Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

25 oct 2015

La esencia de la belleza francesa..................................................... Maite Nieto

Lancôme cumple 80 años. En España, la firma es número uno en el mercado de tratamiento, maquillaje y perfumes.

 

Armand Petitjean, fundador de Lancôme.

Muchas historias empiezan con un destello. El de Lancôme –que cumple 80 años– le llegó a su creador, Armand Petitjean en 1935, cuando acababa de entrar en la quinta década de su vida: la belleza es indisociable de la elegancia, pensó, y con esta máxima él iba a crear una marca francesa que sería prestigiosa y global o no sería nada.
Petitjean no era nuevo en el sector, había trabajado durante mucho tiempo en Sudamérica como importador de productos europeos y después colaboró con el perfumista François Coty, que le inició en el arte de las esencias.
 El control que ejercían en aquel momento dos firmas americanas en el mundo de la belleza le hizo rebelarse y apostar por competir con ellas partiendo del chic francés.
 “Francia creó el perfume, las francesas eran icono de estilo, el país sabía cómo comercializar el lujo, solo faltaba hablarle al mundo desde la belleza francesa”, afirma en la actualidad Ana Jaureguizar, directora general de Lancôme España.
Ochenta años después de la creación de la marca, integrada en el Grupo L’Oréal desde 1964, está presente en 130 países, vende tres productos cada segundo y ha conseguido posicionarse como número uno en belleza selectiva (tratamiento, maquillaje y perfumes) en España.
En la aventura inicial, Armand Petitjean no estaba solo.
 Le acompañaban el químico Pierre Velon, los hermanos D’Ornano (familia cuyas sucesivas generaciones han creado firmas como Orlane o Sisley) y George Delhomme, diplomado en Bellas Artes, descendiente del pintor Jean-François Millet, protegido de Renoir y que fue el director artístico de Lancôme durante más de treinta años.
 El grupo empezó apostando fuerte con el lanzamiento simultáneo de cinco perfumes que presentó en la Exposición Universal de Bruselas de 1935, barrocos y rompedores frente a las influencias sencillas y geométricas del estilo art déco que imperaba entonces en el sector
. Consiguieron dos medallas y grandes resultados de imagen, pero el mercado se les resistió.
 El siguiente paso consistió en desarrollar una crema nutritiva innovadora, Nutrix, que se convirtió en un éxito y llegó a ser recomendado en los años cincuenta por el Ministerio de Defensa británico como “la única crema remedio en caso de ataque nuclear”.

Un estilo que acompaña a la historia

getty
1920: En los países occidentales, después de la I Guerra Mundial, las mujeres se ven obligadas a ocupar puestos de trabajo de los hombres que han sido alistados; aprenden aptitudes y comportamientos que antes no se consideraban apropiados para ellas.
 La moda se sofistica, se acorta el largo de la falda, se impone el pelo corto, la tez muy pálida y la extrema delgadez
. En los años veinte domina una imagen frágil, etérea, coqueta y frívola. Hay un canon de belleza único y muy estereotipado.
1930: Tras el crash de 1929, la imagen casi andrógina de la mujer queda desfasada y gana puntos todo lo que fomente la sensualidad y realce las curva
s. Las estrellas del cine mudo ayudan a difundir una estética caracterizada por cabello rubio, tez pálida, cejas muy esculpidas y labios pintados en rojo intenso.
 Una moda muy femenina que además ya acepta el uso del pantalón como vestimenta habitual para la mujer
. Es en este entorno en el que se crea la casa Lancôme.
1940: La situación varía mucho con el inicio de la II Guerra Mundial.
 Se produce una nueva hecatombe. Las mujeres vuelven a ocupar los trabajos que han tenido que abandonar los hombres e incluso acceden a puestos en la Administración o colaboran con los mandos militares
. El maquillaje queda para la élite política y económica. El resto tienen pocos medios y poco tiempo para dedicar a la belleza
. Quienes pueden permitirse pensar en algo más que sobrevivir, mantienen una presentación cuidada, con recogidos de pelo muy sofisticados y una moda que se centra en marcar la cintura femenina.
1950: El rol de esposa, ama de casa y madre
. A juicio de muchos historiadores, más por instinto natural que por imposición
. Ellas se presentan muy femeninas, tanto en su atuendo como en el maquillaje.
1960-70: La evolución es imparable. Cada vez hay más mujeres que estudian y se rebelan. Llega la Revolución del 68.
 Las más conservadoras siguen manteniendo el aspecto atildado de la década anterior. Las que buscan libertad apuestan por las melenas, los cardados, los trajes sueltos y el estilo Flower Power. La consigna en lo que se refiere a belleza es: “Yo elijo si me maquillo o no, cómo me visto y cómo me peino”.
1980-2015: En los años ochenta llega otro gran cambio: la mujer accede a los estudios y se incorpora al mundo laboral.
 Surgen las tribus urbanas y se quiere utilizar la libertad de pertenecer a una u otra.
 El maquillaje cambia en función del canon de belleza que permite identificarse con un grupo determinado. Se impone el culto al cuerpo por estética; hacen furor los gimnasios y tomar el sol en exceso.
 Esta tendencia varía radicalmente con el cambio de milenio: el sol es peligroso y hay que protegerse con cosméticos específicos; el cuerpo se cuida por salud, y desmaquillarse a diario se convierte en ley.
 Cobran protagonismo los productos antiedad. Se buscan tratamientos sencillos y maquillajes que potencien la naturalidad.
Desde entonces, los nombres de los productos que han ido consolidando la marca son muchos: el rojo de labios Rose de Francé (1938); los perfumes Marrakech (1947) y Magie (1950); Trésor, que desde su lanzamiento en 1952 se encuentra entre las 10 fragancias más vendidas a nivel mundial; Océane (1955), la primera línea de tratamiento realizada con agua de mar enriquecida; la máscara de pestañas Hypnôse (1994); L’Absolu Rouge (2008), el primer labial que incorporó el activo Pro-Xylane, una molécula de origen vegetal que actúa sobre el desgaste natural de la piel; el tratamiento Génifique (2009), que encarna para la marca la innovación porque es la primera vez que empezaron a trabajar con la genómica y la proteómica; el perfume La Vie Est Belle (2012), del que se venden 12 frascos por minuto en el mundo; o, este mismo año, Cushion Foundation, una base de maquillaje que permite aplicar un producto fluido con un gesto de compacto.
“Petitjean supo ir al encuentro de las mujeres animado por el deseo de entenderlas.
Ahora tampoco seguimos tendencias porque sí
. Nuestro objetivo es sugerir innovaciones que respondan a expectativas reales”, ha afirmado François Lehmann, director general de Lancôme, con motivo de la celebración del 80º aniversario.
Comunicar y hacerlo a través de mujeres que entienden lo que necesitan otras mujeres ha sido y es otra de las características de la casa. Cuando la II Guerra Mundial hizo que las materias primas escasearan, el creador de Lancôme aprovechó el momento y fundó una escuela en la que seleccionadas alumnas daban clases de anatomía, tecnología de los productos, técnicas de venta, diseño, maquillaje, perfumes…
 Cuando acabó la contienda, sus embajadoras se dedicaron a difundir el mensaje de la marca por el mundo, con glamour y pertinaz eficacia.
En 1983 llegó otro hito: la maison colaboró por primera vez con un rostro famoso. Fue la actriz italiana Isabella Rosellini quien puso en práctica una de las máximas de la firma:
“No tienes que nacer en París para ser parisiense”.
Desde entonces, modelos como Inés Sastre o Daria Werbowy y actrices como Juliette Binoche han ido prestando su imagen a distintos productos de la marca.
 En la actualidad, un escogido grupo de artistas de belleza y edad variopintas potencian la marca por el mundo. Penélope Cruz, Kate Winslet, Julia Roberts, Lupita Nyong’o, Alma Jodorowsky y Lily Collins encarnan “una visión contemporánea de la feminidad”, en palabras de Lehmann.
Ochenta años después, el futuro sigue repleto de retos. Y para abordarlos hay arte, pero también mucha ciencia
. Transmitir la calidad y la investigación que existe detrás de sus productos es hoy prioritario. “Detrás de un cosmético de tratamiento puede haber hasta 15 años de investigación. De la plantilla de 80.000 personas del Grupo L’Oréal, 4.000 son investigadores.
 Se crean más de 600 patentes al año que sirven para muchos otros terrenos que el de la cosmética”, anota Ana Jaureguizar. “Y al mismo tiempo tenemos que crear experiencias en los puntos de venta; hacer sentir cosas desde el mismo momento en el que te aplicas un perfume o un producto cosmético de nuestra marca.
 También esperamos poder abrir diferentes canales para atender a unas mujeres que cada vez demandan más información”.
Sin duda, si Armand Petitjean hubiera podido asistir al 80º cumpleaños de su creación, sus ojos, que a veces eran cálidos y otras de acero, brillarían satisfechos porque la belleza con sello francés ocupa el sitio que le empujó a seguir un destello.

Prisión para los dos fundadores de unete, la estafa de la moneda virtual...................................... Reyes Rincón / Joaquín Gil

El juez cifra en 50.000 personas las víctimas del timo y en 28 millones las ganancias de los cabecillas.

Pilar Otero y José Manuel Ramírez Marco en Dubai / EL PAÍS

Los cofundadores del unete, una moneda virtual equivalente a un dólar y que resultó ser una monumental estafa piramidal, están desde el pasado miércoles en la cárcel. José Manuel Ramírez Márquez y Pilar Otero Sánchez se entregaron esta semana y el juez de la Audiencia Nacional Juan Pablo González, ha decretado el ingreso provisional en prisión de la pareja ante el temor de que pudiera huir de España o destruir pruebas
. El juez cifra en 50.000 las víctimas de la estafa, adelantada por EL PAÍS, con la que Ramírez y Otero se “apropiaron” de 28 millones de euros.
La policía detuvo en julio pasado a 20 dirigentes de Unetenet, pero entre ellos no estaban los dos cabecillas de la presunta estafa. Ramírez y Otero decidieron entregarse hace unos días y el pasado miércoles 21 de octubre declararon ante el juez que instruye el caso, que tras interrogarles decidió mandarles directamente a prisión.
 Aunque el magistrado admite que el hecho de haberse presentado voluntariamente reduce el riesgo de fuga, considera que dada "la gravedad de los hechos y el elevado importe de los fondos defraudados" podrían intentar huir de nuevo o eliminar pruebas, ya que la investigación sobre el patrimonio de los jefes de la trama todavía no ha terminado.
José Manuel Ramírez y Pilar Otero, en Milán. / EL PAÍS
En los dos autos firmados para decretar el encarcelamiento provisional por riego de fuga, el magistrado relata cómo miles de inversores confiaron desde 2013 en el supuesto esquema de riqueza ideado por la pareja a partir de una empresa denominada United Business Online LTD radicada en el paraíso fiscal de San Vicente y las Granadinas, desde donde se transferían fondos a Malta, Rumanía y Letonia
. Esta empresa tenía numerosas filiales, entre ellas, Union Business Online SL, radicada en Rincón de la Victoria (Málaga) y cuyo nombre comercial es Unetenet.
 “La principal actividad de la empresa consiste en la realización de publicidad sobre una forma de obtención de dinero fácil como su particular filosofía empresarial y de marketing para atraer a pequeños inversores con la promesa de multiplicar sus ahorros dedicando solamente unos minutos al día, trabajando desde casa, sin desplazamientos y con unos beneficios inalcanzables en cualquier otro trabajo”, expone el magistrado.
La actividad de captación masiva de clientes-víctimas comenzó en agosto de 2012
. Fue a partir de entonces cuando, según el juez, los dirigentes del entramado contactan con intermediarios para que graben videos y participen en actos y charlas informativas con el objetivo de dar a conocer Unetenet.
 Los investigadores consideran que estos intermediarios conocían desde el principio que iban a participar en un fraude y advierten que muchos de ellos ya habían participado en otras estafas piramidales.
A los clientes les ofrecían comprar distintos paquetes con los que ofrecerían publicidad online de Unetenet y empezarían a generar ingresos.
“Las ganancias conseguidas irían en proporción del pack contratado y por el que previamente la víctima debe desembolsar su dinero”, explica el juez.
En las charlas, la empresa prometía que con una inversión de 18.000 dólares (16.330 euros) se podían ganar 67.0000 dólares (60.800 euros).
Todo ello prorrateado en 48 pagas semanales de 1.300 dólares (1.179 euros).
El cliente solo debía abonar 59,95 euros al mes.
“Los anuncios que cada cliente debe publicitar en las redes sociales son de la marca Unetenet, pero no hay un producto, servicio informático o algún elemento objetivo tangible de publicidad, salvo la misma marca Unetenet”, describen los autos.
El delito de estafa se produce en dos fases
. La primera es “el momento de la captación de socios/víctimas” a traídos por unos rápidos beneficios a cambio de introducir anuncios de la empresa en Internet.
La segunda fase se produce presuntamente cuando Union Business Online decide cambiar “unilateralmente” los términos de todos los contratos para abonar los beneficios a partir de la moneda virtual inventada por José Manuel Ramírez y Pilar Otero, la unete.
La pareja es la encargada, según el juez, de difundir entre los clientes/víctimas que serán ellos los que tendrán que captar nuevos inversores a los que han de vender la nueva moneda “al precio que estimen conveniente”.
Aunque el juez cifra en 28 millones de euros el dinero del que se “apropiaron” los fundadores de Unetenet, fuentes de la empresa llegaron a cifrar en 50 millones el dinero que recaudó la red en una decena de países.
 La estafa supuestamente se inspiró en Serguéi Mavrodi,un presunto visionario ruso que en la década de los 90 arruinó a miles de pequeños ahorradores con su colosal pirámide financiera MMM.

 

24 oct 2015

No me atrevo....................................................................... Javier Marías

Lo que parece “prohibido” es que uno opine sincera y críticamente sobre sus iguales.

 

Pasé un par de días con cuatro periodistas holandeses.
 A lo largo de las conversaciones fueron apareciendo nombres de colegas novelistas españoles que ellos habían leído, y en alguna ocasión me preguntaron mi opinión al respecto.
No tuve reparo –al contrario– en elogiar a los que me gustan o me parecen buenos, a los que admiro, y que no siempre coinciden con los tenidos por mejores en nuestro país hoy en día.
 Me di cuenta, en cambio, de que me costaba, o directamente no me atrevía a expresar mi sincero parecer sobre los que encuentro muy malos o flojos, falsos valores alabados por casi todo el mundo, a menudo de manera sistemática y rutinaria
. (Ojo, no descarto ser yo uno de ellos, sólo que mi juicio sobre mis obras no cuenta, o es sencillamente imposible.)
Ahí me mostré cauteloso, desvié la cuestión o guardé silencio.
 En un caso concreto, al verme apremiado, contesté: “Mejor será que no indague usted”.
 ¿Mejor para quién? No tuve más remedio que responderme que mejor para mí, no para el autor o autora sobre los que se me había interrogado.
Y así, me percato de que desde hace bastantes años está “mal visto” que un escritor opine negativamente sobre otro.
 El que lo hace es tachado en seguida de envidioso, o de inelegante, o de resentido, o cuando menos de competitivo
. No es que el ataque no se dé en absoluto.
 Hay excepciones, pero son sobre todo jóvenes a los que, por así decir, “toca” rebelarse contra la generación anterior o fingir que ésta no ha existido, o “matar al padre”, o intentar hacerse sitio expulsando a quienes ellos creen que lo acaparan
. O bien son escritores con vocación “transgresora”, y la mayoría sufren la maldición terrible de que sus denuestos y provocaciones pasen inadvertidos.
 Lo que parece “prohibido” es que uno opine sincera y críticamente sobre sus iguales.
 Yo mismo noto esa presión, que en cambio no siento cuando hablo de un arte que no practico.
 Quizá algunos lectores recuerden con qué libertad y contundencia he echado pestes de “genios oficiales” del cine como Haneke, Von Trier, Iñárritu o Sorrentino, o de series televisivas ensalzadas por público y críticos, como The Wire, Breaking Bad o True Detective.
 Puesto que yo no me dedico a eso, expreso mi parecer sin la menor cortapisa.
 En cambio, ay, me muerdo la lengua cuando se trata de literatura, aún más de novela.
 Y observo que lo mismo hacen mis colegas contemporáneos.
 Y lo mismo, me temo, los cineastas respecto a los suyos. Es como si todos hubiéramos interiorizado aquel viejo consejo, “Si uno no tiene nada agradable que decir, mejor callarse”.
Si uno se asoma a la historia de la literatura, verá que está llena de impertinencias
No siempre fue así, en modo alguno.
 Si uno se asoma a la historia de la literatura, verá que está llena de impertinencias y desdenes de unos autores hacia otros, sin que por ello se tildara a los primeros de resentidos y envidiosos. Conrad detestaba a Dostoyevski, Nabokov despreciaba a Faulkner y a bastantes más, Faulkner no estimaba mucho a sus pares con la excepción de Thomas Wolfe, Capote lanzaba dardos contra casi todo el mundo. Eso por no remontarnos a otros siglos.
 ¿Qué ha sucedido para que nos hayamos vuelto todos remilgados, cuando no insinceros y versallescos?
 A uno de esos holandeses le manifesté mi extrañeza al respecto, y sugirió una posible explicación: la literatura está tan amenazada que cuantos participamos de ella tendemos a crear la ilusión de que en la producción actual hay mucho buenísimo, o incluso de que todo lo es; censurar a un colega casi supone tirar piedras contra el propio tejado.
 No sé si llevaba razón, pero, si así fuera, me pregunto hasta qué punto esta balsa de aceite no perjudica más bien a la literatura.
 Si la falta de disensión, de discusión; si los modales corteses o prudentes que nos gastamos todos no acaban por dar la impresión de que la literatura es algo plano y mortecino, más languideciente de lo que está.
Si yo fuera sincero sobre algún celebrado novelista, no sería menos contundente y negativo que cuando hablo de cineastas. Pero ya digo, no me atrevo.
 También porque en España todo se toma como un agravio personal, aunque lo que se critique sean obras. Juan Benet, no mucho antes de su muerte, me dijo un día (tal vez porque intuía que le quedaba poco tiempo):
 “Estoy harto y voy a decir públicamente lo que pienso”. (Y eso que él se había distinguido siempre por sus “impertinencias”.) Su último artícu­lo se tituló “Wojtysolo”, mezclando con gracia los apellidos de Juan Pablo II y del Premio Cervantes; se ha excluido cuidadosamente de sus recopilaciones periodísticas.
 No debo despedirme hoy sin aportar yo algo (claro que sobre un autor extranjero es menos arriesgado).
El universo literario ha lanzado las campanas al vuelo ante los seis tomos de Mi lucha, autobiografía o semificción del noruego Karl Ove Knausgård.
Tras leer 300 páginas (pocas, de un conjunto de 3.000 o más), me he quedado desconcertado.
 No me resultan odiosas ni mucho menos, pero hacía tiempo que no leía páginas tan simplonas y bobas.
Será defecto mío, o impaciencia (relativa), pero no comprendo el entusiasmo global despertado en críticos y escritores.
 Pero he aquí que de nuevo soy cobarde: no es verdad que hiciera tiempo.
 Alguna novela he leído reciente, de colega español contemporáneo, que me ha parecido igual de simplona y de boba. Y aquí, lógicamente, me siento impelido a callarme.
elpaissemanal@elpais.es

Tan completa o tan incompleta.................................................................... Rosa Montero

Los profundos estereotipos de género siguen pesando, se sigue creyendo que la mujer que no es madre no es del todo mujer.

Hace nueve años publiqué un artículo en este mismo suplemento titulado Ni coja ni madre en el que criticaba la mirada conmiserativa que caía sobre mí cada vez que la gente se enteraba de que no tengo hijos.
 Como si carecer de descendencia fuera una mutilación existencial.
Ahora advierto que, con mi optimismo congénito, esperaba que la cosa fuera mejorando con el tiempo.
 A fin de cuentas, es verdad que ha mejorado el nivel de sexismo en las últimas décadas y que este país es menos machista que el de mi juventud.
 Pero la obligatoriedad social de la maternidad parece seguir siendo inexpugnable.
Es más, yo diría que el mandato se ha recrudecido y es aún peor, porque ahora casi todas las chicas vuelven a tener hijos.
En torno a la Transición, en cambio, hubo una generación de mujeres que, consciente o inconscientemente, dejamos la maternidad a un lado
. Para muchas de nosotras no fue nunca una opción: creo que ni siquiera escogimos no ser madres, es que no lo teníamos como prioridad y los años se nos fueron pasando.
 Hablo de la época en la que tanto España como Italia estábamos a la cabeza de los países con menor natalidad del mundo.
 Y seguro que no fue casual que lideráramos la lista dos sociedades que habíamos sido especialmente machistas hasta hacía muy poco, y que habíamos evolucionado en este aspecto muy deprisa.
 Mi teoría es que hubo una generación de madres atrapadas en el estereotipo de una educación tradicional que vieron cómo el mundo cambiaba ante sus ojos, aunque demasiado tarde para que ellas lo pudieran aprovechar.
 Creo que la falta de interés reproductor que tantas mujeres de mi edad hemos mostrado fue el resultado del poderoso susurro de esas madres: no te encadenes, no tengas hijos, haz todo lo que yo no pude hacer.
Las chicas nacidas en la democracia, en cambio, no tienen que soportar ese mandato materno sobre sus hombros y, en consecuencia, volver a tener hijos es lo habitual.
 Me parece muy bien, porque son mucho más libres para escoger, pero lo que no me parece bien es que regrese intacta y berroqueña la idea de la maternidad como culminación de la mujer y que las no madres seamos vistas cada vez más como una anomalía.
 Cuando lo que es claramente anómalo es que a los hombres nunca o casi nunca se les pregunte si tienen hijos, mientras que a las mujeres se nos interrogue una y otra vez sobre lo mismo.
¡Y qué efectos tan devastadores produce la pregunta en la concurrencia! Pongamos que hay un grupo de personas que se conocen poco gorjeando con liviandad sobre temas pequeños, y de pronto alguien te dice alegremente: “¿Tienes hijos?”
. La respuesta a eso es un simple no, pero claro, yo ya soy mayor, tengo una edad irreversible, es un no lapidario que borra de un brochazo todos mis potenciales vástagos e incluso, a estas alturas, mis potenciales nietos
. O sea, una multitud potencial que se desvanece
. Así que ese monosílabo cae como una bomba de neutrones y la gente se congela en torno a ti como esperando que sigas explicándote
. Que les digas, “no pude tener hijos”, o bien, “padezco una enfermedad genética que no quise transmitir”, o incluso algo definitivo como “soy un transexual” o “soy virgen”… No sé, todo el mundo parece aguardar una justificación razonable de tan aberrante realidad.
No estoy exagerando lo más mínimo.
 Me ha vuelto a suceder hace nada en Francia, en un entorno intelectual, joven y progresista.
 Llega la pregunta y tú contestas no, qué respuesta más simple y más sencilla.
 Pero siempre, absolutamente siempre, la conversación se detiene durante unos microsegundos incomodísimos y, por más que intento aferrarme tozudamente al monosílabo y a la ligereza y no añadir ni una palabra más, a menudo todos terminamos soltando tres o cuatro lugares comunes sobre la maternidad.
 Lo que más me desconsuela, pobrecitas, son esas mujeres que se sienten obligadas a decir: “Ah, claro, por supuesto, no importa, da igual tener hijos o no”, una obviedad tan evidente que su sola formulación resulta chirriante, como si quisieran aliviar la pena tremenda de tu triste situación; o como si te vieran como un monstruo, pongamos como un cíclope, y dijeran, ah, pero no te preocupes, no pasa nada, tener un único ojo en mitad de la frente es guay y además solo necesitas una lentilla. Tanto apresuramiento en celebrarte te convence justamente de lo contrario, de que sí pasa mucho, de que los profundos estereotipos de género siguen pesando como bolas de plomo en nuestro cerebro y de que, muy al fondo, se sigue creyendo que la mujer que no es madre no es del todo mujer.
Y a estas alturas de la vida yo ya no sé cómo explicar que, aunque tener hijos debe de ser una experiencia formidable, yo me siento tan completa o tan incompleta como cualquier persona.
@BrunaHusky
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