7 dic 2015
Bruce Springsteen, la forja de un líder a su pesar..................................... Ignacio Julià
El mito incluye 11 temas inéditos en la reedición del álbum 'The River', publicado en 1980 y titulado ahora 'The Ties That Bind: The River Collection'.
Explorando la antología The Ties That Bind. The River Collection, de Bruce Springsteen,
regreso a una juventud que hoy parece soñada, siento la punzada del
paso del tiempo
. ¿Qué fue de los jóvenes que nos empapamos de aquella obra de primera madurez y necesaria reformulación naturalista?
¿Qué queda de aquel inadaptado treintañero, a las puertas del mundo adulto, en la envejecida megaestrella? Con The River (1980), Springsteen no solo se daba un baño de realidad tras reconstruir la errabunda mitología del sueño americano en Born to Run (1975) y deflagrarla en el posterior Darkness on the Edge of Town (1978), exponía directamente esas ataduras —empleo e hipoteca, matrimonio e hijos— que socavan las vanas esperanzas de quienes han husmeado vahídos de libertad en la última adolescencia.
El rock podía apartarte del rebaño y hacer sólida tu individualidad, pero no era una escapatoria alada, sino la vida misma.
Así lo expresó ante unos pocos periodistas tras su debut en Barcelona, en abril de 1981, solo dos meses después del tejerazo
. En aquellos días inciertos cualquier evento rock se convertía en liberadora algarabía y, en consecuencia, la E Street Band se encontró con una reacción que no esperaba.
‘’Se palpaba un poderoso sentimiento de libertad explotando en el aire’’, escribiría su biógrafo Dave Marsh. Aquella velada que presentaba The River, abundante colección equilibrando los palos festivos del rock and roll, el soul y el country, con la manifestación casi trágica de la inhóspita realidad, fue un emocionante choque entre la pujanza de un músico que reclamaba autenticidad y una audiencia sedienta de optimismo.
Un honrado espectáculo con voluntad de comunicar ideas sencillas pero necesarias para tomar las riendas del propio destino.
Faltaban unos años para la consagración que trajo Born in the USA (1984).
Quienes tras el concierto estrechamos su mano no podíamos imaginar lo que le esperaba a aquel tipo flaco y de estatura mediana, espigada nariz y alargadas patillas, chaqueta tejana y toalla enrollada al cuello
. Sonreía nervioso y ponderaba sus palabras, un mecánico de New Jersey acomplejado ante la prensa europea.
Nos habló de cómo había aclarado sus ideas ver Las uvas de la ira por televisión o estudiar libros sobre la Historia de Estados Unidos.
Su representante Jon Landau sería el guía de esta educación tardía y quien le empujaría a la conquista de los estadios.
Era preciso vigorizarle para extenuantes actuaciones, fomentar su conciencia cultural y social. Enunciando un mensaje útil, el campechano Bruce devendría el fornido Rambo que cantaba a Woody Guthrie.
El origen del actual Jefe está pues en este puñado de discos y DVDs, en el jolgorio de Hungry heart y el espectral abatimiento de Stolen Car, la boda por penalti que empuja al futuro a la pareja del tema titular y el adiós al padre de Independence day
. El documental incluido en la caja The Ties that Bind le capta confesando que se sentía en una encrucijada: ‘’Pensaba en lo que mantiene unida a la sociedad, esas ideas imperfectas de cómo la gente se relaciona con los demás.
Quería formar parte de eso, no solo observarlo desde fuera. Sentí que si no conectaba con la vida real, iba a perderme’’.
El reflexivo vitalismo de The River no solo le salvó de la marginalidad, le hizo la última figura central que tuvo el rock. ¿Hasta hoy?
. ¿Qué fue de los jóvenes que nos empapamos de aquella obra de primera madurez y necesaria reformulación naturalista?
¿Qué queda de aquel inadaptado treintañero, a las puertas del mundo adulto, en la envejecida megaestrella? Con The River (1980), Springsteen no solo se daba un baño de realidad tras reconstruir la errabunda mitología del sueño americano en Born to Run (1975) y deflagrarla en el posterior Darkness on the Edge of Town (1978), exponía directamente esas ataduras —empleo e hipoteca, matrimonio e hijos— que socavan las vanas esperanzas de quienes han husmeado vahídos de libertad en la última adolescencia.
El rock podía apartarte del rebaño y hacer sólida tu individualidad, pero no era una escapatoria alada, sino la vida misma.
Así lo expresó ante unos pocos periodistas tras su debut en Barcelona, en abril de 1981, solo dos meses después del tejerazo
. En aquellos días inciertos cualquier evento rock se convertía en liberadora algarabía y, en consecuencia, la E Street Band se encontró con una reacción que no esperaba.
‘’Se palpaba un poderoso sentimiento de libertad explotando en el aire’’, escribiría su biógrafo Dave Marsh. Aquella velada que presentaba The River, abundante colección equilibrando los palos festivos del rock and roll, el soul y el country, con la manifestación casi trágica de la inhóspita realidad, fue un emocionante choque entre la pujanza de un músico que reclamaba autenticidad y una audiencia sedienta de optimismo.
Un honrado espectáculo con voluntad de comunicar ideas sencillas pero necesarias para tomar las riendas del propio destino.
Faltaban unos años para la consagración que trajo Born in the USA (1984).
Quienes tras el concierto estrechamos su mano no podíamos imaginar lo que le esperaba a aquel tipo flaco y de estatura mediana, espigada nariz y alargadas patillas, chaqueta tejana y toalla enrollada al cuello
. Sonreía nervioso y ponderaba sus palabras, un mecánico de New Jersey acomplejado ante la prensa europea.
Nos habló de cómo había aclarado sus ideas ver Las uvas de la ira por televisión o estudiar libros sobre la Historia de Estados Unidos.
Su representante Jon Landau sería el guía de esta educación tardía y quien le empujaría a la conquista de los estadios.
Era preciso vigorizarle para extenuantes actuaciones, fomentar su conciencia cultural y social. Enunciando un mensaje útil, el campechano Bruce devendría el fornido Rambo que cantaba a Woody Guthrie.
El origen del actual Jefe está pues en este puñado de discos y DVDs, en el jolgorio de Hungry heart y el espectral abatimiento de Stolen Car, la boda por penalti que empuja al futuro a la pareja del tema titular y el adiós al padre de Independence day
. El documental incluido en la caja The Ties that Bind le capta confesando que se sentía en una encrucijada: ‘’Pensaba en lo que mantiene unida a la sociedad, esas ideas imperfectas de cómo la gente se relaciona con los demás.
Quería formar parte de eso, no solo observarlo desde fuera. Sentí que si no conectaba con la vida real, iba a perderme’’.
El reflexivo vitalismo de The River no solo le salvó de la marginalidad, le hizo la última figura central que tuvo el rock. ¿Hasta hoy?
Michäel Azoulay en una de sus tiendas de American Vintage en Madrid.
La firma de moda francesa ha cumplido este año una década y para festejarlo han llenado su agenda anual de proyectos y fiestas
. Del programa de eventos, destaca una colección cápsula diseñada en colaboración con 10 jóvenes creadores galos, una campaña —Âme (alma, en castellano)— con 10 musas que representan el espíritu de la marca, una exposición fotográfica y hasta una playlist pensada para la ocasión.
Pero a American Vintage le quedaba algo en el tintero para cerrar un año redondo: inaugurar oficialmente su nueva tienda de Madrid. Y a eso vino el pasado jueves su diseñador creativo, Michaël Azoulay.
American Vintage, esa firma que vende camisetas básicas de algodón a 40 euros, no solo ha conseguido mantenerse a flote durante estos 10 años, sino que ha crecido
. ¿Cuál es su secreto? "En vez de huir, nos hemos mantenido fuertes", sonríe el diseñador y señala que esta prenda es solo una parte de su primera colección que "ha recibido oxígeno y se ha convertido en un must".
Azoulay cuenta que le han pedido que diseñe zapatos o pantalones vaqueros, pero él se mantiene fiel a sus principios:
"En la industria de la moda no se duerme, pero aún así hay que focalizarse en tu ADN para no perderlo", dice el francés.
Michaël Azoulay ya existía en la industria de la moda antes de American Vintage, pero reconoce que "no tenía muy claro hacia dónde iba".
El nacimiento de su firma fue acompañado de un cambio de estilo y adoptó como bandera el algodón —en todas sus variantes y diferentes calidades—. "Inventé para las mujeres una segunda piel y algo mucho más sencillo y eficiente.
Lo simple es una actitud y en eso creemos nosotros", explica el alma mater de la firma
. Creatividad, eficiencia en la producción y rapidez en la entrega son para el diseñador las claves que hicieron que su retail se expandiera poco a poco, temporada a temporada hasta alcanzar los 170 puntos de venta —entre tiendas y corners— en lugares tan diferentes como Hong Kong, Tel Aviv o Singapur.
La inauguración de la tienda insignia en Madrid —flagship store, en la jerga del mundo del comercio— es para Michäel Azoulay un símbolo de que su marca sigue creciendo.
"La crisis es también tiempo de oportunidades.
Como compañía pequeña que somos, tenemos algunas ventajas como poder tomar decisiones muy rápido
. Pero también tenemos que adaptarnos a los mercados globales y a veces no es sencillo cuando vives a cientos de kilómetros", explica el diseñador. American Vintage se desenvuelve bien en el mercado europeo y sobre todo en Francia
. Además, el 70% de la producción está situada en países como Italia, España, Portugal o Turquía.
El resto, en China. Azoulay avisa: en su colección varían los precios porque hay diferentes categorías, que dependen de la calidad de los materiales.
Una de las características fundamentales de la marca, además de la ya citada comodidad, es la versatilidad de sus prendas. Ni si quiera el artista de los patrones tiene claro a qué público se dirigen: "En nuestra campaña aparecen mujeres jóvenes, pero también tenemos clientas de 70 años.
Hay tantas camisetas y suéteres diferentes que son aptas para cualquier edad
. Por eso utilizamos muchos colores: para que se puedan combinar de mil formas y para cualquier ocasión", detalla.
¿Y qué hay del futuro?
En palabras de su director creativo, American Vintage seguirá en el mismo camino, tratando de mantenerse fuerte y sin dormirse para estar atentos al funcionamiento del mundo. "Conozco mi límite, pero todos los días hay que librar nuevas batallas", asegura Azoulay.
Los Reyes eligen la imagen de sus hijas para felicitar la Navidad............................................ Miquel Alberola.....................
La Familia Real desea que los "ideales de las fiestas iluminen siempre el camino de esperanza" de los españoles.
Los Reyes de España han elegido este año una fotografía de la princesa Leonor y su hermana, la infanta Sofía, como imagen de la felicitación de Navidad de la Casa del Rey
. La instantánea muestra a la Princesa de Asturias y a la Infanta de España fundidas en un abrazo, con las mejillas pegadas y muy sonrientes.
En el reverso de la tarjeta, junto a la felicitación de las fiestas y el deseo de prosperidad para 2016, Felipe VI y doña Letizia aportan el siguiente texto en castellano e inglés, firmado por los Reyes y sus hijas:
"Cada día hay un motivo de esperanza para la armonía en nuestros corazones. Que los ideales de la Navidad iluminen siempre ese camino".
La familiaridad de la imagen seleccionada marca distancias con la oficialidad de las fotografías del año anterior, en la que los Reyes y sus dos hijas habían sido captados por la cámara en un momento de su saludo a la gente que se congregó frente al Palacio Real el día de su proclamación, el pasado 19 de junio.
La otra instantánea, en la que también aparecían junto a la princesa y la infanta, fue tomada en la escalera de la Puerta de los Leones del Congreso de los Diputados.
Por su parte, los Reyes eméritos, Juan Carlos I y doña Sofía, ha optado por una imagen más clásica, el cuadro El nacimiento de Jesús, de Bernardino Luini, una pintura que se se encuentra en el Real Ministerio de la Encarnación.
En el reverso figura un escueto “Felices Pascuas y Próspero Año Nuevo 2016”.
Por cuarto año consecutivo, la página de la Casa del Rey no publica las postales navideñas de las infantas Elena y Cristina, que desde la proclamación de don Felipe, han dejado de formar parte de la familia real.
Es costumbre en todas las casas reales europeas que sus integrantes feliciten la Navidad con este tipo de tarjetas.
Cada vez es más común que sean los miembros más jóvenes de las familias reales los que protagonicen estas instantáneas.
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