Tiene un asteroide con su nombre en el espacio y una colección de
máquinas de escribir en su casa. Para los niños es parte de su infancia
gracias a Woody, el vaquero de
Toy Story, y los gais lo consideran uno de los suyos después de que consiguiera romper barreras con
Filadelfia.
Su capacidad de meterse en pieles ajenas es tal que Steven Spielberg no se cansa de dirigirlo.
Su cuarta colaboración juntos es
El puente de los espías,
que se estrenó el pasado viernes en España, y que podría suponer la
sexta candidatura de Tom Hanks al Oscar y quién sabe si su tercera
estatuilla. Sin embargo, él se considera "un hombre corriente".
"El
padre idiota que intenta hacer bien las cosas, pero que también mete la
pata", añade.
Ha amasado una fortuna de más de 8.000 millones de euros
interpretando, por lo general, a gente corriente
. El mismo tipo de
hombre que dice ser este californiano que el próximo año cumplirá los
60.
“Soy un tipo normal pero rodeado de fama
. Hablamos mucho sobre eso
en mi familia.
Para mis hijos no soy más que su padre.
Pero, ¡dios mío
lo que hace un nombre!
La gente se vuelve loca cuando se da cuenta de
que la persona corriente y moliente que tenían hasta hace un minuto a su
lado comiendo en el restaurante está relacionada con el tonto que
estrena
El puente de los espías.
No me quejo y a estas alturas mis hijos han aprendido a vivir con ello, pero sigue siendo algo increíble”.
Hanks habla con el mismo tono bonachón de algunos de sus filmes,
bromeando en cuanto puede, para escapar de la pregunta o para divertirse
con su respuesta.
Son tantos años concediendo entrevistas que incluso
da consejos. Por ejemplo, mejor no preguntarle por su trabajo preferido.
“Es de periodistas vagos”, dice (aunque luego admite que
Socios y sabuesos
le trae grandes recuerdos).
“Sería como preguntarme cuál de mis cuatro
hijos es mi preferido”, añade impostando la voz. Hanks volverá a
encarnar a otro hombre corriente en una situación inesperada como lo fue
Chesley Sullenberger, el capitán que hizo un amerizaje en las aguas del
río Hudson salvando a todo el pasaje. El actor dará vida al valiente
piloto en
Sully, la película que está rodando a las órdenes de Clint Eastwood.
Pregunta. ¿Recuerda cuándo fue la última vez que utilizó un vuelo comercial?
Respuesta. Espero que no quiera la fecha exacta
porque hace mucho, mucho tiempo
. Como le pasaría a cualquiera, me
ilusiono cuando el estudio me lleva de viaje en chárter privado. Genial,
viaje gratis, me digo.
No son aviones grandes, pero son cómodos. Al
menos para cuatro personas. Quizá seis.
Pero cuando te acompaña todo el
departamento de marketing, el viaje puede hacerse muy largo.
P. ¿No me diga que echa de menos los vuelos en clase turista?
R. Ni los echo de menos ni tengo mala conciencia por
volar en jets porque cualquiera que se lo pueda pagar, lo hará. Nadie
me discutirá que los vuelos comerciales no son más que un camión de
ganado con alas. No me quejo de mi fortuna.
Hanks no se queja porque sabe que la vida golpea a todos por igual,
no importa si eres o no famoso. Y los últimos tiempos han sido una pelea
continua
. El actor fue diagnosticado con diabetes tipo 2, “de la
adquirida”, su hijo Chet Marlon Hanks ha tenido problemas con las drogas
y, el último mazazo, ha sido la doble mastectomía a la que se sometió
su esposa,
la también actriz Rita Wilson,
en su lucha contra el cáncer de mama.
“Ahí es cuando sabes lo
afortunado que eres porque te puedes pagar los mejores cuidados del
mundo”.
Pero tampoco oculta su enfado: “Te das cuenta de la
sociedad de depredadores en la que vivimos.
Porque son muchos los que intentan sacar dinero de la tragedia,
recomendando procedimientos, alimentando falsas esperanzas, solo
pensando en su propia ganancia”,
gruñe un enamorado del medioambiente,
activista concienciado, solidario y, por encima de todo, estadounidense.
En su generación, pocos actores se sienten tan puramente americanos
como Tom Hanks.
P. ¿Cómo explica su patriotismo?
R. Prefiero hablar de alguien involucrado con la
sociedad en la que vive.
Sé que en la actualidad es difícil tomarse las
cosas en serio.
Los debates políticos son de broma. Pero como ciudadano
es necesario conseguir un balance entre ser extremadamente cínico y ser
extremadamente optimista. Es difícil, pero hay que hacerlo.
P. ¿Se considera un buen negociador?
R. ¿Yo? Un inútil. Con mi familia soy el que siempre sale perdiendo.
P. ¿Consigue al menos un ten con ten en casa? ¿Cómo equilibra la estrella y el padre?
R. No somos de los que tenemos pósters de nuestras
películas colgados en las paredes de casa, pero mi esposa sabía que se
casaba con un actor y no con un dentista.
Y mis hijos supieron desde
pequeños que papá tenía un trabajo raro.
Saben de mis películas porque
el corte de pelo es diferente o me he teñido el bigote
. Un trabajo que
nos da la oportunidad de pasar vacaciones gratis en Budapest o
Marruecos.
Al menos a ellos, a mí me toca trabajar.
La mejor forma de
equilibrar una familia es desayunar juntos, y lo intentamos.
P. ¿Cómo ha cambiado esta rutina el cáncer de su esposa?
R. Todos sabemos que, dinero o poder al margen, no
hay nada más infernal que un problema de salud.
Ese sí que es un momento
de reflexión que detiene todo lo que está a tu alrededor y hace que te
fijes en las cosas importantes.
Han sido... ¿Un año? ¿Nueve meses de
tratamiento? Desde que
Rita recibió su diagnóstico en diciembre
la vida fue completamente diferente.
Pero me arrodillo ante su
entereza.
Fue su decisión compartir su diagnóstico con el mundo, una
decisión igual de valiente que la de aquellos que prefieren lidiar con
ello a solas.
Lo digo de corazón, toda mi admiración porque los que
están al lado solo pueden estar ahí
. Dejarlo todo y estar ahí.