El italiano concursa en Cannes con ‘Tale of Tales'
Es una recopilación de cuentos de hadas napolitanos con un reparto internacional.
En el siglo XVI el napolitano Giambattista Basile escribió varios
cuentos de hadas, posibles referencias a historias más modernas como
Cenicienta o
La bella durmiente. Matteo Garrone
no es napolitano, pero sí un romano que ha vivido un tiempo en Nápoles
.
“Así que siento que forma parte de mis raíces”. De ahí su extraña
elección tras
Gomorra y
Reality. Extraña a priori, porque el cineasta ha defendido hoy en Cannes, donde concursa con Tale of tales,
en la que resume varias de esas historias de Basile, su identificación
con aquel narrador. “En realidad, lo que encontré en Basile fue un
montón de material que me obsesiona en mi trabajo: la metamorfosis, el
cambio del cuerpo -incluso la cirugía plástica, el afán por parecer
siempre un niño-, el deseo -más allá de los límites- que genera
conflictos. Basile es un creador que bucea muy bien en esos
sentimientos”
. Para el cineasta, no importa mucho que haya rodado en
inglés: “Las historias iniciales estaban en un dialecto napolitano que
ni siquiera hoy entienden en esa ciudad.
Es decir, que ya de por sí se
traducen actualmente al italiano.
Llevarlas al inglés le da a la
película una dimensión universal, y nos abrió la puerta para lograr un
equipo más grande de actores”.
Entre ellos, hoy estaban en Cannes
Salma Hayek,
Vincent Cassel, Toby Jones o John C. Reilly. La mexicana fue la más
parlanchina, y explicó cómo se encara un personaje –en su caso, el de
una reina dispuesta a todo con tal de tener descendencia- de cuento de
hadas:
“Cuando leo un guion, empiezo por entenderla yo en lo más
profundo de su ser para que posteriormente también lo entienda el
público.
En este caso, pivotaba alrededor de su obsesión de ser madre,
algo que creo entenderán muchas mujeres”
. Actriz y director coincidieron
en destacar la universalidad de los cuentos de hadas. Aunque Garrone
también desgranó: “Los personajes son cercanos a arquetipos modernos,
pero aun así decidimos tomarnos nuestras licencias con respecto a
Basile. Cambiamos mucho, aunque nunca tocamos su alma
. Yo necesito amar
mis personajes”.
Y aseguró: “Es una película que nunca se había hecho en
Italia antes.
Antes de director yo era pintor.
Así que por eso me gusta
la fantasía y el poder de las imágenes. Me gusta empezar mis historias
por la realidad y luego derivar hacia la fantasía, hacia otros mundos”.
Efectivamente, Garrone ha cambiado tres veces de pulsión laboral.
Antes de entrar en el cine (ya estuvo en Cannes, en la Quincena de
Realizadores en 2002 con
El embalsamador), se dedicó a la
pintura, y previamente había sido tenista profesional.
De los tres
mosqueteros del cine italiano que participan en esta edición del
certamen, es probablemente el más querido en su país
. Entre ellos (Nanni
Moretti, Paolo Sorrentino y Garrone) ha habido a lo largo de los años
varios desencuentros, aunque actualmente –y vistas las fotos previas a
Cannes- parecen haber llegado a una
entente cordiale.
En Italia Sorrentino no encaja bien:
es el más anglosajón de sus cineastas,
con su gusto por la ropa de Paul Smith, sus historias alejadas del
realismo social y su querencia por el inglés como idioma
cinematográfico.
Una leyenda –viene bien para este filme sobre cuentos
de hadas- que rodea a Garrone y Sorrentino es reveladora. Garrone vivía
en un piso en una de las mejores zonas de Roma.
Un día se mudó al ático,
justo encima de su vivienda, alguien que empezó a montar fiestas
tremendas. Era Sorrentino, a quien Garrone acusó de mudarse a esa casa
solo por pisar por encima de él.
En venganza (Sorrentino nunca lo ha
confirmado) el director de
Il Divo puso a un vecino histérico enfadado en
La gran belleza
por las celebraciones de Jep Gambardella, un tipo que finalmente acaba
detenido por la policía para cachondeo del protagonista.
Hoy, parece que
reina la calma en el cine transalpino.
Para Garrone solo hubo palabras cálidas y laudatorias de parte de su
reparto en Cannes
. Según Cassel, “fue un rodaje muy fácil, relajado a la
manera italiana a pesar de la mezcla de idiomas, al que se llegó tras
muchas conversaciones y comidas informales”. Reilly explicó que el
romano confía mucho en sus instintos:
“Cambia las cosas, los planos, los
diálogos, si siente que no parecen suyos, aunque estuviéramos en mitad
de un enorme decorado”. Hayek remachó: “Se habla mucho del método en el
caso de los actores, y la gente olvida que también existe el método para
los directores. Matteo busca ese algo especial, no sé…”. A su lado, el
director sí supo poner el punto y final: “Único”.