Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

10 nov 2015

'Paparazzi Confidencial': de la paliza de los gorilas de Preysler a la bronca del Rey

Antonio Montero desvela por primera vez en su nuevo libro la cara oculta de la profesión.
Relata a qué situaciones límite tuvo que enfrentarse y hasta dónde ha sido capaz de llegar por una exclusiva.
Foto: Montaje con el libro de Antonio Montero
Montaje con el libro de Antonio Montero



 El periodista Antonio Montero, colaborador habitual de programas de entretenimiento, se ha presentado siempre como un buscador de historias de las que luego se nutren las revistas y los espacios televisivos. Es un ‘paparazzo’ y así se presenta en el libro que acaba de escribir cuya lectura no dejará indiferente. En 'Paparazzi Confidencial. Historias de una profesión maldita’ (Ediciones Akal) cuenta algunas experiencias profesionales, como que seguir a determinados personajes puede costar un disgusto, que se puede acabar en la comisaría o, como él mismo explica, que tras una información publicada puede llegar una inspección de Hacienda.


Hay capítulos muy comprometidos donde Montero ha preferido utilizar nombres ficticios y donde la información se convierte en 'top secret'. En otros, narra sus viajes por medio mundo  hasta encontrar ‘la pieza', como sucedió con el viaje de novios de la Infanta Elena y Jaime de Marichalar o las fotos únicas de la Reina Letizia e Isabel Preysler en bikini.



Las estrategias de Preysler

 Isabel Preysler en bikini en una publicación de 1993.

Isabel Preysler en bikini en una publicación de 1993.
Antonio Montero se había colado en casa de Isabel Preysler, en la calle Arga 1, como si fuera un colaborador de la Asociación para la Infancia (ANDE), de la que Isabel Preysler acababa de ser nombrada presidenta:
 “Ningún 'paparazzo' estaba invitado, pues la familia Boyer-Preysler nos consideraba ciertamente molestos. Y lo éramos. Yo no era todavía conocido por los escoltas del ex ministro. Al menos cuatro le acompañaban permanentemente.
 Así que cuando vi el corro de delegados, salí de mi coche y me incorporé al cortejo con mi cámara colgada al hombro. (…) Así que allí estaba yo en casa de Isabel sin ser invitado.
 Todos charlaron animadamente y posaron para mí con toda naturalidad.
 ¿'Dónde quieres que nos pongamos?', me preguntaba ingenuamente Isabel”
. Montero también explica que cuando llega a la agencia en la que trabajaba le dicen que cómo no le había hecho preguntas.
 El fotógrafo no duda en llamar para que le haga unas declaraciones, ya que el reportaje tendría el triple de valor, y la respuesta la cuenta en el libro.



El periodista Antonio Montero, colaborador habitual de programas de entretenimiento, se ha presentado siempre como un buscador de historias de las que luego se nutren las revistas y los espacios televisivos. Es un ‘paparazzo’ y así se presenta en el libro que acaba de escribir cuya lectura no dejará indiferente. En 'Paparazzi Confidencial. Historias de una profesión maldita’ (Ediciones Akal) cuenta algunas experiencias profesionales, como que seguir a determinados personajes puede costar un disgusto, que se puede acabar en la comisaría o, como él mismo explica, que tras una información publicada puede llegar una inspección de Hacienda.
Antonio Montero junto a algunos de sus compañeros de 'El programa de Ana Rosa'.
Antonio Montero junto a algunos de sus compañeros de 'El programa de Ana Rosa'.
Esta sería la parte menos buena que también refleja la vida profesional de Montero. En esta cara de la moneda se detallan las guardias interminables esperando a Alicia Koplowitz en su finca con su supuesto novio, las noches eternas a la espera de que aparecieran Marta Chávarri y Alberto Cortina o las horas encaramado a un árbol hasta que en el horizonte se ve aparecer al Príncipe Felipe en una jornada de caza junto a Iñaki Urdangarín y sus amigos los Fuster y López Madrid. Imágenes con un valor importante en el mercado, que unas veces se publicaban y otras se guardaban por aquello de la amistad entre el dueño del medio y los protagonistas de las fotos.
Alicia Koplowitz con su entonces novio Gonzalo Muñoz.
Alicia Koplowitz con su entonces novio Gonzalo Muñoz.
Hay capítulos muy comprometidos donde Montero ha preferido utilizar nombres ficticios y donde la información se convierte en 'top secret'. En otros, narra sus viajes por medio mundo  hasta encontrar ‘la pieza', como sucedió con el viaje de novios de la Infanta Elena y Jaime de Marichalar o las fotos únicas de la Reina Letizia e Isabel Preysler en bikini.

Las estrategias de Preysler

El ‘paparazzo' periodista muestra en esta prepublicación cómo consiguió historias únicas que después fueron portada de las grandes revistas españolas e internacionales. Una de ellas fue el viaje de Isabel Preysler y Miguel Boyer con las niñas Tamara y Ana a Egipto que, hasta ahora, todos creían que fue una escapada familiar cuando en realidad se trataba de un viaje promocional. Años después Montero se convertía en  su dolor de cabeza y también el de sus escoltas.
Isabel Preysler en bikini en una publicación de 1993.
Isabel Preysler en bikini en una publicación de 1993.
Antonio Montero se había colado en casa de Isabel Preysler, en la calle Arga 1, como si fuera un colaborador de la Asociación para la Infancia (ANDE), de la que Isabel Preysler acababa de ser nombrada presidenta: “Ningún 'paparazzo' estaba invitado, pues la familia Boyer-Preysler nos consideraba ciertamente molestos. Y lo éramos. Yo no era todavía conocido por los escoltas del ex ministro.
 Al menos cuatro le acompañaban permanentemente. Así que cuando vi el corro de delegados, salí de mi coche y me incorporé al cortejo con mi cámara colgada al hombro. (…)
 Así que allí estaba yo en casa de Isabel sin ser invitado. Todos charlaron animadamente y posaron para mí con toda naturalidad. ¿'Dónde quieres que nos pongamos?', me preguntaba ingenuamente Isabel”. Montero también explica que cuando llega a la agencia en la que trabajaba le dicen que cómo no le había hecho preguntas. El fotógrafo no duda en llamar para que le haga unas declaraciones, ya que el reportaje tendría el triple de valor, y la respuesta la cuenta en el libro.  
“¡Gastamos una fortuna en seguridad para que entre en mi salón cualquiera! Isabel estaba verdaderamente cabreada. 'No se enfade', le dije.
 'He visto la ocasión y reconozco que he sido muy osado'. 'Se adoptarán medidas oportunas para depurar responsabilidades', me dijo con brusquedad y colgó.
 Al cabo del tiempo, tomaba su primera comunión Tamara, la cuarta hija de Isabel y la única habida en su matrimonio con Carlos Falcó
. La celebración tenía lugar en la finca toledana de Casa de Vacas (…) Reptando como una lagartija entre los abrojos conseguí acercarme hasta la casa para tratar de romper la exclusiva que Isabel había pactado con '¡Hola!'
. Un tal Frutos, uno de los escoltas de Julio José y Enrique Iglesias me descubrió y advirtió a los 'gorilas' de Isabel de mi presencia.
 Uno de ellos, que se llamaba Miguel, se vengó de mi osadía y me propinó una paliza que me dejó baldado.
 Me arrojaron a un camino y allí me quedé intentando volver a respirar.
 Mientras el todoterreno se alejaba se escuchaban las voces de Miguel a mis espaldas: '¡Que se joda y se vaya andando!'.
 Los hijos varones de Julio Iglesias, que aún eran muy jóvenes, contemplaron la paliza desde una ventana del caserón. Hablando hace unos meses con Julio J. Iglesias, él todavía lo recordaba”.

 Julio José Iglesias en un acto público este pasado verano.
Julio José Iglesias en un acto público este pasado verano.





 

 

 


Alicia Koplowitz con su entonces novio Gonzalo Muñoz.
Alicia Koplowitz con su entonces novio Gonzalo Muñoz.
Hay capítulos muy comprometidos donde Montero ha preferido utilizar nombres ficticios y donde la información se convierte en 'top secret'. En otros, narra sus viajes por medio mundo  hasta encontrar ‘la pieza', como sucedió con el viaje de novios de la Infanta Elena y Jaime de Marichalar o las fotos únicas de la Reina Letizia e Isabel Preysler en bikini.


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Alicia Koplowitz con su entonces novio Gonzalo Muñoz.
Alicia Koplowitz con su entonces novio Gonzalo Muñoz.
Hay capítulos muy comprometidos donde Montero ha preferido utilizar nombres ficticios y donde la información se convierte en 'top secret'
. En otros, narra sus viajes por medio mundo  hasta encontrar ‘la pieza', como sucedió con el viaje de novios de la Infanta Elena y Jaime de Marichalar o las fotos únicas de la Reina Letizia e Isabel Preysler en bikini.





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¿Qué hay detrás de las colas de Primark?................................................................... Begoña Gómez Urzaiz

La marca irlandesa tiene en España su segundo mercado más importante, que ha conquistado a base de precios imbatibles.

El País Vídeo


Las colas para entrar en el Primark de Gran Vía tienen su propio hashtag en Twitter y han protagonizado decenas de artículos, incluido el del satírico El Mundo Today, que tituló: “Primark cierra tras haber vestido ya a todos los españoles”.
 Son, sin duda, un fenómeno sociológico que da que hablar, y no precisamente de moda.
Aunque muchos han descubierto ahora la marca de bajo —bajísimo— coste, el macroestablecimiento de 12.400 metros cuadrados que ocupa el edificio París-Madrid es en realidad la tienda número 41 que Primark abre en España, su segundo mercado más importante después de su principal plaza, Reino Unido.
 De hecho, hay más centros Primark en España que en Irlanda, donde nació la cadena en 1969.
Según el profesor de IESE Julián Villanueva, que en 2011 publicó un estudio sobre la marca y sigue de cerca su evolución, el romance entre esta y el consumidor español tiene varios factores:
 “Por un lado, la crisis ha pegado más duro que en el norte de Europa y el low cost se ha hecho más atractivo.
 La recesión también ha facilitado su crecimiento porque el modelo Primark necesita unos locales enormes que han sido más fáciles de encontrar en los últimos años”.
Además, la marca se encontró en el país de Zara y Mango a un consumidor ya educado en el fast fashion. “Inditex ha hecho un gran trabajo en borrar el estigma que podían tener las marcas baratas. Comprar en Primark se considera más aceptable que en otros mercados”, remarca.
Maniquíes en la tienda 'flagship' de Primark en Gran Vía. / REUTERS
Se disputan el mismo mercado, pero en realidad Primark tiene un modelo de negocio bastante diferente del de sus dos grandes competidores globales, Inditex y H&M.
 “Ellos son el Lidl de la moda”, apunta Gerard Costa, profesor de marketing en ESADE y otro avezado observador del fenómeno
. “Atraen a mucha gente y sus márgenes de beneficio son muy bajos.
 El precio medio de un vestido femenino es de seis euros y medio, frente a los 15 de H&M”, explica. Además, el abanico de precios es muy reducido.
No existen altos y bajos: todo es barato. Eso hace, según Costa, que el consumidor apenas consulte el precio y compre mucho más en cada visita a la tienda, sobre todo si tiene que desplazarse, ya que casi todos sus puntos de venta se encuentran en centros comerciales alejados de los núcleos urbanos
. “Las ventas por metro cuadrado de H&M se sitúan en torno a unos 3.200 euros, frente a los 5.000 de Primark”, explica el docente.
El cliente de Primark compra mucho, a menudo para la casa y para toda la familia, y es, en muchas ocasiones, un cliente monógamo, solo compra allí.
“Más del 50% de los que acuden a la tienda en la Illa Diagonal de Barcelona no pisan ninguna otra tienda de ese centro comercial y los que van al resto de tiendas, no pisan el Primark”, cuenta el profesor.
Aparte de barata, ¿es buena la ropa? No demasiado, y a su consumidor no le importa.
 La firma baja costes de producción invirtiendo menos en diseño y en confección y el cliente lo sabe, según han detectado algunos trabajos de los alumnos de marketing de ESADE.
 Para Costa, este es un comportamiento de compra “muy norteamericano”, adquirir prendas que apenas se llevan
. Esa durabilidad limitada también es clave en un segmento en el que la marca se ha hecho muy potente, la ropa infantil.
Puede que esos diminutos vaqueros de tres euros no sean los mejores del mercado, pero para cuando salten los pespuntes, el bebé ya habrá crecido.

El próximo reto: Estados Unidos

En septiembre, Primark abrió su primera tienda en Estados Unidos, en la ciudad de Boston.
 La inauguración no provocó el colapso que se vivió en Madrid ni estuvo acompañada de la fanfarria que acompañó hace unos años al primer Topshop en EE UU, quizá porque esta cadena británica llegó a lo grande, instalando eso que se llama una tienda-bandera en pleno Broadway, en Nueva York. Aunque la llegada haya sido discreta, es muy significativa para la marca, que se plantea su expansión en Estados Unidos
. La pilota el español José Luis Martínez de Larramendi, que hasta ahora había sido el encargado del exitoso aterrizaje de Primark en la península ibérica.
En los últimos años, Primark ha protagonizado otro tipo de titulares
. La marca estaba entre las 28 contratistas de la fábrica Rana Plaza de Bangladesh, que se derrumbó en 2013 y dejó más de 1.100 víctimas mortales
. La tragedia dejó al descubierto el secreto a voces de la moda rápida, las pésimas condiciones de trabajo de quienes la confeccionan, y la firma irlandesa reaccionó rápido
. Intentó reparar su nombre, con la donación de unos ocho millones de euros a las familias de las víctimas y el anuncio de varias medidas reparatorias.
 Ese mismo año estuvo en el centro de un escándalo viral, cuando varios clientes británicos y chinos encontraron etiquetas escritas a mano en las prendas que decían: “Obligados a trabajar horas interminables”.
 Una investigación interna de la empresa concluyó que se trataba de un “montaje”.
Los dos expertos coinciden en que al consumidor apenas le afectan estos escándalos.
 “Como mucho, lo dice de boquilla, pero no lo toman en cuenta a la hora de comprar”, cree Villanueva. Costa lo corrobora:
“Todavía no existe esa conciencia
. El consumidor tiene muy poca memoria.
 Y en caso de que recuerde esos datos, se le olvidan cuando ve los precios”.

 

Un ‘modigliani’, el segundo cuadro más caro en una subasta de arte

‘Desnudo acostado’ se ha subastado por 158 millones en Nueva York.

'Desnudo acostado', de Amedeo Modigliani. / Foto: EFE / Vídeo: REUTERS - LIVE
La obra Nu Couché (Desnudo acostado) de Amedeo Modigliani subastada en Christie's consiguió llegar hasta los 158 millones de euros (170,4 millones de dólares) de premio final con lo que superó con creces el último récord del artista, que se situaba en 66 millones.
 La pintura del italiano se ha convertido en la segunda obra por la que más se ha pagado en una subasta de arte en la historia, después de la  Las Mujeres de Argel de Picasso.
 La obra más cara de la historia, sin embargo, es Nafea faa ipoipo de Paul Gauguin que fue adquirida por un comprador catarí a cambio de 300 millones de dólares (270 millones de euros).
Nu Couché, que ha superado las expectativas de Christie's de 100 millones de dólares, es uno de los últimos trabajos de la trágicamente corta carrera de Modigliani, el paradigma del pintor bohemio romántico en París
. Aunque no fue el único de sus desnudos, si se trata del más desinhibido por la postura de la modelo, que muestra su cuerpo acostada y con las piernas y brazos abiertos.
El récord para el artista italiano ha tenido lugar en la primera gran noche de subastas de Christie's de otoño, dedicada a "la musa del artista" y que ha contado con 34 pinturas y esculturas de maestros como Paul Gauguin o Roy Lichtenstein, que también han conseguido sus propios récords.
Así, la escultura Thérese, de Gauguin, consiguió 30,9 millones de dólares de precio final, más que ninguna obra anterior del artista.
 Igualmente, la colorista Nurse (Enfermera), de Liechtenstein, que partía con una estimación de 80 millones de dólares, consiguió llegar los 95,3 millones, lo máximo jamás pagado por una obra del artista pop hasta la fecha (56 millones).
La famosa y colorista obra, quinta esencia de la heroína de Lichtenstein, llevaba décadas fuera del mercado en manos de un coleccionista privado.

 

 

9 nov 2015

CASABLANCA

CASABLANCA
    El bosque petrificado abrió las puertas del cine a Bogart, aunque le encasillo como gángster, El último refugio demostró que podía interpretar algo más que a un simple matón, en El halcón Maltés ya fue detective y protagonista, pero sería Casablanca la película que le encumbraría definitivamente al estrellato y, con el transcurso del tiempo, en el mítico actor que actualmente es.

Dooley Wilson (Sam, el pianista) con Bogart (Rick Blaine) en
un descanso del rodaje. Una copa y un paquete de cigarrillos,
compañía inevitable de Bogart.
     Nadie hubiese dado cuatro duros (duro: denominación coloquial que se daba a la moneda de 5 pesetas) por Casablanca. La Warner pensaba hacer una película más, una de las tantas que Hollywood vomitaba al cabo del año. Para empezar estaba basada en una obra de teatro (Everybody Comes to Rick's) que no había logrado ser estrenada en el escenario. Por si fuera poco, el guión estaba escrito por al menos cuatro guionistas que, salvo los hermanos Epstein, trabajaban independientemente unos de otros. Para más inri el guión, que no estaba terminado, se improvisaba, día a día, en el plató y, además, se desconocía el final. Sin embargo, en contra de toda lógica, Michael Curtiz, su director, consiguió rodar una obra maestra que, actualmente, es una leyenda mítica, un icono del mundo del celuloide que sigue acaparando espectadores generación tras generación. Curtiz, un director infravalorado (la crítica le sigue considerando un artesano de películas de encargo) fue el elegido por Hal B. Wallis, el productor de la Warner, para llevar a buen puerto la producción. Los guionistas fueron los gemelos Epstein, en dos etapas -pues abandonaron el proyecto y luego volvieron a retomarlo- Howard Koch y Casey Robinson (este último no acreditado).


Ingrid Bergman y Humphrey Bogart. Paul Henreid
completaba el triangulo amoroso.
La fotografía estuvo a cargo de Arthur Edeson y la música de Max Steiner que, curiosamente, el tema más famoso de la película,
 El tiempo pasara, no esta compuesto por él. El reparto lo encabezaba Humphrey Bogart junto a Ingrid Bergman y Paul Henreid, escoltados por Claude Rains, Peter Lorre, Conrad Veidt, Sydney Greenstreet y Dooley Wilson.
Y un gran número de secundarios (Marcel Dalio, Madeleine LeBeau, S. Z. Sakall...) en su inmensa mayoría exiliados europeos (de los citados tan solo Bogart y Dooley Wilson eran estadounidenses) que habían huido, por diversas causas, del regimen nazi.
Claude Rains y Paul Henreid junto a Bogart en dos
escenas de Casablanca.
 "¿Sabe cual es la película más popular jamás realizada? Casablanca. No es una película perfecta, no es la película que más dinero ha dado, pero cada vez que se pasa por televisión bate récords de audiencia". (Billy Wilder).