Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

30 oct 2015

Una mujer ilustrada y cosmopolita........................................................... Sonia Vizoso / Xosé Hermida

Rosario Porto estudió en Universidades europeas y se codeaba con la élite política de Santiago.

Rosario Porto tras el registro de su casa / ÓSCAR CORRAL

“Si las sospechas sobre Charo se confirman, yo ya no creo en el género humano”. Una amiga íntima de la abogada Rosario Porto (Charo para los muchos que en su ciudad la trataban) y del periodista Alfonso Basterra resumía así el día de su detención, con esa mezcla de incredulidad y rabia que sacudió a los vecinos de Santiago, una capital autonómica de apenas 95.000 habitantes con una plácida existencia acunada por la Administración y la Universidad.
Era habitual ver a Rosario y Alfonso paseando con su hija Asunta por el Ensanche compostelano, la parte más moderna del centro de Santiago que se extiende más allá de los confines del casco viejo que rodea la catedral.
 Ella, hija única de un reconocido letrado que ejerció durante décadas como cónsul honorífico de Francia y de una catedrática de Historia del Arte especializada en el barroco, nació el 11 de julio de 1969 en un hogar culto, bien posicionado económicamente, con una tradición familiar republicana e intensas relaciones sociales.

Estudió desde niña en dos centros prestigiosos de la capital gallega —el colegio público Pío XII y el instituto Rosalía de Castro—, los mismos en los que ella y su marido matricularon a Asunta
. Pero completó sus estudios en el extranjero y cuando enfiló la adolescencia empezó a pasar los veranos en Reino Unido y Francia para perfeccionar idiomas
. El COU lo cursó en el Yago School of Oxford y, aunque la carrera de Derecho la hizo en Santiago, en su currículum constan estancias en la Universidades de París III y Le Mans y en la London High School of Law.
Tras su periplo cosmopolita, Porto regresó a Santiago en 1996 y se puso a ejercer la abogacía en el despacho que su padre, Francisco Porto Mella, tenía en la calle de Montero Ríos, en el Ensanche, ese céntrico conglomerado de apenas una docena de calles en el que ha transcurrido la vida de la familia hasta el pasado fin de semana, cuando una pareja de jóvenes que iban de fiesta encontraron el cuerpo sin vida de la pequeña Asunta.
 Al mismo tiempo que ella empezaba a ejercer de letrada, el periodista Alfonso Basterra, nacido en Bilbao en 1965, ya se había instalado en Santiago.
Rosario heredó de su progenitor la profesión y también el cargo de cónsul de Francia en Santiago, que le fue transmitido en 1997 y que dejó en 2006.
 Fueron estos años en los que la hija de Francisco Porto y de la catedrática Socorro Ortega —miembro esta última de la Real Academia Gallega de Bellas Artes— comenzó a convertirse en una habitual de la vida social y cultural de la ciudad.
Tras diez años de cónsul, Francia la condecoró en 2007 con la prestigiosa medalla de la Orden Nacional del Mérito, solo unos meses después de que decidiese dejar el puesto diplomático por “razones personales”.
Al acto celebrado con numerosos invitados en un hotel del campus universitario de Santiago, acudió el entonces alcalde de la capital, Xosé Sánchez Bugallo, y el cónsul general de Francia, Thierry Frayssé, que viajó expresamente desde Bilbao
. Pero su vida social continuó como directiva del Ateneo compostelano, donde no era raro que actuase de presentadora de conferenciantes.
Desde que Rosario adoptó a Asunta en China, todos la veían como una madraza.
 “Para mí que tenía incluso una especie de ansiedad maternal”, dice un amigo. “Cada vez que la encontraba, no me hablaba más que de la niña”
. Según se han ido conociendo los hechos —mezclados con rumores de todo tipo— la incredulidad se rompió.
 Y los vecinos pasaron a gritarle “asesina”.

Los hechos probados del caso Asunta.......................................... Silvia R. Pontevedra

Estas son las preguntas y respuestas del jurado para adoptar el veredicto de culpabilidad.

Vista de la sala desde donde se sigue la lectura del veredicto. / FOTO: EFE / VÍDEO: ATLAS

El jurado del caso Asunta se ha pronunciado sobre diferentes aspectos expuestos durante el juicio. Los padres de la menor, Rosario Porto y Alfonso Basterra, han sido declarados culpables de la muerte de su única hija
. A continuación, la reproducción del contenido del objeto del veredicto, las preguntas y respuestas de los miembros del tribual popular.
Para considerar probado un hecho desfavorable para los acusados era necesario que siete votos a favor.
 Para declararlo no probado hacen falta cinco votos.
 Si el hecho es favorable a los acusados, se requieren cinco votos para considerarlo como probado o no probado.
 Según fuentes judiciales, los miembros del tribunal popular han sido unánimes en  todos los puntos.
  • El primer punto sobre el que debían votar era este:
Los acusados Alfonso Basterra y Rosario Porto, de común acuerdo, suministraron repetidamente, desde al menos tres meses antes del fallecimiento, a su hija Asunta un medicamento que contenía lorazepam, sustancia perteneciente al grupo de las benzodiacepinas y que produce somnolencia y sedación y en ejecución al plan acordado, Basterra retiró en, al menos, tres ocasiones, en el periodo comprendido entre principios del mes de julio y mediados del mes de septiembre de 2013, una cantidad de, al menos, 125 comprimidos de Orfidal de la farmacia de la Rúa de Hórreo, de Santiago de Compostela.
  • Los miembros del jurado también han considerado probado el siguiente apartado:
El día 21 de septiembre de 2013, los acusados Rosario Porto y Alfonso Basterra, puestos de común acuerdo para acabar con la vida de su hija Asunta, comieron con ella en el domicilio de Basterra, sito en la calle República Argentina, nº8, y le suministraron una cantidad de medicamento que contenía lorazepam, necesariamente tóxica para, posteriormente, cuando hiciera efecto, asfixiarla.
  • Otro de los hechos que el jurado ha considera probado es el siguiente:
La acusada Rosario Porto, ese mismo día, siguiendo el plan acordado con Alfonso Basterra, después de las 18.15 llevó a su hija Asunta a la casa familiar sita en el lugar de A Poboa, en Montouto, Teo, utilizando para ello el vehículo Mercedes Benz, matrícula C-3574-BC.
Además, consideran que "en un momento comprendido entre las 18.22 y las 20.00, en la casa de Montouto los acusados, Rosario Porto y Alfonso Basterra, asfixiaron a su hija Asunta por medio de la compresión que le aplicaron sobre la boca y la nariz".
Respecto a los hechos de aquel 22 de septiembre de 2013, los miembros del jurado señalan que "en un momento próximo a la muerte de la menor, los acusados, doña Rosario Porto y dos Alfonso Basterra, ataron a su hija por los brazos y los tobillos por medio de unas cuerdas plásticas de color naranja.
También han considerado probado que Asunta "no pudo defenderse de modo efectivo porque estaba bajo los efectos del medicamento que con ese fin se le había suministrado"
.

 

El jurado declara culpables a los padres de Asunta....................................... Silvia R. Pontevedra

Los miembros del tribunal, por unanimidad, se han mostrado contrarios al indulto o a una reducción de condena.

Rosario Porto y su marido durante la vista de hoy / EFE (EL PAIS VÍDEO)

El jurado popular del caso Asunta ha declarado, por unanimidad, culpables de la muerte de la niña a sus padres
. Los nueve miembros del tribunal, en la quinta jornada de deliberación y tras haber respondido a las 21 cuestiones que les planteó el magistrado presidente el pasado lunes, han determinado que Rosario Porto y Alfonso Basterra idearon y ejecutaron el homicidio de la menor conjuntamente y cuando la niña no tenía posibilidad de defenderse.
 Además, el jurado ha señalado que no son favorables "ni al indulto ni a la reducción de la pena".

El fiscal pide para cada uno de ellos 18 años de cárcel por un delito de asesinato con los agravantes de parentesco y alevosía
. La acusación popular ha elevado esta petición a 20 años de prisión para cada uno de los responsables de la muerte de Asunta.
Las defensas ya han anunciado que recurrirán pero, ante este veredicto, piden al juez que la pena para Porto sea de 17,5 años (pena mínima para asesinato) y de 12,5 para Basterra, por un delito de homicidio, al entender que no hubo alevosía si no abuso de superioridad por su parte.
Este ha sido el veredicto sobre la muerte violenta de esta niña de 12 años cuyo cadáver fue hallado en una pista forestal de Teo (A Coruña) el 22 de septiembre de 2013.
El jurado popular del caso Asunta empezó a deliberar en la tarde de este lunes, en una sala aislada ubicada en el último piso de los juzgados de Santiago.
 Los nueve integrantes del jurado han vivido incomunicados de sus familias hasta que este viernes han emitido un veredicto.
 Han dormido en un hotel y no han podido utilizar sus móviles, que están custodiados hasta nueva orden en el edificio judicial.
El juez presidente del tribunal, Jorge Cid Carballo, les pidió el lunes "responsabilidad, independencia, imparcialidad y sujeción a la ley", porque "está en juego el interés de la sociedad por castigar un crimen, pero también la vida de dos personas que se juegan pasar muchos años en prisión".
"Tómense su tiempo. Les pido paciencia. Den pasos seguros", insistió varias veces el juez. "Las prisas y la justicia no van de la mano".

 

29 oct 2015

La criada que descubrió 10.000 estrellas.............................................................. Julio A. Castro Almazán

La escocesa Williamina Fleming, empleada en la casa del director del Observatorio de Harvard, terminó siendo una pieza clave en la aparición de la astrofísica.

Williamina Fleming y la nebulosa Cabeza de Caballo
Williamina Fleming hacia 1890 junto al sector de la placa, de 1888, en la que por primera vez identificó la nebulosa Cabeza de Caballo. Abajo, una toma reciente del mismo campo / grupo de astrofotografía del IAC, 2012.

“¡Hasta mi criada haría un trabajo mejor!”, pero el profesor Pickering jugaba con las cartas marcadas cuando les lanzó estas palabras de ánimo a sus ayudantes en Harvard.
 Delante de ellos se acumulaban las placas fotográficas con los espectros estelares más detallados captados hasta la fecha.
Las primeras placas de una enorme serie que, a la postre, estará llamada a ser la llave con la que la vieja astronomía dará paso a una ciencia nueva: la astrofísica.
Cómo es la vida; un día tienes 19 años y el tiempo se te escapa. Rompes a correr sin rumbo, provocando al destino, te casas, te largas lejos y antes de dos años estás sola, en la calle, preñada y a 5.000 kilómetros de casa.
 Estos pensamientos debían rondar la mente de Mina Fleming en la primavera de 1879 mientras se sobreponía a los quiebros de la vida y se guardaba sus seis años de prácticas de magisterio para buscar un trabajo urgente de criada.
 Su vieja Dundee natal no era, desde luego, sitio para una mente inquieta, más allá de un duro pero estable futuro en la floreciente industria textil de fibra de yute o en las fábricas de mermelada. Tampoco su marido, James Fleming, un contable bancario, viudo y 15 años mayor, era, probablemente, su compañero de viaje ideal.
 Sea como fuere, Mrs. Fleming encontró refugio, y trabajo, en el servicio doméstico de la casa del director del Observatorio de la Universidad Harvard, el profesor Edward Charles Pickering.
Sola, en la calle, preñada y a 5.000 km de casa, Mrs. Fleming encontró refugio, y trabajo, en el servicio doméstico de la casa del director del Observatorio de la Universidad Harvard
Williamina Paton Stevens Fleming, tenía una personalidad magnética y un rostro atractivo, con ojos brillantes y vivos que aumentaban el encantador efecto que, al entrar, dejaba en el aire un saludo alegre, adornado de acento escocés
. A Edward Pickering, entre cuyas habilidades estaba la de identificar el talento, no le pasó desapercibido ni un instante que, además, la nueva sirvienta tenía una educación e inteligencia claramente superiores
. Así que esperó a que volviera de Escocia, a donde Williamina había regresado para dar a luz a su hijo y, conforme puso el pie de nuevo en Boston en abril de 1881, le ofreció trabajo en el Observatorio.
 De momento, como ayudante en tareas administrativas y para hacer cálculos rutinarios en los que, en su visión de entonces, una mujer mostraría especial destreza.
 Al menos, más que sus ayudantes varones.
Pickering era un profesor de Física al mando de un observatorio astronómico, lo que no fue fácil de asumir para la vieja guardia de Harvard
. Creía que era el momento de introducir nuevos métodos.
Dejar atrás la antigua astronomía de posición y movimientos para dar paso a la fotometría y los estudios espectrales.
 Y aunque aún sin la base física que permitiera conocer la naturaleza de los objetos, tenía claro que el camino era la obtención y clasificación de la mayor cantidad de datos.
 Para ello, al igual que hiciera Piazzi Smyth en su pionera campaña en Tenerife, puso la técnica delante del carro de la ciencia.
 Con el apoyo de su hermano menor William Henry, comenzó por adoptar el método de obtención de espectros estelares mediante la colocación de un prisma en el objetivo del telescopio, para seguir mejorando las técnicas espectroscópicas a lo largo de toda la década de los 80.
Su sueldo 'de mujer', muy inferior al de sus compañeros varones, fue otro de sus fastidios y motivos de protesta permanentes
Como siempre en ciencia, Pickering viajaba a hombros de gigantes en su empresa.
Antes que él, las primeras descripciones de los espectros de Sirio y Arturo de William Herschel (1798), la clasificación de las líneas del espectro del Sol de Joseph von Fraunhofer (1814), la identificación de elementos químicos en la atmósfera solar por Gustav Kirchhoff y Robert Bunsen (1861), las primeras placas y clasificaciones de espectros estelares de Lewis Rutherfurd (1862) y, finalmente, el meticuloso trabajo del Padre Angelo Secchi (otro jesuita) durante la década de los 60 (siempre del siglo XIX) que culminó en la primera clasificación de estrellas por su distribución de líneas espectrales, es decir, de momento, por los componentes químicos de sus atmósferas (1867).
En 1886 llegó el dinero de la viuda de Henry Draper, un pionero en la obtención de fotografías de espectros de estrellas.
 En memoria de su marido y para la finalización de su sueño de realizar un gran catálogo, interrumpido por una muerte prematura, Mary Draper decidió financiar los trabajos de Pickering. Fiel a su pragmatismo y poco complejo ante las novedades, Pickering no perdió un momento. Su experiencia con Williamina Fleming no podía haber sido mejor, así que contrató a otras nueve mujeres para realizar los cálculos rutinarios y la clasificación de los espectros en las placas fotográficas.
Era un equipo de calculadoras humanas que pasarían a ser conocidas como “las computadoras de Harvard” o “el harén de Pickering”, según se fuera mejor o peor intencionado.
 Un grupo de mujeres que seguiría aumentando en los años siguientes, y entre las que se encontrarán algunos de los más relevantes astrofísicos de la historia
. Y un auténtico chollo, al fin, para el pragmático Pickering, que se hizo con un brillante equipo de 10 especialistas al precio de 5 ayudantes varones
. Como responsable nombró a Nettie Farrar, que tan sólo unos meses después abandonaría su carrera para casarse.
 Una decisión de hace 130 años sobre cuya proyección en el presente podríamos reflexionar. Pickering no tuvo dudas: la sustituiría Mrs. Fleming.
Descubrió 59 nebulosas, entre las que se encuentra uno de los objetos más hermosos y fotografiados del firmamento, la nebulosa Cabeza de Caballo
Laboriosa, incansable y con el coraje suficiente para defender sus resultados, Williamina Fleming identificó y clasificó los espectros de más de 10.000 estrellas.
Amplió la clasificación de cuatro grupos de Secchi e introdujo un nuevo esquema basado en 16 tipos, tomando como referencia las líneas de absorción del Hidrógeno, identificados alfabéticamente desde A a N (saltando la J), más las letras O para estrellas con líneas brillantes de emisión, P para nebulosas planetarias y Q para las estrellas que no encajaban en los grupos anteriores
. Esta primera entrega del catálogo Draper, en compensación por la financiación recibida, la publicó Edward Pickering en 1890 sin figurar Fleming como autora (aunque sí está citada en el interior y, posteriormente, no dudó en hacer reconocimiento público de su autoría) y es la base de la clasificación espectral hoy en uso (clasificación de Harvard).
La llegada de espectros cada vez de mayor resolución y la instalación de un telescopio en Arequipa, Perú, en el Hemisferio Sur, permitió al equipo dirigido por Fleming y Pickering evolucionar en la clasificación, sobre todo con las decisivas aportaciones de otras 2 “calculadoras”, Antonia C. Maury y Annie J. Cannon, que reordenaron los grupos espectrales y aumentaron el número de estrellas clasificadas.
 En la publicación de las extensiones del catálogo Draper lideradas por Maury (1897) y Cannon (1901 y varias otras hasta su muerte en 1941) ya figuran ellas como las autoras del trabajo. En total, las clasificaciones de estrellas llevadas a cabo por estas mujeres fueron más de 400.000.
La aportación de Williamina Fleming podría considerarse decisiva y envidiable para cualquier astrónomo hasta aquí, pero se le debe sumar el descubrimiento de 10 supernovas y más de 300 estrellas variables, de las que midió la posición y magnitud de 222 de ellas (1907), como parte de la línea de trabajo que llevaría a otra eminente “computadora de Harvard”, Henrietta Swan Leavitt, a realizar uno de los descubrimientos fundamentales de la astrofísica: la relación periodo-luminosidad de las Cefeidas, la base de la medición de distancias en el Universo.
 Finalmente, 59 nebulosas, entre las que se encuentra uno de los objetos más hermosos y fotografiados del firmamento, la nebulosa Cabeza de Caballo en la constelación de Orión (1888). Uno solo de estos descubrimientos serviría para compensar los sacrificios de cualquier astrónomo. Antes de que una neumonía se llevara a Mina a los 54 años, aún le dio tiempo de publicar una última clasificación de un tipo de estrellas con un espectro especialmente particular y color blanco que dará lugar a lo que posteriormente se denominará “enanas blancas”.
Williamina Fleming identificó y clasificó los espectros de miles de estrellas
El éxito en el desempeño de sus tareas y su capacidad de trabajo terminaron cargándola con tareas más prosaicas que la alejaban, con fastidio por su parte, de la ciencia. Mrs. Fleming fue nombrada conservadora de la colección fotográfica del Observatorio, siendo este el primer cargo orgánico ocupado por una mujer. Pero también gastó innumerables horas, por ejemplo, en labores de edición y corrección de los Anales del Observatorio. Su sueldo “de mujer”, muy inferior al de sus compañeros varones, fue otro de sus fastidios y motivos de protesta permanentes, puede que parcialmente compensado, a cambio, por el reconocimiento y honores que tuvo de numerosas sociedades astronómicas.
En alguna tarde de domingo, quizás a la vuelta del estadio de fútbol americano tras ver a los Harvard Crimson, y sus pensamientos divagaban libres entre preocupaciones cotidianas y desvelos de madre, puede que volvieran a rondar por su mente reflexiones acerca de los meandros del azar y de cómo es la vida.
Julio A. Castro Almazán es físico y miembro del SkyTeam del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), especialista en Caracterización de Observatorios Astronómicos y Óptica Atmosférica.