Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

3 oct 2015

La maternidad, años más tarde.................................................................. Elvira Lindo.

Es mágico el momento en el que percibes que tienes que conversar con los hijos ya de igual a igual.

El día 29 de septiembre es San Miguel.
 No me suelo acordar de los santos, ni tan siquiera de los cumpleaños, pero mi hijo Miguel sabe que cuando llegue su día (como se refieren en ciertas zonas de España al día de uno en el Santoral) recibirá una llamada, y no será la mía sino la de su padrastro
. San Miguel es, a su vez, patrón de Úbeda, por lo que con más motivo el experto en onomásticas de mi casa se acuerda de felicitar a su hijastro.
 Cuando las relaciones con los hijos adultos son buenas, se podrían definir a la manera en que lo hizo Montaigne y que tanto le gusta a Muñoz Molina: “
Una amistad verdaderamente paternal”. Es muy satisfactoria esa paternidad o maternidad en la que no intervienen los lazos biológicos.
 No se suele hablar de ella, salvo cuando los niños son adoptados, pero está presente en muchas de nuestras familias.
 Nuestros hijos tienen madre y padre, pero también disfrutan de unas segundas madres y unos segundos padres que velan por ellos con tanto celo como lo harían por aquellos que son de su sangre. La sangre sigue pesando más de lo que debería, pero yo me resisto a que me seduzca su influjo: son míos los hijos que no parí pero a los que tuve que educar, alimentar y querer desde que eran muy chicos.
 No es fácil: a los niños hay que seducirlos aún cuando se resistan a quererte, o aún cuando están predispuestos a no quererte, pero esa conquista hace más valiosa la relación futura.
 Ese futuro, en nuestro caso, ha llegado
. Tenemos cuatro hijos. Esos cuatro hijos tienen a su vez otros hogares en los que refugiarse.
Al principio, esta segunda realidad al margen de la que una controla se hacía dura, nadie está a salvo de la mezquindad de la competencia afectiva, pero de la experiencia se aprende
. Hay gente que se instala en el rencor hasta la muerte e infecta de rencor a los hijos y a los nietos. Vidas feas y estériles.
Comprendo que las dificultades de la adopción hayan convertido esta particular forma de paternidad y maternidad en algo más reseñable, pero no son menores las dificultades de los que hemos tenido que compartir la condición de madre o padre con otros.
Se habla mucho de los primeros años de la maternidad en estos tiempos
. Es lógico, es una época en la que todo parece conjurarse para que una mujer no encuentre el momento de tener descendencia: la ridícula ayuda estatal, los empleos precarios, las familias empequeñecidas, la falta de conciliación laboral, los irritantes horarios españoles.
 Eso unido a esta nueva tendencia que exige a las madres la renuncia por unos años a otras vocaciones.
 Qué difícil ser madre en unos tiempos en los que esa condición está cargada de tantas exigencias.
Esta semana pensaba en ello porque en las redes se compartió un artículo, Hijos, de Purificació Mascarell en el que la autora reivindicaba la posibilidad de no reproducirse. Mascarell definía a las madres como unos seres abducidos por la servidumbre de la crianza, compartiendo sin cesar conversaciones enfocadas obsesivamente a los pañales, la lactancia y las horas robadas al sueño; jóvenes privadas de sexualidad, de horas de lectura, de brujuleos nocturnos y de ambición laboral. Así es, en muchos casos, así es durante algunos años, así fue incluso para las que comenzamos a trabajar a los pocos días de nacer nuestros hijos.
La mente está tan seducida por el bebé que no hay nada que pueda competir con ese peculiar enamoramiento.
¿Y? La vida pasa. Pasa esa infancia primera en la que una criatura es una continuación del propio yo. Pasa la adolescencia y su doloroso desapego.
 De pronto, la extrañeza de la edad adulta, y con ella un período poco descrito, del que casi nada se cuenta: el mágico momento en que percibes que tienes que conversar con los hijos ya de igual a igual, sin atribuirte a ti misma mayor sabiduría.
 Un capítulo liberador de la vida en el que la razón no está por sistema de tu parte
. Contra lo que se dice, los momentos primeros de la maternidad no son idílicos: una criatura es una bomba que cae en una casa y que jamás sabemos los efectos colaterales que va a provocar.
 Lo que debería despertar envidia a aquellos que deciden no tener hijos es ese nuevo tiempo enriquecedor en el que puedes hablar de cualquier cosa con los adultos que criaste.
 Estos jóvenes que te quitaron el sueño, te sacaron de quicio, te apartaron de experiencias fascinantes y noches de aventura, son los que ahora te proporcionan ratos de apasionada charla.
 Existe ese tiempo en el que las madres tenemos la mente colonizada y nos falta sueño y sensualidad y nos sobra cansancio.
 Pero luego viene la recompensa, casi secreta de tan poco expresada.
Sólo quien la prueba puede apreciar su valor: la maternidad o la paternidad, años más tarde.

 

Frases de Groucho Marx que nunca pasarán de moda

No es cierto que Groucho Marx tenga la mejor frase del mundo en su lápida (aquello del "disculpen que no me levante" es una leyenda urbana) pero tampoco necesitaba una última gran despedida.
 Las verdaderas citas célebres de Groucho Marx son tantas que, con motivo del 125º aniversario de su nacimiento, nos hemos puesto a recordarlas.
El genio del gran actor, humorista y escritor no pasa de moda. ¡Lo que hubiera dado de sí en la era de Twitter! Aquí va una recopilación de algunas de nuestras frases que Groucho Marx escribió en libros y pronunció en entrevistas y conversaciones:

Frases de Groucho Marx que nunca pasarán de moda



LIBROS DE ESTA SEMANA

LIBROS DE ESTA SEMANA / E. L. Doctorow y la gran historia

"Los cuentos de E(dgar) L(awrence) Doctorow, narrador norteamericano hijo de inmigrantes judíos rusos, nacido en el Bronx en 1931 y fallecido en Manhattan este mismo año, proceden de tres colecciones de cuentos publicadas en vida.
 Este volumen los reúne todos, no en su orden originario, sino en el que su autor les dio, justo antes de morir, en colaboración con sus editores españoles
. El libro es, pues, una primicia mundial, una primera edición completa. E. L. Doctorow pertenece a una generación que se expande en los años sesenta y setenta, de carácter renovador e incluso experimental, que va a provocar una verdadera revolución dentro de la narrativa norteamericana (Hawkes, Berger, Kosinski, Coover, Pynchon, Gass, Barth, Brautigan, Barthelme, Gaddis…), autores afectados en una u otra medida por la contracultura, la guerra de Vietnam y la protesta política, que trajeron una extraordinaria variedad de temas y estilos.
 Era el “posmodernismo”. Por JOSÉ MARÍA GUELBENZU

La mujer que le dijo “no” a Mandela

"En la figura de Amina Cachalia (1930-2013) confluían varios azares que la predestinaban a la mera supervivencia en el gueto de turno: era mujer, sudafricana, de origen indio, musulmana y filocomunista.
 Pero no sucedió así. Amina Cachalia fue, como la mayor parte de los luchadores contra el apartheid, incluido su gran amigo Nelson Mandela, una persona tan singular como convencida de que solo mediante un proyecto colectivo se lograría acabar con la aberración histórica de la segregación racial en Sudáfrica.
 Si bien la comunidad india sudafricana apenas supone el 2% de la población, su lucha contra la discriminación fue determinante en la construcción de un movimiento de resistencia pacífico, transversal e inclusivo, en la estela de Gandhi, que no en vano vivió 21 años en Sudáfrica.
Durante medio siglo Amina trabajó en el Congreso Nacional Africano para tejer lazos de solidaridad y resistencia que estuvieran por encima de la raza, el credo y la extracción social. Amina fue, aunque nunca presumió de ello, un aglutinante que se esforzó especialmente en hacer valer el papel de las mujeres en la lucha antiapartheid
. Entre otras cosas, cofundó en 1954 la Federación de Mujeres Sudafricanas, fundamental para la movilización global de la sociedad, en la que coincidió con brillantísimas activistas como Helen Joseph, Lilian Ngoyi, Albertina Sisulu e Ida Mtwana". Por LUZ GÓMEZ GARCÍA
  • Foto:CATARATA
  • El dolor de los demás

    "Un impactante vídeo de la ONG Save the Children mostraba la vida de una niña londinense a lo largo de meses: cumpleaños, juegos, risas, su primer beso, disfraces, como cualquiera de nuestras hijas.
    De pronto estalla una guerra que alcanza Londres, y su día a día se va oscureciendo hasta acabar en un campo de refugiados.
     Con 50 millones de visionados en YouTube, ¿consiguió sensibilizarnos sobre el drama de los niños sirios? ¿Nos pusimos en el lugar de esas familias —esto es, empatizamos?— ¿O la mayoría lo vimos con la misma fascinación morbosa que apuntaba Ignacio Vidal-Folch en un reciente artículo en El País Semanal sobre el “turismo de la desolación"?". Por ISAAC ROSA
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Munch, la voz detrás del grito....................................................... Andrea Aguilar

La obra del artista noruego resurge en su doble vertiente, pictórica y literaria, con dos exposiciones en Madrid y Ámsterdam y la publicación de una antología de sus escritos.

Edvard Munch pinta en la playa de Wandermünde, en Alemania. Autorretrato fotográfico (1907). / Munch Museum

En un estado de ánimo
intenso
un paisaje ejercerá
cierto efecto sobre
la persona— al representar
este paisaje [la persona] llegará a
una imagen de su propio estado —
y esto— este estado de
ánimo es lo principal

Como prueban sus propias palabras, Edvard Munch (Loten, 1863-Ekely, 1944) abogó por un arte en el que el sentimiento indefectiblemente turba la vista.
 El filtro emocional inunda de color y de fuerza sus lienzos
. Las escenas, siempre figurativas y narrativas —con historias y personajes— se transforman.
 Y el arrebato establece un potente vínculo con el espectador: atrás queda el plano objetivo, llega el ensalzamiento de lo subjetivo sin disimulo y con una notable carga de sentida sinceridad.
 Fue criticado y ridiculizado por críticos que clamaban que sus cuadros arañados no estaban acabados.
Él, incluso ya en la madurez y plenamente consagrado, montaba sus estudios al aire libre; le gustaba el efecto que la naturaleza y los elementos podían tener sobre los lienzos.
'Agonía' (1915), obra de Edvard Munch. / Munch Museum
La conexión que Munch trataba de establecer con el público no apela simplemente a la reproducción de ese mundo exterior común a todos, sino que busca el nexo en el crudo sentimiento, la angustia o la pasión que todo ser humano ha padecido.
 A golpe no sólo de pincel sino de pluma, en miles de cartas, en notas, aforismos, apuntes, versos y algún que otro relato, el icónico y prolífico artista noruego trató también de explicarse y defender su postura.
Este otoño ambas vertientes de Munch, la pictórica y la literaria, cobran un nuevo impulso.
 A la exposición Arquetipos en el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid —que reúne desde el 6 de octubre hasta el 17 de enero cerca de 80 obras del artista noruego y ha sido organizada conjuntamente por el Munchmuseet de Oslo—, se suma la publicación por primera vez en castellano de una antología de sus escritos en El friso de la vida (Nórdica).
"La escritura fue muy importante para Munch.
Sintió la necesidad de expresarse por este medio, algo que resulta evidente a la vista de la cantidad de material que legó y el cuidado que puso en que no se perdiera", explica por correo Hilde Boe, autora del prólogo de El friso de la vida y directora del archivo digital del Munchmuseet.
 A pesar de sus frecuentes viajes el pintor guardó sus apuntes. Rara vez fechaba sus textos, usaba los mismos cuadernos para escribir y dibujar a veces durante décadas.
 Su tía Karen y su hermana Inger le ayudaron a conservarlos, como prueba la larga correspondencia que mantuvo con ellas.
 La publicación en la Red —en noruego y alemán— del conjunto del archivo del artista dentro del proyecto emunch arrancó en 2011 y ya permite acceder a un 60% del material.
 El libro Cuadernos del alma (Casimiro), aparecido en septiembre, reúne una selección tomada de esta web.
"Ahora sus escritos están jugando un papel muy importante en la preparación de las exposiciones que sobre su obra se están realizando", añade Boe.
 Por ejemplo, en la muestra Munch: Van Gogh que este otoño, tras su paso por Oslo se ha instalado en Ámsterdam.
 La exposición enfrenta por primera vez la obra de los dos pintores que nunca llegaron a conocerse personalmente, aunque fueron contemporáneos y compartieron una aproximación similar al lienzo. Algo de lo que el noruego era claramente consciente:
El horno del infierno del alma –
es extremadamente
agresivo para
los sistemas nerviosos
(P[or ejemplo] Van Gogh…)
(En parte yo mismo)

La celebración del 150 nacimiento de Munch en 2013 consolidó la nueva etapa que venía cuajándose desde los años noventa en torno al estudio de su obra.
 El pintor, cuya prolífica e intensa obra había quedado en buena medida sepultada por El grito —más exactamente por los cuatro gritos que pintó en el plazo de 17 años— , resurge con fuerza. Nuevos matices se añaden, como capas de pintura, a la leyenda del artista hipersensible, enfermo y atormentado.
En la infancia Munch perdió a su madre y a una hermana por tuberculosis y se crio junto a su padre médico, estricto y devoto cristiano.
 A los 17 años escribió en su diario que había decidido hacerse artista y efectivamente se entregó a la bohemia y al alcohol, frecuentó a escritores como Hans Jaeger y gracias a una beca se instaló en París en 1899 durante tres años, y poco después en Berlín.
Vivió turbulentas pasiones llenas de celos y desespero, que culminaron en una bronca fatal con Tulla Larsen en la que Munch disparó una pistola y se mutiló un dedo.
 En 1905 ingresó en un sanatorio mental después de sufrir una crisis nerviosa y volvió a ser internado tres años después.
 Fue definido por el poeta Strindberg como "el pintor esotérico del amor, de los celos, de la muerte y de la tristeza".
 En sus cuadros hay angustia, dolor, mujeres vampiro.
Detalle de 'Mujer vampira en el bosque' (1916-1918), de Evard Munch. / Munch Museum
Igualmente cierto es que Munch vivió hasta los 81 años y que su obra, a pesar de haber sido muy criticada al principio, llegó a gozar de un amplio reconocimiento.
 "Fue un artista-empresario muy productivo y de gran éxito que consagró fervientemente su vida a lo único que consideraba su verdadera misión: crear una obra de gran altura y ser respetado como artista", apunta en el catálogo de Arquetipos Jon-Ove Steihaug, director de colecciones y exposiciones del Munchmuseet y comisario, junto a Paloma Alarcó, de la muestra en el Museo Thyssen. "No es su vida lo que nos llama la atención, sino lo que como artista logró producir".
 De hecho, Munch realizó 1.800 óleos, 750 grabados y un ingente número de dibujos que no han sido catalogados.
La sobrevaloración del peso de su biografía en el arte de Munch es uno de los mitos que empiezan a caer.
 Aunque en su biografía se pueda rastrear, y allí resida el interés que tuvo por determinados temas (como la enfermedad o los celos), su plasmación a lo largo de cinco décadas escapa los márgenes de esta estrecha lectura.
Otro mito que ha caído es que su obra posterior a la década de 1890 no valía realmente la pena. Contra esto cargó la exposición Munch: The Modern Eye que en 2012 estudió la influencia del cine y la fotografía en la obra de las últimas etapas de su trayectoria. Munch diseñó rompedoras escenografías teatrales y realizó muchas fotografías, los planos y puntos de vista de sus cuadros tienen un carácter fuertemente cinematográfico.
Ahora, la muestra Arquetipos —que presenta sendos programas de cine y de conferencias— ahonda en otro de los puntos candentes en torno al artista noruego: al tratar la obra de Munch no se debe hablar de copias en referencia a los cuadros que llevan un mismo título y tratan una misma escena, sino de versiones o interpretaciones.
'Autorretrato ante la fachada de la casa' (1926), obra de Edvard Munch. / Munch Museum
La manera en que se mira también depende del estado de ánimo y de cómo se encuentra uno en general.
Esa es la razón por la que un motivo —
puede verse de muchas maneras y eso es lo que hace interesante el arte

La muestra Arquetipos abarca un amplio espacio cronológico de más de medio siglo, con obras que van desde 1881 hasta 1935
. Y es precisamente esta dilatada horquilla temporal lo que refuerza la idea que sustenta la exposición
: Munch trabajó a lo largo de su vida con ahínco una serie de asuntos sobre los que volvía una y otra vez. Igual que el dramaturgo Henrik Ibsen hizo en sus obras, podría decirse que Munch también trabajó en torno a moldes o arquetipos que revisitaba incesantemente.
En plena efervescencia del psicoanálisis y el subconsciente, con el arquetipo jungiano que habla del mito cultural que se impone y se traslada generacionalmente con visiones estereotipadas de la mujer y del hombre, pinta Munch.
 En su obra aborda reiteradamente escenas como la de una pareja retratada de espaldas que mira al mar en Los solitarios —imagen plasmada por ejemplo en un grabado de 1894, en una xilografía de 1899 y en un óleo de 1935 presentados en la exposición—.
 Cambian los colores, la postura, el sentido, como un recuerdo cuya evocación va mutando.
 "Había un inventario de temas que le interesaban y repite obsesivamente obras sobre estos arquetipos en óleo, grabado y dibujo.
 Tenía una especie de catálogo de imágenes en la cabeza.
 La repetición es una fórmula moderna de experimentación", explica la comisaria Paloma Alarcó, jefa de conservación de pintura moderna del Museo Thyssen.
 "Quizá porque sus obras son narraciones ha costado leerlas así
. La variación se ha entendido mejor en la abstracción, en las series de pintores como Rothko o de Monet con sus nenúfares".
—El arte es la forma del cuadro—
nacido a través de los nervios—
ojo —cerebro y corazón—
del ser humano
El arte es la necesidad
humana de cristalización
La naturaleza es el reino
infinito del que
se nutre el cuadro—

Melancolía, Muerte, Pánico, Mujer, Melodrama, Amor, Nocturnos, Vitalismo y Desnudos son los ejes que ordenan Arquetipos.
 La muestra arranca con la quietud y luminosidad impresionista de los retratos de sus hermanas, con figuras melancólicas que miran lejos.
 La sección muerte presenta las múltiples versiones de La niña enferma sobre las que Munch trabajó hasta llegar a esa Agonía densa y expresionista
. En la sección del pánico están las litografías y xilografías de El grito, de Ansiedad y de Pánico en Oslo.
El color vuelve al tratar el tema de la mujer, donde surgen las amenazadoras vampiras, que acaban desembocando en Celos y Sorpresa, y en esa habitación de papel verde moteado que presta un fondo repetido en los cuadros que desarrollan el Melodrama.
 Amor recoge el Beso con el que Munch llega a la abstracción. En Nocturnos van desapareciendo las figuras. Aún queda el Vitalismo fresco y Desnudos, el último bloque, que se cierra con El artista y su modelo mirando fijamente desde el lienzo.
Edvard Munch. Arquetipos. Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid. Desde el 6 de octubre hasta el 17 de enero.
Munch: Van Gogh. Museo Van Gogh, Amsterdam. Hasta el 17 de enero.