Una nueva generación de ilustradoras da el salto al papel gracias al éxito en la web.
Cuando Agustina Guerrero
preparaba su nuevo libro, se enteró de que estaba embarazada.
De repente, a esta ilustradora de origen argentino que reside en Barcelona desde hace más de una década, no le apetecía otra cosa que no fuese dibujar sobre su embarazo.
Así que aparcó el proyecto que tenía entre manos y se puso a trabajar en lo que sería Mamma mía!, su tercera novela gráfica, que ha salido a la venta este mes, y la segunda protagonizada por su alter ego de papel y tinta, La volátil.
“En mi caso, sin el blog no habría existido un libro.
No me habría animado a enviar Diario de una volátil a una editorial”, recuerda por teléfono Guerrero que, como muchos artistas de su generación, han podido dar el salto a la publicación gracias al éxito que su obra ha tenido en Internet
. En su caso, la argentina abrió su bitácora, que alcanzó miles de seguidores en pocos meses, en 2011. Además, tiene más de medio millón de me gusta en su página de Facebook, unos 76.000 seguidores en Instagram y otros 22.000 en Twitter, las principales redes por las que difunde su trabajo.
Otro elemento común de esta nueva ola de dibujantes es que hay una fuerte representación femenina. Guerrero afirma que no le gustan demasiado las clasificaciones, y que hay tanto mujeres como hombres volcados ahora mismo en la ilustración
. Sin embargo, su compañera de profesión Sara Fratini habla de un “boom de ilustradoras” en España en estos últimos años.
“Hacía falta una voz femenina en el mundo ya sea para representar la vida cotidiana, para dar nuestra visión, para recordar nuestros derechos o sencillamente para expresarnos”, comenta esta artista venezolana que ha publicado recientemente La buena vida, un proyecto que surgió cuando la editorial Lumen se puso en contacto con ella tras haber visto su trabajo en las redes sociales (cuando comenzó con su blog, la ilustradora abrió una cuenta de Facebook que hoy en día tiene más de 60.000 me gusta).
Fratini cuenta en su obra pequeñas situaciones cotidianas, siempre envueltas en positivismo, a través de un personaje femenino. “Imagino que es mi alter ego de chica segura, tranquila, a la que no le importa nada lo que piensen los demás”, comenta la ilustradora.
Y es que esta nueva hornada de creadoras cuenta en sus historias la vida cotidiana de sus personajes, casi siempre femeninos y con profundos tintes autobiográficos, que muchas veces son directamente ellas mismas. “Me inspiran lo cotidiano, el amor, el desamor, la vida.
Me gusta hablar de mis experiencias porque creo que es la mejor forma de trasladar esas situaciones a la ficción”, confiesa Sara Herranz, autora de Todo lo que nunca te dije lo guardo aquí.
Cuando esta ilustradora tinerfeña terminó la carrera de Comunicación Audiovisual en 2009 se encontró que no sabía muy bien que hacer, a lo que se unieron, según cuenta, las escasas oportunidades de futuro ofrecidas a su generación.
Por eso, se refugió en la ilustración. “Al final hablamos de temas universales, y lo importante es que, más allá del género, el público se ha acercado a nuestro mundo y está interesado en la ilustración”, comenta la tinerfeña.
En este punto, Herranz coincide con otra artista, Laura Pacheco: “Cada vez más gente que no viene del mundo del cómic está empezando a dibujarlos y eso ha atraído a gente que no viene de ese mundo a leerlos”.
Pacheco es la autora del blog de la revista SModa Problemas del primer mundo en el que habla de esos pequeños obstáculos de la vida cotidiana en Occidente, nada graves, pero sí fastidiosos. Recientemente ha publicado un cómic con su hermana, Let’s Pacheco, con curiosidades de su familia. “En realidad sólo contamos algunas anécdotas puntuales, pero con ellas mucha gente ve reflejados a sus propios padres y siente como si los conociera”, reconoce la ilustradora.
De repente, a esta ilustradora de origen argentino que reside en Barcelona desde hace más de una década, no le apetecía otra cosa que no fuese dibujar sobre su embarazo.
Así que aparcó el proyecto que tenía entre manos y se puso a trabajar en lo que sería Mamma mía!, su tercera novela gráfica, que ha salido a la venta este mes, y la segunda protagonizada por su alter ego de papel y tinta, La volátil.
“En mi caso, sin el blog no habría existido un libro.
No me habría animado a enviar Diario de una volátil a una editorial”, recuerda por teléfono Guerrero que, como muchos artistas de su generación, han podido dar el salto a la publicación gracias al éxito que su obra ha tenido en Internet
. En su caso, la argentina abrió su bitácora, que alcanzó miles de seguidores en pocos meses, en 2011. Además, tiene más de medio millón de me gusta en su página de Facebook, unos 76.000 seguidores en Instagram y otros 22.000 en Twitter, las principales redes por las que difunde su trabajo.
Otro elemento común de esta nueva ola de dibujantes es que hay una fuerte representación femenina. Guerrero afirma que no le gustan demasiado las clasificaciones, y que hay tanto mujeres como hombres volcados ahora mismo en la ilustración
. Sin embargo, su compañera de profesión Sara Fratini habla de un “boom de ilustradoras” en España en estos últimos años.
“Hacía falta una voz femenina en el mundo ya sea para representar la vida cotidiana, para dar nuestra visión, para recordar nuestros derechos o sencillamente para expresarnos”, comenta esta artista venezolana que ha publicado recientemente La buena vida, un proyecto que surgió cuando la editorial Lumen se puso en contacto con ella tras haber visto su trabajo en las redes sociales (cuando comenzó con su blog, la ilustradora abrió una cuenta de Facebook que hoy en día tiene más de 60.000 me gusta).
Fratini cuenta en su obra pequeñas situaciones cotidianas, siempre envueltas en positivismo, a través de un personaje femenino. “Imagino que es mi alter ego de chica segura, tranquila, a la que no le importa nada lo que piensen los demás”, comenta la ilustradora.
Y es que esta nueva hornada de creadoras cuenta en sus historias la vida cotidiana de sus personajes, casi siempre femeninos y con profundos tintes autobiográficos, que muchas veces son directamente ellas mismas. “Me inspiran lo cotidiano, el amor, el desamor, la vida.
Me gusta hablar de mis experiencias porque creo que es la mejor forma de trasladar esas situaciones a la ficción”, confiesa Sara Herranz, autora de Todo lo que nunca te dije lo guardo aquí.
Cuando esta ilustradora tinerfeña terminó la carrera de Comunicación Audiovisual en 2009 se encontró que no sabía muy bien que hacer, a lo que se unieron, según cuenta, las escasas oportunidades de futuro ofrecidas a su generación.
Por eso, se refugió en la ilustración. “Al final hablamos de temas universales, y lo importante es que, más allá del género, el público se ha acercado a nuestro mundo y está interesado en la ilustración”, comenta la tinerfeña.
En este punto, Herranz coincide con otra artista, Laura Pacheco: “Cada vez más gente que no viene del mundo del cómic está empezando a dibujarlos y eso ha atraído a gente que no viene de ese mundo a leerlos”.
Pacheco es la autora del blog de la revista SModa Problemas del primer mundo en el que habla de esos pequeños obstáculos de la vida cotidiana en Occidente, nada graves, pero sí fastidiosos. Recientemente ha publicado un cómic con su hermana, Let’s Pacheco, con curiosidades de su familia. “En realidad sólo contamos algunas anécdotas puntuales, pero con ellas mucha gente ve reflejados a sus propios padres y siente como si los conociera”, reconoce la ilustradora.