Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

13 dic 2015

El libro más misterioso del mundo...................................................... Borja Hermoso

La editorial española Siloé clonará el ‘Códice Voynich’ de la Universidad de Yale, el mayor enigma editorial de la Edad Media.

Imágenes del 'Códice Voynich'.

Permanecen irresueltos los arcanos del Códice Voynich, un enigma en forma de libro viejo y descosido de 234 páginas y 22,5 por 16 centímetros que desde hace más de 50 años dormita en las estanterías de la Biblioteca Beinecke de la Universidad de Yale en espera de que alguien despeje su misterio.
 ¿Cuaderno botánico de plantas inexistentes? ¿Tratado cosmológico? ¿Obra de iniciación esotérica? ¿Código élfico? ¿Libro cabalístico? ¿Relato bélico? ¿Catálogo de pócimas para magia? ¿Solución anticonceptiva para mujeres medievales en pecado? ¿El diario de un extraterrestre? ¿Estudio sobre la transmutación de la piedra filosofal?
¿El engaño perpetrado por un genio?
 Hay quien aún lo sostiene, pero hace tiempo que la hipótesis falsaria perdió fuerza.
 Exactamente desde que, en los años 40, el lingüista estadounidense George Zipf formuló la Ley de Zipf sobre la frecuencia de las palabras utilizadas en un texto.
 Según ella, el vocablo más utilizado aparece el doble de veces que el segundo más utilizado, el triple de veces que el tercero, el cuádruple que el cuarto, y así sucesivamente
. Los estudiosos confirmaron hace tiempo que el texto del Voynich cumple con esa matemática de la palabra… y evidentemente nadie en el siglo XV (fecha científicamente probada de origen del texto) podía conocer ese enunciado.
Desde hace más de un siglo, el códice descubierto de forma casual en 1912 por el librero lituano Wilfrid Wojnicz entre los anaqueles de la Villa Mondragone —una mansión cercana a Roma que perteneció a la familia Borghese— continúa reventando la lógica científica y segregando la misma dosis de hipótesis descabelladas que de intentos serios de resolución.
No se sabe quién lo escribió ni quién lo ilustró, ni con qué intención.
 No se sabe en qué idioma está escrito.
 Hay quien lo asimila al sánscrito, otros prefieren identificarlo como una posible lengua oriental, quizá india, hay quien habla del tamil, incluso de un experimento de lenguaje universal asimilable al esperanto.
 No se sabe si al cabo todo es un lenguaje encriptado (ni los máximos expertos estadounidenses en descifrado de códigos militares han sido capaces de asomarse a la cuestión con un mínimo de fiabilidad).
Tan solo el año pasado Stephen Bax, profesor de la Universidad de Berdfordshire en Reino Unido, aseguró que había descifrado 14 símbolos de los miles que pueblan el libro.
Una certeza reina sobre el misterio: en 2011, la prueba del Carbono 14 practicada al manuscrito por un equipo de la Universidad de Arizona arrojó la aproximada partida de nacimiento del Voynich: un día entre 1404 y 1438
. El día en que —probablemente, solo probablemente— un monje culminó, sobre las tablas de un scriptorium del norte de Italia y con el olfato de la paciencia, lo que 600 años después la fiel y entregada secta de seguidores del Códice Voynich sigue llamando el libro imposible.
Imágenes del 'Códice Voynich'.
Entre semejante maraña de incertidumbres, la aparición de cualquier noticia confirmada en torno a este enigma editorial hay que recibirla como lo que es: un hito
. Por vez primera, y más allá de las reproducciones más o menos afortunadas elaboradas en el pasado, el Voynich tendrá su fotocopia: la editorial española Siloé, con sede en Burgos, ha sido la elegida entre aspirantes de todo el mundo por la Universidad de Yale para clonar el manuscrito.
Juan José García y Pablo Molinero son los dos socios propietarios de Siloé, una editorial especializada desde hace 20 años en clonar con igual altura de sensibilidad y rigor libros de horas medievales, volúmenes miniados, beatos, códices y cartularios de toda especie.
 Apenas 30 libros editados en dos décadas dan cuenta del trabajo de orfebrería puesto en pie por estos editores enamorados de su obra, y ahora emocionados con este auténtico pelotazo editorial.
“Supimos de la existencia del Voynich en 2005 y nos dijimos inmediatamente: ‘Hay que copiarlo’
. Lo que más nos incitó a ello fue el hecho de que es uno de los libros más solicitados para exposiciones del mundo.
 Y es más sencillo para una institución como la Biblioteca Beinecke, en vez de estar poniendo trabas al préstamo una y otra vez, anunciar: ya existe una réplica exacta del códice, la ha hecho una editorial española y usted puede dirigirse a ella
. Esto fue un buen argumento para que nos concedieran el proyecto”, explica Juan José García en una de las salas del pequeño museo del libro antiguo Fadrique de Basilea, en el casco histórico de Burgos, un escaparate de las obras facsimilares ejecutadas por la editorial a lo largo de su trayectoria (Beato de Ginebra, Libro de horas de Laval, Vida y milagros de San Luis, Codex Calixtinus de Salamanca, Cartulario de Valpuesta… todo ello en un museo privado y “sostenible” en palabras de sus responsables, ya que en este caso las obras expuestas, además, están a la venta).
Hace dos años ya que los responsables de la Beinecke Library de Yale les anunciaron que eran ellos los elegidos para un contrato por el que suspiraban editores de todo el mundo.
Desde entonces, los socios de Siloé, poseedores de 12 premios nacionales del Ministerio de Cultura a la mejor labor editorial en la modalidad de facsímiles y expositores habituales en las ferias de París, Nueva York o Fráncfort, han estado negociando el convenio de edición y las condiciones de trabajo para clonar el Voynich.
“Este tipo de decisiones”, explica Juan José García, “no se toman de la noche a la mañana, en las universidades norteamericanas las cosas se maduran y se meditan muchísimo, hay departamentos cuasi estancos sobre todo tipo de materias que hasta que se ponen de acuerdo pasan años”.
Pero el momento de la verdad ha llegado.
 En febrero, García y su equipo viajarán hasta New Haven (EE UU) para, en una sala semioscura, tranquila y con luz fría de la Beinecke Library, con el original del Códice Voynich ya sobre la mesa de trabajo y un guarda de seguridad que no les quitará el ojo, iniciar las tareas de clonación.
“¡Bueno, lo de la vigilancia es normal!”, bromea el editor burgalés. Las universidades estadounidenses y británicas, sobre todo, son enormemente cuidadosas con las medidas de seguridad. “Cuando clonamos el Bestiario de Westminster en la abadía de Westminster, por ejemplo, nos pidieron certificados de seguridad hasta de las clavijas de los focos que utilizábamos para iluminar; es que claro, ¡con un foco defectuoso puedes incendiar una abadía o una biblioteca!”.
La actuación de clonación sobre joyas de la codicología como esta es compleja
. No caben los atajos, tampoco los engaños, tal y como explican Pablo Molinero y Juan José García: “Cada folio se trabaja de modo independientemente, no utilizamos flejes, no utilizamos troquelado, todo se hace a mano, página a página, para que el libro tenga el mismo contorno envejecido que el original.
 Y luego hay que tener en cuenta que estamos ante una materia viva que ha permanecido prácticamente inerte durante 600 años y pasando por diferentes fases climatológicas y de conservación, que habrá estado en sitios con humedad, en sitios secos, que le habrá dado más luz, menos luz, estos libros suelen tener una deshidratación en mayor o menor grado, y todo eso le ha dado en algunas zonas un aspecto como quemado… y cuando pasas las páginas hay como un cuarteo, una especie de semichasquido, y todo eso hay que lograrlo, y es técnicamente muy complicado”.
Pero además el Voynich presenta sus propias dificultades añadidas:
 “Es un libro hecho en vitela, es decir, en piel de animal no nato, o sea, la piel del feto de un cordero o de una ternera, el material más suave y delicado que te puedes echar a la cara; además, el libro tiene folios que se abren, se desdoblan, se multiplican… y eso lo hace todo más complicado técnicamente”.
Paradójicamente, el caso del Códice Voynich, un libro de 600 años de edad, tiene el poder de retrotraernos a la infancia por su indescifrabilidad: al no poder ser leído, es meramente contemplado, a la manera en que el niño contempla un tebeo o un libro cuando aún no ha aprendido a leer.
 Y es eso: que el mundo aún no ha aprendido a leer el Voynich.
Y ya se verá si un día lo hace…

 

Casi cualquier prueba.......................................................................................Javier Marías

El Gobierno del PP ha sido un desastre en todos los frentes. Casi cualquier prueba parece preferible a continuar en la ciénaga de los últimos cuatro años.

 

Escribo esto cuando aún faltan varias semanas para las elecciones generales, pero ustedes lo leerán cuando ya sólo nos separe una del 20 de diciembre.
 Esa fecha ya delata la desesperación y la trapacería del Gobierno de Rajoy: cuando la gente está pensando más en la Navidad que en ninguna otra cosa, y algunos han iniciado viajes familiares o de vacaciones; cuando los que la cobren habrán percibido su paga extra y muchos estarán soñando con el gordo.
 Ignoro lo que habrá ocurrido en estas semanas que faltan, pero hoy no parece que estemos cerca de ocasión tan transcendental y señalada
. Entre los atentados de París y la jaula de grillos catalana, la atención está desviada.
Si uno lee los periódicos o ve los telediarios, las noticias relativas a esta votación no aparecen hasta la mitad, si no más tarde, y son bien escuetas.
 De momento no da la impresión de que nos estemos jugando lo que nos estamos jugando: nada menos que nuestra vida durante los próximos cuatro años, quién sabe si durante ocho.
Todas estas amenazas (la descerebrada brutalidad yihadista, la tediosa y peligrosa tontuna catalana) me temo que puedan beneficiar al PP, más que perjudicarlo.
En épocas de fragilidad las personas tienden a quedarse quietas, a no cambiar de gobernantes, a no hacer probaturas.
Si esto no sucedió en 2004, justo después de la mayor matanza terrorista de nuestro país y europea, fue por la aparatosa torpeza del gabinete de Aznar y por sus inauditas mentiras sobre una tragedia de la que quiso sacar provecho.
 Si hubiera contado la verdad desde el primer instante, tengo para mí que Zapatero jamás habría sido Presidente.
Han sido cuatro años de desastre absoluto en todos los frentes
. Quienes pueden sustituir a este Gobierno resultan una incógnita
La mentira compulsiva es lo que pierde a ese partido, el PP, aunque no tantas veces como sería esperable.
 ¿Qué valor tiene hoy la palabra de Rajoy, tras haber incumplido todas sus promesas de 2011? El país fue rescatado a través de sus bancos, a los que no se puso ninguna condición ni control, y así éstos se permitieron denegar créditos vitales a la ciudadanía que los había salvado.
 La crisis económica sigue tan dañina como hace cuatro años.
 Si hay seis o siete parados menos no es porque se hayan creado numerosos empleos, sino porque muchos de aquéllos han emigrado o se han dado de baja en el INEM, han arrojado la toalla, y ya no computan como desempleados en busca de trabajo.
 El salario medio (unos 18.000 euros anuales) permanece a niveles de 2007, e incontables comercios y empresas han cerrado
. Ha habido un incremento de los impuestos como jamás se había visto, lo cual no es por fuerza malo, pero Rajoy juró que lo último que haría sería subirlos.
Los casos de corrupción en sus filas (también en las de otras formaciones, pero sin comparación posible) no han hecho sino crecer, hasta el punto de preguntarse si no es el entero organismo el que está putrefacto (el organismo pepero). La sanidad, la educación, la justicia, todo ha ido a peor o se nos ha obligado a pagar más por menos.
La cultura ha sido perseguida, con total desdén no ya por sus creadores, sino por los millares de trabajadores de un sector beneficioso en todos los sentidos. Hacienda ha cambiado las reglas y las ha hecho retroactivas, algo insólito y de feroz injusticia, y además ha utilizado su información confidencial para amedrentar a individuos y colectivos críticos con el Gobierno.
 Se ha impuesto una Ley de Seguridad que ha privado de derechos a los españoles, la llamada “Ley Mordaza”, que sólo proporciona seguridad y blinda contra las protestas a las autoridades y a las fuerzas a sus órdenes.
 Ha habido una “reforma laboral” que sobre todo ha consistido en facilitar el despido libre y dejar aún más a la intemperie a quienes pierden sus empleos.
 Se ha dejado infectar la herida catalana. Y en todo lo demás se ha titubeado, y se ha optado luego por la inoperancia: no sabemos qué postura tiene este Gobierno acerca de los refugiados ni qué propone para combatir –ni siquiera para contrarrestar– al Daesh o Estado Islámico. TVE se ha convertido en un bochorno sectario plagado de ineptos (¿a quién se le ocurre colocar al frente de los informativos del fin de semana a un incompetente, ignorante y rancio llamado Carreño?).
 Y la desigualdad siempre en aumento.
En épocas de fragilidad las personas tienden a quedarse quietas, a no cambiar de gobernantes, a no hacer probaturas
Han sido cuatro años de desastre absoluto en todos los frentes
. Quienes pueden sustituir a este Gobierno no son muy de fiar, cierto, o resultan una incógnita.
 El PSOE no es seguro que haya abandonado la idiotez generalizada que lo dominó durante la época de Zapatero, y también lleva sus corrupciones a cuestas
. Esa idiotez, pero agravada, la ha heredado IU (o como hoy se llame) bajo el liderazgo de Alberto Garzón; y en cuanto a Podemos, una necedad similar compite con resabios de autoritarismo temible. Los de Ciudadanos parecen algo más listos y mejor organizados, pero tan neoliberales en lo económico que podrían acabar apoyando un nuevo Gobierno del PP (deberían aclararlo, y así ganarían o perderían muchos votos).
 De la antigua Convergència no hablemos, convertida en ruina por sus propios jefes, y aún menos de ERC, un partido congénitamente taimado.
 Pues bien, yo no sé ustedes, pero para mí, con todo y con eso, casi cualquier prueba, casi cualquier riesgo, me parecen preferibles a continuar en la ciénaga de los últimos cuatro años. No se puede chapotear en ella indefinidamente.
elpaissemanal@elpais.es

Cenicienta existe y debe de haber muchas............................................. Rosa Montero


Sara M.R. consiguió huir del infierno al que la sometía su familia. Ahora la joven marroquí quiere que su historia sirva de ejemplo para otros jóvenes que sufren vejaciones.

 

Sara M. R. tiene 22 años y nació en Larache, Marruecos
. Su madre, casada y con hijos, trabajaba en España; en un viaje a su tierra se embarazó de otro marroquí, también casado.
 O sea que, desde que nació, Sara fue una deshonra para la familia, una criatura odiada por todos
. La madre dio a luz en Marruecos, dejó al bebé con un matrimonio y regresó a España.
 Sara vivió con esa gente durante seis años; trabajaba como sirvienta y le pegaban.
 Un día apareció una mujer que le dijo que era su madre
. Le compró un pijama rojo del que Sara aún se acuerda con emoción y se la llevó a casa de los abuelos maternos en la ciudad de Alcazarquivir.
 Cuando Sara abrió los ojos a la mañana siguiente, estaba sola. La madre había regresado a España sin despedirse.
La niña se levantó y fue hasta el comedor. Estaba lleno de gente que ella no conocía. Sólo tenía siete años y tuvo miedo: cogió su pijama rojo y salió corriendo de la casa.
 Uno de los hermanos de la madre estaba pelando una naranja y salió detrás de ella con el cuchillo en la mano.
 Cuando la alcanzó, se lo clavó a la niña en la cintura.
 No debió de ser muy grave, aunque aún conserva la cicatriz; por supuesto, no la llevaron al médico. Pero lo peor fue que Sara, en su angustia, dijo: “Cuando llame mi madre se lo contaré todo”. Entonces, para impedir que hablara, el tío la sujetó, le abrió la boca a la fuerza y la abuela le cortó la campanilla con unas tijeras.
 Resulta difícil de creer tanta brutalidad, y, sin embargo, la historia de las mujeres está llena de atrocidades semejantes: adolescentes desfiguradas con ácido o quemadas vivas por la suegra.
No sé si los verdugos creyeron que al cortarle la úvula no podría hablar; en realidad, eso no afecta apenas la dicción.
 Pero consiguieron su objetivo: aterrorizada, la niña se calló y sus familiares no volvieron a escucharle una sola palabra.
 Pensaban que era muda.
La joven no fue al colegio hasta los 12 años.
 Dormía en la cocina y trabajaba de sirvienta. Tampoco le daban de desayunar
Pasó cinco años más viviendo en ese infierno
. Por supuesto, nunca fue al colegio; dormía en la cocina y limpiaba todo el día; a veces, para castigarla, la abuela calentaba un cuchillo en el fuego y se lo aplicaba en la palma de la mano.
 Tenía 12 años cuando apareció el padre y se la llevó a España con su mujer y sus otros tres hijos. Vivían en un pueblo de Girona y allí fue la primera vez que Sara asistió a clase: sin duda la enviaron porque era ilegal no hacerlo.
No sabía leer ni escribir, no sabía español.
Seguía durmiendo en la cocina y trabajando de sirvienta.
 La madre preparaba bocadillos para los tres hijos, pero no para ella; en realidad tampoco le daban de desayunar. La profesora llamaba a menudo para protestar porque Sara había llegado en ayunas, o porque no tenía cuadernos ni lápices (no le compraban material escolar)
. Pero, cada vez que telefoneaba, en casa le pegaban. En una de las palizas, el padre le desencajó la mandíbula de un puñetazo. Todavía hace chasquidos cuando come.
Un año después la madre se la llevó a vivir a Mataró con ella y sus hermanos. Y, aunque parezca imposible, la cosa empeoró. Sara tenía que andar con la mirada baja; controlaban todos sus movimientos y la madre la golpeaba sin cesar con la goma del butano.
 “Para entonces yo era ya más grande que ella, me hubiera podido defender, pero, como siempre me han pegado, no tengo coraje”, dice Sara, equivocadamente, porque es una de las personas más valientes que conozco.
 La encerraban en casa bajo llave y la niña estaba convencida de que acabarían matándola.
 Se intentó escapar dos veces y la atraparon. Tras la segunda fuga la paliza fue tan brutal que se le puso todo el cuerpo morado
. Consiguió huir y llegar a una comisaría.
Cuando vieron su estado, detuvieron a la madre y al hermano y ella fue internada en un centro de menores de Tarragona.
Tenía 14 años.
Cuando los agentes vieron su estado, detuvieron a la madre y al hermano.
No fue fácil, pero pudo irse reconstruyendo poco a poco.
 Una familia la acogió durante un año; una mujer mayor, Aurora, le dio cariño; una psicóloga le ayudó a ponerse en pie.
Ahora es capaz de contar esta tremenda historia sin llorar.
 No ha terminado la ESO, pero se expresa de maravilla, tiene una inteligencia vivísima, una voluntad de hierro, un corazón de oro. Reside en Barcelona y trabaja de dependienta en una tienda de ropa en donde es muy apreciada.
Vive en pareja desde hace dos años y, “como tengo mucho amor que dar”, han adoptado a una podenca y una galga maltratadas:
“No quiero tener hijos por miedo a ser como mis padres” (seguro que jamás lo serías, hermosa Sara). Se ha puesto en contacto conmigo porque quiere que su historia sirva de ejemplo para los chicos del centro de menores, a los que ve muy perdidos:
 “Pero yo soy la prueba de que se puede salir”. Quiere contarlo, en fin, para poder darle un sentido al sufrimiento.
 Ahora Sara está contenta: “A veces tengo pesadillas, pero las dificultades normales me parecen una tontería.
 Lo que es un mal día para cualquier persona, para mí es superguay”.
 Para alguien que ha estado en el infierno, la vida cotidiana es la abundancia.
@BrunaHusky
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Amores cinéfagos: Ava y Frank, de camino al bidé............................................... Jordi Bernal

Amores cinéfagos: Ava y Frank, de camino al bidé

 
“Éramos grandiosos en la cama. Los problemas aparecían de camino al bidé”
Ava Gardner
Hay amores de alto voltaje que no están hechos para una mínima apacibilidad cotidiana.
 Hay pasiones que arrasan los días con una alevosa furia nocturna
. Vino y rosas antes del seguro naufragio. Carne de guión de una película aún por hacer más allá de los baratos telefilmes que confunden los romances rosas con la historia de jadeos desgarrados que en verdad fue. 
Grandiosa entre sábanas, divertida y cruel a ratos, patética en los momentos en que se avecinaba la calma y se quería tormenta.
 Tiene la relación de Ava Gardner y Frank Sinatra todos los elementos literarios para un infame serial de sobremesa y, al mismo tiempo, fue una historia que para ellos se convirtió, para siempre, en la historia.
 Y, con ella, la leyenda. Esta última repite la anécdota de Sinatra enarbolando la portada de una revista con el rostro de Ava y diciéndole chulapón a los colegas: “Esta chica va a ser mía”.
 No hubiera sido la primera vez que Frank se fijara en una presa y la hubiese acechado con la implacable determinación del depredador.
 Hasta el salto del tigre. Sin embargo, la crónica contrastada sitúa su primer encuentro en el Mocambo de Sunset Strip. 1941.
 Por entonces la actriz estaba haciendo sus primeros pinitos en películas de la Metro.
 Estaba casada inverosímilmente con el cómico, bailarín y parlanchín Mickey Rooney, un matrimonio que no duraría un año y que tenía todas las trazas de artimaña promocional de gran estudio cinematográfico.
 Se encontraban tomando unas copas (Ava empezaba a conocer la noche y nunca más se separaría de ella: “Es que, cariño, cuando se pone el sol, me siento más, no sé, más despierta”, escribió en sus memorias, Ava, con su propia voz) cuando apareció Sinatra, que conocía bastante bien a Rooney, exhibiendo una de sus mayores armas de seducción, la sonrisa de anuncio de dentífrico:
 “Eh, ¿por qué no te he conocido antes que Mickey? Hubiera podido ser yo quien se casara contigo”, le espetó el crooner.
 En ese momento Ava no era todavía la Ava que bien pudiera haberle devuelto la vacilada con alguna réplica mordaz y desarmante:
 “Me cogió desprevenida. Supongo que le devolví una sonrisa vacilante, pero creo que no dije nada. Porque en aquella primera época, yo siempre me sentía desplazada. Conocer a Frank Sinatra ya era bastante emocionante.
 Pero que me dijera algo así me dejaba completamente sin habla”, escribe en las mentadas memorias.
Hubieron de transcurrir unos cuantos años para que aquella conversación interrumpida se prolongara toda una noche
. La Gardner se había convertido en una estrella. 
En 1946 despertó millones de devociones masculinas, como lobos de Tex Avery, con su imperturbable y perturbadora presencia en The Killers, turbia y soberbia adaptación, dirigida por Robert Siodmak, del clásico relato homónimo de Hemingway.
 Así pues, gozaba de todas las consideraciones y comodidades del sistema hollywoodiense.
 Se compró una casa en Palm Springs, una ciudad en medio del desierto que se había convertido en lugar de descanso y juergas entre la gente del cine.
 Allí, Sinatra tenía un apartamento de soltero. O sea lo que conocemos comúnmente como un picadero.
 A la sazón, estaba casado con Nancy Sinatra, la novia del barrio, de cuando todavía era un cantante de orquesta que ganaba 125 dólares a la semana.
 Sin embargo, y como era muy frecuente sobre todo entre la farándula religiosa de ayer, hoy y mañana, cohabitaba un mundo noctívago de amigos, farra y mujeres de ocasión lejos del recoleto salón  familiar y sus obligaciones.
 El embrión de lo que años más tarde se conocería como Rat Pack, que el escritor Javier Márquez retrata pormenorizadamente en Rat Pack. Viviendo a su manera . Una noche de 1949 Ava y Frank coinciden en una fiestaç
. Fue la noche en la que todo empezó.
 Fue la noche suave, sin amenazas de destellos de tormenta. 
La recuerda la actriz: “No tardó en presentarse a mi lado, con un martini seco en la mano, uno de esos invitados
. Los ojos azules estaban llenos de curiosidad, la sonrisa seguía siendo viva y audaz, y el rostro era más cálido y expresivo de lo que yo recordaba. Oh, Dios, Frank Sinatra podía ser el hombre más dulce y encantador del mundo cuando quería:
—Me alegra volver a verte —dijo—. Hacía tiempo que no nos veíamos.
—Desde luego —contesté, sintiéndome mejor por momentos.
—Supongo que quisimos correr demasiado la última vez que nos vimos.
—Tú querías correr demasiado.
—Empecemos de nuevo —dijo Frank— ¿Qué haces ahora?
—Películas, como siempre. ¿Y tú?
—Intentando levantar el culo del suelo”.
Verdaderamente, Sinatra en aquella época estaba con el culo en el suelo.
 Había perdido el beneplácito del público y tenía problemas de voz.
 La inseguridad le acarreó más de un gatillazo en conciertos.
 Además, la Metro le había puesto en segundo lugar, después de Gene Kelly, en los créditos del film musical Un día en Nueva York
 Se encontraba, pues, en la misma situación que  Johnny Fontane en El Padrino.
“Con la mayoría de las mujeres con que sale, Sinatra nunca sabe, dicen sus amigos, si lo quieren por lo que puede hacer por ellas ahora… o hará por ellas después.
 Con Ava Gardner fue distinto. No podía hacer nada por ella. Ella estaba por encima
. Si algo aprendió Sinatra de su experiencia con ella, fue tal vez saber que cuando un hombre altivo ha caído, una mujer no lo puede ayudar. Especialmente una mujer que está por encima”, concluyo Gay Talese en el reportaje Frank Sinatra e
stá resfriado.
The Lady is a Tramp
“Es salvaje e inocente, aferrada al amor
en todo naufragio…”
Robert Graves
La historia de Ava y Frank coincide con el descubrimiento de España por parte de la actriz.
 Todo muy tórrido. En Tossa de Mar se rueda Pandora y el holandés errante
El cambio de continente le sirve a Ava para poner tierra por medio.
 Pese a que no publicitan su relación, la prensa no hace otra cosa que vampirizar a la pareja de moda y, de paso, contribuir a que la opinión pública se ponga en contra de Ava. 
La querida. Las cosas se agravaron cuando en 1950 (¡el Día de San Valentín!) la esposa de Sinatra anunció a los cuatro vientos la separación:
 “Desgraciadamente mi vida matrimonial con Frank se ha vuelto muy triste, casi insoportable. Por lo tanto hemos decidido separarnos. 
Le he pedido a mi abogado que intente lograr un arreglo de separación de bienes, pero por el momento no tengo intención de entablar demanda de divorcio”.
 A partir de ese momento, Ava pasó a ser la destrozamatrimonios, la arpía que se inmiscuye en la vida de una familia católica.
 Un plumilla llegó a calificarla de “Perra-Jezabel-Gardner”. No parecía importar a nadie que Sinatra fuera un pichabrava de campeonato
. De hecho, poco tendría que envidiarle a Warren Beatty, a quien se le atribuyen, en pormenorizado cálculo, un total de 12.775 amantes (sin contar polvos apresurados y escarceos de gloriosos preliminares) a lo largo de su vida.
 Si uno pudiera, parafraseando a Woody Allen, quisiera reencarnarse en la mano de Frank Sinatra.
A la celopatía intrínseca de Ava Gardner en nada ayudaron las advertencias de Lana Turner, que había tenido una relación con Sinatra un par de años antes y que había sido finiquitada por el cantante a causa de los sagrados deberes maritales. 
También el magnate Howard Hughes hizo de las suyas.
 Obsesionado con Ava y controlador de vidas ajenas (en su trilogía de la historia reciente de EUA, James Ellroy consigue escenas hilarantes con un marchito y manipulador Hughes), le muestra un informe de una investigación que ha encargado y que certifica el donjuanismo irreversible de Sinatra. Pero no es suficiente
. La actriz está enamorada. Es testaruda
. Y le encanta follar, beber, reír y cantar con Frank. Son tal para cual.
 Los dos proceden de entornos humildes (sobre todo Ava, que nació en una familia paupérrima de campesinos de Carolina del Norte), son hedonistas, noctámbulos, vitalistas, con muy mala leche y con unos celos terribles (pero muchas veces fundados).
 El productor Teddy Villalba así los describe en el placentero Beberse la vida. Ava Gardner en España de Marcos Ordóñez: “La relación de Ava con Sinatra fue eterna, mucho más allá de lo que la gente pueda imaginar.
 Estaban enamoradísimos, pero no podían estar más de dos horas sin liarse a bofetadas.
 Mutuamente y literalmente. Una relación muy difícil y muy especial.
 Una verdadera pasión, con celos mutuos, con arrebatos y caídas.
 Yo viví con ellos varias broncas impresionantes (…) Se peleaban, se reconciliaban, volvían a pelear. Ahora bien, si tuviera que elegir a uno de los dos, y los quise mucho a ambos, me quedo con Ava. Ava era una criatura fuera de serie. Frank era un hombre increíblemente retorcido, atormentado, con un ego enfermo. 
 Pero también hay que decir que, pese a todos los problemas, Frank siempre estuvo a su lado. Aunque estuviera muy lejos.
 Aunque hubieran pasado muchos años”.
A toda la pasión y furia hay que añadirle los numeritos, los desplantes, los pollos que se montaban mutuamente como cuando Sinatra se despidió de ella por teléfono antes de disparar su revólver.
 Ava corrió asustada a la habitación del hotel y se encontró con el cantante sonriendo y una almohada agujereada. Es posible que Frank ansiara la presa, al animal más bello del mundo, según sintagma publicitario, mientras que Ava vislumbrara a ratos la posibilidad remota de una vida en común
. Sin embargo, fueron a chocar un par que representaban todo lo opuesto a la normalidad, a la grisura consuetudinaria. 
Y estaba bien que así fuera. Como explicó en una ocasión Nancy Sinatra hija: “Es mejor que todos los demás, o al menos eso piensa, y él tiene que vivir a la altura de eso”.
 Representó la fantasía de miles de hombres que frente al espejo no se veían tan distintos a Frank y, de camino a la jornada sonsa de oficina, podían imaginar que tal vez ellos también podrían vivir su glorioso tormento con su particular Ava. Ava o el ardor.
En España, son conocidos los escarceos indiscriminados de Ava.
 Especialmente con los toreros Mario Cabré y Luis Miguel Dominguín.
 Con el primero todo parece indicar que fue más una estratagema marquetiniana que otra cosa.
 Todos parecían saberlo menos el propio torero, que incluso le dedicó un moribundo libro de versos a la idolatrada actriz.
 Con el segundo la cosa fue en serio. De su relación con Dominguín (al que Ava siempre tuvo un peldaño por debajo de Sinatra) queda la anécdota falsa según la cual el torero después de yacer con tan preciada hembra se levantó raudo de la cama, y cuando ella, sorprendida, le preguntó: “¿A dónde vas?”, él respondió: “Pues a contarlo”.
 Por su parte, Humphrey Bogart, con su típico sarcasmo on the rocks, sentenció: “Las mujeres de medio mundo se arrojarían a los pies de Frank Sinatra, y resulta que Ava pierde la cabeza por un tipo que usa capa y zapatillas de bailarina”.
 Bogart mantuvo siempre una buena amistad con Sinatra. De hecho, cuando el primero enfermó de cáncer, Frank estuvo allí pendiente de su amigo. 
Y ya de paso se encamaba con su esposa Lauren Bacall. Bacall, que lista lo es un rato largo, ya percibió los cambios de actitud de Sinatra para con las mujeres: la suavidad y atenciones iniciales se volvían manipulación cuando estaba seguro de que tenía la situación controlada.
 Con Ava, sin embargo, todo fue siempre puro descontrol y anarquía.
47 kilos de polla
“Yo me apunto a cualquier cosa que te ayude a pasar la noche, ya sea una oración, tranquilizantes o una botella de Jack Daniel’s”
Frank Sinatra
Pese a que la pareja intentó actuar según convencionalismos, nada parecía estar regido por las normas. 
Se casaron en 1951, convivieron poco más de dos años y su matrimonio duró seis. 
Ava mantuvo siempre buen rollo con la madre de Sinatra, matrona italiana de armas tomar
. Pero todo parecía indicar que lo suyo era otra cosa. Durante el rodaje africano de Mogambo se produjo la célebre escena que tan buena reputación dio a Sinatra. En una cena con el gobernador británico de Uganda y su esposa, el director de la película, John Ford, le espetó malévolo a la actriz:
—¿Por qué no le cuentas al gobernador lo que ves en ese renacuajo de 50 kilos con el que te has casado?
—Claro, señor Ford. Porque son 3 kilos de Frank y 47 kilos de polla.
Era la típica réplica que le chiflaba a Ford.
 Durante el rodaje de Mogambo, Ava descubrió que estaba embarazada y decidió abortar. 
No creía poder ofrecer la vida que un hijo necesitaba.
Del extenso anecdotario de Ava y Frank, uno de los episodios más preciosos es el conocido como “la noche del visón blanco”. Sinatra, por aquel entonces, estaba rodando en España el pestiño de Stanley Kramer Orgullo y pasión.
Se encontraba alojado en el Hotel Felipe II de El Escorial, donde, por cierto, pintó el doliente autorretrato del payaso, y mientras ejercitaba dedos en un piano y entonaba melodías pidió un teléfono para llamar a Ava. “Hey, honey”.