablos se empeña en presidir?
No se le ocurrió otra genialidad (a él o a su consejero Sánchez, una especie de Yago destructor) que sustituir al obrador del milagro por Benítez, entrenador espeso, soporífero y tosco.
“No creo que dure la temporada entera”, le dije a mi amigo Alexis, escocés del Liverpool que le está agradecido por la vieja proeza de remontarle un 0-3 al Milán en una Final de Copa de Europa, tras lo cual sólo ha vulgarizado y amazacotado a los muchos equipos por los que ha pasado sin gloria.
 Los jugadores del Madrid se aburren con él, como era de prever, y no le quieren agradar. Ante el Barça (0-4) jugaron tan ridículamente que uno se malicia si no les pareció el día adecuado para hacer saltar por los aires a su entrenador.
 Quizá debieron dejarse meter dos o tres goles más, y a fe mía que el Barça los mereció. Acaso fue el Barça el que no quiso meterlos, justamente para que Benítez y Florentino no peligraran en exceso y permanecieran convenientemente en sus puestos (convenientemente para el Barça, claro está). Ese partido lo vi casi con indiferencia.
 Si M y F me quitaron del fútbol, desde luego F y B no me van a hacer volver. elpaissemanal@elpais.es

 

 

Una pequeña luz parpadeante........................................................Rosa Montero

Nuestra democracia es hipócrita y corrupta, pero, por fortuna, no tiene nada que ver con un régimen fascista.

¿De qué se puede hablar en un artículo como éste un día de elecciones? ¿Del cansancio, del desconcierto, de la indignación, del aburrimiento?
Todos estos términos son apropiados, en todos me reconozco, pero, al mismo tiempo, son un lugar común.
Se diría que hoy no se puede mentar la política sin emplear un tono sulfurado, burlón o despectivo; yo misma, sin ir más lejos, suelo hacerlo así: me burlo, me sulfuro y atizo con mi desprecio por doquier.
 Sin embargo, hoy me he levantado con el ánimo apologético.
 Recuerdo que, hace bastantes años, otro día de elecciones, escribí que, mientras nosotros estábamos hastiados, pasábamos de ir a las urnas y nos parecía todo una petardez, en ese mismo momento en otro país con cuyos comicios coincidíamos (creo que era Afganistán), la gente estaba arriesgando literalmente la vida para ir a votar.
Y, en efecto, cuando la jornada terminó, nosotros lo celebramos tomando unas cañas con los amigos mientras veíamos los avances de los resultados, y ellos se dedicaron a contar los muertos y los heridos, las urnas reventadas, los colegios asaltados a punta de Kaláshnikov.
Recuerdo también que, tras aquella columna, recibí unos cuantos varapalos de lectores que me escribían desde la cúspide de la indignación antisistema diciendo que nuestra democracia hedía y que vivíamos en un régimen fascista.
 Cierto; nuestra democracia es hipócrita, sucia, injusta y corrupta.
 Falso: no es un régimen fascista.
 Sé que, por desgracia, no aprendemos de la experiencia de los otros: en realidad, apenas si logramos aprender de nuestra propia experiencia.
 Y sé también que la memoria es muy poco fiable. Incluso a mí, que viví mis primeros 20 años bajo el régimen de Franco, se me ha olvidado en gran medida lo que es una dictadura.
 Los dolores sociales tienden a borrarse de nuestra cabeza, lo mismo que los dolores físicos: es un recurso de supervivencia.
 Así que tengo que hacer un esfuerzo por volver a meterme en aquel tiempo.
Conozco los agujeros que tiene nuestro sistema, me indigna y lucharé contra ello
Por rememorar la inmensa distancia que separa esta realidad precaria e indignante de hoy con la brutalidad sin paliativos de una tiranía.
 De entrada, esas cartas críticas que me enviaron no se hubieran podido publicar, no se hubieran podido escribir y a lo mejor ni siquiera se hubieran podido pensar, porque las dictaduras acaban achicando el espíritu de la gente.
Durante la época de Franco, incluso en los incomparablemente más blandos últimos años que me tocó vivir (aunque recordemos que el régimen murió matando), uno no expresaba jamás en público su verdadera opinión.
Y no digo ya en una mesa redonda o en un programa de televisión; digo simplemente hablando en una cafetería con los amigos
. Te cuidabas muy mucho de decir según qué cosas, por si el de la mesa de al lado te oía
. A veces, hasta en casa te reprimías, si tenías un vecino facha que pudiera escucharte.
 Una dictadura es una vida enrarecida y sin oxígeno, inimaginable desde la vida normal.
En el franquismo que yo viví los guardias podían multarte si te besabas en público (en la época de mi hermano, cinco años mayor, te multaban por sólo ir abrazados por la calle) y el régimen decidía, como si fueras un niño pequeño, qué podías leer, qué podías ver, qué podías saber: películas, libros y obras de teatro absolutamente normales estaban prohibidas
. Hasta mayo de 1975, las mujeres casadas no podían abrir una cuenta en el banco, comprarse un coche, sacarse el pasaporte o trabajar sin el permiso del marido, que además podía cobrar el sueldo de su esposa; los homosexuales eran encarcelados por la Ley de Peligrosidad Social, y en las empresas te decían con toda tranquilidad que no te daban trabajo porque eras mujer.
 Y nada de todo esto salía en la prensa.
Hoy no se puede mentar la política sin emplear un tono sulfurado, burlón o despectivo
Pero lo peor, lo más pernicioso y persistente era la sensación de indefensión que un régimen así construye en los individuos, el miedo a la autoridad, la certidumbre de carecer de derechos.
 Tuvieron que pasar muchos años de democracia para que ese profundo temor se perdiera; para poder pasar junto a un policía sin sentirte culpable.
 Todos esos lectores que reclaman, que abominan de la democracia y que protestan son personas a las que el sistema democrático ha dado, por fortuna, una justa conciencia de su dignidad y de sus derechos. Qué maravilla.
Recuerdo mi emoción cuando fui a votar por primera vez en las generales de 1977.
 Ahora, tantos años después, conozco todos los agujeros que tiene nuestro sistema.
Y me indignan, cómo no, y lucharé contra ello.
Pero hoy, cuando vaya a votar, intentaré pensar también en el lento, difícil, heroico logro que ha sido para la humanidad la conquista del sufragio universal.
Y en que es un valor que hay que defender, una pequeña luz parpadeante entre las tinieblas
@BrunaHusky
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