Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

24 oct 2015

Cayetano, la hora de la verdad.................................................... Rubén Amón

Es tiempo de decisiones para el diestro. Vuelve a los toros para quedarse, en un momento de crisis para la fiesta; también dará el "sí quiero" a Eva González el día 6 de noviembre.

 

CARLOS MARTÍNEZ

Torero casado, torero acabado. Este viejo y agorero aforismo taurino no le incumbe a Cayetano (Madrid, 1977). Y no porque sea futbolista. Ni porque vaya a permanecer soltero, sino porque representa un caso atípico de su profesión. Tardó 29 años en tomar la alternativa y ha esperado hasta los 38 para volver a casarse.
Sucederá el 6 de noviembre en Mairena del Alcor (Sevilla). Que fue donde nació su prometida —la presentadora y miss España Eva González— y donde se presume un hito mediático, aunque Cayetano ha aprendido a convivir con las patrullas de paparazis. También para despistarlos o distanciarlos en una “gira de despedida” de soltero que lo ha entretenido estas semanas en Nueva York, México, París, Milán y Lisboa.
Es una prueba de su itinerario cosmopolita.
 Habla idiomas Cayetano. Ha sido modelo de Armani.
 Ha dado la vuelta al mundo. Colecciona arte contemporáneo. Y ha reaparecido este año en los ruedos. Para quedarse.
 El triunfo de Ronda despejó todas las dudas. "No estoy de visita. El toreo es mi profesión, mi vocación y mi vida. Muchas veces se ignoran los esfuerzos y los sacrificios que hay detrás".
Cayetano sabe posar y sabe expresarse.
 Habla despacio, como torea. Y reviste su discurso con una voz oscura de barítono, como si las palabras más graves necesitaran acomodarse en las entrañas.
"El toro fue el primero que me enseñó a odiar.
El toro me quitó a mi padre [Francisco Rivera, Paquirri] cuando tenía siete años
. Y con esa edad ni entiendes ni comprendes
. Con el tiempo, con la educación taurina que me han dado, el respeto que me han inculcado, fui aprendiendo a entenderlo, a respetarlo, a quererlo y ahora incluso a dedicar mi vida y mi tiempo a esta profesión que tanto se ha llevado de mí y que tanto, a cambio, me ha dado”.

Cayetano y su hermano Francisco. / Gtres
Tiene sentido esta confesión en la incomprensión e incredulidad que le suscita la pujanza del movimiento antitaurino.
 Lamenta que los toros se hayan convertido en argumento incendiario del debate político e identario. Le "indigna y entristece" que Manuela Carmena, alcaldesa de Madrid, haya convertido la retirada de la subvención a la escuela de tauromaquia en una declaración de beligerancia.
Cuando, dice, Madrid es la capital mundial del toreo.
 Cuando un millón de espectadores, añade, han acudido este año a Las Ventas, y cuando la alcaldesa, concluye, adopta una posición de intolerancia, pero también alineada en las reivindicaciones animalistas.
"No entiendo cómo los animalistas quieren proteger el toro prohibiendo las corridas.
Porque ese es su camino hacia la desaparición del animal.
Yo arriesgo mi vida cuando mato a un toro.
Y creo que ese gesto da al animal mucha más dignidad de la que encuentra en un matadero.
 En estos tiempos de tanta sensibilidad medioambiental, urge reconocer que el toro, las dehesas, aportan una riqueza ecológica que sería inconcebible sin la existencia de las corridas.
 No me gusta hablar de economía para defenderlas, aunque las evidencias demuestran el impacto de una industria en la que trabajan 200.000 personas y que aporta a las Administraciones mucho más dinero del que recibe".
Nos recibe Cayetano en un estudio fotográfico de las afueras de Madrid.
 Y lo acompaña Curro Vázquez, su maestro, su mentor, su tío, su apoderado y hasta el padrino de su boda.
¿Por qué ha decidido casarse? "Son decisiones importantes que tomas durante tu vida y cuando encuentras una persona con la que quieres compartir tu vida y formar una familia, creo que es el paso natural.
 Yo me he criado con una cultura católica y me gusta.
 Por ese motivo hemos querido dar el siguiente paso. Creo que llega en el momento adecuado y desde el total convencimiento".
No le han disuadido de la decisión los preparativos extenuantes
. Ni tampoco va a hacerlo el revuelo que va a convertir Mairena del Alcor en una ciudad bajo estado de excepción de la prensa rosa.
Y de la prensa de los demás colores.
"He aprendido a intentar convivir con esa vida mediática.
A la que nunca te acostumbras.
 Porque somos personas, tenemos nuestros días, nos gusta nuestra privacidad.
Pero también entiendo que soy un personaje público, por la profesión que tengo.
Y eso forma parte de mi vida, siempre pidiendo un respeto, para que no se pasen ciertas líneas".
Cayetano sí ha cruzado muchas otras líneas
. Un torero que se anuncia en las marquesinas de los autobuses, que divulga un perfume de Loewe y que "convierte" a Giorgio Armani en el sastre de su vestido goyesco.

Cayetano Rivera. / Samuel Sánchez
La genética —hijo, hermano, sobrino, nieto, bisnieto de toreros— le puso en las manos una muleta y una espada, pero la repercusión de Cayetano en la sociedad, observada con recelo desde la ortodoxia taurina, se ha convertido en un vehículo de comunicación inequívoco.
"Quizás hay más miradas puestas en mí porque traspaso el reconocimiento del mundo del toro.
 Lo tomo como un compromiso con mi profesión
. Me implico en la seriedad con la que hago las cosas.
 Sí creo que tengo una responsabilidad.
 Y estoy dispuesto a darlo todo por defender lo mío, con orgullo y con honor.
 En algunos casos me siento incomprendido.
El movimiento antitaurino se origina por razones políticas o por desconocimiento.
 Y ese desconocimiento proviene de la falta de oportunidad o de interés.
No pido que guste.
 Pido que se respete".
Le interesa a Cayetano la política.
 La conoce. Votaría al PP si fuera por razones taurinas, pero no tiene claro el destino de su voto. Simpatiza con el fenómeno de Ciudadanos.
 Le atrae la sensatez y la franqueza de Albert Rivera, no lo suficiente todavía para definir su periodo de reflexión.
Primero, el 6 de noviembre.
 Después, el 20 de diciembre.
"La aparición de los nuevos partidos no solo ha roto el bipartidismo.
 También ha dinamizado la política.
 La ha hecho más interesante.
 Ha removido los cimientos. Creo que los toros también necesitan un cambio.
 Nos falta más unión y más organización. Y una visión menos interesada de lo que representan, pero estoy seguro de que no van a desaparecer nunca.
 Es un fenómeno estético y artístico único".

23 oct 2015

Lesbiana, pervertida y asesina… ¿Qué más? Publicado por Noemí López Trujillo

Retrato de Elizabeth Báthory (1560-1614). Autor desconocido. Imagen: DP
Detalle de un retrato de Elizabeth Báthory (1560-1614). Autor desconocido. Imagen: DP
La sangre de las muchachas empapaba la nieve. 
Ante el frío de Cachtice, en el corazón de los Cárpatos eslovacos, las chiquillas, desnudas, se ovillaban buscando algo de calor.
 A Erzsébet Bathory le gustaba, entre otras cosas, clavar agujas en el pellejo de algunas de las nobles que acudían a su castillo para aprender etiqueta y de las campesinas contratadas como criadas. Las sacaba del carruaje en el que ella iba envuelta en mantos y dejaba que toda aquella sangre se filtrase hasta alcanzar la tierra. Movía el hocico con placer y olfateaba el miedo mientras su entrepierna salivaba como un animal salvaje a punto de despedazar a su presa.
 Seiscientas cincuenta crías de piel blanca fueron asesinadas a manos de la condesa húngara a principios del siglo XVII.
Una ceremonia larga y sombría es lo que Bathory llevó a cabo junto a sus viejas sirvientas, que permanecían junto a ella tiesas y arrugadas como velas derretidas por el fuego.
 Cuchillos, atizadores, dientes, máquinas de tortura… Cualquier herramienta era útil para llevar a cabo las perversiones que masticaba sin remordimientos y con las que obtenía no solo placer sexual sino la fórmula para mantenerse tierna y joven: la condesa se hundía cada noche en la sangre que extraía de sus víctimas.
 Un sadismo poético, el demonio con apariencia de cachorro.
 «El criminal no hace la belleza; él mismo es la auténtica belleza», escribía Jean-Paul Sartre
 Y hasta aquí el mito: Bathory ha pasado a la historia como la aristócrata que masacró a cientos de chicas —megalómana, depravada y cruel—, pero estudios y análisis posteriores apuntan que, como explica el divulgador histórico José María Solé, pudo ser una cabeza de turco utilizada para poner freno a la desafección de la nobleza con respecto a la dinastía reinante de los Habsburgo.
Ya lo dijo Maxwell Scott en El hombre que mató a Liberty Valance (John Ford, 1962): «When the legend becomes fact, print the legend».
Ilustración de Santiago Caruso en el libro La condesa sangrienta. Imagen: Libros del zorro del rojo.
Ilustración de Santiago Caruso en el libro La condesa sangrienta. Imagen: Libros del zorro del rojo.
Nacida en el seno de una de las familias más poderosas y ricas de una Hungría que tenía la mitad de su territorio nacional bajo el yugo turco, Bathory era sobrina de un príncipe de Transilvania y de un rey de Polonia.
 Como era de esperar para una cría de su clase, con catorce años le concertaron un matrimonio con Ferenc Nadasdy, hijo de otra opulenta familia y un despiadado guerrero conocido como el Caballero Negro. 
Fue este quien le regaló a su prometida el castillo de Cachtice, que había pertenecido al emperador Rodolfo II, el lugar donde la condesa perpetraría sus crímenes.
 Las largas ausencias del esposo, obsesionado con la lucha contra los otomanos, y su pronta muerte —en 1604, con cuarenta y siete años él y cuarenta y cuatro ella— habrían sido hechos clave para que esta bárbara pudiera convertir su fortaleza en una cámara de tortura de cuyas paredes emanaban gritos, jadeos y aullidos.
 Ella, sentada en su trono, miraba morir.
Hasta nuestros días han llegado sus inmorales hazañas como cuentos que a fuerza de repetirse se convierten en una verdad universal.
 «Si Erzsébet amanecía irascible, no se conformaba con cuadros vivos, sino que a la que había robado una moneda le pagaba con la misma moneda… enrojecida al fuego, que la niña debía apretar dentro de su mano. 
A la que había conversado mucho en horas de trabajo, le cosía la boca o, contrariamente, le abría la boca y tiraba hasta que los labios se desgarraban», escribía Alejandra Pizarnik en el libro La condesa sangrienta (1971), una obra que mezcla la poesía y la reseña literaria y que se nutre de la biografía que Valentine Penrose publicó sobre Bathory en 1962.
 Sin embargo, es la investigadora Rachael L. Bledsaw quien explica cómo se ha ido alimentando la fábula a lo largo de los años en su tesis No Blood in the Water: The Legal and Gender Conspiracies Against Countess Elizabeth Bathory in Historical Context (Illinois State University, 2014). Manosear la historia, sobarla hasta transformarla en el perfecto relato de terror.
Bledsaw no exculpa a Bathory de sus crímenes, sino que concluye que «no hubo una conspiración basada en su género porque en Hungría, en aquella época, las viudas ricas no eran vistas como una amenaza». 
«Cuando la arrestaron tenía tan solo una fracción del poder y de la riqueza que había ostentado anteriormente. 
Además, el juicio contra sus cómplices se llevó a cabo según los parámetros judiciales de la época, incluyendo el uso de la tortura para obtener una confesión», argumenta. 
Pero la investigadora critica la escasez científica a la hora de abordar este personaje: sí, era una asesina, mas no el animal pérfido del que con tanto gusto han bebido la literatura y el cine, dos artes sedientos de fantasía granguiñolesca
Escritores y cineastas sobrevolando la historiografía como aves carroñeras para arrancar las vísceras de un trozo de carne putrefacto de por sí.
En su artículo «Sangre y poder» (La Aventura de la Historia, número 147, 2011), José María Solé apunta que cuando el marido de la condesa falleció ya constaba en los archivos de las autoridades de la Corte de Viena una denuncia presentada por Istvan Magyari, un pastor luterano que aseguraba haber presenciado las atroces prácticas de Bathory. 
«Dada la relevancia del personaje cuestionado y las consecuencias que para la imagen de los poderosos podía tener dejar al descubierto acciones de tal repulsiva naturaleza, el conde palatino Giorgi Thurzo fue encargado por el emperador Matías I de dirigir la investigación.
 Un asunto de extrema gravedad que cuestionaba a una familia de gran importancia, por lo que se llevó a cabo con toda la discreción posible y de acuerdo con los hijos de la condesa, ante todo interesados en evitar que una condena penal entregase los grandes bienes de su madre a la Corona, como era preceptivo en estos casos», escribe Solé.
 En 1611, el hallazgo de los despojos de las jóvenes muertas —de entre doce y veintiséis años— en las inmediaciones del castillo confirmaba las sospechas en torno a esta lúgubre figura que pasó de ser considerada una mujer exquisita a ser una lesbiana, pervertida y asesina.
Retrato de Matías I realizado por el círculo de Hans von Anchen hacia 1600.
Retrato de Matías I realizado por el círculo de Hans von Anchen hacia 1600.
Los historiadores húngaros son quienes han tratado de dilucidar la realidad de Bathory, trazando la teoría de que el proceso judicial al que fue sometida tenía como fin ocultar los tejemanejes secretos que esta habría desarrollado con su primo Gabriel Bathory, príncipe de Transilvania, en contra de la dinastía reinante de los Habsburgo.
 «Una buena instrumentación de presuntos rumores unida a llamativos testimonios sobre macabros hallazgos y a la forzada confesión de unos desgraciados servirían para dar un toque de atención a la posible desafección de la nobleza, evidenciar la decisión del monarca y desmontar una operación política clandestina de alto riesgo para el poder constituido», resume José María Solé.
El primer texto que hay en referencia a Bathory lo escribió el jesuita Laszlo Turoczi en 1760 tras encontrar las transcripciones del juicio a los cómplices. 
 Aglutinó los elementos principales de la historia y añadió uno más: los baños en sangre de los que la condesa disfrutaba cuando terminaba la inocencia del día y comenzaba la noche culpable, un ritual para ser bella y joven eternamente.
 Pero ¿por qué introduciría esto en su manuscrito? Rachael L. Bradshaw afirma en su tesis que el jesuita aprovechó la oportunidad para aderezar la leyenda y arremeter contra el protestantismo.
 Esta era la religión que profesaba la condesa, y para cuando Laszlo comenzó sus escritos muchas familias aristocráticas se habían reconvertido al catolicismo para ganarse el favor de los Habsburgo. Demonizaba así el protestantismo, relacionándolo con la santería, el lesbianismo y la perversión sexual. 
En 1865, el estudioso alemán Michael Wagner ratificaba el relato contado por el jesuita cien años antes pero aumentaba el número de víctimas de seiscientas a seiscientas cincuenta, siendo esta la cifra final que ha llegado a nuestros días.
 En realidad, es tal la inexactitud de sus asesinatos que es imposible establecer una suma exacta: se calcula que fueron entre trescientas y seiscientas.
En 1962, Valentine Penrose expandía con su prosa toda la rumorología bruna sobre Bathory y daba por ciertos algunos hechos sin confirmar como que mantenía relaciones sexuales con su tía Klara, otra bollera, criminal y envilecida mujer.
 El mito ha sido amamantado por los pechos generosos de la literatura, y el afán por el endiosamiento ha sido cosa de las plumas de los narradores posteriores más que de la propia condesa. Pizarnik es uno de los ejemplos más claros: «Es probable que Erzsébet fuera epiléptica ya que le sobrevenían crisis de posesión tan imprevistas como sus terribles dolores de ojos y jaquecas (que conjuraba posándose una paloma herida pero viva sobre la frente». Y así relata la poeta argentina el descubrimiento, al fin, de la maldad amurallada:
 «En compañía de sus hombres armados, Thurzo llegó al castillo sin anunciarse.
 En el subsuelo, desordenado por la sangrienta ceremonia de la noche anterior, encontró un bello cadáver mutilado y dos niñas en agonía.
 No es esto todo. Aspiró el olor a cadáver; vio “la virgen de hierro”, la jaula, los instrumentos de tortura, las vasijas con sangre reseca, las celdas —y en una de ellas a un grupo de muchachas que aguardaban su turno para morir y que le dijeron que después de muchos días de ayuno les habían servido una cierta carne asada que había pertenecido a los hermosos cuerpos de sus compañeras muertas—. 
La condesa, sin negar las acusaciones de Thurzo, declaró que todo aquello era su derecho de mujer noble y de alto rango. 
A lo que respondió el palatino: “Te condeno a prisión perpetua dentro de tu castillo”». Si bien es cierto que fue emparedada en un cuarto minúsculo con solo un ventanuco hasta el fin de sus días —agosto de 1614—, ella, que ni siquiera compareció en el juicio pues sus familiares lo evitaron, siempre negó ser la responsable de toda esa destrucción tiránica. 
 Tampoco llegó a usar jamás la virgen (o doncella) de hierro: este instrumento de tortura ni siquiera se había inventado por aquel entonces.
Cuenta la leyenda que cuando fue encontrada muerta en aquella habitación a sus cincuenta y cuatro años aún tenía el rostro lozano de una niña.
 También se dice que ella es el origen del mal puro. Quizá toda aquella sangre derramada impregnó la tierra, la hizo fértil como el vientre de una adolescente y engendró una semilla de la que el resto de la humanidad ha florecido.
 El germen infecto de quienes somos o el mito perfecto para excusarnos ante nosotros mismos.

El fotógrafo que hacía saltar a los artistas................................................. Ana Teruel

El museo Jeu de Paume expone 300 imágenes tomadas por Philippe Halsman de artistas, políticos y empresarios por los aires.

Marilyn Monroe en 1952. / Philippe Halsman Archive / Magnum Photos

De los bigotes de Dalí al mítico retrato de Marilyn Monroe saltando por los aires, pasando por el retrato de Alfred Hitchock con un puro para la promoción de la película Los Pájaros, Philippe Halsman (Riga, 1906 – Nueva York, 1979) ha inmortalizado a los grandes iconos del siglo XX.
 Autor de 101 portadas para la revista estadounidense Life, Halsman fue también el inventor de lo que llamaba la jumpology: fotografiaba a los grandes artistas, políticos o empresarios dando un salto.
 El parisino museo Jeu de Paume le consagra hasta finales de enero en una gran exposición en la que reúne más de 300 imágenes que abarcan de Winston Churchill a Pablo Picasso, o Grace Kelly.
 Entre todos, destacan dos grandes protagonistas: Marilyn Monroe y Salvador Dalí.
Su encuentro con Marilyn se remonta a 1949, cuando la revista Life le encargó retratar a un grupo de ocho jóvenes maniquíes que se dirigían hacia la carrera de actrices.
Tres años después, fue el autor de su primera portada, donde mostraba a una sensual Marylin vestida de blanco y con los hombros descubiertos
. Acompañaba un reportaje de instantáneas en blanco y negro y en color, muchas de las cuales se convirtieron en míticas
. Las sesiones con la actriz se repitieron durante una década, durante la cual finalmente logró convencerla, a pesar de sus reticencias iniciales, a abandonarse a la jumpology.
 Marilyn repitió la operación más de 200 veces hasta que logró el salto perfecto, inmortalizado en la famosa portada de Life de noviembre de 1959.
Foto de Alfred Hitchcock para la promoción de la película 'Los pájaros', 1962. / Philippe Halsman Archive / Magnum Photos
Halsman, que defendía un enfoque psicológico del retrato, consideraba que en esta pose desenfadada y natural captaba mejor la esencia del personaje.
"Cuando le pido a una persona que salte, su atención se focaliza en el acto de dar el salto, se quita la máscara, y así emerge su verdadera personalidad", explicaba.
 Así lo deja patente en la selección expuesta en la muestra: del salto alegre e infantil, piernas y brazos abiertos, de una jovencita Audrey Hepburn, a la sensual pose de Brigitte Bardot, pasando por el tímido y rígido bote de Richard Nixon o el acrobático salto de Anthony Perkins. En total, más de 170 personalidades se prestaron al juego y conforman una sorprendente colección.
Halsman era también un maestro del arte de la puesta en escena y en este ámbito encontró en el genio de Salvador Dalí su mejor cómplice, con el que compartió tres décadas de amistad y  trabajo.
"Cada vez que necesitaba a un protagonista impactante o célebre para una de mis ideas disparatadas, Dalí aceptaba con generosidad", decía.
"Cada vez que él pensaba en un fotografía tan extraña que parecía imposible hacerla, trataba de encontrar una solución".
 En total, los archivos de Philippe Halsman conservan más de 550 imágenes tomadas en 47 sesiones con el artista.

 

La risa eterna de Chaplin............................................................... Alex de la Iglesia

Un bombín, un bastón, un pantalón demasiado grande y unos zapatones. La imagen inseparable de un mito del cine, Charlie Chaplin

Pero su genio fue más allá de Charlot, su personaje más famoso. Como director, cambió el lenguaje del medio y dejó un legado de humor entendido como motor del conocimiento

En la foto, un joven Chaplin. Vídeo: Escena de 'La fiebre del oro'. / CHARLIECHAPLIN.COM

El otro día, como muchos días, elegimos mis hijas y yo una película para ver en la tele
. Momento durísimo para el amante del cine y educador a tiempo parcial: ¿pongo la última de Barbie? ¿Vemos la segunda parte de Crepúsculo, que es lo que quieren ellas, o me lanzo hacia los clásicos, para que no se me atonten demasiado? ¡Qué maravilla recuperar las columnas de la cultura cinematográfica universal, disfrutándolas de nuevo a través de su inocente mirada!
–Papá, pon lo que te dé la gana, pero que no sea en blanco y negro.
Drama.
 Rechazadas, de un solo plumazo, las mayores creaciones de la historia del cine.
 Las películas que fundamentaron mi vida, mis sentimientos más profundos, echadas por tierra en un segundo, porque son raras, oscuras, en blanco y negro
. Pero, atención: si se las obliga es peor, porque terminarán odiándolas: hay que andarse con cuidado con estas cosas
. Ante todo, calma, no se puede presionar con la belleza.
 Debe ser encontrada en el camino como un tesoro escondido, y solo así, como algo fortuito, entrará a formar parte de nuestras almas.
Probé con El maquinista de la General, de Keaton. Estupefacción. Silencio. Incomprensión.
–¿Por qué no habla?
–Es que es muda.
–¿No tiene colores, y encima es muda?
Tensión
. En 10 minutos, todo el mundo dormido. Fracaso estrepitoso.
 El educador a tiempo parcial, despedido, ninguneado.
Se necesitaba una nueva estrategia. Retirada prudencial hacia Los Goonies, E.T. o High School Musical.
 Ya habría tiempo de investigar esa zona del pasado que para ellas resulta, cuando menos, prehistórico. Sin embargo, Chaplin… Quizá funcione.
No me he lanzado todavía, porque me da miedo. No les podía arruinar a Chaplin, es demasiado importante.
 No solo cinematográficamente, me refiero a nivel emocional: estamos hablando del corazón del siglo XX. Pero ¿cómo introducir en sus cabecitas este tremendo artista, si ni siquiera los supuestos adultos lo tienen presente?
¿Quién es Chaplin? ¿Aquel cómico gracioso, pero tristón?
 Para muchos, desgraciadamente, su descripción acaba ahí.
 Un traje, sin duda, demasiado estrecho para el director que cambió el rumbo de la narración, el lenguaje esencial del cine tal y como lo conocemos hoy día.
Y no solo eso
. El talento de Chaplin supera sus propias películas, proyectándose más allá de sí mismo. Chaplin es un icono del humor, define la risa frente a la adversidad.
 Y esto, para mí, es algo trascendental.
 No hay nada más importante que la risa, entendida como arma y escudo contra la lógica de lo serio, de la sólida e inquebrantable realidad, áspera y hostil como roca volcánica
. El humor es el motor que pone en marcha la maquinaria del pensamiento, dotando al hombre de la energía necesaria para soportar el sabor amargo de la existencia.
 Pero todo esto tan rimbombante no es idea mía.
La risa, entendida como método de conocimiento, es una de las ideas marginales de la filosofía más perseguidas, precisamente por su carácter disolvente y contradictorio.
 Pocos textos han hablado de ello, aunque Aristóteles dejase claro que lo único que nos diferencia de los animales es que ellos no se ríen.
 Quizá por eso Sean Connery buscaba desesperadamente el segundo volumen de la Poética en El nombre de la rosa, intentando comprender algo inasible.
La comedia nunca superará al drama, y esa es nuestra auténtica tragedia
. Nunca entenderemos que la comedia es lo más serio que existe
Intuido por Hegel en su dialéctica, la risa forma parte de esa antítesis necesaria para llegar a la síntesis totalizadora.
Woody Allen, en boca de Lester, el personaje interpretado por Alan Alda, es quien, en esa formidable película, Delitos y faltas, afirmaba rotundamente que “la comedia es drama más tiempo”.
 Sin embargo, siguiendo al creador de La quimera del oro, me atrevo a ponerlo en duda. “La vida de cerca es drama y de lejos es comedia”, decía Chaplin, subrayando una característica básica, su carácter espacial.
 La comedia es drama más espacio. Es la posición del espectador, su situación geográfica con respecto al drama, la que identifica la comedia, no su distanciamiento temporal.
Este debate recuerda a la filosofía escolástica, pero en cuestiones acerca del hombre y del alma, desgraciadamente, partimos de principios anclados en lo más profundo del pensamiento cristiano. ¿Por qué la comedia está fuera y el drama está dentro?
 ¿Por qué la trayectoria narrativa del drama es descendente y la comedia asciende? Por analogías. La tragedia es más humana porque habla del dolor, y por tanto está más cerca del corazón. Está dentro de nosotros.
 El drama duele, y lo que duele es lo más profundo, la propia identidad. La comedia es cosificada al ser un sentimiento ajeno al hombre: está “afuera”, en la piel. La comedia, por tanto, es “superficial” y analógicamente “frívola”, digamos que carece de importancia, al definirse a sí misma como “externa” al ser humano.
 El drama desciende porque el protagonista es el héroe, que cae del Olimpo a causa de sus pecados. La comedia asciende porque su héroe es un tipo miserable (“Un pobre hombre metido en una tremenda historia”, como decía Hitch), que va subiendo por una montaña de obstáculos, tras sortear una serie de ridículas situaciones, hasta el final feliz.
El drama propone además una reflexión: una película seria puede llegar a ser analizada en el mismo proceso de su disfrute. En un drama tienes tiempo para pensar y, por tanto, colaborar en su desarrollo. El espectador no es ajeno a las conclusiones que genera el espectáculo, participa de ellas. La comedia, sin embargo, no se deja analizar.
Me explico: estás viendo un drama y puedes pensar sobre ello: me gusta, lo entiendo, comprendo las correspondencias entre las secuencias. Me llega, tengo tiempo para reaccionar (a veces, demasiado tiempo). La comedia no.
La comedia te hace reír en un instante, en un impacto irreflexivo, como si se tratase de un cortocircuito.
 La comedia prescinde del corazón, atravesando la corteza cerebral y penetrando en un lugar recóndito del cerebro, saltándose todos los controles.
 La comedia y su átomo, el gag, hablan directamente con un único interlocutor, el inconsciente. Te ríes, sí, pero en realidad no sabes por qué. “Porque es absurdo”, solemos responder, o “porque es contradictorio”, incluso “porque no me lo esperaba”.
Mucho más tarde, cuando el espectáculo ha finalizado, el cerebro, normalmente humillado, hace un esfuerzo por entender lo ocurrido, buscando correspondencias, y al saberse derrotado afirma: sí, es un humor muy inteligente, muy sutil.
 Pero en realidad el verdadero humor, el humor de Chaplin, no es inteligente.
Entendedme: es mucho más que eso. Es salvaje, instintivo, inconsciente, contradictorio, absurdo: es decir, incontrolable y esencialmente peligroso, pero absolutamente necesario para comprender eso que llamamos vida.
Discurso final de 'El gran dictador'. / YOUTUBE
Reconozcamos que la gente aprecia más a Sófocles que a Aristófanes
. La risa sigue siendo, precisamente, algo que da risa, que no es serio. Por eso Chaplin no es mejor que Welles y Wilder mejor que Dreyer.
 Sin embargo, junto a Bergson, yo opino sinceramente que la risa es una cosa muy seria, y les advierto que Bergson no era un payaso, precisamente. Amando de Miguel habla de Bergson y Chaplin encontrando interesantes confluencias en su ensayo sobre el Quijote. No sé si Chaplin leyó a Bergson, pero, desde luego, lo parece.
Lo contradictorio, lo opuesto enfrentado, son componentes esenciales de la risa, y del personaje de Chaplin.
 No solo su indumentaria, sino, sobre todo, su extraño comportamiento
. Es tremendamente activo, incluso histérico, y al mismo tiempo profundamente estático.
 Pero lo que hace genial el texto de Bergson es el descubrimiento de que la risa se produce por la brusca interrupción de un comportamiento mecánico repetitivo.
Un resbalón con un plátano, el átomo indivisible del humor, se fundamenta exactamente en ese principio.
 Al caer y quedarse sentado absurdamente, la víctima sufre un cambio espontáneo en su movimiento que, por supuesto, no es premeditado.
 El hombre debería seguir andando mecánicamente, como anda Charlot, parecido a un títere con su (contradictorio) bastón elástico, pero se cae y llega (absurdamente) a una postura no prevista. Chaplin se ríe de la marioneta, de los muñecos que nos movemos en una especie de rueda mecánica que solo el absurdo es capaz de romper.
Chaplin nunca llegará al número uno en esa lista de grandes directores de la historia, aunque La quimera del oro, Tiempos modernos, Candilejas o El gran dictador se encuentren siempre en los primeros puestos.
No ocurrirá porque la comedia nunca superará al drama, y en verdad les digo que esa y no otra es nuestra auténtica tragedia. Nunca entenderemos que la comedia es lo más serio que existe. Pocas películas he visto más divertidas, inteligentes y arriesgadas que El gran dictador.
Su discurso final, tremendamente verdadero y serio, no nos hace ninguna gracia, pero nos llena de esperanza. Si Chaplin se atreve, ¿por qué no nos atrevemos todos?
Taschen, esa editorial de libros maravillosos, acaba de sacar un volumen recopilatorio de la obra del genial Charles Chaplin. Docenas de imágenes inéditas de sus rodajes, así como un exhaustivo estudio de su método de trabajo. Una oportunidad única para revisitar la obra del maestro del humor. Dice Amando de Miguel que “la cultura es (…) el acuerdo que existe para poder reírnos de los mismos objetos”. Espero que este magnífico libro nos ayude a entender mejor la figura de uno de los hombres que más ha hecho por la cultura en el pasado siglo.
El libro Los archivos de Charlie Chaplin, publicado por la editorial Taschen, recoge conversaciones, entrevistas y 900 imágenes que revelan el proceso escondido tras sus películas.
elpaissemanal@elpais.es