Ha roto con Gad Elmaleh con quien no se casó pero tuvo un hijo. Huye de la prensa pero reina en las portadas.
No quiere que nadie hable de su vida privada y está tan obsesionada
por preservar su intimidad que incluso recurrió a los abogados de lady
Di para denunciar en los tribunales franceses que estaba siendo víctima
de una persecución mediática que ponía en riesgo su vida.
Fue allá por el año 2011. Carlota Casiraghi Grimaldi acababa de comenzar a salir con el cómico francés Gad Elmaleh tras romper un largo noviazgo con Alex Dellal, un rico heredero.
La historia parecía repetirse.
Recordaba al sonado romance que su madre, la princesa Carolina de Mónaco, inició con Vicent Lindon poco tiempo después de quedarse viuda
. Han pasado cuatro años y Carlota, de 29, ha roto con el actor y padre de su hijo Raphael. Ahora se deja ver con el director de cine italiano Lamberto Sanfelice, a quien conoció el pasado febrero durante el Festival de Cine de Berlín.
Allí Sanfelice presentó su primera película, Cloro. Aunque el director todavía no es demasiado conocido, los expertos afirman que su trabajo en el cine es prometedor y tiene un gran futuro
. Lo que nadie duda es que su relación con Carlota le hará más famoso.
Porque aunque ella no lo quiera, Carlota convierte en noticia todo lo que hace o deja de hacer.
No confirmó su relación con Gad Elmaleh, tampoco el nacimiento de su hijo, que está a punto de cumplir dos años, y menos aún que haya roto con su anterior vida para iniciar otra.
Noticias todas que han hecho correr ríos de tinta. Son los paparazis que viven junto a ella quienes desvelan los cambios que experimenta.
Su romance con Sanfelice ha sido portada esta semana de la revista Voici, que pilló besándose a la pareja en plena calle
. Esa misma publicación adelantó antes del verano que Carlota había roto con el padre de su hijo, pero la pareja salió al paso de la noticia dejándose fotografiar toda amorosa.
Algo curioso, y más teniendo en cuenta que los portavoces del palacio de Mónaco, en el que reside su tío Alberto, sostienen que su alteza “no habla de su vida privada”
. A esas imágenes le siguieron otras de ambos en la boda de Pierre Casiraghi, hermano menor de ella, con Beatrice Borromeo.
Gad Elmaleh ha participado en contadas ocasiones en la vida de palacio.
En los últimos dos años ha estado de gira por medio mundo con su espectáculo cosechando triunfo tras triunfo; estos días está en Estados Unidos. Su condición de cómic
o popular consolidado desde hace años en su país hace de él un habitual de las revistas del corazón. Son así conocidos sus romances anteriores: además de la madre de su primer hijo, tuvo una relación corta pero sonada con la periodista y presentadora del telediario de la televisión pública francesa, a su vez hija de un destacado hombre de televisión, Marie Drucker.
Mientras él recorría el mundo, Carlota hacía su vida: regresaba a la competición hípica y retomaba sus compromisos como imagen de Gucci y otras marcas de lujo que tienen la fortuna de tener a la hija de Carolina de Mónaco como su embajadora.
Ella se parece a su madre, incluso muchos dicen que es más guapa. De ella ha heredado su carácter independiente.
Con Carlota se cumple la máxima de que los Grimaldi son una familia aristocrática de lo más atípica. No solo no siguen las reglas, presumen de romperlas
. Los tres Casiraghi-Grimaldi pertenecen a ese club de famosos-bohemios-pijos que disfrutan de permanentes vacaciones, que disponen de todos los lujos a su alcance y que solo se acercan a la prensa cuando les interesa para hacer caja.
Eso sí, para mantener su estatus acuden al balcón del palacio de Mónaco cuando su tío les reclama. Todos saben que el Principado se mantiene, entre otras cosas, gracias a su presencia en el papel cuché y en él Carlota es la que más brilla.
Haciendo una excepción a su norma de no hablar de su vida, sorprendió hace una semanas charlando de filosofía.
Licenciada por la Soborna presidió unas jornadas en Montecarlo sobre esta materia, y allí dijo cosas como:
“Creo que la clave de una relación amorosa duradera es que ambos compartan pasión por lo verdadero, por la vida. El diálogo entre dos amantes es un diálogo filosófico
. Puede que este tipo de pasión no sea la pasión en el sentido estricto de la palabra, pero para mí es la que permite que el amor dure”.
Quizá Carlota estaba refiriéndose ya a su ruptura con Gad Elmaleh y a Sanfelice, el nuevo golpe de efecto de esta princesa atípica y rebelde.
Fue allá por el año 2011. Carlota Casiraghi Grimaldi acababa de comenzar a salir con el cómico francés Gad Elmaleh tras romper un largo noviazgo con Alex Dellal, un rico heredero.
La historia parecía repetirse.
Recordaba al sonado romance que su madre, la princesa Carolina de Mónaco, inició con Vicent Lindon poco tiempo después de quedarse viuda
. Han pasado cuatro años y Carlota, de 29, ha roto con el actor y padre de su hijo Raphael. Ahora se deja ver con el director de cine italiano Lamberto Sanfelice, a quien conoció el pasado febrero durante el Festival de Cine de Berlín.
Allí Sanfelice presentó su primera película, Cloro. Aunque el director todavía no es demasiado conocido, los expertos afirman que su trabajo en el cine es prometedor y tiene un gran futuro
. Lo que nadie duda es que su relación con Carlota le hará más famoso.
Porque aunque ella no lo quiera, Carlota convierte en noticia todo lo que hace o deja de hacer.
No confirmó su relación con Gad Elmaleh, tampoco el nacimiento de su hijo, que está a punto de cumplir dos años, y menos aún que haya roto con su anterior vida para iniciar otra.
Noticias todas que han hecho correr ríos de tinta. Son los paparazis que viven junto a ella quienes desvelan los cambios que experimenta.
Su romance con Sanfelice ha sido portada esta semana de la revista Voici, que pilló besándose a la pareja en plena calle
. Esa misma publicación adelantó antes del verano que Carlota había roto con el padre de su hijo, pero la pareja salió al paso de la noticia dejándose fotografiar toda amorosa.
Algo curioso, y más teniendo en cuenta que los portavoces del palacio de Mónaco, en el que reside su tío Alberto, sostienen que su alteza “no habla de su vida privada”
. A esas imágenes le siguieron otras de ambos en la boda de Pierre Casiraghi, hermano menor de ella, con Beatrice Borromeo.
Gad Elmaleh ha participado en contadas ocasiones en la vida de palacio.
En los últimos dos años ha estado de gira por medio mundo con su espectáculo cosechando triunfo tras triunfo; estos días está en Estados Unidos. Su condición de cómic
o popular consolidado desde hace años en su país hace de él un habitual de las revistas del corazón. Son así conocidos sus romances anteriores: además de la madre de su primer hijo, tuvo una relación corta pero sonada con la periodista y presentadora del telediario de la televisión pública francesa, a su vez hija de un destacado hombre de televisión, Marie Drucker.
Mientras él recorría el mundo, Carlota hacía su vida: regresaba a la competición hípica y retomaba sus compromisos como imagen de Gucci y otras marcas de lujo que tienen la fortuna de tener a la hija de Carolina de Mónaco como su embajadora.
Ella se parece a su madre, incluso muchos dicen que es más guapa. De ella ha heredado su carácter independiente.
Con Carlota se cumple la máxima de que los Grimaldi son una familia aristocrática de lo más atípica. No solo no siguen las reglas, presumen de romperlas
. Los tres Casiraghi-Grimaldi pertenecen a ese club de famosos-bohemios-pijos que disfrutan de permanentes vacaciones, que disponen de todos los lujos a su alcance y que solo se acercan a la prensa cuando les interesa para hacer caja.
Eso sí, para mantener su estatus acuden al balcón del palacio de Mónaco cuando su tío les reclama. Todos saben que el Principado se mantiene, entre otras cosas, gracias a su presencia en el papel cuché y en él Carlota es la que más brilla.
Haciendo una excepción a su norma de no hablar de su vida, sorprendió hace una semanas charlando de filosofía.
Licenciada por la Soborna presidió unas jornadas en Montecarlo sobre esta materia, y allí dijo cosas como:
“Creo que la clave de una relación amorosa duradera es que ambos compartan pasión por lo verdadero, por la vida. El diálogo entre dos amantes es un diálogo filosófico
. Puede que este tipo de pasión no sea la pasión en el sentido estricto de la palabra, pero para mí es la que permite que el amor dure”.
Quizá Carlota estaba refiriéndose ya a su ruptura con Gad Elmaleh y a Sanfelice, el nuevo golpe de efecto de esta princesa atípica y rebelde.
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