Japón reclama el fin de las armas nucleares 70 años tras Hiroshima.
Gritos de "no a la guerra" entre el público siguieron a la intervención del primer ministro, Shinzo Abe, en la ceremonia que conmemora el 70º aniversario de la bomba atómica.
“Como único pueblo atacado por una bomba nuclear, tenemos la misión de conseguir un mundo sin armas nucleares”
. El primer ministro japonés, Shinzo Abe,
renovaba así el compromiso de su país contra ese armamento, en la
ceremonia para conmemorar el 70 aniversario del lanzamiento contra
Hiroshima de la primera bomba atómica.
Alrededor de 55.000 personas,
según las cifras oficiales, habían acudido a rendir homenaje a las cerca
de 140.000 víctimas de aquel ataque y participar en un llamamiento para
la paz mundial. Frágiles, algunos de ellos en silla de ruedas, decenas de hibakusha -supervivientes de la bomba-
habían desafiado al fuerte calor para recordar el peor día de su
historia y rendir homenaje a sus padres, hermanos, familiares o amigos
que perdieron la vida aquel 6 de agosto de 1945 o en los días y meses
que le siguieron.
A las 8.15, los sonidos de una campana marcaron el
momento preciso en que estalló la bomba.
Los participantes, entre los
que se encontraban representantes de un centenar de países, y
dignatarios como el secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki Moon,
guardaron un minuto de silencio, solo roto por el silencio de las
cigarras
. El homenaje había comenzado con una ofrenda de agua
recolectada en 17 puntos de la ciudad, en recuerdo de las víctimas que,
con terribles quemaduras, murieron suplicando algo de beber.
En su intervención, Abe anunció que su país presentará
una nueva propuesta de resolución ante la Asamblea General de la ONU en
los próximos meses sobre la abolición de las armas nucleares,
y dar un nuevo empuje a la idea como anfitrión el año próximo de la
cumbre anual del G7.
“Es nuestra tarea dar a conocer la inhumanidad de
las armas nucleares, sin barreras generacionales ni fronterizas”, afirmó
el primer ministro.
Su llamamiento contra las armas nucleares tenía este año
un contexto especial.
Abe se encuentra en pleno proceso para lograr la
aprobación en el Parlamento de una serie de leyes que permitirán que,
por primera vez y en determinadas circunstancias, este país pueda
participar en misiones de combate fuera de su territorio para ayudar a
aliados en peligro
. Para el Gobierno nipón, la reinterpretación de la
Constitución pacifista vigente desde la posguerra es algo necesario que
permitirá al país una relación militar más equilibrada con sus aliados,
principalmente con Estados Unidos.
Para sus críticos, representa una
iniciativa anticonstitucional que pone al país más cerca de verse
implicado en un conflicto bélico tras 70 años de paz ininterrumpida.
Entre las voces más críticas se encuentran, precisamente, la de los hibakusha.
“Es algo anticonstitucional”, afirma Hiromi Hasai, catedrático jubilado
de Física Nuclear en la Universidad de Hiroshima y superviviente del
ataque atómico, que se hace eco de la opinión que ya han expresado
algunos catedráticos de Derecho nipón.
“Abe quiere estar del lado de los
ganadores, pero en una guerra nunca hay ganadores.
Nosotros decimos no a
la guerra, no a que las cosas se decidan mediante el uso de la fuerza”.
Un grupo de hibakusha, Nihon Hydankyo, criticó duramente al Gobierno después de que la Cámara baja aprobara los proyectos de ley el mes pasado.
Los que vivieron la guerra temen también que el primer
ministro intente rebajar el próximo día 15, en su discurso de
conmemoración de fin de la II Guerra Mundial, las disculpas que han
repetido Gobiernos previos.
Esta semana, el ministro de Defensa, Gen Nakatani,
reavivó la polémica al admitir que en teoría los proyectos de ley que se
debaten, y a los que la Cámara baja ya ha dado su visto bueno, podrían
permitir que Japón transportara armas nucleares para sus aliados.
Inmediatamente, no obstante, se apresuró a precisar que se trataría de
un supuesto muy improbable.
Abe fue reelegido en las elecciones anticipadas del pasado diciembre
pero su popularidad ha caído progresivamente desde entonces y se
encuentra por debajo del 40%, según las encuestas.
El primer ministro no
aludió en absoluto a la polémica durante su breve discurso en
Hiroshima. Sí se oyeron gritos aislados entre el público, cuando el jefe
de Gobierno terminó su intervención, de “¡no queremos guerra!”.
El resto de participantes se ciñó también al mensaje pro
abolición de las armas nucleares.
“Para coexistir debemos abolir el mal
absoluto y la total inhumanidad que representan las armas”, señaló el
alcalde de Hiroshima, Kazumi Matsui.
Pero, a diferencia de Abe, Matsui
sí pareció aludir a la polémica sobre la nueva actitud más militarista
del Gobierno japonés. “
Trabajar con paciencia y perseverancia (para
lograr sistemas de seguridad que permitan eliminar la amenaza nuclear)
será vital, y requerirá que promovamos por todo el mundo el camino a la
paz verdadera revelado por el pacifismo de la Constitución japonesa”,
subrayó Matsui.