Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

20 dic 2015

¿Qué es de ti Charlotte Rampling ?









Pablo Alborán anuncia un parón de dos años para hacer vida normal

El joven cantante quiere dedicar tiempo a sus amigos y a su familia y a estudiar

Alborán, durante un concierto en Las Ventas del pasado verano. / CLAUDIO ÁLVAREZ

Momentos tristes para los fans de Pablo Alborán.
 El cantante ha dado una noticia que ni los espectadores ni sus fieles seguidores se esperaban.
El malagueño ha decidido hacer un parón en su carrera de dos años.
El motivo de abandonar la música durante este tiempo es porque necesita tiempo para dedicarle a sus amigos y a su familia y estudiar.
 Además ha asegurado que hace un año que no queda con sus amigos para cenar.
El cantante considera que es una persona muy normal y que necesita esa normalidad. Anunció el pasado sábado su decisión en el programa de Tele 5 ¡Qué tiempo tan feliz!.,  
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Hay que recordar que desde que saltó a la fama en 2010, el malagueño no ha parado ni un momento. En cinco años de carrera ha publicado 3 álbumes de estudio y uno en vivo, sin duda unos discos que han ayudado a que alcance la fama que tiene y a alzarse como uno de los mejores cantantes de nuestro país.
Pablo Alborán debutó en 2010 con Solamente Tú, su primer lanzamiento oficial y primer single de su primer disco que alcanzó el primer puesto en su 1ª semana en ventas.
Más de 30 discos de platino en Europa y 23 de ellos conseguidos en 24 meses, dos de oro en América y uno en Portugal.
Cifras de vértigo que solo podría conseguir Pablo Alborán que dice hasta pronto.

 

45 Años



Cartel de '45 years'

45 años


Dirección:
Título en V.O.: 45 Years
Nacionalidades: Reino Unido Año: Fecha de estreno:
Duración: 93 min.
Género: Drama
Color o en B/N: Color
Guión:
Fotografía: Lol Crawley
La semana en que Kate y Geoff van a celebrar el 45 aniversario de su boda, reciben una noticia que perturba la monótona tranquilidad de su vida conyugal.
 Geoff se encierra cada vez más en sí mismo y Kate empieza a preguntarse si realmente conoce a su marido.



Para los que sueñan con las bodas de oro

Lo mejor: los ojos de Charlotte Rampling, todo un poema.

Lo peor: que la confundan con una obra menor.

Por Sergi Sánchez Podría ser un relato de Charles Baxter o Alice Munro, tan frágil como una estalactita a punto de derretirse sobre una herida.
 No es tanto la vejez lo que se debate en '45 años' sino el amor azotado por el tiempo, que es lo mismo que el amor moldeado por el silencio
. Es la otra cara de la moneda de la magnífica Weekend (2011), la anterior película de Andrew Haigh, tan preocupada por el nacimiento del amor, con sus titubeos, su falta de sincronización, su precaria timidez, su miedo a quedarse corto o a pasarse de la raya.
Aquí también sólo hay dos personajes, pero su lucha es otra: entender qué queda de una relación cuando se descubre el secreto definitivo; que la vida es una mentira que te cuenta el que más te ama.
Sería injusto quitarle mérito a la dirección de Haigh, delicada como un origami, y a Tom Courtenay, cascarrabias hasta cuando se siente culpable, pero la dueña y señora de '45 años' es una Charlotte Rampling que mira, y nos mira, como si todo en lo que creía esté a punto de desmoronarse, y no hay nada que pueda remediar el desastre.

‘45 años’:Amor y matrimonio

El filme descansa en su capacidad de hacer evidente algo que se olvida con facilidad: que las pasiones se modulan con el tiempo, pero no nos abandonan jamás

  ‘45 años’: (des)Amor y matrimonio

Tentado está uno, al acercarse a 45 años, de empezar por hablar de los desafíos y los compromisos de la pareja, “la menos mala de las desgracias”, según feliz definición de Eva Piquer
. La conmovedora y sutil película del británico Andrew Haigh, una de las mejores del año, parte de ahí: de una pareja de largo recorrido, Kate y Geoff, con una semana por delante antes de la ce­lebración de sus 45 años de ma­trimonio.
Empezar, pues, con referencias a la añoranza de pasiones extintas y deseos enterrados.
 Hablar del paso del tiempo; de recuperar las ilusiones perdidas y luchar contra el tedio cotidiano y bla, bla, bla
. Acercarse, en fin, a estos 45 años como si fuera una –otra– de esas películas de tercera edad, pensadas para la tercera edad...
Sería un error.
Porque 45 años nos habla a todos.
 Lo esencial del filme de Haigh, a poco que uno consiga escapar de los lugares comunes que rodean el asunto de la vejez, descansa en su capacidad de hacer evidente algo que se olvida con facilidad: que las pasiones se modulan con el tiempo, pero no nos abandonan jamás. Que los reproches no tienen edad.
 Ni las decepciones tampoco.
Todo empieza cuando Geoff, interpretado por Tom Courtenay, recibe una carta que le anuncia el descubrimiento del cuerpo congelado de su primer amor, muerta hace cincuenta años en un accidente en un glaciar de los Alpes. Courtenay, hay que recordarlo, es uno de los grandes de la interpretación británica desde aquella airada La soledad del corredor de fondo (1962),

, Un maravilloso actor que, en 45 años, mediante un juego de murmullos, diferencia muy bien entre lo que dice, lo que piensa y lo que calla.

Esa carta inesperada agita la plácida vida de la pareja,y pone alerta a Kate, su mujer, en manos de Charlotte Rampling, en la mejor interpretación que jamás ha realizado la protagonista de Portero de noche
 Rampling suma su evidente capacidad para los personajes apasionados y fríos, a la vez, aunque parezca imposible, con una generosa paleta de matices de una mujer de mediana edad, muy british, en tensión creciente.
 Una mujer feliz en su matrimonio hasta que esa carta conmueve los cimientos de su felicidad.
La genialidad del director reside en el control: 45 años podría haber sido un grito desesperado, lleno de reproches y recriminaciones, un drama desaforado. 
Pero Haigh, por el contrario, hace que viva –y crezca– en los espacios que dejan las palabras.
 En las miradas, en el movimiento de los cuerpos. 
Hasta que se impone un gesto.
 Un gesto puede ser suficiente para que la barca de ese amor de 45 años esté a punto de zozobrar en medio de la tormenta que agita su vida cotidiana.
Es un asunto, otro, de pareja.

 

 

 


19 dic 2015

Despertar a la fuerza....................................................... Boris Izaguirre

Esta mezcla galáctica de elecciones con Navidad de lejos parece divertida y de cerca te indigesta, porque todo está supeditado al resultado electoral.

Carry Fisher y Harrison Ford en un fotograma de 'El despertar de la fuerza'.
Carry Fisher y Harrison Ford en un fotograma de 'El despertar de la fuerza'.

Lo bueno de la jornada de reflexión es que acorta un día la campaña electoral.
 En mi casa, igual que en otras muchas como en la de Isabel Preysler y Mario Vargas Llosa, estamos un poco inquietos porque pasan los días y no sabemos a quién votar.
 Y desde el debate vip del lunes entre Rajoy y Sánchez que terminó como un Sálvame Deluxe cualquiera, lo único que tenemos claro es que era mucho mas fácil votar en Operación triunfo.
 Hay días que la mano se nos va al joven Albert Rivera como solución ansiosa, pero de repente recordamos ese minuto de memoria de Pablo Iglesias en el debate de Atresmedia y la mano se nos va a la izquierda. El debate vip del pasado lunes aburrió mucho con un espectáculo que creíamos superado, dejando la curiosa sensación de querer votar por la esposa de Pedro Sánchez, Begoña Fernández, que es rubia, lista y nacida en Bilbao.
De las pocas cosas que quedaron claras de ese debate vip es que el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, llevaba razón en su insistencia de escudarse detrás de plasmas protectores.
 Apenas un poquito de exposición le ha ganado un inexplicable y mezquino derechazo que no tiene ninguna lectura política
. En la radio han dicho que casi el 30% de los votantes estamos en el trance de acudir mañana sin saber a quién votar
. Es un sin vivir que se suma a mis dramas navideños con las cenas en las fechas señaladas, casi siempre indigestas, y sabiendo que mañana bajaré del avión a toda prisa hacia el colegio electoral, entraré en el cubículo y cerraré la cortinita recordando que en las últimas elecciones que participé las ganó de rebote Ana Botella
. Mamá, que estás en el cielo, ayúdame.
Me gustaría desahogarme un poco viendo el nuevo episodio de la saga de La guerra de las galaxias, que justamente se titula El despertar de la fuerza cuando yo más bien lo estoy, despierto, pero a la fuerza y casi sin oxigeno porque no hay entradas para ver la película hasta mediados del próximo mes de enero.
 Qué éxito, ¡y eso que dicen que no sale Bertín Osborne! El fenómeno comercial de La guerra de las galaxias es tan espectacular que, completamente indeciso, no sabes si quieres disfrazarte de princesa Leia o más bien de uno de los miles de anónimos guerreros que llevan esos clónicos uniformes blanco y negro
. No entiendo cómo en Zara o en H&M no han reproducido ya esos uniformes para salir todos así vestidos de la tienda a la calle. Y de la calle al centro electoral y de allí al cine o a la cena de Navidad.
Es una jornada de reflexión repleta de reflexiones
. Estoy convencido de que se debe a esta mezcla galáctica de elecciones generales con Navidad, turrones y papeletas, héroes y villanos, que de lejos parece divertida y de cerca te indigesta.
 Porque todo está supeditado al resultado electoral y no disfrutas, como debieras, de regalos y cosas como el tercer grado de Pantoja.
 ¡Isabel está ya en casa como el jamón y los langostinos! Solo que con una pulsera electromagnética, que al igual que el reloj inteligente parece una bobada aprender a llevarla y resulta que es un lío. Conozco alguna señora que la lleva, no por gusto sino casi por las mismas razones que Isabel Pantoja, y me ha confesado que es un incordio.
 Por ejemplo, agarrar la servilleta y desdoblarla en el regazo puede hacer que te lleves media mesa por delante.
 Un abrazo de saludo resulta un golpe seco en el espinazo.
 Atarte los cordones de los zapatos (o las sandalias con tobillera, que puede ser el caso de Pantoja, a la que le gusta el tacón muy alto) resulta engorroso porque la libertad vigilada que te otorga la dichosa pulsera queda muy restringida en esos momentos.
Sería mejor que Isabel no trinche el pavo o la pava, porque la señal de alarma podría activarse con la plata de los cubiertos y el sodio del animal.
 Cantando en serio, ¿cómo puede ser que una reina de la copla, con el mayor conocimiento de bulerías y movimientos de manos que hayamos disfrutado, lleve ahora una pulsera que impide esa tradición gestual?
La respuesta la tendremos cuando Pantoja hable en exclusiva. Seguro que nos cuenta si se la quita para dormir o si esta pita cuando se aleja de su radar. Es que Cantora es muy grande, como la fuerza que la remueve.
En cualquier caso, hay vida después del 20 de diciembre.
 Y guerra en muchas galaxias. Como la boda de Cynthia Rossi, que va a ser otra responsabilidad enorme no solo para la revista ¡Hola! sino también para su madre Carmen Martínez-Bordiú, quien, entre otras cosas, es una nada indecisa organizadora de bodas, fiestas y batallas siderales. Carmen, ¡que la fuerza te acompañe!