Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

2 ago 2015

Las heridas de Hiroshima

Japón afronta sus contradicciones en el 70º aniversario de la bomba. El país, que nunca hizo un debate sincero sobre su imperialismo, quiere recuperar el uso de la fuerza militar.

Explosión de Nagasaki, tres días después de Hiroshima. / reuters / reuters live!

Cada año, el 6 de agosto, Japón conmemora el aniversario de la destrucción de Hiroshima por la bomba atómica estadounidense que arrasó la ciudad, en un abrir y cerrar de ojos, y se llevó por delante las vidas de decenas de miles de personas.
Sin duda, el 70º aniversario, que se cumple este año, se conmemorará con ganas.
 En esta ocasión la palabra clave es paz. La ceremonia tendrá lugar en el Parque Conmemorativo de la Paz de Hiroshima, construido en 1954 cerca del punto donde estalló la bomba.
 A las 8.15, hora en que tuvo lugar el bombardeo, el primer ministro, Shinzo Abe, y otros dignatarios se unirán a los ciudadanos de a pie en oraciones silenciosas.
 Seguirá el repique de las “campanas de la paz”, la lectura de una “declaración de paz”, y se echarán a volar palomas al cielo que un día cubrió la nube en forma de hongo.
La paz es, por sí misma, una condición difícil de objetar.
 Puede actuar como el mínimo común denominador que une a personas con convicciones políticas dispares e incluso antiguos enemigos.
Las plegarias por la paz, que aluden sobre todo al abrumador sufrimiento infligido a las víctimas de las bombas de Hiroshima y Nagasaki (atacada el 9 de agosto), también permiten a muchos japoneses eludir una tarea aún más difícil: reconciliar las interpretaciones opuestas sobre las causas que llevaron a la guerra y desencadenaron la mayor hecatombe nuclear de la historia.
Es fácil olvidar que, en 1945, las armas nucleares eran vistas como una prolongación natural de las preferencias estratégicas de un país para enfrentarse al enemigo.
 Bajo la doctrina de la guerra total, los civiles que estaban en la retaguardia, incluidas las mujeres y los niños, también eran considerados combatientes.
El bombardeo alemán de Gernika de 1937 conmocionó al mundo, pero con el tiempo todas las potencias aceptaron la idea de que las víctimas civiles formaban parte integrante de aquella guerra total, bien porque los bombardeos de precisión contra objetivos militares se consideraban demasiado complejos, bien porque convertir a los civiles en un blanco se consideraba una estrategia desmoralizadora eficaz, o bien, y cada vez más a medida que la guerra se prolongaba, por ambas razones.
Japón se anticipó al Blitz [el bombardeo continuado de Reino Unido por parte de la Alemania nazi] y fue uno de los primeros países en lanzar bombas sobre civiles, en particular en Chongqing, adonde Chang Kai-shek había trasladado la capital china, desde finales de 1938.
 Cuando las fuerzas aliadas también empezaron a hacerlo, lo llevaron hasta sus últimas consecuencias en Hamburgo, Berlín y otros muchos lugares de Alemania, alcanzando su punto culminante con el lanzamiento de bombas incendiarias sobre ciudades japonesas.
 Tokio sufrió el mayor ataque aéreo del 9 al 10 de marzo de 1945 (entre 80.000 y 100.000 muertos en una noche).
Cuando Tokio se rindió, el 15 de agosto de 1945, más de 200 ciudades japonesas habían sido bombardeadas.
 Los que vivían en los centros urbanos huían en masa al campo, echando por tierra la idea de los planificadores de la guerra total de que todos y cada uno de los japoneses lucharían hasta el final. Okinawa había caído, y a la población civil se la dejó morir de hambre debido a una red de minas submarinas sembradas por Estados Unidos que impedían el transporte de los ya escasos suministros de alimentos.
 Sobre todo, la entrada de la Unión Soviética en la guerra el 9 de agosto convirtió la invasión desde dos frentes, el soviético yel estadounidense en una perspectiva aterradora para los líderes japoneses.
Es posible que las bombas atómicas precipitasen el ritmo de los acontecimientos, pero el temor a la Unión Soviética e incluso a una situación revolucionaria en Japón eran motivos convincentes para que el país se rindiese.
El Japón más conservador cree que mientras se hable de paz se evitará el examen de sus propias agresiones
Así pues, nació el nuevo Japón, con una Constitución pacifista en la que renunciaba a la guerra.
 El borrador fue redactado por Estados Unidos, si bien gran parte de la burocracia de los tiempos de guerra permaneció intacta, y algunos de los líderes de esa época no tardaron en volver a ocupar cargos públicos.
 Sobre todo llama la atención que el emperador Hirohito, en cuyo nombre se libró la guerra, se convirtiese en símbolo de la paz.
 Las autoridades estadounidenses de ocupación temían, tal vez injustificadamente, que sin él se produjesen disturbios, y más tarde necesitaban a Japón como aliado estable en la época de la Guerra Fría.
 Con el emperador de la guerra aún en el trono, se convirtió en imposible discutir abiertamente las fuentes de la responsabilidad de las autoridades japonesas durante la época bélica (con atrocidades cometidas en China, Vietnam o Indonesia a raíz del afán imperialista del régimen, pero también las consecuencias brutales que tuvo para el pueblo japonés entrar en la guerra).
En todo caso, Japón demostró ser un valioso aliado de Estados Unidos, y con la ayuda de una rápida recuperación económica, pronto sintió la tentación de olvidar el oscuro pasado bélico.
No es de extrañar que en el país no haya habido el equivalente a la “genuflexión” de Willy Brandt, cuando el canciller de la República Federal de Alemania se arrodilló espontáneamente ante el monumento al levantamiento del gueto de Varsovia en una demostración inequívoca del arrepentimiento alemán.
El Japón más conservador y oficialista, todavía dominado por la extrema derecha, continúa dando por sentado que, mientras se siga hablando de paz, podrá evitar hacer un examen de otros aspectos más sórdidos de su historia agresiva e imperialista, dicho sea sin perjuicio de algunas admirables iniciativas civiles, periodísticas, artísticas y académicas emprendidas a lo largo del tiempo para dar pie a un debate público sincero.
Existe una clara división entre aquellos que consideran la guerra como un noble, aunque fallido, intento de defender los intereses del país y los que la ven como un trágico error.
Tripulación del 'Enola Gay', el avión que lanzó al bomba sobre Hiroshima.
El uso frívolo de un lenguaje pacifista tiene sus riesgos. El 15 de julio, el Gobierno de Shinzo Abe impuso en el Congreso un nuevo proyecto de ley de seguridad que permitiría a Japón enviar ayuda militar a sus aliados como parte de la seguridad colectiva. Esto ha hecho caer en picado el índice de aprobación del primer ministro.
 Ante el temor de que la normativa pueda involucrar a Japón en el uso de la fuerza militar activa que el país ha rechazado como una cuestión de identidad nacional de la época de posguerra, alrededor de 150 intelectuales, entre ellos un premio Nobel de física y una conocida académica feminista, se han opuesto conjuntamente a la legislación calificándola de equivocada y despótica.
 Al mismo tiempo, decenas de miles de personas han salido a las calles en una imagen que recuerda a las manifestaciones antinucleares que siguieron al desastre de Fukushima.
La triple catástrofe del terremoto, el tsunami y la explosión de los reactores nucleares que sacudió el noreste de Japón en marzo de 2011 es profundamente relevante para la actual retórica popular, ya que sirvió como llamada de atención para muchos japoneses, a los que con frecuencia se acusa de pasividad fatalista e indiferencia ante la política.
 Puede que los dos primeros fuesen desastres naturales, pero el tercero fue claramente causado por la mano del hombre, consecuencia de años de mala gestión y de la decidida presión del régimen conservador a favor de la energía nuclear desde mediados de la década de 1950.
En tiempos más ingenuos, el Gobierno casi había convencido a los ciudadanos de que la energía nuclear era “segura”, y de que Japón, siendo como era el único país de la historia víctima de un bombardeo nuclear, mostraría al resto del mundo cómo emplearla con un fin pacífico.
 El fiasco de Fukushima puso de manifiesto que lo que tanto tiempo se había calificado de “seguro” no lo era en absoluto.
 Y cuando se trata del uso de la fuerza militar, muchos japoneses también ponen objeciones a la versión de la paz del Gobierno de Abe.
Por lo tanto, es posible que los que este año pronunciarán una oración por la paz en Hiroshima aparentemente unidos, al fin y al cabo no lo estén tanto.
Eri Hotta es historiadora japonesa y autora de Japón 1941 / El camino a la infamia: Pearl Harbor (Galaxia Gutenberg, 2015).

 

Vivencias sin maquillaje......................................................................... Gloria Crespo MacLennan

Este mes hubiera cumplido cien años. Un libro reúne casi 400 fotografías inéditas de Ingrid Bergman.  Y no la olvidamos, sera nuestra Ingrid en Casablanca, por supuesto para recordar donde se da todo por Amor a dos hombres.


Ingrid Bergman toma el sol en una barca en el lago Mälaren, en 1932. / Desconocido

“Nunca miro atrás”, le dijo Ingrid Bergman a la actriz Liv Ullmann, su compañera de reparto en su última película, Sonata de otoño (1979).
 Enferma de cáncer, la actriz parecía dispuesta a no dejarse abatir por la enfermedad, a seguir actuando hasta que su cuerpo dijera basta.
 Mujer de fuertes convicciones y pasiones se negó a ser solo una imagen y se convirtió en una de las grandes estrellas de la época dorada de Hollywood gracias a que siempre tuvo presente la importancia de ser ella misma.
“El mundo venera la originalidad”, era otra de las máximas de esta legendaria actriz, ganadora de tres Oscars e innumerables premios y que cumpliría 100 años el día 29 de agosto, el mismo día en que murió en 1982.
La editorial Schirmer/Mosel celebra su centenario con la publicación de Ingrid Bergman, A Life in Pictures.
 “No es sólo el retrato de una mujer, es también un recorrido por dos formas de arte que tienen poco más de vida que un siglo; el cine y la fotografía”, dice Isabella Rossellini, hija de la artista. Fotografías inéditas procedentes de archivos personales, foto fijas de rodajes, así como los retratos realizados por David Seymour o las fotos robadas por los paparazi, sirven de repaso a toda una vida y 44 películas.
Ingrid Bergman y su hija Isabella Rossellini paseando por Roma en 1966. / CORDON PRESS
Ya de niña supo que quería ser actriz, mientras posaba para su padre, Justus Bergman, un fotógrafo sueco.
 Huérfana a los 13 años, siguió su camino dispuesta a vencer su timidez hasta convertirse en una actriz de éxito en Suecia y Alemania.
 No sin antes haberse casado con un dentista sueco
. Así llegó a las puertas de Hollywood en 1939, para hacer una adaptación de Intermezzo (1939) junto a Leslie Howard.
 Allí le esperaba el productor David O. Selznick, quien intentó adaptar su belleza etérea a los estándares hollywoodienses.
 Ella se negó.
 No quiso cambiar sus dientes, ni sus cejas, ni su nariz; tampoco su nombre.
Su naturalidad se convirtió en uno de sus atributos.
Pero su éxito también tuvo que ver con una mezcla de honestidad, inteligencia y sensualidad.
“Vas a arruinar tu carrera intentando cambiar y hacer cosas distintas” le dijo el director de Casablanca, Michael Curtiz, al ver su desilusión por sentirse encasillada de nuevo en el papel de chica guapa.
 Sin embargo, fue el papel de Ilsa el que le lanzó al estrellato, demostrando su capacidad interpretativa, al enfrentarse a un papel en el que los guionistas aun no habían determinado en brazos de cual de sus dos enamorados iba a acabar
. Más tarde sería una de las actrices fetiches de Alfred Hitchcock.
 “Ingrid, finge” le aconsejó el director, ante su queja de no poder interpretar una emoción.
Conservó hasta el final la carta de Robert Capa, del que se enamoró
Entre las 385 fotos que componen el libro destaca la reproducción de la carta que le enviaron los fotógrafos David Seymour y Robert Capa invitándola a cenar.
 La conservó hasta el final.
 Marcaba el comienzo de un amor imposible, el suyo con el intrépido Capa.
 Bergman se enamoró de su espíritu libre e independiente.
 Fue probablemente Capa quien le habló de Roma Ciudad abierta, la película del cineasta Roberto Rossellini.
 La actriz sueca no tardó en ofrecerse a trabajar con él.
 Y así llegó el escándalo.
 Bergman se enamoró del italiano, casado y con dos hijas, y se quedó embarazada durante el rodaje de Stromboli (1952).
El mismo público americano que le había idolatrado, y había hecho de ella un símbolo de perfección moral, la rechazaba.
Su aventura italiana duró poco más de tres años.
 Volvió entonces a triunfar en suelo americano con su interpretación en Anastasia (1958) y a reanudar su vida amorosa con un productor de teatro sueco, Lars Schmidt.
 Durante casi medio siglo de interpretación, nos acostumbró “al brillo de la punta de su nariz, ese brillo típico de las actuaciones que no aparentan serlo en absoluto, si no que aparentan ser vivencias sin maquillaje”, tal y como la describió Graham Green en su crítica de Intermezzo.







1 ago 2015

No somos Madonna................................................................. Boris Izaguirre


Madonna, en una imagen de su videoclip 'Vogue'.

En Miami frecuento un grupo de españoles, exiliados económicos, que juegan un partido de fútbol playa los domingos
. Compiten contra un equipo de brasileros y, claro, generalmente pierden pero eso no impide que al final de cada partido se reúnan en el porche de uno de los edificios Art Deco de Ocean Drive. El entorno, típico lugar de retiro de los judíos de la costa este americana, les hace parecer veteranos de alguna guerra, comentando batallitas.
 La otra noche se me ocurrió hablarles de los 30 minutos inéditos del videoclip Vogue de Madonna, pero ellos me pararon en seco preguntándome: ¿Qué está pasando en España?
 Lo de que Pantoja pueda pasar su cumpleaños en su casa les aburre.
 Que Chabelita haya hablado con ella dos minutos, les desconsuela
. Intento explicarles lo que he conseguido entender de la Operación Púnica y se animan más que con los brasileiros.
 “¿Cuándo será el día que no escuchemos Corrupción y España en la misma frase?”.
 Tienen razón, es agotador y el calor no ayuda e incluso los argentinos ya se mofan.
Uno de mis nuevos amigos insiste en que la Operación Púnica es el nuevo Gürtel y se arma una discusión.
 Según ellos, Púnica es una operación más sofisticada que Gürtel porque mientras en en esta trama se robaba dinero público a través de sastrerías o misas del Pap, en la Operación Púnica todo pasaba por la alta tecnología.
Los contratos públicos amañados estaban vinculados a la eficiencia energética y también para limpiar la imagen de políticos del Partido Popular mediante un sistema de trending topics.
 O sea, frases cortas, lenguaje Instagram y Twitter para nuestra cultura de la corrupción.
Tras una pausa, uno de los miembros del equipo español lanza una pregunta: “Si eran tan sofisticados, ¿Por qué le pusieron Waiter Music a la empresa con la que realizaban sus trapicheos musicales?”. La verdad que hubiera quedado más acertada llamarla Trending Topic, ¿no? Es cierto que había mucha tecnología en la Operación Púnica, pero el lenguaje de algunos de sus imputados es vil, vulgar y violento.
 El lenguaje soez de la impunidad.
Que la tormenta Púnica caiga en verano podría hacerla morir como noticia en el mismo período, pero parece que en septiembre nos sorprenderán con más.
 ¿Artur Mas? Antes, durante este mes, políticos e imputados tendrían que estudiarse los 30 minutos de grabación inéditas del Vogue de Madonna.
 En esos 30 minutos ves lo que cuesta hacer un vídeo memorable, que sigue siendo vigente 25 años después. Madonna ensaya infatigable y repite bailes y posturas hasta conseguir la perfección.
 Cada vez que ensaya, surge un problema, una mano no cuadra en un primer plano; una frase se sale de cuadro.
 Ella no se queja nunca, repite nuevamente.
Es un canto al esfuerzo y los beneficios que infiere
. Quizás en el fútbol playa que juegan mis amigos no hay ese mismo afán
. O sale a la primera o nada
. Igual pasa con la Operación Púnica, das el golpe una vez y si cuela sigues hasta que un día te descubren y escapas o acabas en el juzgado y largando.
 La ley del mínimo esfuerzo. No somos Madonna.
Es cierto que la clave del esfuerzo es que no se note.
 Un ballet bien bailado se disfruta, no se sufre. Hay mucho esfuerzo en las coreografías que Ona Carbonell ejecuta sobre el agua y por eso celebramos sus triunfos sin dejar de pensar lo curioso de que seamos un país líder en corrupción y también en natación sincronizada.
Hay esfuerzo en el éxito de Paris Hilton y Naomi Campbell, decididas a convertirse en unas nuevas Batman y Robin de la noche ibicenca
. Se esfuerzan en divertirse. Naomi pone el cuerpazo y la inestabilidad, ganadas no sin cierto esfuerzo, mientras Paris Hilton, a su manera, expande el imperio familiar a base de fiestas, perfumes, Instagram y postureo
. Hay esfuerzo pero invisible.
 Sin darnos cuenta, Hilton ha pasado de ser una heredera descerebrada a una mujer de negocios muy calculadora.
Observando otro sábado más cómo pierden mis nuevos amigos del fútbol playa, pienso que la corrupción es lo opuesto al empeño expresado en el vídeo de los ensayos de Madonna
. Ella trabaja repitiendo para alcanzar su objetivo, nosotros nos corrompemos porque es fácil, es nuestra picaresca
. Con todo esto me reúno con mis amigos del fútbol playa
. ¿A quién le puede interesar los ensayos de Madonna para que Vogue sea respetado 25 años después?, exclaman.
“Si yo pudiera ganarme la vida robando al Estado”, me dice uno del equipo, “no estaría hablando contigo”.
Ya lo dijo antes el diputado popular José Miguel Moreno: “Tío, me voy de vacaciones, prepárame pasta”.

Luna Azul

Este viernes 31 de julio se pudo ver en el cielo la llamada 'luna azul', una expresión que se utiliza para denominar la segunda luna llena. 
En la imagen, vista del satélite desde un parque de atracciones de Kansas (Estados Unidos).