Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

11 ago 2015

Raimon, ‘al vent’ y la tramontana...............................................................José Ángel Montañés

El cantautor llena en su recital del festival Porta Ferrada de Sant Feliu de Guixols.

Raimon durante el concierto de Porta Ferrada. / pere duran

"Ahora vuelvo", fueron las primeras palabras que Raimon dijo al millar de personas que habían ido a escucharlo al escenario del Espai Port situado junto al mar en la localidad de Sant Feliu de Guíxols dentro del Festival Porta Ferrada. 
Y se marchó dando saltitos, como para que no lo vieran, tras dejar su inseparable guitarra en el suelo. "Nunca me había pasado, me había olvidado la lista con las canciones y la coseta para que no se vuele el papel".
 No era de extrañar.
 El día de antes, en este mismo escenario, el fuerte viento y la lluvia obligaron casi a suspender el concierto de la Electric Light Orchestra
 "No lo tenía claro, llovió ayer y venía preparado. Pero al final tenía un pacto",
 aseguró tras el concierto.
 El mismo pacto con el tiempo que ha hecho que Raimon, a punto de cumplir los 75 el próximo mes de diciembre, siga lleno de jovialidad y potencia y de ganas de gustar a su público.
Al final, el viento y la tramontana respetaron al cantautor de Xativa que durante más de hora y media desgranó más de treinta temas, uno detrás de otro, sin interrupción, que fueron seguidos con atención por un público la mayoría de edad madura, por encima de los cincuenta años, tranquilo y con ganas de que el cantante de Xátiva les regalara los oídos con sus canciones de siempre y otras nuevas.
El público, la mayoría veraneantes de las localidades cercanas a Sant Feliu, siguió con atención canciones en los que combinada sus homenajes a escritores y poetas catalanes y valencianos como Ausias March o Espriu, con temas propios.
 Desde Si miraves l'aigua, hasta su mítica Al vent, pasando por Veles e vents o Jo vinc de un silenci, que fue de las más coreadas.

 

Nadar se escribe con el cuerpo........................................................................ María Jesús Espinosa

Novelas y poemas retratan la actividad que convirtió a Burt Lancaster en antihéroe nihilista.

 

Burt Lancaster, en un fotograma de la película 'El nadador', adaptación al cine de un relato de John Cheever.

“El cuerpo de un nadador es un auténtico prodigio”, debe de pensar el espectador ante el televisor mientras los hombres y mujeres que debieron nacer peces compiten en el Mundial de Natación de Kazán para conocer los límites de una máquina imperfecta llamada cuerpo humano.
La relación entre este deporte y la literatura es ancestral porque, ¿qué otra cosa es nadar sino escribir con el cuerpo?
Uno nada como es. Uno nada a impulsos o con un braceo torpe, incluso se puede nadar melancólicamente, pensando en lo que ya no es o en lo que jamás será.
 Y en ese nado ya habita un relato, una historia que podría ser contada. O nadada.
El nadador por excelencia de la historia de la literatura es Ulises por el viaje a nado por las islas griegas que Homero relata en La Odisea
No son pocos los artistas que han decidido colocar a un nadador como protagonista de su obra
. El nadador por excelencia de la historia de la literatura es Ulises
. Su viaje a nado por las islas griegas que Homero relata en La Odisea lo convierte en el héroe náutico más hermoso; pues si como decía el venezolano José Balza en su libro Percusión, “el hombre más bello es el que regresa del lugar más lejano”, ¿qué podemos decir de Ulises que además realiza ese viaje nadando?
El reverso moderno de Ulises y probablemente el nadador más cinematográfico es Neddy Merrill (con permiso del Tarzán de Johnny Weissmuller).
 El escritor John Cheever inventó este personaje de la sociedad norteamericana que explora las piscinas de su condado en una suerte de peregrinación acuática que le conduce a una realidad hiriente. Merrill —un trasunto de su autor— nada hasta llegar a su casa deshabitada y triste
. También a Cheever le gustaba nadar en piscinas heladas y emborracharse en ellas
. El actor Burt Lancaster convirtió en mítico a Merrill en 1968 gracias a una adaptación cinematográfica algo accidentada: el director Frank Perry abandonó el rodaje por las constantes disputas conLancaster y fue Sydney Pollack el que finalizó el filme.
 Está considerada una de las pool-moviemás brillantes con algunos diálogos memorables: “Fíjate, piscina a piscina, a lo largo de todo el condado, se forma un río que me lleva directo a casa. Lo llamaré el río Lucinda, el nombre de mi mujer”.

La incultura del que no nada

¿Cuándo comenzó a nadar el hombre y cómo aprendió? Este enigma encuentra una de sus primeras respuestas en hallazgos arqueológicos que datan del 2.500 a.C.
 Allí se certifica que, entre los egipcios, nadar era uno de los elementos esenciales de la educación pública.
Los atenienses aprendían a nadar, leer y escribir desde la niñez.
 No lo hicieron como deporte o actividad física, simplemente por su utilidad.
Existe un proverbio adjudicado a Diogeniano que afirma: “Ni nadar ni leer y escribir”.
El mismo Platón en su libro Leyes se cuestiona: “¿Debería confiarse un cargo oficial a personas que son lo contrario de gente culta, los cuales, según el proverbio, no saben ni nadar ni leer?”. También los etruscos prestaron atención al nadar, al igual que los romanos.
En la Edad Media nadar no estaban tan bien visto sobre todo por la ausencia de educación pública, pero también por la injerencia del cristianismo que prohibía cualquier actividad que se realizara con el cuerpo casi desnudo.
En nada se asemeja el nadador que bracea para salvar su vida, el que desea llegar a la orilla para saciar su hambre o el que se desplaza por mera recreación deportiva.
Y sólo una característica comparten el nadador de río, el nadador de piscina o el de mar abierto: la soledad.
 No existe, en este sentido, una afirmación más desoladora que la del escritor Franz Kafka el 2 de agosto de 1914 en sus Diarios:
 “Alemania declara la guerra a Rusia. Por la tarde, me fui a nadar”. Esta cita kafkiana bien podría haberse convertido en uno de los primeros microrrelatos de la literatura
. El checo era un nadador extraño que acudía a la Escuela Civil de Natación en la isla de Sofía para dejar de avergonzarse de su cuerpo, pero también para ejercer su habitual hermetismo, pues la natación es uno de los pocos deportes en los que, mientras uno lo practica, no puede hablar.
El lenguaraz Ernest Hemingway, sin embargo, también encontró en la natación un modo de enfrentarse a sus demonios literarios.
 Cada tarde, cuando terminaba de escribir, acostumbraba a nadar media milla en la piscina de su finca La Vigía en Cuba.
Tal vez no exista una piscina con más glamour que la Molitor de París en la que se sumergía el polifacético Boris Vian en los años cuaranta y cincuenta.
Por su parte, las piscinas en la que flota un cadáver en el comienzo de El crepúsculo de los dioses, de Billy Wilder o en el final de El gran Gatsby, de Scott Fitzgerald, nos remiten a ese pasaje de El largo adiós en que Marlowe confesaba: “
No hay un vacío mayor que el de la piscina”.
En la narrativa en español también se ha acudido con frecuencia a este deporte, arte o actividad (re)creativa. Soledad Puértolas resquebrajó el imaginario colectivo en su novela Una vida inesperada y afirmó que también es posible nadar en grupo.
 La escritora era asidua de la piscina acristalada del polideportivo Las Matas y en sus vestuarios celebró su 50 cumpleaños rodeada de aquellas amigas esporádicas, las nadadoras.
 El escritor colombiano Héctor Abad Faciolince —nadador compulsivo— deslizó otra de las metáforas más sugerentes que podría desentrañar el misterio de nadar:
 “Nado para que nada me afecte. Nado para estar solo y en silencio dentro del agua, como antes de nacer”. Nadar, entonces, para regresar a un estado fetal tranquilizador.
Marlowe escribía en ‘El largo adiós’ que “no hay vacío mayor que el de la piscina”
En esta arqueología cultural de la natación es necesario acudir a la poesía
. Es innegable que el mar y el río han formado parte del lenguaje lírico pero también lo han hecho las piscinas. Imposible olvidar la piscina de Gil de Biedma en su Pandémica y celeste o los terribles Nadadores nocturnos, de Manuel Vilas:
 “Bebemos y nadamos, esa es nuestra vida, / pero jamás, nunca jamás nos dirigimos la palabra, / es un pacto, un raro pacto entre samuráis hundidos”.
Tal vez nadie haya capturado mejor que el pintor David Hockney esa artificialidad de las piscinas en contraposición con el indomesticable mar.
“En los cuadros de piscinas me interesé por el problema general de pintar el agua”, confesó en alguna ocasión.
 Lo verdaderamente inquietante es entender por qué eligió el agua sosegada de una piscina y no la del imprevisible mar.
Esa misma sensación turbadora produce su cuadro A Bigger Splash en el que el espectador casi puede escuchar la zambullida de un nadador ausente que salta desde su trampolín en una radiante mañana californiana.
 El único cuadro, por cierto, que por su refulgente luz merecería ser contemplado con gafas de sol.

Las 14 imágenes inéditas de la boda de Diana de Gales y el príncipe Carlos

Las fotografías, que se van a subastar, muestran momentos íntimos de la ceremonia.

Diana, Carlos y la Reina Madre mientras saludan a unos niños dentro del Palacio Real. / RR Auction/PA

Una colección privada de fotografías "entre bambalinas" de la boda real del príncipe Carlos de Inglaterra y la princesa Diana saldrá a subasta el próximo septiembre, 34 años después de que las imágenes fueran capturadas.
 Las 14 instantáneas inéditas pertenecen a la recepción, que tuvo lugar en el palacio de Buckingham el 29 de julio de 1981 tras el multitudinario acto religioso celebrado en la catedral de San Pablo de Londres.
Los ayudantes colocan a la ya princesa de Inglaterra para las fotos oficiales de la casa real británica. / RR AUCTION/PA
Las fotografías —siete en blanco y negro y otras siete en color— pertenecen a una colección privada de Henrietta Gordon-Cumming, una asistente del fotógrafo británico Lord Patrick Lichfield, el único familiar al que se le permitió tomar imágenes extraoficiales de la familia real británica y los invitados en la recepción, según afirma la casa de subastas RR Auction
. Aparecen retratados algunos miembros de la realeza como la princesa Ana, la princesa Margarita, el príncipe Andrés i la reina de Inglaterra.
Diana de Gales camina con una de las damas de honor en brazos junto a la reina Isabel II. / RR AUCTION/PA
Diana de Gales aparece en seis de las siete fotos en blanco y negro atravesando un pasillo junto a su marido y su suegra y deteniéndose a hablar y dedicar carantoñas a las pequeñas damas de honor que le acompañaban.
La última sin color está realizada en el balcón en el que salieron a saludar a los ciudadanos y curiosos que se congregaron a las puertas del palacio de Buckingham aquel verano.
 Se ve a la pareja de recién casados de espaldas, un ángulo muy diferente al oficial, y la larga cola del vestido que llevó Lady Diana para la ocasión, diseñado por Elizabeth y David Emanuel, y hecho en seda, tafetán y un encaje decorado con 10.000 perlas.
 Todo un icono que heredó su hijo menor, el príncipe Enrique, al cumplir los 30 años.
Diana y Carlos de Inglaterra saludando a las masas desde el balcón real. / RR AUCTION/PA
La subasta se realizará en Boston (Massachusetts, Estados Unidos), y la dirigirá Bobby Livingston quien ha afirmado que estás imágenes, nunca vistas antes, "capturan los momentos más cándidos y naturales de la boda de cuento de hadas" -aunque luego el matrimonio de la pareja resultara no serlo-. La casa de subastas cree que dado el gran interés que suscitan las fotografías se venderán hasta por 15.500 euros. 
En la subasta se incluye también la autorización de la Casa Real Británica a Henrietta Gordon-Cumming para realizar fotografías ese día, lo que probaría su autenticidad. 

 

Francisco Rivera Ordóñez, nacido para la fama… y el dolor........................................ Antonio Lorca

El torero, herido gravemente por un toro en Huesca, se recupera en la UCI de un hospital.

 

Francisco Rivera Ordóñez en agosto de 2012. / L. RICO

Lo que no podía imaginar Francisco Rivera Ordóñez, ‘Paquirri’ en los carteles de toros, (Madrid, 1974) es que su vuelta a los ruedos iba a ser tan dolorosa.
 Ha toreado esta temporada mucho más de lo que su trayectoria y condiciones hacían presagiar, aupado por su sonoro nombre y raigambre familiar, pero no ha conseguido el triunfo esperado, ha sufrido algunas volteretas de esas que dejan huella en las entrañas de un cuarentón y, encima, esta gravísima cornada de Huesca que a punto ha estado de matarlo.
 Un duro balance para quien volvió para celebrar el 20 aniversario de su alternativa y tras prometerle a su esposa que solo se vestiría de luces un año.
Mala suerte de un triunfador nato; de un hombre nacido, si no para la gloria, sí para la efímera fama de la prensa del corazón.
 No en vano es miembro destacado de una importante saga taurina, emparentada fuertemente con la crónica social: hijo de Paquirri, muerto en Pozoblanco cuando Rivera era solo un chaval de 10 años, y de Carmina Ordóñez, estandarte del cotilleo nacional; nieto de Antonio Ordóñez, referente fundamental del toreo clásico; hermano de Cayetano, torero melancólico y también en horas bajas delante del toro; de Kiko Rivera, hijo de Isabel Pantoja, ligón televisivo y fenómeno social, y de Julián Contreras, aspirante a escritor y empresario en dificultades
.Es raro que solo los hijos que nacieron de Carmina Ordoñez y de "Paquirri" sean los más guapos de la saga, Julian no es guapo ni feo pero se enreda con la palabra, Quico Rivera, es feo, siempre lo fue y el caso es que liga con chonis. Francisco y Cayetano tienen más categoría.


Pero lo que está claro es que Rivera, el mayor de los hijos, vino al mundo entre avíos de torear, y el toreo fue su vocación.
 Así, a los 21 años, tomó una alternativa de lujo en la Feria de Abril de Sevilla, de manos de Espartaco, y su irrupción en la fiesta fue clamorosa.
 Aquella tarde quedó para siempre en los anales del mejor toreo y ofreció toda una lección de poderío, técnica, capacidad e inteligencia.
Y ese fue solo el inicio de una meteórica carrera cuajada de éxito, en la que supo mezclar adecuadamente su fulgor como figura con su acrecentado protagonismo en la vida social de este país de la mano de su madre, la muy famosa Carmina.
La guinda fue su boda, el 23 de octubre de 1998, con Eugenia Martínez de Irujo, hija de la Duquesa de Alba, lo que lo convirtió en duque consorte de Montoro, y disparó como la espuma su ascenso como protagonista de la crónica social.
Pero al tiempo que se convertía en un personaje, arisco o simpático según las circunstancias, perseguido por las cámaras y objeto de deseo de campañas publicitarias y programas televisivos, declinaba su estrella taurina.
Se separó de su esposa y el torero triunfador y respetado dio paso a un seductor nato, con amoríos de quita y pon; al guaperas canalla de amigos íntimos y enemigos callejeros; y a un empresario listo, atrevido y exitoso en sectores como la chatarra, la restauración, la ganadería y el turismo.
En ellas estaba cuando en octubre de 2012, cansado de buscar un triunfo que parecía perdido, y aburrido también el público de una carrera ya paralizada, decidió retirarse de los ruedos tras una corrida en la feria de Zaragoza.
Francisco Rivera aprovechó el descanso para probar fortuna de nuevo en el matrimonio, y el pasado 13 de septiembre de 2013 se casó con la abogada sevillana Lourdes Montes, de quien espera una niña.
Convenció a su nueva esposa para volver a los ruedos (en su día no explicó los motivos de su marcha, ni, después, los de su vuelta, pero se dice, y, nadie lo ha desmentido, que todos los toreros vuelven por dinero), y le prometió que solo sería un año, para conmemorar el 20 aniversario de su alternativa y despedirse en triunfo.
Pero el hombre propone… y el toro descompone
. Lo que Rivera ni nadie podía imaginar es que un ejemplar de la ganadería de Albarreal, en la festiva plaza de Huesca, haría caso omiso al capote que el torero le mostraba y buscaría con saña su vientre.
El resto es historia conocida. Francisco Rivera Ordóñez, Paquirri en los carteles, se recupera en la UCI de un hospital.
Nacido para la fama… y el dolor.