Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

4 jul 2015

Belleza de tercera generación......................................................... Andrea Morales Polanco

Elettra Wiedemann, hija de Isabella Rossellini y nieta de Ingrid Bergman, compagina la moda con las lecciones sobre alimentación.

Elettra Wiedemann, el pasado miércoles en la terraza de verano de Las Rozas Village. / Carlos Rosillo

La sombra de su madre y de su abuela la persiguen. Elettra Wiedemann (Nueva York, 1983), nieta de la actriz Ingrid Bergman e hija de Isabella Rossellini, no oculta su ADN, pero desde que inició su carrera las comparaciones son constantes. “Son mujeres fuertes, inteligentes y hermosas. Por supuesto que me alegra que sean mi familia, pero es muy difícil quitarse esa etiqueta”, explica en la terraza de Las Rozas Village, donde se presentó como embajadora del proyecto gastronómico Fashion meets food organizado por el outlet madrileño y La Roca Village (Barcelona). Orgullosa de su árbol genealógico, está cansada de hablar de estos dos mitos. “Siempre me preguntan por Casablanca.
 La vi y sí me gustó, pero no es que sienta nada especial por la cinta”, responde delicadamente, pero con desgana.
Pese a las constantes comparaciones Elettra no tiene miedo al fracaso.
 Y parece que esta filosofía la ha llevado lejos.
 Ha sido imagen y portavoz de Lancôme, posado para Karl Lagerfeld y su rostro ha protagonizado páginas en revistas como Vogue y Elle. “Creo en que hay que coger las oportunidades cuando se presentan. Si me va bien, genial. Si no, aprendí de la experiencia”.
Enfundada en un pantalón corto verde con matices dorados y una blusa blanca, Wiedemann sabe perfectamente hacia dónde mirar con sus ojos grandes y expresivos.
 Sus piernas y brazos se mueven delicadamente para acentuar una pose. Se desenvuelve con seguridad. Pero no siempre fue así. Cuando tenía 12 años sufrió de escoliosis y tuvo que usar un corsé casi toda su adolescencia. “No me planteé nunca ser modelo. Pero no estaba segura de qué quería estudiar en la universidad. Así que llamé a mis padres y les dije que me tomaría un año. Ellos me contestaron que si no estudiaba, no me mantendrían. Comencé a buscar y surgió la oportunidad de ser modelo”, cuenta.

 

Frank Cuesta carga contra el programa de animales de Christian Gálvez

Frak Cuesta, el conocido realizador de documentales de animales, acaba de colgar en su canal de Youtube un vídeo que es un puñetazo en la mesa contra el maltrato de animales en espacios de entretenimiento en televisión.
 Y en el "destinatario" lleva un nombre, Christian Gálvez, el presentador del programa Vaya Fauna de Telecinco, que es contra el que Frank de la Jungla carga con dureza.
Cuesta habla a Gálvez y le dice que, aunque sabe de su cariño por los animales y su especial implicación con los galgos, está dando lugar a ser "cómplice" de un espacio que causa daño a los animales.
"Sé que tú no estás dañando a ningún animal, que no sois culpables de que sufran, pero sí sois cómplices de una situación muy dura para ellos", le dice, recordado cómo se emplean en el espacio a osos tocando la trompeta o a chimpancés graciosos, sacados de su espacio, entrenados duramente, maltratados hasta llegar a hacer supuestas gracias.
En el vídeo, además de hablar, introduce pequeños clips en los que se ve, por ejemplo, cómo sacan a un bebé oso de la jaula de su madre y lo meten en una caja.
 Así estará 4 días sin comer, hasta que aprenda a estar separado, y más tarde, tendrá seis meses de vida "brutal". "Se le quitan los dientes, se le abren agujeros en la nariz", denuncia Cuesta. Según su terminología, a estos animales para amaestrarlos hay que "romperlos". "Se les rompe el alma", añade.
Recuerda que un perro o un gato son animales que llevan "miles de años" con el hombre, pero los animales salvajes no.
 El programa, dice, "está colaborando en subvencionar" a gente que los rompe. "Sois la cara, os han metido en un lío", avisa a Gálvez y su equipo. "El animal no va tu estudio (...) Les dan latigazos, los machacan.
No han tenido la oportunidad de elegir si están en la montaña o en el estudio", abunda. Es una "cadena perpetua" para unos animales que morirán enjaulados, tras una vida de dolor, como los tigres a los que se les quitan dedos y dientes para hacerlos mansos o los chimpancés que parece que tienen dientes (y sonrisa) humana.
 "Ese dolor que se les infringe es poder", alerta.
Cuesta dice que no firmará la petición ya iniciada en Change.org (lleva casi 50.000 firmas) para que Telecinco quite el programa.
"Lo que quiero es educar", sostiene. Sabe que el espacio está grabado y se va a emitir, pero le ruega a Gálvez que en público diga "no lo sabía" y denuncie lo que se hace con los animales, que es "bestial". Cuesta también cuenta que por exponerse a salvar animales, por ejemplo, su esposa ha estado en lugares inhóspitos que al final le han costado la cárcel.
 "Le han partido la vida a mis hijos", se duele. Por eso defiende que gente famosa "que tiene influencia en la gente" cuente la verdad.
Su vídeo, en pocas horas, ya cuenta con más de 300.000 reproducciones.

“Leninismo amable”......................................................................... Antonio Elorza

Con sus primarias, Iglesias ha superado en nivel de autocracia alcanzado por Rajoy en el PP para la designación de candidatos.

Con sus normas para las falsas primarias de Podemos, Pablo Iglesias ha superado en nivel de autocracia alcanzado por Rajoy en el PP para la designación de los candidatos
. Por lo menos, Esperanza Aguirre estuvo en condiciones de decir “¡aquí estoy yo!”, condicionando así la decisión de su líder.
 Con el método de Iglesias no existe esa posibilidad, ya que las candidaturas son designadas desde el centro y con una circunscripción única para toda España, salvo las tres excepciones de las nacionalidades.
Las candidaturas son designadas desde el centro y con una circunscripción única para toda España
Hace unos meses, al describir el proyecto de Podemos en Argentina, Monedero lo calificó de “un leninismo amable”: un monopolio adscrito al líder para la toma de decisiones que es asumido con alegría por los miembros de la formación, incluso aceptando procedimientos como el reseñado, que suponen un falseamiento radical, por inversión de sujetos, de la democracia interna.
 No es nada nuevo en la historia de los partidos montados sobre movimientos de masas, donde la intervención de estas ha tendido con demasiada frecuencia a limitarse a un seguimiento estricto de las consignas, a las movilizaciones y a la participación subalterna.
 Es la fórmula de todos participan, pero decide uno.
 Pero entre estos antecedentes se cuentan sobre todo variantes de caudillismo.
 Aquí y ahora el de Iglesias sobre Podemos, y como intención personal, sobre toda España, no ofrece la menor duda.
Resulta contradictorio que la maquinaria reproduzca todos los vicios propios del culto a la personalidad
Es una consecuencia lógica, aplicada a las elecciones generales, del tipo de organización que Iglesias impuso, para ese asalto a los cielos que glosa Torreblanca, en la conferencia fundacional de su grupo. Lo califiqué entonces de “centralismo cibercrático”, en la medida que la red y, en particular, el sistema de comunicación interno, garantizaba la ilusión de intervenir cuando solo cabía obedecer al jefe. Incluso con más intensidad que en el modelo leninista, porque allí al menos formalmente los órganos superiores eran elegidos por los inferiores en el congreso.
 Aquí la configuración es piramidal.
Ahora con más fuerza.
 Da la impresión de que esta lo aceptará tras algunas protestas, ya que hay verosímilmente muchos puestos por cubrir.
 Resulta no obstante contradictorio con las promesas de protagonismo de “la gente” que la maquinaria dispuesta para hacerlo efectivo reproduzca todos los vicios propios del culto a la personalidad y de la organización militar con un líder al mando.
 El buen funcionamiento del tinglado requiere una buena dosis de “seducción” y en esto Iglesias es un maestro.

 

Las cumbres canarias que alzaron a España hacia el espacio........................................ Javier Salas / Nuño Domínguez

Los observatorios de Canarias cumplen 30 años de éxitos internacionales en astronomía

Los científicos narran la evolución desde los viajes en burro hasta la tecnología punta.

Vista del Observatorio del Teide, con el volcán y la Vía Láctea al fondo. / Daniel López / IAC

"Gracias a estos observatorios, al cielo de Canarias, España ha pasado de no tener ni un astrofísico a ser uno de los países de referencia en una sola generación".
 Quien habla así lo hace desde la perspectiva de quien leyó la primera tesis en este campo en España y quien se convirtió en el primer catedrático de Astrofísica de las universidades españolas, en la de La Laguna. Francisco Sánchez fue un pionero sobre todo porque creyó que las cumbres del archipiélago eran la ventana perfecta hacia el espacio.
 Estos días, los observatorios astronómicos de Canarias —en Tenerife y La Palma— cumplen tres décadas desde su inauguración oficial, 30 años en los que se han convertido en una de las instalaciones científicas de referencia, con innumerables descubrimientos, a pesar de la falta de apoyo político de primer nivel: en todo ese tiempo nunca ha recibido la visita de un presidente del Gobierno español.
La familia real española, el presidente alemán Richard von Weizsacker y otros invitados, en la inauguración del Observatorio del Teide en 1985. / Leopoldo Cebrián (IAC)
El primero en confiar en la calidad de los cielos canarios fue el astrónomo Real de Escocia Charles Piazzi Smyth, que en 1856 subió al Teide con ayuda de unas borricas para hacer observaciones durante un par de meses con dos telescopios.
 Un siglo después, en la década de 1960, Sánchez aterrizaba en Tenerife con la idea de poner a prueba esa calidad y consolidar allí un observatorio.
Hoy, el Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC) que fundó y dirigió durante décadas coordina los Observatorios del Teide y de El Roque de los Muchachos, en la isla de La Palma, en los que trabajan más de sesenta instituciones de veinte países de cuatro continentes.
¿Cómo se convierte España en potencia sin contar con la tecnología necesaria?
En astronomía el tiempo de observación es una forma de pago y España es un país rico: presta sus cielos y a cambio se reserva un 20% del tiempo de observación de todos los telescopios que funcionan allí.
 A esto hay que sumar un 5% más de tiempo competitivo internacional, explica Miquel Serra, administrador del Observatorio del Teide. “Nadie más en el mundo ha conseguido esto”, asegura, y resalta que ha permitido “un desarrollo inimaginable para la ciencia española”.
España puede así asomarse al espacio a través de los telescopios que otros países desarrollan e instalan en Canarias. "Ese 20% fue muy difícil de conseguir", recuerda Sánchez sobre las negociaciones que lideró en la década de 1970, cuando las principales potencias ya se habían convencido de que esas cumbres isleñas eran un tesoro por las razones que propuso Newton: montañas donde la atmósfera fuera serena y estable.
"Visto en perspectiva, ahora pienso que aceptaron el 20% porque no creían que fuéramos a ser capaces de usarlo", asegura Sánchez en su despacho de director fundador del IAC, en el que le acompañan en las estanterías algunos de los primeros aparatos que usó en los observatorios.
 "Pero lo usamos, vaya si lo usamos".
Las potencias que instalan sus telescopios en Canarias pagan a España con el 20% del tiempo de observación
De los observatorios sale un promedio de una publicación científica diaria y desde allí se han dado pasos decisivos en astronomía como el descubrimiento de que el Sol tiene una frecuencia propia y que late como si fuera un corazón a intervalos de cinco minutos; el hallazgo de la primera estrella enana marrón, llamada Teide 1 por el telescopio IAC-80; y el primer agujero negro descubierto en nuestra galaxia, desde el observatorio del Roque de los Muchachos, que precisamente estos días ha despertado entre fogonazos de luz.
"Si hubiese una competición internacional nosotros estamos siempre en el podio y vamos a intentar seguir estándolo", asegura Rafael Rebolo, actual director del IAC, orgulloso del apoyo popular del centro.
 "La gente de aquí, y en buena parte de la Península, sí son conscientes de lo que tenemos.
 Y nuestros jefes directos, el Ministerio de Economía y el Gobierno de Canarias, también lo saben bien.
 Pero ya me gustaría que a un nivel más alto pasase lo mismo: han venido comisarios europeos, ministros del ramo europeos, pero de los máximos escalafones del Gobierno, presidencia o vicepresidencia... ahí no llegamos", lamenta Rebolo
. Su predecesor confirma esa desazón: "Nunca nos ha visitado un presidente. No he conocido a ninguno, y eso que he tenido que lidiar con 27 ministros del ramo distintos en todo este tiempo", asegura Sánchez.
 "Globalmente, no hemos recibido apoyo político. Puntualmente sí
. Al menos, hemos avanzado hasta el punto de que ya es políticamente incorrecto hablar mal de la ciencia", asegura.

"Como en un cibercafé"

Los reyes españoles sí han acudido en varias ocasiones, sobre todo el actual, Felipe VI, que se confiesa aficionado a la astronomía.
 El pasado sábado acudió a Tenerife a inaugurar el experimento Quijote, la última gran apuesta científica de primerísimo nivel, precisamente 30 años después del estreno oficial de los observatorios. El 28 y 29 de junio de 1985, su padre Juan Carlos y otros cinco jefes de Estado inauguraron las instalaciones y a Felipe le nombraron Astrofísico de Honor, mientras el Real Madrid fichaba a Gordillo y Felipe González asistía en Milán a su primera cumbre de la por entonces CEE junto a líderes como Mitterrand, Kohl, Craxi, Thatcher y Papandreu
. El sábado, después de la inauguración, voló al Roque de los Muchachos para ver desde el Gran Telescopio Canarias —hasta las 4.30 de la madrugada— los estallidos de luz del agujero negro V404 mientras devora a su estrella.
 No es la primera vez que pasa la noche con los astrónomos del IAC: "Tengo por ahí el recorte de una entrevista en la que ya de niño confesaba que de no ser rey querría dedicarse a esto", celebra Francisco Sánchez.
Imagen del GTC sobre un mar de nubes en La Palma. / Pablo Bonet (IAC)
Mirar el universo como el Gran Telescopio de Canarias (GTC), que desde que fue inaugurado en 2009 en La Palma ha generado 156 publicaciones científicas, no tiene nada que ver con la imagen clásica de los telescopios.
 "En realidad es como estar en un cibercafé y lo que ves es una imagen en blanco y negro en el monitor"
, resume Pedro Álvarez, director del GTC, ya que muchos de estos investigadores trabajan sin problemas desde el ordenador de casa.
 En los telescopios actuales ya no hay un visor como antaño, en parte porque algunos objetos serían tan brillantes que podrían cegar a los astrónomos.
 Las espectaculares imágenes que suelen divulgarse de estos telescopios son versiones retocadas en varios colores de la imagen original.
Por su parte, lo más visible en la distancia del observatorio tinerfeño del Teide son sus dos torres, dos telescopios solares que comenzaron a edificarse en los años 1970 y que hoy componen uno de los observatorios de este tipo más completos del mundo.
 En la actualidad, llama más la atención lo desiertos que están los caminos que conectan los diferentes telescopios, hasta 35 aparatos en total.
 En parte se debe a que, desde hace cinco o seis años, el observatorio ha dado un rápido giro para especializarse en observatorios robóticos.
 Son telescopios de un tamaño más modesto y que forman parte de redes globales con puntos de observación en diferentes países.
Los telescopios más grandes como el GTC pulen el descubrimiento y lo caracterizan en detalle, pero estos instrumentos se manejan a distancia y permiten vigilar el cielo las 24 horas.
 "Un operario se dejó apoyada una valla contra uno de los telescopios robóticos y los científicos de EE UU no podían desplegarlo", recuerda Serra entre risas.
Nunca nos ha visitado un presidente. No he conocido a ninguno, y eso que he tenido que lidiar con 27 ministros del ramo distintos en todo este tiempo", asegura Sánchez
Este astrónomo se muestra orgulloso porque Canarias está entre los tres mejores lugares del mundo para hacer astronomía y mantiene esta posición con muchos menos recursos que sus competidores. “Los observatorios de Paranal en Chile tienen un presupuesto de millones de euros mientras nosotros trabajamos con 100.000 euros para mantenimiento al año”, explica Serra.
 Los recortes en ese presupuesto se han hecho más crudos en los últimos cinco años hasta el punto que ya “no sabemos de dónde ahorrar”, resalta.
 “Ahora, gracias a que ha venido el Rey a inaugurar telescopios, hemos podido gastar un extra de más o menos la mitad de toda la dotación anual”, explica. No obstante, como recuerda Rebolo, en 30 años han pasado de construir modestos telescopios propios a desarrollar instrumentación para los mayores observatorios del mundo y también misiones espaciales.

Burros, disquetes, nevadas y autostop

Cuando arrancaron no eran tiempos de tecnología punta y trabajo remoto automatizado, como recuerda Manuel Vázquez, que lleva 45 años trabajando en el IAC y sus proyectos previos. "En aquel entonces, el nivel de la astronomía española era cero.
 En la actualidad, no se pueden ni imaginar las carencias de aquella época", explica, en referencia a los medios técnicos pero también a la situación de los propios científicos:
"Yo llegué aquí con una beca que nunca existió, porque el que me la prometió olvidó hacerla firme, y tuve que compartir un contrato a medias con otro investigador de 1.800 pesetas".
Francisco Sánchez subía con ayuda de burros hasta el monte Izaña, donde se ubicó el observatorio del Teide, y allí pedían comida dos veces por semana a un arriero.
 Vázquez recuerda subir haciendo autostop hasta que pudieron pagarse un coche de segunda mano. "En aquella época las condiciones sí que eran duras, era muy habitual quedarse aislado por las nevadas en el observatorio, que está a 2.400 metros de altitud. En eso sí que se nota el cambio climático, en que ya no hay nevadas como las que sufríamos antes en aquellas cumbres", rememora.
El director fundador del IAC, Francisco Sánchez, saluda al entonces príncipe Felipe en la inauguración de 1985. / Leopoldo Cebrián (IAC)
Con mucha nostalgia recuerda la astrónoma Mercedes Prieto, que llegó en 1975, aquellas primeras noches frente al Teide.
 "Preparábamos la comida entre todos los científicos, pasábamos las noches expectantes, mirando, hablando sobre nuestra pasión por la ciencia.
 Convivíamos, todo estaba más integrado, había más implicación personal y el resultado era más satisfactorio", evoca.
 En aquel tiempo, señala Prieto, el astrónomo debía estar junto al aparato permanentemente, nada parecido a la actual transmisión por banda ancha de datos a cualquier ordenador del mundo. "En la sala del telescopio estaba todo.
Había que estar mirando y midiendo constantemente, para no perder de vista el objeto que estuvieras estudiando", asegura. Los datos se recogían impresos y los ordenadores trabajaban con papel perforado.
Rebolo también tiene viejos recuerdos de nevadas y disquetes que solo funcionaban con ordenadores de otros laboratorios que no eran el suyo.
 Pero tanto él como su compañero Ramón García, Coordinador de Instrumentación del IAC, tienen más presentes que uno de los mayores retos que afronta la institución es la necesidad de retener talento. "Muchos de nuestros ingenieros, formados aquí, acaban yéndose a sitios que les ofrecen hacer el mismo trabajo pero con el doble de sueldo", explica García.
"Lo más difícil está siendo mantener un núcleo fijo de personas con las que seguir avanzando", lamenta.