Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

4 dic 2015

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 Historia y pasión de una librería

"La librería Terranova está en “liquidación final de existencias por cierre inminente”: una impresionante relación de términos amenazadores
 No es una de aquellas librerías de los años finales del franquismo, que se llamaban Rayuela, Macondo o Jarama porque tenían dueños jóvenes, progresistas y entusiastas.
 Esta lo ha sido también, pero su pedigrí era mucho más veterano y Manuel Rivas cuenta que la fundaron en 1935 un grupo de amigos: Amaro Fontana, galleguista y profesor de lenguas clásicas, ensayista certero y oculto, miembro del venerable Seminario de Estudos Galegos, que se suicidó al final de una vida de frustración y contumacia, y Comba, su tenacísima esposa, apasionada desde niña por los libros; con ellos estuvo un marinero en tierra, Eliseo, que siempre ocultó su condición homosexual y fantaseó sobre los viajes imaginarios que le llevaban a pasear por La Habana Vieja con Lorca, Guillén (Nicolás), ­Langston (Hughes) y Lezama (Lima), o a conocer a Borges en Buenos Aires y a María Zambrano y su hermana Araceli en Roma.
 El sucesor y heredero, Vicenzo Fontana, ya en la sesentena, carga ese fardo esplendoroso al que suma una dramática huella de la zarpa franquista: fue víctima de uno de los crónicos episodios de poliomielitis, que el Gobierno español minimizó, y vivió años en un pulmón de acero.
 Sobrevivió al tratamiento y fue un rebelde —hasta donde pudo— en los años locos en que escribió letras de rock y la librería tuvo incluso un confidente policial de plantilla.
 Ahora, Vicenzo, víctima del rebrote de la enfermedad de su infancia, se enfrenta a algo peor que la persecución ideológica: la especulación urbanística que tiene cercado a su negocio y ha señalado su fin". Por JOSÉ-CARLOS MAINER.
  • Foto:ALFAGUARA

Tom Hanks: “Soy un tipo normal pero rodeado de fama”................................................ Rocío Ayuso

A punto de cumplir 60 años, y para seguir con su eterno papel de hombre corriente, el actor habla de enfermedades y problemas familiares.

 Las quinielas le sitúan como candidato a un nuevo Oscar.

 

Tom Hanks
El actor Tom Hanks. / jeff vespa (getty images

Tiene un asteroide con su nombre en el espacio y una colección de máquinas de escribir en su casa. Para los niños es parte de su infancia gracias a Woody, el vaquero de Toy Story, y los gais lo consideran uno de los suyos después de que consiguiera romper barreras con Filadelfia.
 Su capacidad de meterse en pieles ajenas es tal que Steven Spielberg no se cansa de dirigirlo. Su cuarta colaboración juntos es El puente de los espías, que se estrenó el pasado viernes en España, y que podría suponer la sexta candidatura de Tom Hanks al Oscar y quién sabe si su tercera estatuilla. Sin embargo, él se considera "un hombre corriente".
"El padre idiota que intenta hacer bien las cosas, pero que también mete la pata", añade.
Ha amasado una fortuna de más de 8.000 millones de euros interpretando, por lo general, a gente corriente
. El mismo tipo de hombre que dice ser este californiano que el próximo año cumplirá los 60.
“Soy un tipo normal pero rodeado de fama
. Hablamos mucho sobre eso en mi familia.
 Para mis hijos no soy más que su padre.
Pero, ¡dios mío lo que hace un nombre!
 La gente se vuelve loca cuando se da cuenta de que la persona corriente y moliente que tenían hasta hace un minuto a su lado comiendo en el restaurante está relacionada con el tonto que estrena El puente de los espías.
No me quejo y a estas alturas mis hijos han aprendido a vivir con ello, pero sigue siendo algo increíble”.
Hanks habla con el mismo tono bonachón de algunos de sus filmes, bromeando en cuanto puede, para escapar de la pregunta o para divertirse con su respuesta.
 Son tantos años concediendo entrevistas que incluso da consejos. Por ejemplo, mejor no preguntarle por su trabajo preferido. “Es de periodistas vagos”, dice (aunque luego admite que Socios y sabuesos le trae grandes recuerdos).
“Sería como preguntarme cuál de mis cuatro hijos es mi preferido”, añade impostando la voz. Hanks volverá a encarnar a otro hombre corriente en una situación inesperada como lo fue Chesley Sullenberger, el capitán que hizo un amerizaje en las aguas del río Hudson salvando a todo el pasaje. El actor dará vida al valiente piloto en Sully, la película que está rodando a las órdenes de Clint Eastwood.
Pregunta. ¿Recuerda cuándo fue la última vez que utilizó un vuelo comercial?
Respuesta. Espero que no quiera la fecha exacta porque hace mucho, mucho tiempo
. Como le pasaría a cualquiera, me ilusiono cuando el estudio me lleva de viaje en chárter privado. Genial, viaje gratis, me digo.
No son aviones grandes, pero son cómodos. Al menos para cuatro personas. Quizá seis.
 Pero cuando te acompaña todo el departamento de marketing, el viaje puede hacerse muy largo.
P. ¿No me diga que echa de menos los vuelos en clase turista?
R. Ni los echo de menos ni tengo mala conciencia por volar en jets porque cualquiera que se lo pueda pagar, lo hará. Nadie me discutirá que los vuelos comerciales no son más que un camión de ganado con alas. No me quejo de mi fortuna.
Tom Hanks, con su esposa Rita Willson.
Tom Hanks, con su esposa Rita Willson. / GETTY
Hanks no se queja porque sabe que la vida golpea a todos por igual, no importa si eres o no famoso. Y los últimos tiempos han sido una pelea continua
. El actor fue diagnosticado con diabetes tipo 2, “de la adquirida”, su hijo Chet Marlon Hanks ha tenido problemas con las drogas y, el último mazazo, ha sido la doble mastectomía a la que se sometió su esposa, la también actriz Rita Wilson, en su lucha contra el cáncer de mama.
 “Ahí es cuando sabes lo afortunado que eres porque te puedes pagar los mejores cuidados del mundo”.
 Pero tampoco oculta su enfado: “Te das cuenta de la sociedad de depredadores en la que vivimos. Porque son muchos los que intentan sacar dinero de la tragedia, recomendando procedimientos, alimentando falsas esperanzas, solo pensando en su propia ganancia”, gruñe un enamorado del medioambiente, activista concienciado, solidario y, por encima de todo, estadounidense. En su generación, pocos actores se sienten tan puramente americanos como Tom Hanks.
P. ¿Cómo explica su patriotismo?
R. Prefiero hablar de alguien involucrado con la sociedad en la que vive.
Sé que en la actualidad es difícil tomarse las cosas en serio.
 Los debates políticos son de broma. Pero como ciudadano es necesario conseguir un balance entre ser extremadamente cínico y ser extremadamente optimista. Es difícil, pero hay que hacerlo.
P. ¿Se considera un buen negociador?
R. ¿Yo? Un inútil. Con mi familia soy el que siempre sale perdiendo.
P. ¿Consigue al menos un ten con ten en casa? ¿Cómo equilibra la estrella y el padre?
R. No somos de los que tenemos pósters de nuestras películas colgados en las paredes de casa, pero mi esposa sabía que se casaba con un actor y no con un dentista.
 Y mis hijos supieron desde pequeños que papá tenía un trabajo raro.
Saben de mis películas porque el corte de pelo es diferente o me he teñido el bigote
. Un trabajo que nos da la oportunidad de pasar vacaciones gratis en Budapest o Marruecos.
 Al menos a ellos, a mí me toca trabajar.
La mejor forma de equilibrar una familia es desayunar juntos, y lo intentamos.
P. ¿Cómo ha cambiado esta rutina el cáncer de su esposa?
R. Todos sabemos que, dinero o poder al margen, no hay nada más infernal que un problema de salud.
 Ese sí que es un momento de reflexión que detiene todo lo que está a tu alrededor y hace que te fijes en las cosas importantes.
 Han sido... ¿Un año? ¿Nueve meses de tratamiento? Desde que Rita recibió su diagnóstico en diciembre la vida fue completamente diferente.
 Pero me arrodillo ante su entereza.
 Fue su decisión compartir su diagnóstico con el mundo, una decisión igual de valiente que la de aquellos que prefieren lidiar con ello a solas.
 Lo digo de corazón, toda mi admiración porque los que están al lado solo pueden estar ahí
. Dejarlo todo y estar ahí.

La investigación confirma la pista islamista en la matanza de California................................... Pablo Ximénez de Sandoval

La mujer que participó en los ataques juró lealtad al Estado Islámico en un mensaje de Facebook, según los investigadores.

Armas utilizadas en el tiroteo de San Bernardino
Los periodistas sacan fotos de objetos hallados en casa de los asaltantes. / AFP
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Tashfeen Malik, la mujer de origen paquistaní que participó en la matanza de 14 personas el pasado miércoles en San Bernardino, California, escribió un mensaje en Facebook en el que expresaba su lealtad al grupo terrorista Estado Islámico (ISIS), que opera en Irak y Siria.
 El dato lo revelaron el viernes por la mañana fuentes federales (FBI) anónimas de la investigación citadas por las principales agencias de información.
 Los agentes afirmaron que trabajan con la hipótesis de que la pareja atacante se radicalizara a través de Internet.

Los investigadores llevan más de 24 horas revisando todo el material informático hallado en el domicilio de la localidad de Redlands que compartía con su marido, Syed Farook.
 La reconstrucción de ese material, que incluye teléfonos y ordenadores, es fundamental para saber cuál fue el motivo para asesinar a sangre fría, pues hasta el momento todos cuantos conocieron a Farook afirmaban que era una persona reservada pero normal.
 No ha surgido nadie que afirme haberla conocido a ella en Estados Unidos. Ambos son los principales sospechosos de haber entrado con armas de asalto el miércoles en una fiesta de Navidad de empleados del condado con armas de asalto, máscaras y vestidos de camuflaje.
 En un tiroteo posterior fueron abatidos por la policía en plena calle cuando trataban de huir.
El mensaje en cuestión que está siendo analizado fue escrito con un seudónimo, según los investigadores, y borrado poco antes del ataque del miércoles.
 No ha trascendido el seudónimo ni cómo los agentes han logrado recuperar el mensaje
. En esa cuenta de Facebook, la mujer expresaba su admiración por el Estado Islámico. Farook, por su parte, había tenido contacto online con extremistas.
Las fuentes citadas no creen, sin embargo, que la matanza fuera ordenada por ISIS, sino más bien inspirada por su ideología y ejecutada por imitación.
En las primeras horas tras la masacre, que dejó también 21 heridos, varios datos hacían pensar que no se trataba de un tiroteo como los demás.
 Primero, que se tratara de un equipo de al menos dos personas.
 Segundo, que una fuera una mujer, algo extraño en los tiroteos en Estados Unidos.
 Y tercero, el grado de planificación del ataque. Los asesinos incluso dejaron tras de sí bombas que debían ser activadas por control remoto, pero fallaron.
Por los relatos de quienes les conocieron y la investigación, se sabe que Farook, ciudadano estadounidense de 28 años, conoció a Malik, paquistaní de 27, por Internet
. Se vieron por primera vez en un viaje de Farook a Arabia Saudí para hacer la peregrinación de los musulmanes y ambos entraron juntos en el país en julio de 2014, ella con visado como su prometida. Se casaron al mes siguiente en Riverside, California.
Tuvieron una niña hace seis meses. El miércoles pasado la dejaron con su abuela y se dirigieron a perpetrar la matanza en un todoterreno alquilado tres días antes.
La agencia Reuters, tras hablar con familiares de Malik en Islamabad, aseguró este viernes que la mujer se había mudado a Arabia Saudí de pequeña, hace 25 años y que allí se había convertido en una persona “conservadora de línea dura”. Malik era del distrito de Layyah, en la provincia de Punjab
. Regresó a estudiar a Pakistán hace cinco o seis años. Javed Rabbani, uno de los tíos de Malik, dijo que cuando los familiares iban a visitarlos a Arabia Saudí volvían comentando sus planteamientos radicales.
La pareja vivía en un chalé adosado de clase media de la localidad de Redlands, dentro del suburbio de San Bernardino, a unos 100 kilómetros al este de Los Ángeles
. Él trabajaba en los servicios de salud del condado desde hacía cinco años. Se trata de un barrio tranquilo, de familias de clase media de todo tipo de origen. Farook y Malik guardaban un arsenal de 5.000 balas en su garaje, además de 12 bombas caseras y material para fabricar más.
 La pareja tenía dos rifles de asalto tipo AR-15 y dos pistolas.
 Todas las armas habían sido compradas legalmente, a pesar de que California tiene algunas de las leyes más restrictivas de EE UU sobre armas.
La pista islamista ha estado sobre la mesa desde el primer día, pero todos los niveles de investigación (policía, sheriff y FBI) y la mayoría de líderes políticos han extremado la prudencia para no apuntar al móvil religioso en la matanza.

 

3 dic 2015

Fotógrafas de guerra........................................................................... Estrella de Diego .


Lee Miller se da un baño en la residencia de Hitler. / David E. Scherman

Se trata de una imagen reproducida tantas veces que ha pasado a formar parte del imaginario colectivo.
 Es la foto de una bella mujer tomando un baño, como sorprendida por la cámara en una escena de Hollywood, aunque un detalle en el suelo subraya el malentendido: las botas de soldado, sucias, y el uniforme abandonado sobre una silla rompen la inercia de lectura respecto al resto de fotos de mujeres dándose un baño.
 La protagonista, Lee Miller ­—primero ayudante de Man Ray y más tarde reportera durante la Segunda Guerra Mundial—, había llegado a Dachau a finales de abril de 1945 junto a su colega y durante un tiempo amante David Scherman.
 Allí había fotografiado sin tregua a las mujeres que entretenían a los nazis en el improvisado burdel, a los guardias presos…, toda la tristeza y destrucción a su alrededor con el ojo sagaz y, a ratos, incluso lleno de humor.
 Luego, oprimida por el polvo de Dachau, llegaba a la casa que había sido de Hitler durante años y se quitaba el barro en la bañera del Führer —para Miller una metáfora de la venganza contra la barbarie—.
No era la primera mujer que, codo con codo al lado de sus colegas hombres, se convertía en reportera de guerra.
En la contienda española de 1936 otras mujeres se infiltraban entre los tanques, en primera línea, quizás porque, como solía decir Robert Capa a su pareja, la también fotógrafa documental Gerda Taro: “Si la foto no ha salido bien, es que no estabas lo suficientemente cerca”.
 Dicha frase debió grabarse en la memoria de Taro, quien, desde luego, se acercaba intrépida al acontecimiento.
 Se acercaba tanto en busca de ese instante perfecto y mágico que en julio de 1937 moría aplastada por un tanque republicano en la batalla de Brunete — hubiera podido ser su mejor imagen—. Junto a ella, otra húngara llegaba a España por esos mismos años persiguiendo sus ideales de libertad.
Se llamaba Katherine Deutsch y había nacido en Budapest.
Allí conocía al joven Capa y tenía acceso a las ideas de Kassák, para quien la fotografía era un vehículo sobre todo político, cargado de posibilidades. Kati Horna, como se la conoce tras su matrimonio con José Horna, con quien acabaría viviendo en México, era invitada por el Ministerio de Propaganda Exterior Español para documentar la vida cotidiana en el Frente de Aragón.
 Su estrategia consistía en captar escenas de guerra que en su caso hablaban del combate en muy pocas ocasiones —apenas tres en un archivo de casi trescientas—
. Prefería retratar a los soldados en un momento de pausa, leyendo o escribiendo, o a las mujeres y los niños tratando de mantener un atisbo de normalidad en medio del caos —es famosa su imagen de una madre amamantando a su hijo—.
Gerda Taro se acercaba tanto en busca del instante perfecto que murió en 1937 aplastada por un tanque republicano en Brunete
Estas mujeres, igual que Tina Modotti, eran dueñas de unos ojos libres de los prejuicios masculinos a la hora de retratar la guerra —tradicionalmente de héroes o vencidos— y volvieron los ojos hacia los efectos colaterales, incluso la angustia de los combatientes retratada por la francesa Cathy Leroy, reportera de Vietman, en la conocida secuencia de 1967: un soldado sostiene al camarada entre sus brazos, trata de comprobar si sigue vivo y por fin acepta su muerte.
Hoy las fotógrafas siguen documentando conflictos
. Es el caso de la fotorre­portera norteamericana Lynsey Addario, quien acaba de publicar un libro autobiográfico —It’s what I Do: a Photographers’s Life of Love and War (2015)— donde narra sus aventuras, su secuestro y hasta las contradicciones de una mujer que decide seguir el camino de periodismo de guerra: la ausencia de miedo no es verdad, sólo es preciso usarla para retratar la empatía, esa que Addario desvela al hablar de la violencia contra las mujeres en el Congo.
Se trata, así, de miradas que subvierten lo consensuado y crean un nuevo heroísmo donde los protagonistas convencionales son sustituidos por esa empatía de la que habla la norteamericana.
Aunque este libro no es el único que recuerda a las fotógrafas de guerra.
El pasado agosto se publicó Sweet Caress, de William Boyd ­—traducido por Alfaguara—, cuya protagonista fotógrafa, Amory Clay, vive en el Berlín de los veinte, el Nueva York de los treinta y acaba como reportera de guerra en la Francia de la Segunda Guerra Mundial
. Homenajes, pues, a estas mujeres singulares que llevaron y llevan la fotografía y su libertad personal un paso más adelante, igual que Lee Miller, quien se limpió el horror y la rabia en aquella bañera tristemente mítica y cuyas fotografías de guerra se pueden ver en el Imperial War Museum de Londres hasta abril del próximo año.
It’s what I Do: a Photographers’s Life of Love and War. Lynsey Addario. 29,68 euros. (Inglés).
Lee Miller. A Woman’s War. Imperial War Mu­seums. Londres. Hasta el 24 de abril de 2016.