Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

13 nov 2015

¿Cómo enfrentarse a la adversidad?.................................................................... Facundo Manes

El autor explica qué sucede en nuestro cerebro cuando nos enfrentamos a un peligro, un recuerdo negativo o el temor a que algo malo ocurra en el futuro.

 

'On the Threshold of Eternity', de Vincent Van Gogh (1890). / Wikimedia Commons.
Las situaciones extremas de la vida nos muestran, como si fuera a través de una lente de aumento, el comportamiento de nuestro cerebro frente a escenarios en donde se pone en juego nuestra supervivencia física o nuestra integridad psicológica.
 En estos párrafos trataremos de entender qué sucede en nuestro cerebro frente a un peligro del presente, un recuerdo negativo del pasado o el temor a que algo malo ocurra en el futuro.
Desde el momento en que somos expuestos a una situación extrema se activa un sistema muy básico, rápido y firme modelado durante cientos de miles de años, para hacer frente a lo que está ocurriendo. Este primer paso de defensa de nuestro sistema biológico es la llamada “respuesta de estrés”.
 Cuando el cerebro detecta una amenaza, se activa una respuesta fisiológica coordinada que implica componentes autonómicos, neuroendocrinos, metabólicos y del sistema inmune.
 El organismo necesita un mayor flujo de oxígeno para sus músculos, especialmente los del sistema de locomoción (para emprender el escape si hace falta).
 Así, se acelera la respiración para proveer más oxígeno, y la frecuencia cardíaca para entregar rápidamente ese oxígeno a través del torrente sanguíneo a los músculos principales
. Los vasos sanguíneos en la piel se constriñen para que haya el menor sangrado posible en el caso de una herida.
Cuando el cerebro detecta una amenaza, se activa una respuesta fisiológica coordinada que implica componentes autonómicos, neuroendocrinos, metabólicos y del sistema inmune
Para proporcionar el combustible suficiente para el esfuerzo, nuestras glándulas convierten los carbohidratos almacenados en las células en azúcar circulante en sangre
. También mejora la respuesta inmune; los glóbulos blancos que combaten las infecciones se adhieren a las paredes de los vasos sanguíneos, preparados para zarpar raudamente hacia cualquier parte del cuerpo que pudiera lastimarse.
El sistema cognitivo humano, a su vez, ofrece una variante aún más sofisticada: la capacidad de figurar y anticipar las amenazas del futuro, e incluso imaginar eventualidades que nunca han ocurrido, y que acaso nunca ocurran.
 Esta capacidad notable de nuestra especie es fruto de la experiencia acumulada y de la capacidad de hipotetizar e inferir.
 El desarrollo del cerebro humano, y en particular de sus áreas prefrontales, expandió, entre otras, nuestras capacidades para revisar el pasado y examinar el futuro.
 Esta complejización cognitiva de la respuesta de estrés llevó al psicólogo estadounidense Richard Lazarus a postular la existencia de “mecanismos evaluativos” implicados en el proceso de respuesta frente al peligro porque no siempre es sencillo determinar cuándo estamos frente a una situación que requiere acciones de protección.
El primer paso de este proceso es la “evaluación primaria”, esto es, el establecimiento del valor de un estímulo como peligroso o inocuo
. Las investigaciones en neurociencia han permitido establecer el rol de diferentes estructuras cerebrales en la detección y evaluación del peligro, en particular, la actividad crucial de la “amígdala”, que sería responsable de detectar, generar y mantener emociones relacionadas con el miedo y respondería a la importancia de los estímulos emocionales
. La “evaluación secundaria”, por su parte, busca establecer la disponibilidad de recursos del organismo para afrontar la amenaza.
Ahora bien, cuando la amenaza se disipa, se ponen en marcha otros mecanismos para volver a la situación inicial de reposo: la desactivación de la respuesta de estrés
. Si, por el contrario, la respuesta de estrés permanece sostenidamente encendida, tiene lugar el llamado “estrés crónico”.
 En esta circunstancia, los componentes de la respuesta que suponían una ventaja adaptativa y una reacción de defensa y autoprotección del organismo, dejan de serlo y se vuelven en su contra.
Se acelera la respiración para proveer más oxígeno, y la frecuencia cardíaca para entregar rápidamente ese oxígeno a través del torrente sanguíneo a los músculos principales
A nivel cognitivo, la respuesta aguda de estrés favorece el incremento del nivel de alerta y la formación de memorias, aunque en el largo plazo la producción elevada de cortisol provoca deterioro cognitivo
. La respuesta inmune también se afecta negativamente frente al estrés crónico dejando al organismo más expuesto a los diversos patógenos.
Podemos especular que existen factores ambientales, factores individuales –biológicos y psicólogicos– y también factores socioculturales que pueden llevar a que la respuesta de estrés no ceda y se realimente de forma continua, o, peor aún, en forma de espiral.
 Entre los factores externos socioculturales se suele aludir al estilo de vida moderno y urbano.
 Por ejemplo, hoy podemos tener al instante la información de lo que ocurre en cualquier parte del mundo.
 Este hecho tecnológico que confiere ventajas evidentes en ciertos terrenos, puede volverse una desventaja en lo que se refiere a la propagación de temores y la circulación de malas noticias.
Por su parte, en lo que se refiere a los factores biológicos y psicológicos, es necesario revisar la conexión existente entre el estrés y los trastornos de ansiedad, por un lado, y la depresión, por el otro. Para entender la ansiedad, podemos compararla con un radar, es decir, un dispositivo que rastrea nuestro ambiente en estado de alerta y nos avisa que una amenaza se aproxima.
 Pero la ansiedad es mucho más que un radar: es también un cuaderno de bitácora donde registramos las experiencias peligrosas vividas, y un mapa que nos guía, como un GPS, hacia territorios seguros. Sin embargo, cuando la ansiedad excede los niveles normales puede generar “falsas alarmas” que sobreactivan la respuesta de estrés y provocan estados de preocupación intensos y síntomas físicos diversos.
La depresión, por su parte, puede ser entendida en ciertos casos como una reacción biológica y psicológica en la cual nuestro organismo se rinde ante la adversidad, reduce sus intentos de solución, por considerarlos infructuosos, y se entrega a la desesperanza.
 En la depresión, así como en la ansiedad, nuestro pensamiento se vuelve propenso a los “sesgos cognitivos”, esto es, seleccionamos y priorizamos ciertos datos en desmedro de otros
. En el caso de la depresión, la información negativa, y en el caso de la ansiedad, la información relacionada con el peligro
. Luego, ciertos razonamientos distorsionados generalizan o amplifican el peso de esta información y provocan un espiral de realimentación de las emociones negativas.
Resulta central reflexionar también sobre el rol clave del otro (el prójimo, el ser amado, la comunidad) frente al desasosiego.
 Cuando cobija, cuando contiene, cuando acompaña
Afortunadamente, nuestro cerebro cuenta con diversas herramientas que pueden protegernos de estas complicaciones.
 La “resiliencia” es el conjunto de factores y mecanismos que nos permiten superar adaptativamente las situaciones de adversidad.
 En este sentido, dos mecanismos altamente eficientes para atenuar de forma progresiva la respuesta de estrés son la “habituación” y la “extinción”.
 El primero es la propiedad general de nuestras células nerviosas que consiste en la acomodación al entorno y un principio de economía, para evitar respuestas ociosas.
Son innumerables los ejemplos, desde cuando entramos a una pileta fría y de a poco vamos acostumbrándonos, hasta cuando nos exponemos de forma repetida a un estímulo que nos asusta o tensiona, ayudando a que la respuesta intensa inicial disminuya hasta volverse tolerable.
 Este es el principio que rige los tratamientos por exposición, altamente eficaces en la ansiedad.
El proceso de “extinción” sucede cuando nos exponemos a un estímulo temido y comprobamos una y otra vez que las consecuencias negativas que esperábamos no ocurren tal cómo anticipamos, y se atenúa la respuesta de estrés
. Otro de los procesos de regulación de las emociones, de naturaleza cognitiva, es la “re-evaluación”, que consiste en modificar el significado funcional atribuido a la situación que gatilla el estrés
. Es “cambiar la manera en que sentimos al cambiar la manera en que pensamos”.
Algunas personas que experimentaron traumas súbitos o han sufrido situaciones de abandono o maltrato emocional sostenido en momentos tempranos de sus vidas pueden llegar a sufrir en forma prolongada por dichas vivencias.
 Dolencias psiquiátricas como el trastorno de estrés post-traumático tienen que ver con esas experiencias y con el modo en que nuestra memoria alberga los recuerdos emocionales.
 El trabajo de neurocientíficos como Joseph LeDoux es relevante para entender las afecciones emocionales y su tratamiento porque explica la consolidación de las memorias.
 Al comienzo, cuando uno experimenta algo, el recuerdo es inestable hasta que se estabiliza por la síntesis de proteínas en el cerebro.
 Una vez almacenado el recuerdo, la exposición a un estímulo que le recuerda aquel evento, va a reactivarlo y a hacerlo inestable nuevamente por un período corto de tiempo, para volver a guardarlo luego y fijarlo nuevamente en un proceso llamado reconsolidación de la memoria.
Cuando la ansiedad excede los niveles normales puede generar “falsas alarmas” que sobreactivan la respuesta de estrés y provocan estados de preocupación intensos y síntomas físicos diversos
Ahora bien, cada vez que recuperamos una memoria de un hecho, al volverse otra vez inestable, permite la incorporación de nueva información.
 Ese momento es una ventana para cambiar las reacciones emocionales que acompañan un recuerdo. Un paciente que sufre un trastorno de estrés postraumático evoca con ayuda de un terapeuta experto y en un contexto seguro, los recuerdos de la situación vivida, para atenuar progresivamente las reacciones emocionales intensas que acompañan el recuerdo.
Por último, resulta central reflexionar también sobre el rol clave del otro (el prójimo, el ser amado, la comunidad) frente al desasosiego.
 Cuando cobija, cuando contiene, cuando acompaña.
 Como en el diálogo entre los dos en El beso de la mujer araña, la famosa obra del autor argentino Manuel Puig: “… y mientras esté a mi alcance, por lo menos en este día, … no te voy a dejar pensar en cosas tristes.”
Facundo Manes es neurólogo y neurocientífico (PhD in Sciences, Cambridge University). Es presidente de la World Federation of Neurology Research Group on Aphasia, Dementia and Cognitive Disorders y Profesor de Neurología y Neurociencias Cognitivas en la Universidad Favaloro (Argentina), University of California, San Francisco, University of South Carolina (USA), Macquarie University (Australia). @manesf

Eva Green, ‘made in France’.................................................................... Ana Fernández Parrilla

Bomba sexual delante de las cámaras, chica tímida detrás de ellas.

 Así se define la actriz Eva Green, que facilita trucos para conseguir algunos de los 'looks' más perseguidos.

 

Eva green luce sus ondas al aire.

La mayor base de datos de la industria cinematográfica, IMDb, asegura que Eva Gaëlle Green (París, 1980) rehusó interpretar el personaje de Hilary Swank en La dalia negra porque quería evitar que la encasillaran en papeles de mujer fatal.
 También recoge que “compuso la música y grabó varias canciones” de Soñadores, la película de Bernardo Bertolucci con la que dio el salto al cine.
Ninguna de ambas informaciones es cierta. “Ojalá pudiera componer música. Sería estupendo. Pero es terrible que la información siga ahí. Mi agente intentó quitarlo”, cuenta ahora metida en otro papel, el de embajadora de la firma L’Oréal Professionnel. Respecto al motivo por el que no participó en el filme de Brian de Palma, responde: “Me pidieron que fuera a una audición, pero estaba rodando El reino de los cielos
. Ni siquiera era una oferta en firme”.

Conseguir el 'look'

Ondas al aire
Antes de empezar, el peluquero Sam McKnight aplicó Beach Waves Wild Stylers by ­Tecni.Art, de L’Oréal Professionnel, por la melena de la actriz.
 Después enrolló el cabello en mechones grandes con ayuda de unos bigudíes y pasó el secador.
 Hay que dejar que el pelo pierda calor. “Una vez enfriado el pelo, se sueltan los mechones y se rompen las ondas, primero con los dedos y luego con un cepillo”, explica.
Al que sí rechazó fue al director Lars von Trier
. Pese a que comparte con su madre, la también actriz Marlène Jobert, el gusto por las narraciones oscuras, las últimas películas del danés, Anticristo y Nymphomaniac, eran demasiado descarnadas para su gusto.
 Y eso que, repasando su filmografía, queda claro que no tiene ningún problema con las escenas de sexo, incluso aquellas que van cargadas de violencia: la de 300: El origen de un imperio le dejó el cuerpo lleno de moretones, aunque es la que mantuvo con Johnny Deep en la fallida Sombras tenebrosas la que le ha quedado para el recuerdo.
“Es mi favorita porque representa una imagen simbólica de lo que es hacer el amor: algo divertido y loco”, afirma sin el menor rastro de acento galo durante la entrevista celebrada en París el pasado mes de abril.
“Para Casino Royale, los estudios me presionaron muchísimo.
Decían: ‘La queremos, pero solo si suena británica’, así que trabajé como una loca y se ha convertido en mi acento, aunque me considero cien por cien francesa”, explica.
En el momento de este encuentro, Green se encontraba rodando El hogar de Miss Peregrine para niños peculiares, basada en el superventas infantil del mismo título
. Esta es la segunda vez que se pone a las órdenes de Tim Burton.
 “Soy muy exigente con los papeles que escojo.
 No puedo trabajar solo por el hecho de hacerlo.
 Ser imagen de marcas me permite el lujo de no tener que hacer películas de mierda, aunque tampoco sería capaz de poner una sonrisa de plástico si no creyera en los productos que represento”.
La colaboración entre la estrella del celuloide y la firma de cosméticos capilares comenzó a primeros de año.
Desde entonces, la actriz ha protagonizado las campañas publicitarias de la línea de styling Wet Domination by Tecni.Art y la gama de tratamiento para el cabello dañado Pro Fiber.
 En la presentación de esta última en París, los asistentes al evento no pararon de acosarla para que se retratara con ellos: “El otro día paseaba con mi madre por las Tullerías y el Louvre y vi a todo el mundo haciéndose fotos con esos palos [de selfies]. Pensé: ‘¿Qué sentido tiene? ¿Qué demonios es esto?’. Les importa más hacerse la foto que vivir el instante.
Cuando asisto a un evento no me miran realmente.
 Toman la foto para enseñar a sus amigos que han estado conmigo en lugar de decirme: ‘Encantado de conocerte’. Me parece muy triste. No hay conexión humana”.

Conseguir el 'look'

Eva Green luce un peinado efecto mojado.
Otro aspecto de su profesión que tampoco le agrada es hablar con la prensa, aunque asegura haber mejorado con los años.
“Como normalmente interpreto papeles de mujeres seguras y dominantes, se asume que debo ser igual en la realidad, pero, de hecho, soy una persona más bien tímida y privada
. En el colegio me ponía colorada cada vez que un profesor me hacía una pregunta”.
La actriz María Valverde, que trabajó con ella en la película Cracks, asegura que tras la timidez de Green se esconde “una de las mujeres más divertidas y sarcásticas” que conoce.
“Me gustó mucho descubrirla como persona y darme cuenta de lo trabajadora, atenta, luchadora y generosa que era”.
Juan Antonio Bayona la dirigió en los dos primeros capítulos de la serie Penny Dreadful.
 Él también se deshace en halagos:
 “Es tan enigmática en la vida real como su personaje, pero también es agradecida, honesta y divertida.
 En el cine de misterio, menos siempre es más.
Y Eva sabe mucho de misterio”.
John Galliano ya la calificó como “verdadero enigma” justo después de haberla elegido para ser imagen de la fragancia de Dior Midnight Poison.
 Curiosamente, los hombres que se perfuman pierden todo atractivo para la actriz: “No lo encuentro sexy. Les hace perder su virilidad, el lado salvaje y animal”.
elpaissemanal@elpais.com

Melena saludable

Limpiar sin resecar
“Con los sombreros y gorras, el pelo no respira y el sebo se fija en el cuero cabelludo”, advierte Patrick Phelippeau, de Jean Louis David.
 Para evitarlo, recomienda usar Powder Bluff, de Kérastase (27 euros), un champú en seco “que está lleno de vitaminas y no reseca el cabello”.
Fomentar el crecimiento
En la Antigua Grecia ya se usaba el extracto de cebolla para mejorar el estado del cabello
. Ahora es el componente principal de este champú de la firma Nuggela & Sulé (19,90 euros), que también activa el riego sanguíneo.
Frenar la caída
Las ampollas Dercos Aminexil Pro, de Vichy (56 euros / 18 monodosis), proporcionan los nutrientes para conseguir un cabello más fuerte y espeso.
Proteger del calor del secador
Con productos como Blowout, de Living Proof (24 euros), que contiene polímeros sensibles a la temperatura que funcionan como un escudo térmico.
Estimular el cuero cabelludo
El cepillado contribuye a revitalizar los folículos pilosos y distribuye los aceites presentes en el cuero cabelludo hacia las puntas.
 El modelo Compact Styler de Tangle Teezer (16,50 euros en sephora.es) usa una tecnología que garantiza el brillo.

Hombre y mujer en la historia de la fotografía


La exposición 'Percepciones' en la fundación Canal hace una revisión de los roles masculino y femenino en las instantáneas. En la imagen, Andy Warhol con un joven, 1984. 






Marlene Dietrich, 1931. 


'Niña hispana con su hermano', Dallas, Texas. 1987. 





El mal, tan familiar y protector................................................................... Carlos Boyero

Da mucho miedo esta película. Y ninguna compasión por el destino trágico de esa familia.

Un fotograma de 'El clan'.


Recuerdo todas las películas de este muy tenebroso director argentino llamado Pablo Trapero con una luz determinada y con una vocación enfermiza (o realista) porque esta describa la vida real, tan insulsa, o la oscuridad, pero jamás con fines poéticos, sino con la sensación de que intenta convencernos de que la vida es así, un negocio siniestro entre supervivientes.
 Ninguno de sus personajes es cinematográfico, no hay albas ni crepúsculos, lo que describe es tan lamentablemente cotidiano como sórdido, el crimen en sus diversas variantes, hablo de la angustia, la corrupción, el acorralamiento, la certidumbre de que nunca podrás dirigir tu propia vida, la relación entre víctimas y verdugos, una geografía tan inhóspita y tan sucia como veraz.
Veraz porque posee un notable talento para que el espectador se implique, para que asista pasmado y horrorizado a las barbaries que narra.
 Y sus monstruos no son sólo malos, incluso pueden ser gente confusa, o con tentaciones difíciles de rechazar, o en el caso de su última película, El clan, una familia modélica, en sus formas, en su preocupación por el padre, la madre, los hermanos, su estatus social, sus deseos, sus relaciones, sus amigos.
 Todo es calor humano, reglas, respeto, refugio, complicidad, acusaciones sobre los hijos pródigos que abandonaron un paraíso tan perdurable, rezos silenciosos ante el Santísimo en las comidas y en las cenas, repaso nocturno de los deberes escolares con los hijos más pequeños, respeto entre patriarcal y atemorizado por parte de ellos, jóvenes, adolescentes o niños ante esos padres que ponen la comida en la mesa, que te permiten una educación de lujo, que se preocupan de tus problemas pequeños o grandes, que controlan tus estados de ánimo, de los que sabes que lo hacen todo por tu bien, que tu presente y tu futuro descansan en ellos.
El clan comienza con imágenes en las que Alfonsín, ese señor tan civilizado y nada radical que presidía el Partido Radical, reconoce a Ernesto Sábato (un grandioso investigador del mal, lean ante todo Sobre héroes y tumbas) la terrorífica autenticidad de su informe sobre la impune barbarie que practicó la Junta Militar.
 Y como siempre, no ocurrió nada, los villanos no pagaron su culpa.
 La reconciliación nacional lleva a no agitar más las aguas convulsas, esas mierdas que justifican la paz no haciéndole pagar cuentas a la atrocidad en nombre de esa cosa tan falsa llamada el bien común.
Trapero cuenta con lenguaje claro que la oscuridad siguió triunfando en aquella Argentina.
 Que los asesinos legalizados que torturaban y lanzaban desde los aviones al mar a tanto subversivo (también aparece Galtieri, hablando repugnantemente de las patrióticas víctimas que la palmaron en Las Malvinas) se vean obligados a buscarse la vida, en complicidad absoluta —y con riesgo relativo— de ese poder policial, judicial y político que se ha vuelto repentinamente demócrata y civilizado.
Y pueden ejercer de lo que siempre han sido, de gánsteres con el carné de patriotas.
 Ya no hay que cazar rojos.
Solo secuestrar y matar, después de cobrar suculentos rescates, gente millonaria, imagino que muy próximos a su ferviente ideología a su defensa del orden.
Da mucho miedo esta película.
 Y ninguna compasión por el destino trágico de esa familia ejemplar.
 Ese terror se prolonga en la mirada muerta y en el contenido tono de voz de Guillermo Francella, ese actor camaleónico.