Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

7 nov 2015

El juicio sin fin de Polanski............................................................ Rubén Amón

La sintonía con Washington del partido polaco Paz y Justicia reabre el debate sobre la extradición del director, 38 años después de haber violado a una menor.


Roman Polanski no ha logrado nunca llevar a cabo la versión cinematográfica de Los miserables, pero su fuga de la justicia americana evoca las aventuras y desventuras de Jean Valjean, protagonista de la novela de Victor Hugo que elude durante tres décadas y un millar de páginas la persecución del inspector Javert hasta que terminan encontrándose.
Les diferencian los delitos.
 Valjean era un ladrón en tiempos de hambruna cuyo historial delictivo se complicó por sustraerse a la primera condena, mientras que Polanski cometió un delito que no prescribe en Estados Unidos, la violación de una menor de edad —13 años— a la que previamente había administrado sustancias estupefacientes.
Que la víctima, Samantha Geimer, lo haya perdonado no ha conmovido la pertinacia de la justicia estadounidense.
 Inspirada en la obstinación de Javert, la Fiscalía ni se apiada de la edad del cineasta (83 años) ni se resigna a tolerar una "fuga" que se ha prolongado 38 años, es decir, cuando Polanski decidió huir de Estados Unidos para prevenirse de una condena ejemplar o ejemplarizante.
Es la razón por la que no ha podido regresar ni recoger su único Oscar (por El pianista, en 2002)
. Y el motivo por el que los sabuesos americanos se han dedicado a perseguirlo.
 Estuvieron cerca de extraditarlo cuando Polanski fue detenido y hasta encarcelado en Zúrich (Suiza) en 2009, aunque el último episodio de la cacería se remonta a la semana pasada: un juez de Cracovia (Polonia) esgrimió que no procedía entregarlo porque el director francopolaco ya había expiado 42 días de prisión a cuenta del delito que se le imputaba.

¿Ha expiado ya su culpa el cineasta?

R.A.
Cada vez que reaparece el caso Polanski, se movilizan sus amigos y sus partidarios —Almodóvar, Woody Allen, Godard— para defenderlo y confortarlo, coreografiando una desmesura corporativa que confunde el talento, la amistad y la responsabilidad, y que también se arraiga en la insistencia con que la víctima de la violación, Samantha Geimer, ha exculpado al cineasta, incluso declarando el lunes que la persecución es "ridícula".
 Técnicamente hablando, el delito que cometió Polanski  ha sido sólo expiado con 42 días de reclusión, pero las leyes del karma se han demostrado bastante más duras, tanto por el exilio posterior a la condena —casi  40 años— como por la persecución, el permanente revuelo mediático y las desgracias que se han amontonado en su vida.
 Empezando por la muerte de su madre en Auschwitz y por el crimen brutal de su primera esposa, Sharon Tate, a manos de Charles Mason en 1969.
Se refería Dariusz Mazur al acuerdo que alcanzaron Polanski y la Fiscalía americana en 1978
. O al amaño, pues la millonaria indemnización a la víctima sirvió para edulcorar la responsabilidad del cineasta.
 No se trataba de una violación ni de un rapto.
 Se trataba de una relación consentida con una menor, de forma que Polanski aceptaba someterse a una estratagema psiquiátrica y a recluirse seis semanas en la prisión de Chino (California).
La abandonó con un permiso que le consentía viajar a Londres.
 Y que fue su pasaporte a la impunidad, pues los términos del acuerdo triangular —al que llegaron la víctima, Polanski y la Fiscalía— irritaron la conciencia de Lawrence Rittenband, un juez estrella californiano entre cuyos expedientes descollaron el divorcio de Elvis Presley, la custodia de un hijo de Marlon Brando y una reclamación de paternidad a Cary Grant.
Le convenía la repercusión del caso Polanski, y no le convenía a este el encelamiento del magistrado, de tal manera que el cineasta aprovechó una escala técnica en París como pretexto providencial para exiliarse, consciente por añadidura de que no existían, ni existen, tratados de extradición entre Francia y Estados Unidos.
Polanski se convertía en el argumento de una crisis diplomática y obtenía la solidaridad corporativa de sus colegas, más o menos como si el indiscutible talento del realizador de La semilla del diablo (1969) añadiera un matiz condescendiente a una concepción desinhibida de las relaciones sexuales y a las convenciones entre adultos, efebos y lolitas.
 ¿Acaso no se había acostado Polanski con Jacqueline Bisset cuando tenía ella 15 años? ¿Y no era cierto que Samantha Geimer le fue ofrecida por su madre bajo el pretexto de una sesión fotográfica soft en la casa de Malibú de Jack Nicholson?
Tienen peligro las preguntas porque vacían la responsabilidad de Polanski, con más razón cuando Geimer, exiliada voluntariamente a Hawai y madre de tres hijos, declaró a Time en 2003 que "había sido violada".
El director sale de un juzgado de Santa Mónica en 1976.  / ap
"Pero siempre me he sentido incómoda con el término violación", añadía.
"No quiero dramatizar. Para mí violar implica algo violento y sucio.
 Y no sucedió nada parecido allí.
 Hubo sexo sin mi consentimiento, quede claro. Pero ocurrió hace muchos años, y quiero que se deje en paz a Polanski.
Ni tengo rencor ni tengo simpatía hacia él. Es un extraño".
La fuga de Polanski no ha terminado. Ni siquiera con la sentencia del juez polaco Mazur. Primero, porque es recurrible.
 Y, en segundo lugar, porque la victoria del partido Paz y Justicia en los recientes comicios polacos predispone a una sintonía entre Washington y Varsovia respecto a la hipótesis de una extradición.
Ya había declarado el líder Jaroslaw Kaczynski durante la campaña que aceptaría entregar al compatriota Polanski porque "no se puede dar un trato diferente a alguien por el hecho de ser un director de cine de fama, y la Justicia ha de ser igual para todos".

 

El Olimpo del escarnio............................................................... Ángel S. Harguindey

Los programas del corazón se han convertido en un icono de la cultura popular y en un filón para las cadenas de televisión.

De izquierda a derecha y de arriba abajo: Kiko Matamoros, Kiko Hernández, Jorge Javier Vázquez, Ana Rosa Quintana, Susana Griso y Belén Esteban. / Cristóbal Fortúnez
"Caos: 1.- Estado amorfo e indefinido que se supone anterior a la ordenación del cosmos. 2.- Confusión, desorden". Son dos de las acepciones que la RAE ofrece del término
. Las dos son también válidas para definir los programas del corazón y las tertulias políticas de las televisiones, generalistas o no.
 Se podrá discutir que dichos programas no son anteriores a la ordenación del cosmos pero eso supondría admitir que el cosmos está ordenado, algo que los protagonistas de The Big Bang Theory pondrían inmediatamente en duda, sobre todo Sheldon Cooper, naturalmente.
Lo que parece indudable es que promueven la confusión y el desorden, al menos el mental.
¿Cómo sino tratar de aclararse con los apasionados debates de Sálvame diario y Sálvame Deluxe a propósito de, por ejemplo, la tortuosa relación de Amador Mohedano y Rosa Benito? ¿Y qué decir de todos y cada uno de los dubitativos pasos que da en la vida Chabelita Pantoja?
¿Cómo no caer en el más desconcertante desorden mental al escuchar durante años a Belén Esteban analizar las cuestiones más inherentes al espíritu humano, el amor, los celos, la envidia, la infidelidad o la defensa a muerte de los hijos? ¿Y cómo asimilar el que se haya convertido en un icono de la cultura popular y en un filón para la cadena?
Si la charla es educada y sin interrupciones de unos a otros,
la audiencia desiste
Sálvame es un homenaje diario al ombliguismo, a un mirar y mirarse continuamente entre sus habituales contertulios, los Kikos, Mila, Terelu, Karmele, Lydia, Chelo, Raquel, María, Gustavo o Gema, que no dudan en despedazarse de cuatro a ocho de la tarde para luego irse a cenar tan ricamente.
 Es el Olimpo del escarnio y no suelen bajar de 1.700.000 espectadores
. Tanta humillación a propios evita, además, las frecuentes querellas de los ajenos pues no hay que olvidar que Telecinco es la cadena que recibe el mayor número de quejas de las que más de la mitad lo son por el programa que presenta Jorge Javier Vázquez.
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Pero si Belén Esteban hace tiempo que superó ampliamente el cuarto de hora de fama warholiano, Mariló Montero no se queda atrás, con un matiz: su programa en TVE es el de menos audiencia de las mañanas generalistas pero ella entró en el selecto grupo de las/los inolvidables, y todo debido a su propio esfuerzo con comentarios tan sugestivos como el de que "no está científicamente comprobado, pero nunca se sabe, si el alma está también trasplantada con el órgano", o el no menos impactante en el que ofreció su conclusión sobre el problema de los desahucios al afirmar que "para acabar con los desahucios no se puede dar dinero como a los negritos sino enseñarles a labrar la tierra". Desahuciados, sí, pero con un oficio.
El plató de televisión de 'Sálvame'.
Lo último es que ahora los especialistas en programación están valorando la posibilidad de adaptar a España el reality The Sisterhood Becoming Nuns, que emite Lifetime en Estados Unidos, y en el que se muestra el día a día de un grupo de jóvenes que aspiran a ingresar en un convento.
 Al fin y al cabo, y mas después de las recientes novedades bibliográficas sobre los procesos de beatificación y sus costes, todo parece indicar que el Vaticano tampoco desdeña las leyes de la oferta y la demanda, o al menos hasta la llegada del papa Francisco.
Ana Rosa y Susanna Griso fusionan política y corazón como quien une flamenco y música subsahariana
Lo curioso de todo este asunto es que las tertulias políticas han ido derivando hacia los programas del corazón, al menos en su aspecto formal: las corralas se han adueñado de los platós.
Ya no sólo basta con repetir lo leído o escuchado en los diarios o en la radio antes del programa, ahora resulta imprescindible el dar gritos y no respetar las intervenciones ajenas.
Si la charla es educada y sin interrupciones de unos a otros, la audiencia desiste.
Y, naturalmente, entre la tesis y la antítesis surge la síntesis: son los programas de Ana Rosa y Susanna Griso en los que el corazón y la política se fusionan con la misma facilidad que se funde el flamenco con la música subsahariana.
 Un rato sobre las declaraciones de cualquier ministro torpe, otro rato sobre el soberanismo catalán, un anuncio de colchones y los últimos detalles de la boda de Eva González con Cayetano Rivera.
La presentadora Mariló Montero. / GTRESONLINE
La televisión es el más denostado de los medios de comunicación
. Fellini dijo aquello de que "es el espejo donde se refleja la derrota de todo nuestro sistema cultural". Groucho Marx destacó otra peculiaridad: "Encuentro la televisión muy educativa. Cada vez que alguien la enciende, me retiro a otra habitación y leo un libro".
 La recopilación de frases sobre lo que durante años se llamó "la caja tonta" sería interminable y sin embargo se ha convertido en el electrodoméstico esencial, aquel que define como bicho raro el que no lo tenga.
Los expertos suelen argumentar que la televisión ha sustituido a los encuentros en las plazas de los pueblos, unas tertulias en las que se intercambiaban historias locales
. Sabido es que en la Venecia del XVII los ciudadanos pagaban por unas hojas manuscritas, La gazzetta veneciana, en las que se narraban historias reales y fantásticas aportadas por las tripulaciones de los comerciantes que recorrían todos los mares.
La periodista Susana Griso. / Gtresonline
Manuel Vicent suele contar que esos relatos son el origen del periodismo, un género en el que la información, las crónicas, la imaginación y la fantasía de las leyendas convirtieron aquellas hojas en los primeros ejemplares del periodismo escrito.
 Ya apenas queda nada de todo eso.
 En las plazas y en los relatos de los marinos había información útil y fábulas; en las tertulias televisivas hay, mayoritariamente, humillaciones y gritos.
Cuando Enzensberger señalaba que las reivindicaciones revolucionarias del siglo XXI eran el silencio y el espacio estaba designando lo que los cientos de miles de refugiados que ansían llegar a Europa y los que escuchan los programas del corazón o de la política anhelan fervientemente.

 

6 nov 2015

Las 7 dieferncias entre las dos bodas de Cayetano Rivera Ordóñez

Los cambios desde la boda del 2001 a la del 2015.

No es la primera vez que Cayetano Rivera se casa .

 La primera fue con Blanca Romero, asturiana, y mientras ella se decidió por un vestido de Karl Lagerfeld, la actual, Eva González, lucía un vestido de un diseñador nacional. Blanca eligió lucir el pelo suelto y tardó una hora en llegar a la iglesia, mientras que la andaluza ha llevado un discreto recogido y sólo se ha retrasado veinte minutos. 

En la entrada de la primera boda, había, por supuesto, gaiteros, pero en esta, el ambiente lo daba el pueblo, que animaban a los novios orgullosos. ¡Encuentra el resto de la diferencias!

La boda más esperaba del año por fin se ha celebrado: Cayetano de Rivera y Eva González se han casado. Y estaban guapísimos y muy felices, igual que todos los invitados con los que hemos hablado, que se mostraban muy simpáticos y contentos de poder asistir al evento. Kiko Rivera decía que están los dos guapísimos y les daba la enhorabuena.

 “Ha sido una ceremonia preciosa, cuando ha cantado Manuel ha sido precioso”, afirmaba Fran Rivera, hermano del novio, y les aconsejaba: “Que se quieran mucho y que no se acuesten enfadados”.  

 

 Guapisimos sus padres

 

 

La Segunda boda

Cayetano Guapisimo

Carlota Casiraghi y su filosofía amorosa para principiantes................................................ Mábel Galaz

Ha roto con Gad Elmaleh con quien no se casó pero tuvo un hijo. Huye de la prensa pero reina en las portadas.

 

Carlota Casiraghi, en París. / CORDON PRESS
No quiere que nadie hable de su vida privada y está tan obsesionada por preservar su intimidad que incluso recurrió a los abogados de lady Di para denunciar en los tribunales franceses que estaba siendo víctima de una persecución mediática que ponía en riesgo su vida.
Fue allá por el año 2011. Carlota Casiraghi Grimaldi acababa de comenzar a salir con el cómico francés Gad Elmaleh tras romper un largo noviazgo con Alex Dellal, un rico heredero.
 La historia parecía repetirse.
 Recordaba al sonado romance que su madre, la princesa Carolina de Mónaco, inició con Vicent Lindon poco tiempo después de quedarse viuda
. Han pasado cuatro años y Carlota, de 29, ha roto con el actor y padre de su hijo Raphael. Ahora se deja ver con el director de cine italiano Lamberto Sanfelice, a quien conoció el pasado febrero durante el Festival de Cine de Berlín.
 Allí Sanfelice presentó su primera película, Cloro. Aunque el director todavía no es demasiado conocido, los expertos afirman que su trabajo en el cine es prometedor y tiene un gran futuro
. Lo que nadie duda es que su relación con Carlota le hará más famoso.
Porque aunque ella no lo quiera, Carlota convierte en noticia todo lo que hace o deja de hacer.
 No confirmó su relación con Gad Elmaleh, tampoco el nacimiento de su hijo, que está a punto de cumplir dos años, y menos aún que haya roto con su anterior vida para iniciar otra.
Noticias todas que han hecho correr ríos de tinta. Son los paparazis que viven junto a ella quienes desvelan los cambios que experimenta.
Su romance con Sanfelice ha sido portada esta semana de la revista Voici, que pilló besándose a la pareja en plena calle
. Esa misma publicación adelantó antes del verano que Carlota había roto con el padre de su hijo, pero la pareja salió al paso de la noticia dejándose fotografiar toda amorosa.
 Algo curioso, y más teniendo en cuenta que los portavoces del palacio de Mónaco, en el que reside su tío Alberto, sostienen que su alteza “no habla de su vida privada”
. A esas imágenes le siguieron otras de ambos en la boda de Pierre Casiraghi, hermano menor de ella, con Beatrice Borromeo.
Gad Elmaleh ha participado en contadas ocasiones en la vida de palacio.
En los últimos dos años ha estado de gira por medio mundo con su espectáculo cosechando triunfo tras triunfo; estos días está en Estados Unidos. Su condición de cómic
o popular consolidado desde hace años en su país hace de él un habitual de las revistas del corazón. Son así conocidos sus romances anteriores: además de la madre de su primer hijo, tuvo una relación corta pero sonada con la periodista y presentadora del telediario de la televisión pública francesa, a su vez hija de un destacado hombre de televisión, Marie Drucker.
 Mientras él recorría el mundo, Carlota hacía su vida: regresaba a la competición hípica y retomaba sus compromisos como imagen de Gucci y otras marcas de lujo que tienen la fortuna de tener a la hija de Carolina de Mónaco como su embajadora.
Gad Elmaleh, con Carlota que lleva a su hijo en brazos, el pasado verano. / CORDON PRESS
Ella se parece a su madre, incluso muchos dicen que es más guapa. De ella ha heredado su carácter independiente.
 Con Carlota se cumple la máxima de que los Grimaldi son una familia aristocrática de lo más atípica. No solo no siguen las reglas, presumen de romperlas
. Los tres Casiraghi-Grimaldi pertenecen a ese club de famosos-bohemios-pijos que disfrutan de permanentes vacaciones, que disponen de todos los lujos a su alcance y que solo se acercan a la prensa cuando les interesa para hacer caja.
 Eso sí, para mantener su estatus acuden al balcón del palacio de Mónaco cuando su tío les reclama. Todos saben que el Principado se mantiene, entre otras cosas, gracias a su presencia en el papel cuché y en él Carlota es la que más brilla.
Haciendo una excepción a su norma de no hablar de su vida, sorprendió hace una semanas charlando de filosofía.
  Licenciada por la Soborna presidió unas jornadas en Montecarlo sobre esta materia, y allí dijo cosas como:
 “Creo que la clave de una relación amorosa duradera es que ambos compartan pasión por lo verdadero, por la vida. El diálogo entre dos amantes es un diálogo filosófico
. Puede que este tipo de pasión no sea la pasión en el sentido estricto de la palabra, pero para mí es la que permite que el amor dure”.
Quizá Carlota estaba refiriéndose ya a su ruptura con Gad Elmaleh y a Sanfelice, el nuevo golpe de efecto de esta princesa atípica y rebelde.