Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

17 ago 2015

Tocador de señoras..................................................................................Pablo Ordaz

La rebelión de un pueblo aragonés contra el excesivo celo de su médico de cabecera.

 

Ángel de la Cal, médico acusado de abusos a mujeres en su consulta, en la Audiencia Provincial de Zaragoza antes de declarar ante el juez. / Julio Foster

Me duele la cabeza, doctor.
-¡Vaya por Dios! Quítese el sujetador".
Don Ángel resultó ser un diablo para algunas mujeres.
 Y había elegido un infierno perfecto.
 Un lugar escapado de los mapas -La Puebla de Alfindén (1.520 habitantes) está a 15 kilómetros de Zaragoza, pero lejos de los vehículos que van por la autovía a Barcelona- donde, además de él, ejercían su autoridad don Ramón, militar por la mañana y por la tarde párroco; y don Carlos, un alcalde socialista que -18 años después de muerto el dictador- sigue vendiendo picadura de tabaco en su estanco de la calle de Cristo Rey.
-"Me han salido unos granos en la frente, don Ángel.
-Desnúdese.
-Pero si sólo es en la frente...
-¡Desnúdese le digo!".
Elena Huguet dice que se desnudó
. Don Angel de la Cal del Pico, un médico de 47 años, casado y con dos hijas, tendría sus razones -después de 22 años de profesión y dos especialidades: generalista y psiquiatra- para pedirle que se quitara la ropa.
 Aunque quizás no, pensó después Elena, para arrebatarle el sujetador de un manotazo...
-"Doctor, tengo una bronquitis muy grande.
-Tiéndase desnuda en la camilla.
-¿Para una bronquitis?
-Es necesario que la explore".
Felisa Lite Martínez asegura que se tendió.
 Y salió de la consulta de don Ángel con la vergüenza a punto de estallar.
Una vez superado el vértigo que le producía denunciar al médico del pueblo -"¿qué pensará la gente aquí?, a lo peor se cree que yo lo provoqué", dudó entonces-, decidió quejarse por escrito a la Diputación General de Aragón (DGA).
 Pero se trataba de la acusación de una vecina de La Puebla de Alfindén -un lugar con sólo cuatro mozos útiles que ofrecer cada, año al servicio militar- contra el colegiado número 4093 del Real e Ilustre Colegio Oficial de Médicos de Zaragoza.
 No pudo ser.
-"Tengo hongos, doctor.
-A ver, a ver...
-Me preocupa si es contagioso.
-¿Por qué, su marido le chupa mucho?"
Marisol Pérez, que había acudido a la consulta con su vecina Azucena, sólo reaccionó después de abandonar la presencia de don Ángel: "Desde entonces opté por la solución más cómoda: cuando necesitaba algo para mí le pedía consejo a la farmacéutica; cuando las niñas se ponían enfermas, las llevaba a Zaragoza, a un pediatra de pago".
 Marisol recuerda otro caso: "Eva fue a la consulta con la cría porque le dolía el dedo. Ni miró a la niña, pero a la madre le dijo: Bájese los pantalones, que le quiero ver las varices...".

Así una vez, y otra.
 Y otra más.
Las mujeres del pueblo -una treintena se reunió el miércoles para contar a EL PAÍS las vejaciones sufridas- seguían calladas
. Porque Felisa sabía lo suyo, pero no sabía que Elena también lo sabía.
Y Marisol, que no sabía que Azucena lo sabía, prefirió callarse, para que nadie lo supiera, no fuera a ser que... Otra vecina sabía sólo lo suyo: don Ángel la ayudó un día a quedarse en bragas, y luego la hizo recorrer la fría habitación de la consulta en cuclillas.
Pero no se lo contó a nadie. Todas lo sabían, pero ninguna lo sabía.
Se trataba de don Ángel, y destruir su autoridad sería derribar una de las tres patas del banco de Alfindén; las otras dos seguían en su sitio: don Ramón con las arengas y los sermones, y don Carlos, con el orden del día y su picadura de tabaco...
Y en esto don Ángel recibió a Concepción Hernández Alcaraz.
 Había llegado a La Puebla del Alfindén después de vivir unos años en París, una época de la que aún conserva el acento y la convicción de que allí los médicos auscultan---pero no amasan.
 El día 8 de noviembre de 1993, Concepción -así consta en la denuncia que luego dirigiría al Insalud y a la DGA- acudió a la consulta de don Ángel.
 Fue sometida "a un exhaustivo y prolongado reconocimiento físico, que incluyó toda clase de posturas denigrantes, obscenas e inmorales y tocamientos impúdicos".

"No soy el estrangulador de Boston"

Pablo Ordaz
El alcalde y las mujeres en contra; a favor: el cura del pueblo, el presidente del Colegio de Médicos y varias decenas de vecinos, pacientes, amigos.
 Y, sobre todos, su esposa: María José Silvestre ejerce desde el lunes -ese día cuatro inspectores sanitarios, dos del Gobierno aragonés y otros dos del Insalud, le comunicaron la suspensión cautelar de relaciones públicas y de instigadora de una campaña de recogida de firmas. Ángel de la Cal del Pico, médico titular de La Puebla de Alfidén desde hace tres años, accedió a conversar con este periódico en su casa, si bien rehusé todas las preguntas relacionadas con su conducta anterior -ya había tenido problemas en Pradillo de Ebro, un pueblo también de Zaragoza- y con la praxis empleada con sus pacientes:
 "Eso pertenece al secreto profesional y a la investigación judicial".
Dijo: "No tengo nada de qué arrepentirme". Y añadió:
"Ni soy El Lute -ni el estrangulador de Boston, pero sí estoy sufriendo un linchamiento moral injustificado; no se está respetando la presunción de inocencia". Ángel de la Cal achacó el asunto "a un montaje de mentes calenturientas, influenciadas por el morbo tan de actualidad".
El presidente del Colegio de Médicos de Zaragoza, Javier Valero, dijo que los profesionales están "absolutamente desprotegidos" ante la valoración que pueda realizar el paciente de la praxis seguida, y pidió a la administración que introduzca un ATS en las consultas para evitar situaciones violentas.
Don Ramón, el cura castrense de La Puebla de Alfindén, dijo que está dispuesto a defender al médico "donde sea y cuando sea".
 Ya en el sermón del Miércoles de Ceniza advirtió: "Atención: no se puede condenar a nadie antes de ser juzgado".
Pero Concepción se calló, porque París ya estaba lejos, y ahora tenía que ser una más.
 Hubiera permanecido callada de no haber sido porque un mes después, el 20 de diciembre, las manos de don Ángel se acercaron a su hija Isabel.
"El denunciado", dice el texto del informe que la administración sanitaria ya ha puesto en conocimiento de la fiscalía, "consideró que los aspectos referidos al aparato respiratorio, cardiocirculatorio, digestivo y urinario eran normales, sin que tuviera lugar reconocimiento alguno ni un solo análisis, y cuando llegó el momento de cumplimentar el aparato genital-sexual indicó a la paciente que se desnudara"
. Concepción recordó entonces al doctor que su hija tenía fiebre, y que la baja temperatura de la habitación podía perjudicarla. Don Ángel, concluye la denuncia, se enfadó, rasgó las hojas del reconocimiento médico e impidió que las recuperase...
Ahora ya nada es igual en La Puebla.
 Y aunque hay quien nunca fue tocada -"a lo mejor es que yo no era su tipo", dice una señora que pasea a su hija por la calle del Sol, frente a la consulta- todos -o mejor, todas- sabían del celo excesivo de don Ángel. Felisa, una de las agraviadas, dice:
 "No se trata de una guerra entre partidarias y detractoras del médico; la división es mucho más fácil: lo defienden las mujeres mayores de 45 años, que no han sufrido de sus desvaríos".
Concepción Hernández dice que desde que denunció al médico -en la actualidad suspendido de sus funciones y sustituido por una doctora- ha recibido mil apoyos, y añade:
"Más que abusos sexuales, hemos sufrido humillaciones, vejaciones y, sobre todo, abuso de autoridad".
Don Ángel resultó ser un diablo para una centuria de mujeres, y un día lo devolvieron a los infiernos.

“A muchas mujeres fuertes nos gusta que alguien tome las riendas”......................................... Rocío Ayuso

Nosé definir lo que es "Una Mujer Fuerte" será como un hombre fuerte o se presupone. Fuerte y que lleven las riendas.
A que viene eso, una mujer fuerte que un hombre lleve las riendas, es decir te marque un camino a seguir.....Creo que Salma se equivoca o eres fuerte en tus decisiones y actitud en la vida o vives a expensas de "Que alguien lleve las Riendas" nos lleva a confusión, no creo que esa frase haya sido acertada, no puedes decir esto lo hago yo y lo demás mi familia o pareja. Una cosa o la otra.

La actriz Salma Hayek sabe que tiene una vida privilegiada. Hoy ha puesto al cine en un segundo plano, su primer papel es el de madre y esposa.

 

Salma Hayek
La actriz mexicana Salma Hayek. / cordon press

A Salma Hayek la precede su risa.
 Sonora, cazallera, sensual.
 Un sonido que llena todo el espacio y anticipa la llegada de una presencia enorme.
 Solo cuando uno mira cara a cara a esta mexicana, a la que aún le queda algo de libanesa, se da cuenta de lo bajita que es
. Y, aunque se trate de un estereotipo, nunca la frase “pequeñita pero matona” tuvo mejor representante que la actriz.
 Ella ha sido así siempre, desde el inicio de su carrera, y no ha cambiado nada
. Cuando comenzó en Los Ángeles no dejaba escapar a un periodista hasta que le contaba que era la chica en El mariachi, con Antonio Banderas; tarea a la que se encomendaba con el mismo ímpetu con el que reía junto a Penélope Cruz, amigas para siempre en un Hollywood al que abrieron el apetito por las actrices españolas e hispanas
. Incluso su matrimonio junto al multimillonario francés François-Henri Pinault —propietario de un conglomerado de marcas de lujo— no puso freno a esta dinamo exuberante que, por primera vez ahora, promete tomarse la vida con más calma.
 Al menos en lo profesional
. O eso dice, porque no se nota cuando entra en la habitación dando voces para criticar a ese “cretino” llamado Donald Trump.
 Está claro que no tiene pelos en la lengua.
Pregunta. ¿No le da miedo hablar demasiado en la capital de la corrección política?
Respuesta. Hay que vencer el miedo para sentirse libre y descubrir tus puntos fuertes.
 Yo antes tenía fobia a las serpientes y ahí me tienes, bailando con mi mayor temor en Abierto hasta el amanecer.
 También me daba miedo la oscuridad. Y el matrimonio.
Y aquí estoy, casada.
Aunque me da vergüenza reconocer cuántas veces me lo tuvo que preguntar. ¡Tres veces!
 Ese ha sido el mayor temor que he superado
.Un Millonario Salma un millonario que lleva las riendas y tu haces el mejor papel de tu vida, vivir caprichosamente poque no necesitas preocuparte por nada.

P. ¿Más que el temor a envejecer en Hollywood?
R. Te confesaré algo terrible
. Hubo un momento en el que me convencieron para que mintiera sobre mi edad. Nací en 1966 pero en más de una biografía verás 1968.
Pero soy terrible mintiendo. Me pillan enseguida.
P. ¿Asustan los 50 a la vuelta de la esquina?
R. Vivo una vida privilegiada.
 Soy madre y además vivo con el amor de mi vida, un hombre maravilloso seguro de sí mismo y feminista al que le gustan las mujeres fuertes y que además sabe cuidarme.
Porque somos muchas las mujeres fuertes, con poder y determinación que cuando llegamos a casa nos gusta contar con alguien que nos cuide y tome las riendas.
P. Supongo que en casa de Salma Hayek en el día a día se come comida francesa.
R. El menú es más variado
. La comida preferida de Valentina [su hija] es la mexicana aunque uno nunca puede competir con los macarrones con queso y las hamburguesas.
 A François también le gusta la comida mexicana pero mezclamos mucho.
 Menos el 4 de julio, cuando Valentina nos exige que celebremos el Día de la Independencia con hamburguesas y patatas fritas da igual donde nos encontremos.
P. ¿De dónde le sale este ramalazo estadounidense?
Salma Hayek y su marido, François-Henri Pinault, paseando por Cannes. / cordon press
R. Es muy interesante porque mi familia habla solo español.
 La de François, solo francés.
 El único inglés que Valentina escuchó en casa fue el mío y el de François.
 Y si mi acento es malo no te quiero decir el de él.
Pero ahí la tienes, desde los 2 años hablando los tres idiomas a la perfección y con un marcado sentimiento yanqui en la sangre.
 Aún en Londres, donde vivimos, se niega a hablar con acento británico
. Eso sí, cuando intenta hablarle a los abuelitos en inglés, mi madre en seguida le dice eso de “mija, en español”
. Con mi familia hasta François habla en español.
P. ¿Cómo le ha cambiado la vida el hecho de ser madre?
R. No recuerdo mi vida antes de ser madre. Siempre he sido una madre.
 Con otras personas, animales, con otros que no eran mis hijos pero que fueron el centro de mi cariño y de mis cuidados.
Siempre protectora. Yo creo que es algo que viene con ser mexicana y libanesa.
 Lo digo en serio.
Te crías cuidando de los demás, protegiendo a tu familia.
Cuidé de mi abuelita hasta el último día.
 Ahora tengo como 30 animales a mi cargo, una pequeña granja, ya lo sé, y me toma un montón de trabajo.
De tiempo.
 ¡Por eso no hago más películas!
P. ¿Entonces es cierto que quiere alejarse del cine?
R. El profeta, la película de animación que acabo de producir, me ha dejado exhausta.
Antes vuelvo a bailar con una serpiente que producir una película animada. Sí, quiero limitar el número de cosas que hago.
 Tengo que cuidarme, recuperar mi energía y darle a mi familia el tiempo que necesita ahora.
P. ¿Cómo le gusta mimarse?
R. Mi secreto se llama Makiko, una japonesa que me da unos masajes faciales increíbles. No puedo vivir sin mi Makiko.
 En cuanto esto (apunta a sus mejillas) empieza a caerse, sus manos son mágicas.
 No puedo pasar mucho tiempo sin verla o se nota.
 Puede estar segura de que la vi ayer.

16 ago 2015

El ojo invisible de la Nouvelle Vague........................................................................ Carles Gámez

Muestras y ensayos reivindican la figura de Raymond Cauchetier, el fotógrafo que inmortalizó la revolución del cine en los sesenta.

Jean Seberg y Jean-Paul Belmondo en el rodaje de 'Al final de la escapada'. / RAYMOND CAUCHETIER

Una pareja pasea por los Campos Elíseos. Ella, cabellos cortos masculinos, pantalones capri y camiseta con el logo New York Herald Tribune.
 Él, un joven aprendiz de gánster con sombrero Borsalino y aire desgarbado. La actriz Jean Seberg y un casi debutante Jean-Paul Belmondo son fotografiados por Raymond Cauchetier durante el rodaje de Al final de la escapada(1966), la obra que pondrá el nombre de Jean-Luc Godard en los rótulos luminosos del nuevo cine y lanzará la Nouvelle Vague como marca.
 Acababa de nacer una de las imágenes icónicas del siglo XX.
Después de permanecer olvidado durante décadas, Cauchetier (París, 1920), a sus 95 años, disfruta finalmente del reconocimiento; su obra se exhibe en centros oficiales y galerías mientras le dedican ensayos y estudios críticos.
“Hice mi debut en el mundo del cine sin saber que iba a ilustrar una revolución cinematográfica”, recordaba en uno de los homenajes que han ido sucediéndose en los últimos tiempos.
Negativos de la fotos tomadas para la cinta 'Jules y Jim'. / Raymond Cauchetier
Entre 1959 y 1968 su Rollefleix recoge a estos nuevos héroes, protagonistas de la vida moderna que imponen su estilo, la generación Nouvelle Vague bautizada por la directora de la revista Elle Françoise Giroud.
 Aquellas imágenes mal pagadas y material de trabajo de producción acabarán por transformarse en el mejor documental de ese nuevo cine.
 Cauchetier asiste desde la primera fila a la insurrección visual.
“Si tuviera que quedarme con algunos de los mejores recuerdos, sería el rodaje de Al final de la escapada y la sensación de estar asistiendo a la reinvención de cine”.
La vida de Cauchetier está marcada por la historia del siglo XX. A los 20 años entró en las filas de la Resistencia francesa luchando contra el ejército nazi.
 Acabada la guerra, se marchó a Indochina para trabajar en el servicio de información y prensa del ejército francés.
 A su regreso a París, a finales de los años cincuenta, el azar lo lleva hasta las puertas de esa revolución cinematográfica que acababa de comenzar capitaneada por los jóvenes críticos de la revista Cahiers du Cinema, autodidactas como él.
El fotógrafo desembarcó en el set de ese nuevo cine, libre, directo, enemigo acérrimo de esa cinematografía academicista que imperaba en la Francia de la posguerra, y se convirtió en el ojo invisible en el plató de esa nueva ola que se reconoce tanto en el lenguaje de Robert Bresson y Jean Vigo como en su pasión por el cine norteamericano de Hitchcock y Hawks.
Sus fotos, casi sesenta años después, son la memoria rescatada de sus protagonistas: directores como Jean-Luc Godard, Jacques Demy o François Truffaut y sus musas, Anna Karina, Jeanne Moreau, Anouk Aimée o Françoise Dorléac.
Una generación de actrices representantes de una forma de vivir más libre.
“Tuve la suerte que los actores que fotografié eran guapos y fotogénicos”.
 Su cámara fue testigo del primer encuentro entre la actriz Jean Seberg y Godard con motivo del rodaje de Al final de la escapada.
 La estrella estadounidense, acostumbrada a Hollywood, no pudo esconder su nerviosismo ante un director que le ofrecía los diálogos escritos en unos improvisados trozos de papel.
Imagen de la cinta 'La piel suave'. / Raymond Cauchetier,
Promotor de un nuevo realismo cinematográfico y de estética neorromántica, sus imágenes han forjado una serie de iconos que cada temporada sirven de munición gráfica al mundo de la moda, la fotografía, la publicidad o el diseño gráfico. Fotógrafas como Ellen Von Unwerth para el Vogue estadounidense o realizadoras como Zoe Cassavetes, uno de los nombres fetiches del cine publicitario de moda, no han dudado en inspirarse en la Nouvelle Vague y las imágenes de Cauchetier como objetos de remake.
Gracias al director Roger Vadim, Y Dios creó a la mujer (1956), y a la figura infractora de Brigitte Bardot en el papel de Juliette la pantalla centelleaba con un nuevo modelo femenino; una generación de actrices definía ese nuevo estatus entre la modernidad y transgresión.
Las fotos de Cauchetier, medio siglo después, devuelven ese momento de cambio y mutación estética.

 

Jaime Ballesteros, principal lugarteniente de Santiago Carrillo................................................. Rafael Fraguas

Fue uno de los cuadros más importantes del PCE en la clandestinidad, aunque se distanció del partido durante la Transición.

 

Jaime Ballesteros, dirigente del PCE. / MARISA FLÓREZ

Jaime Ballesteros, quien fuera uno de los principales cuadros dirigentes del Partido Comunista de España durante la clandestinidad, la Transición y la legalización de la principal organización comunista, ha fallecido el pasado jueves en Madrid.
Tenía 83 años.
Sufría la enfermedad de Alzheimer.
Era considerado como principal lugarteniente de Santiago Carrillo hasta su distanciamiento mutuo en 1982.
Estudiante universitario de la Complutense madrileña, al concluir sus estudios Jaime Ballesteros fue detenido, torturado y posteriormente encarcelado.
Cuando sus compañeros de militancia le preguntaban cómo había aguantado las torturas, él respondía: “Yo me limitaba a contar los golpes; cuando llegaban a ochenta, me desmayaba; me echaban un cubo de agua, me despertaba y se reanudaban los golpes, que yo volvía a contar”
. Poco después de su salida de prisión, donde permaneció cumpliendo condena de dos años, viajó clandestinamente a Francia.
Allí se entrevistó con Santiago Carrillo, ya secretario general del PCE.
En París nació una estrecha relación política que convertiría a Ballesteros en la mano derecha de Carrillo en el interior de España, donde Jaime, que había participado y trabajado en la editorial Ciencia Nueva, con el librero Alberto Méndez y el diseñador Alberto Corazón, se integraría paulatinamente en el Comité Central, en el Comité Ejecutivo y en el Secretariado, formado a la sazón por siete miembros.
 Compartió militancia con el dirigente comunista Julián Grimau, detenido, torturado, fusilado con 27 disparos y rematado con dos tiros de gracia en un campo de tiro de Carabanchel el 20 de abril de 1963.
Junto con el novelista Armando López Salinas y los líderes Simón Sánchez Montero y Francisco Romero Marín, alias Tanque, Ballesteros, con el sobrenombre de guerra de “Alejandro”, integraría el núcleo dirigente del PCE en el interior a lo largo de las últimas décadas del franquismo.
 A él atribuye su compañero Víctor Díaz Cardiel, responsable del PCE en Madrid durante la clandestinidad y luego responsable estatal de Organización, el haber integrado en la organización comunista a militantes como el futuro escritor y periodista Gregorio Morán, el economista Alfredo Tejero y Pilar Brabo, que desempeñarían importantes cometidos en la lucha clandestina.
Sus vínculos con el líder estudiantil comunista Enrique Curiel y los hermanos Ricardo y Leopoldo Lovelace fueron asimismo muy estrechos.
Circunspecto, reflexivo y “tremendamente serio”, lo define Díaz Cardiel.
 Era asimismo un “escuchante nato”, según el periodista Rodrigo Vázquez Prada, que recuerda su “semblante imperturbable”.
 Para el periodista y entonces dirigente estudiantil de la facultad de Derecho, Fernando López Agudín, “Jaime era un hombre decente, culto, buen conocedor del marxismo y muy pragmático, quizás en exceso”
. En las reuniones organizativas se mostraba siempre atento, sosegado y prudente, centrado en asuntos prácticos y con una acentuada diligencia en aplicar las decisiones orgánicas adoptadas, siempre en sintonía con Santiago Carrillo.
Como ha contado José Mario Armero, director de Europa Press, quien fuera mediador entre el presidente Suárez y el secretario general del PCE durante jornadas clave de la Transición, Jaime Ballesteros fue el intermediario entre él y Carrillo en la reunión comunista celebrada en la calle del Capitán Haya donde la organización comunista, por sugerencia de Suárez, adoptó la bandera rojo y gualda, así como la tácita aceptación de la monarquía, tras alertar Armero de una intervención militar cruenta si no se daban gestos como aquellos, de gran alcance ideo-político por sus implicaciones a propósito de la causa republicana. Ballesteros fue detenido en diciembre de 1976 junto con Santiago Carrillo, cinco meses antes de la legalización del PCE.
Sus nexos con Carrillo se rompieron cuando en 1982, Ballesteros, alejándose de él y de Gerardo Iglesias, entonces líder del PCE, decidió integrarse en el Partido Comunista de los Pueblos de España, bajo la dirección de Ignacio Gallego
. Ballesteros había desempeñado responsabilidades en el área internacional del PCE
. Aquella escisión obedeció, entre otras razones, a la radicalización ideológica, en clave afín a los planteamientos internacionales de la Unión Soviética, experimentada dentro de la organización comunista tras el intento de golpe de Estado del 23 de febrero de 1981; no obstante, los orígenes de aquella escisión se encontraban ya en un viaje emprendido en 1977 a Estados Unidos por Santiago Carrillo en el cual denostó el marxismo-leninismo de inspiración soviética, invocando un nuevo tipo de comunismo homologable a ojos de Washington
. Aquel posicionamiento resultaba muy duro de admitir para la cultura de gran parte de la dirección comunista de la que Ballesteros participaba.
En la última fase de su vida, Ballesteros regentaría una empresa dedicada a la edición de textos relacionados con Cuba y Palestina
. Estaba casado con Orlanda, profesora de Griego en un instituto del barrio madrileño de San Blas. Tenía dos hijas.