La policía rumana grabó la detención de Sergio Morate, presunto asesino y captor de Laura del Hoyo y Marina Okarynska.
Las imágenes grabadas en el momento de la captura muestran el apartamento
en el que se refugió Morate, detenido este jueves por la tarde en
Rumanía, en la localidad de Lugoj, en la provincia de Timis, tras una
larga persecución policial.
Los investigadores le venían siguiendo los
pasos ya fuera de España, desde Francia, concretamente a su paso por
Portbou (Girona), donde habría conectado de nuevo su teléfono móvil que
habría sido localizado, según fuentes cercanas a la investigación. La
detención, llevada a cabo por la policia rumana con información de la
Comisaría General de Policía Judicial española, se produjo hacia las
18.30 de la tarde en casa de un amigo suyo rumano llamado Isban, a quien
presumiblemente conoció durante su estancia de un año en la cárcel de
Cuenca, de donde salió en 2011. "Eran íntimos", aseguran fuentes del
caso. En el momento de ser detenido estaba acompañado de dos personas y
no opuso resistencia, según fuentes del Ministerio del Interior, que
informaron de que sus acompañantes también fueron arrestados.
La
extradición se está tramitando para devolverlo a España en cuanto sea
posible.
Por todas esas mujeres que mueren a manos de un loco pero consciente de hacer daño.
14 ago 2015
13 ago 2015
El cerebro dormido está bien despierto............................................................ Javier Sampedro
La actividad mental durante la fase del descanso en la que se producen los sueños es muy similar a la de la vigilia.
Una de las cualidades más chocantes de los sueños es su imaginería
vívida y asombrosamente detallada, su mundo visual intrincado y
revestido de ese aire de realidad que deja perplejos cuando se recuerdan
al despertar.
Un estudio neurofisiológico con 19 personas dormidas revela ahora la causa: la actividad cerebral durante el sueño REM —el sueño con sueños— es muy parecida a la de la vigilia, cuando estamos despiertos.
Si las imágenes durante el sueño parecen reales es porque para el cerebro lo son.
El resultado resta misterio al sueño, pero le añade lógica neuronal.
La investigación de Yuval Nir, Itzhak Fried y sus colegas del Laboratorio de Ciencias Cognitivas de París, la Universidad de Wisconsin en Madison y la Universidad de Tel Aviv se basa en un análisis extenso, durante la vigilia y el sueño, de la actividad eléctrica de un total de 2.057 neuronas individuales y unos electroencefalogramas particularmente precisos, con los electrodos situados dentro del cráneo.
Han podido hacerlo porque los 19 voluntarios eran pacientes epilépticos sometidos a cirugía intracraneal.
Los resultados aparecen en la revista Nature Communications.
El sueño sigue siendo tan misterioso hoy como en la antigüedad, y será difícil encontrar un tópico sobre el que se hayan escrito más tonterías sin el menor fundamento, pero uno de los descubrimientos seminales sobre esta materia ocurrió en los años cincuenta: el del sueño REM, la fase principal en la que ocurren los sueños. REM son las siglas de Rapid Eye Movements, o movimientos rápidos de los ojos
. La pregunta obvia perdura desde su hallazgo: ¿son esos movimientos un signo de que el cerebro del durmiente está emulando el procesamiento de las señales visuales típicas de la vigilia?
El trabajo de Nir y sus colegas no llega a demostrar que ese sea el caso, pero sí convierte la idea en la hipótesis más probable sobre el sueño REM.
Los científicos muestran que las neuronas individuales se comportan de un modo muy similar, en todos sus detalles (grado de actividad, frecuencia de las ondas de potencial, fases típicas de latencia y cese de actividad), a cuando están en vigilia.
Esto es particularmente cierto en un área concreta del córtex
cerebral —el lóbulo temporal medial— que, según se sabe por estudios
anteriores, está directamente implicada en la formación de memorias
visuales de alto nivel: el nivel en que, por ejemplo, los rasgos de una
cara dejan de importar y la cara en su conjunto pasa a constituir un
significado en sí misma, esté en la orientación que esté, y poniendo el
gesto que se ponga.
“Dado que la actividad del lóbulo temporal medial está íntimamente relacionada con la consciencia visual”, dicen los científicos, “nuestros resultados pueden implicar que los movimientos rápidos de los ojos durante el sueño REM reflejan un cambio de la imaginería visual en los sueños, pero se necesitan investigaciones adicionales para establecer esta posibilidad de forma inequívoca”.
En los hombres, el sueño REM también se asocia a las frecuentes erecciones del pene que ocurren por la noche.
Sobre este punto también se necesitan toda clase de estudios adicionales.
Por cierto, no van necesariamente asociadas a sueños eróticos, como tal vez habría esperado Freud.
No solo las lecturas de las neuronas individuales revelan el gran parecido entre los sueños y la vigilia: también la detección por electroencefalograma (EEG) apunta en el mismo sentido. El EEG tiene el inconveniente de su escasa precisión cartográfica, pero la ventaja de que las grandes ondas y variaciones de potencial que detecta son fenómenos globales del córtex cerebral, y en muchos casos se asocian a procesos de alto nivel, como el procesamiento semántico del lenguaje.
La interpretación de los sueños está todavía lejos
. Para descifrarlos, sin embargo, ayudará mucho saber lo mucho que se parecen a la vida misma.
. Cuando se lee, los ojos parecen moverse por las letras de manera continua y parsimoniosa.
No es cierto.
Como demostró un oftalmólogo francés del siglo XIX, Émile Javal, por el sencillo procedimiento de adosar un pequeño espejo al margen del libro que estaba leyendo. Mientras él creía seguir la secuencia de letras con parsimonia, el espejo le decía la verdad: sus ojos se movían con rapidez de manera discontinua, con unos tirones bruscos que denominó saccades, sacudidas en francés.
Los movimientos rápidos del ojo al mirar algo se siguen llamando saccades en la literatura científica. La traducción española “movimientos sacádicos” resulta patética.
Con “sacudidas” nos valdría.
Cuando miramos una cara, o la foto de una cara, también se hace a sacudidas, aunque casi siempre seamos inconscientes de ello. Miramos a un ojo, al otro, a la boca, otra vez al ojo, a la punta de la nariz, al otro ojo…
Lo percibimos como una cara vista de una vez y en su todo glorioso, como si fuera el nombre de esa persona.
Pero solo es una melodía, una secuencia de notas que percibimos como un todo, sin serlo.
Un estudio neurofisiológico con 19 personas dormidas revela ahora la causa: la actividad cerebral durante el sueño REM —el sueño con sueños— es muy parecida a la de la vigilia, cuando estamos despiertos.
Si las imágenes durante el sueño parecen reales es porque para el cerebro lo son.
El resultado resta misterio al sueño, pero le añade lógica neuronal.
La investigación de Yuval Nir, Itzhak Fried y sus colegas del Laboratorio de Ciencias Cognitivas de París, la Universidad de Wisconsin en Madison y la Universidad de Tel Aviv se basa en un análisis extenso, durante la vigilia y el sueño, de la actividad eléctrica de un total de 2.057 neuronas individuales y unos electroencefalogramas particularmente precisos, con los electrodos situados dentro del cráneo.
Han podido hacerlo porque los 19 voluntarios eran pacientes epilépticos sometidos a cirugía intracraneal.
Los resultados aparecen en la revista Nature Communications.
El sueño sigue siendo tan misterioso hoy como en la antigüedad, y será difícil encontrar un tópico sobre el que se hayan escrito más tonterías sin el menor fundamento, pero uno de los descubrimientos seminales sobre esta materia ocurrió en los años cincuenta: el del sueño REM, la fase principal en la que ocurren los sueños. REM son las siglas de Rapid Eye Movements, o movimientos rápidos de los ojos
. La pregunta obvia perdura desde su hallazgo: ¿son esos movimientos un signo de que el cerebro del durmiente está emulando el procesamiento de las señales visuales típicas de la vigilia?
El trabajo de Nir y sus colegas no llega a demostrar que ese sea el caso, pero sí convierte la idea en la hipótesis más probable sobre el sueño REM.
Los científicos muestran que las neuronas individuales se comportan de un modo muy similar, en todos sus detalles (grado de actividad, frecuencia de las ondas de potencial, fases típicas de latencia y cese de actividad), a cuando están en vigilia.
Los científicos muestran que las neuronas
individuales se comportan de un modo muy similar, en todos sus detalles,
a cuando están en vigilia
“Dado que la actividad del lóbulo temporal medial está íntimamente relacionada con la consciencia visual”, dicen los científicos, “nuestros resultados pueden implicar que los movimientos rápidos de los ojos durante el sueño REM reflejan un cambio de la imaginería visual en los sueños, pero se necesitan investigaciones adicionales para establecer esta posibilidad de forma inequívoca”.
En los hombres, el sueño REM también se asocia a las frecuentes erecciones del pene que ocurren por la noche.
Sobre este punto también se necesitan toda clase de estudios adicionales.
Por cierto, no van necesariamente asociadas a sueños eróticos, como tal vez habría esperado Freud.
No solo las lecturas de las neuronas individuales revelan el gran parecido entre los sueños y la vigilia: también la detección por electroencefalograma (EEG) apunta en el mismo sentido. El EEG tiene el inconveniente de su escasa precisión cartográfica, pero la ventaja de que las grandes ondas y variaciones de potencial que detecta son fenómenos globales del córtex cerebral, y en muchos casos se asocian a procesos de alto nivel, como el procesamiento semántico del lenguaje.
La interpretación de los sueños está todavía lejos
. Para descifrarlos, sin embargo, ayudará mucho saber lo mucho que se parecen a la vida misma.
Melodías a la vista
Considerados de modo superficial, los movimientos rápidos de los ojos durante el sueño REM pueden parecer muy distintos a los de cuando se está consciente y mirando algo. Cuando se lee, los ojos parecen moverse por las letras de manera continua y parsimoniosa.
No es cierto.
Como demostró un oftalmólogo francés del siglo XIX, Émile Javal, por el sencillo procedimiento de adosar un pequeño espejo al margen del libro que estaba leyendo. Mientras él creía seguir la secuencia de letras con parsimonia, el espejo le decía la verdad: sus ojos se movían con rapidez de manera discontinua, con unos tirones bruscos que denominó saccades, sacudidas en francés.
Los movimientos rápidos del ojo al mirar algo se siguen llamando saccades en la literatura científica. La traducción española “movimientos sacádicos” resulta patética.
Con “sacudidas” nos valdría.
Cuando miramos una cara, o la foto de una cara, también se hace a sacudidas, aunque casi siempre seamos inconscientes de ello. Miramos a un ojo, al otro, a la boca, otra vez al ojo, a la punta de la nariz, al otro ojo…
Lo percibimos como una cara vista de una vez y en su todo glorioso, como si fuera el nombre de esa persona.
Pero solo es una melodía, una secuencia de notas que percibimos como un todo, sin serlo.
¿Trampa para turistas? El caso del chiringuito de los 300 euros en Formentera...................................Noelia Ramírez
Un cliente del restaurante 'Juan y Andrea' de Ses Illetes abre el debate sobre cuánto pagar en la playa al viralizar la foto de lo que le costó su comida.
“Nunca pensé que llegaría a pagar tanto por un San Pedro al horno y una ensalada”
. Quien habla al otro lado del teléfono es Ignacio Villagordo, un usuario de Twitter adicto a la buena gastronomía y catador de vinos de “manera informal” para elmundovino.
Ignacio lleva una semana de vacaciones en Formentera con su mujer
descansando de su trabajo en el sector tecnológico y, sin pretenderlo,
se ha erigido catalizador de un encendido debate en las redes sobre
cuánto debemos pagar en los chiringuitos de playa
. Un tuit suyo de
cuatro palabras acompañado de una fotografía ha corrido como la pólvora
desde el pasado jueves.
“Tourist trap. Sin palabras” y la imagen de lo que pagó en el chiringuito Juan y Andrea de la playa de Ses Illetes: 337,5 euros
por un pescado fresco a compartir, una botella de verdejo, una
ensalada, pan con ali oli, una botella de agua, una caña, un tinto de
verano y un helado. Solo el pescado les costó 221 euros.
Cuando uno va a comer pescado Fresco debe saber que es caro, que te lo den por su peso es una cosa pero a parte está como lo van a cocinar y la guarnición que le van a poner, así que pida otra cosa y no se hinchen a entrantes , cada cosa va subiendo la factura aunque el vino no sea el adecuado para ese pescado que no tiene nombre porque no es lo mismo un lenguado que una sardina o una almeja.Y si piden Ostras no digo nada. Si me expongo a todo al pagar la factura se traduce que me he comido un susto para dos, y nadie me garantiza que sea recien pescado.....Eso les pasa a los "Godos" que salen fuera y se creen que son jigantes los molinos del Quijote.
¿Trampa para turistas? El caso del chiringuito de los 300 euros en Formentera
Un cliente del restaurante 'Juan y Andrea' de Ses Illetes abre el debate sobre cuánto pagar en la playa al viralizar la foto de lo que le costó su comida.
Noelia Ramírez
12 de agosto de 2015
07:30 h.
Foto: Cortesía de Juan y Andrea
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“Cuando me llegó la cuenta tenía una doble sorpresa: primero, averiguar que el pescado que habíamos comido mi mujer y yo en teoría pesaba un kilo y medio, cuando en realidad parecía mucho más pequeño. Después, comprobar que el precio por kilo era de 153 euros sin IVA”. Villagordo sabía donde se metía. Él se había hecho una idea de lo que le costaría comer allí porque en los menús que están sobre las mesas del local sí que aparece el precio de todos los platos, excepto el del pescado del día, que varía según el mercado. Cuando vio la cuenta, pagó y decidió tuitear una imagen de la factura. “No monté ningún espectáculo ni me quejé, tampoco buscaba repercusión con el tuit. Normalmente tuiteo sobre los sitios en los que como y en este sólo podía escribir lo que pensaba: 'Juan y Andrea' es una trampa para turistas”.
Este cliente, que también se quejó en su cuenta de que le sirvieran un verdejo en una copa balón ("Formentera es cara, esto es una tomadura de pelo"), asegura que sabe “lo que se paga” por comer en isla, pero jamás imaginó que esa cuenta fuese tan elevada. Y más en “en un chiringuito con mesas de plástico y servilletas de papel”. Villagordo, amante del buen comer que se ha recorrido varios estrellas Michelin como El Celler de Can Roca o el Mugaritz, asegura haberse visitado otros restaurantes de la isla pitiusa en los que los precios no son tan abusivos. “Es Molí de Sal, que también está en Illetes, es mucho más barato y tiene más categoría de local, precio y servicio. Un pescado al horno te cuesta 90 euros el kilo y al menos te lo comes sobre un mantel”. Enfado aparte, lo que no esperaba es que su foto y cuatro palabras alcanzasen los 3.000 retweets y abriesen un debate de lo más animado en los blogs gastronómicos.
Foto: Cortesía de Juan y Andrea
Una de las más llamativas es la que, bajo el titular "Broma de mal gusto", asegura que "si eres una estrella de cine, un futbolista multimillonario o simplemente te gusta tirar el dinero con una comida normalita entonces este es tu lugar.
Si eres como el resto de mortales, un consejo: evítalo a toda costa.
El sablazo es impresionante".
Quien haya visitado alguna vez Formentera sabrá que Juan y Andrea es un chiringuito repleto de caras conocidas y de la jet set. Un local de moda, relacionado con el grupo Pachá, por el que solo este verano se han dejado caer estrellas como Robert De Niro, Paris Hilton o jugadores de la liga española de fútbol..
Como yo fui a Formentera que con 300 Euros me podía quedar una semana con comida y alojamiento que no había se que el mes de Agosto es "Su mes" y todo allí será caro.
Aqui en mi isla y en las demás islas sabemos que es más cara "Una Vieja o una Sama" a la sal o sencillamente cocida acompañada de mojo verde papas y gofio escaldado. Entonces pide lo que veas en la carta más barato, o pulpo o sardinas que depende de temporada. Como no me gusta mucho comer si como entrantes no me va a caber La Vieja ni los longorones, no coman con la vista.
Y miren comer pescado fresco a orillas del mr no tiene precio todo lo demás conn Mastercard.
Así que señores si no pueden sencillamente no lo hagan, no alternen con doscietas tarjetas cuando llevan solo una. Vaya que no se puede tener gustos de CHampagne con presupuesto de Cerveza.
Han quedado como unos "mauros" que decimos nosotros, no saber estar donde no pueden estar. Así de claro.
Yvonne de la alegría........................................................................... Juan Cruz
Fallece Yvonne Hortet, compañera del editor y escritor Carlos Barral.
Al final del verano de 1989 la cocina de Carlos Barral en Barcelona
estaba en penumbra y aquel hombre que ya andaba a zancadas cortas porque
los pulmones no le daban para más no sabía dónde estaba el agua fría.
No está Yvonne, decía.
Los dos, él e Yvonne (Yvonne Hortet, que falleció anteayer en Barcelona a los 83 años) fueron inseparables desde que ella era una adolescente de cuerpo admirable y de risa sin desmayo.
Esa fue la sonrisa de Yvonne, el rastro público de su elegancia melancólica, de su manera de ser y de estar a la vez, esencial e íntima, pública y también secreta.
Los dos, en realidad, fueron siempre unos adolescentes; a Yvonne la risa se le hizo fronteriza con la tos que procuran los cigarrillos, y a Carlos la risa se le hizo metálica y grande, como una gota enorme de risa seca que empezaba y concluía en un hermoso espasmo de sorpresa.
Él protagonizó una de las aventuras literarias más impresionantes de la segunda parte del siglo XX en Europa, y fue el centro visible de un sentimiento europeo que, después de la guerra mundial y de nuestra propia guerra incivil, trató de reconstruir el ánimo intelectual, y narrativo, del continente.
A su lado esta mujer, cuya alegría ahora es como su emblema en la memoria de los otros, fue siempre un apoyo, una referencia, como el bastón invisible en el que se apoyaba en su soledad y también en sus desvaríos sobre las arenas movedizas del negocio de vivir.
A él todas las cosas le parecían posibles, como caminar sobre las aguas, e Yvonne, más allá incluso de la muerte de Carlos (que se produjo, tras aquel verano en que buscaba infructuosamente el agua fría en la cocina oscura, el 12 de diciembre de 1989), creyó también que el mar no iba a ser nunca violento
. Pero no le respondieron las expectativas de su entusiasmo; luchó para que la casa de Calafell, aquella reliquia barraliana (e ivonyana) sobreviviera a la piqueta espiritual del tiempo, y batalló en silencio, o risueña, para que la memoria del navegante del Argüello, su barco, no naufragara en el proceloso océano del olvido al que este país somete sobre todo a quienes lo quisieron.
La inevitable melancolía de aquella pérdida, pues Barral era un continente en sí mismo, y alrededor todo fue archipiélago, no hizo heridas visibles en Yvonne, que tuvo la fortaleza de sus hijos y de sus nietos, la cercanía de los símbolos (el barco, la arena, L’Espineta, el bar donde recibían en verano a los amigos y a los transeúntes, en Calafell) y también la increíble realidad de la memoria común.
Esos libros que escribió Carlos Barral para dejar memoria de él son también la memoria de Yvonne Hortet; ahí está ella, saltando “sobre aquellas aguas de espejo”…
El encuentro con Yvonne, evoca Barral en uno de esos textos, “había movido mi centro de gravedad, modificado mi posición de equilibrio con respecto al mundo que me rodeaba o, mejor, había como desplazado la idea que me venía haciendo de mí mismo”.
Este hombre sin tierra, mirando la vida desde la arena o desde el mar (Cataluña desde el mar, qué canto de amor a su tierra desde las olas)..., siempre creyó que la vida era agua.
Él era “urgente y frágil, / de alabastro”, ella era de aire, y de agua de mar, una habitante sutil y hasta incorpórea, compañera de este habitante de la arena que acabó sus días soñando que era otra vez el adolescente que podía andar desnudo por la playa, esperando otra vez, intacta, la primera visión de la chica que se aprestaba a saltar "sobre aquellas aguas de espejo".
Fueron dos adolescentes mirándose y mirando cómo cada uno iba en pos de un mar común al que ahora llegan, en un tiempo que ni ella ni él reconocerían, porque ya se acabó, desde hace tanto, el tiempo de los adolescentes, es decir, el instante largo de la que fue su alegría.
No está Yvonne, decía.
Los dos, él e Yvonne (Yvonne Hortet, que falleció anteayer en Barcelona a los 83 años) fueron inseparables desde que ella era una adolescente de cuerpo admirable y de risa sin desmayo.
Esa fue la sonrisa de Yvonne, el rastro público de su elegancia melancólica, de su manera de ser y de estar a la vez, esencial e íntima, pública y también secreta.
Los dos, en realidad, fueron siempre unos adolescentes; a Yvonne la risa se le hizo fronteriza con la tos que procuran los cigarrillos, y a Carlos la risa se le hizo metálica y grande, como una gota enorme de risa seca que empezaba y concluía en un hermoso espasmo de sorpresa.
Él protagonizó una de las aventuras literarias más impresionantes de la segunda parte del siglo XX en Europa, y fue el centro visible de un sentimiento europeo que, después de la guerra mundial y de nuestra propia guerra incivil, trató de reconstruir el ánimo intelectual, y narrativo, del continente.
A su lado esta mujer, cuya alegría ahora es como su emblema en la memoria de los otros, fue siempre un apoyo, una referencia, como el bastón invisible en el que se apoyaba en su soledad y también en sus desvaríos sobre las arenas movedizas del negocio de vivir.
A él todas las cosas le parecían posibles, como caminar sobre las aguas, e Yvonne, más allá incluso de la muerte de Carlos (que se produjo, tras aquel verano en que buscaba infructuosamente el agua fría en la cocina oscura, el 12 de diciembre de 1989), creyó también que el mar no iba a ser nunca violento
. Pero no le respondieron las expectativas de su entusiasmo; luchó para que la casa de Calafell, aquella reliquia barraliana (e ivonyana) sobreviviera a la piqueta espiritual del tiempo, y batalló en silencio, o risueña, para que la memoria del navegante del Argüello, su barco, no naufragara en el proceloso océano del olvido al que este país somete sobre todo a quienes lo quisieron.
La inevitable melancolía de aquella pérdida, pues Barral era un continente en sí mismo, y alrededor todo fue archipiélago, no hizo heridas visibles en Yvonne, que tuvo la fortaleza de sus hijos y de sus nietos, la cercanía de los símbolos (el barco, la arena, L’Espineta, el bar donde recibían en verano a los amigos y a los transeúntes, en Calafell) y también la increíble realidad de la memoria común.
Esos libros que escribió Carlos Barral para dejar memoria de él son también la memoria de Yvonne Hortet; ahí está ella, saltando “sobre aquellas aguas de espejo”…
El encuentro con Yvonne, evoca Barral en uno de esos textos, “había movido mi centro de gravedad, modificado mi posición de equilibrio con respecto al mundo que me rodeaba o, mejor, había como desplazado la idea que me venía haciendo de mí mismo”.
Este hombre sin tierra, mirando la vida desde la arena o desde el mar (Cataluña desde el mar, qué canto de amor a su tierra desde las olas)..., siempre creyó que la vida era agua.
Él era “urgente y frágil, / de alabastro”, ella era de aire, y de agua de mar, una habitante sutil y hasta incorpórea, compañera de este habitante de la arena que acabó sus días soñando que era otra vez el adolescente que podía andar desnudo por la playa, esperando otra vez, intacta, la primera visión de la chica que se aprestaba a saltar "sobre aquellas aguas de espejo".
Fueron dos adolescentes mirándose y mirando cómo cada uno iba en pos de un mar común al que ahora llegan, en un tiempo que ni ella ni él reconocerían, porque ya se acabó, desde hace tanto, el tiempo de los adolescentes, es decir, el instante largo de la que fue su alegría.
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