Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

25 abr 2015

Por qué necesitamos ‘Juego de tronos’....................................... Dominique Moisi

La serie televisiva capta la fascinación y el miedo que hoy siente mucha gente.

 

Los programas de televisión populares de hoy se han convertido en el equivalente de los folletines que comenzaron a aparecer en los periódicos en el siglo XIX. Series como Juego de Tronos y Downton Abbey, al igual que Balzac y Dickens antes que ellas, sirven como fuente de entretenimiento y alimento para el debate.
 En este sentido, los guiones de nuestra televisión se han transformado en herramientas esenciales de análisis social y político
. Esas herramientas se pueden utilizar para entender, por ejemplo, la diferencia entre el primer ministro israelí
, Benjamín Netanyahu, y el presidente de EE UU, Barack Obama. Netanyahu sigue atascado en la tercera temporada de Homeland —es decir, obsesionado con Irán—, mientras que Obama, al haber comenzado a incluir la renovada amenaza rusa en su cálculo estratégico, ya anda por la tercera temporada de House of Cards.
La posibilidad de hacer este tipo de comparaciones se basa en lo que muchas veces hace popular a una serie de televisión: su capacidad para mostrarle un espejo a una sociedad —para que refleje sus ansiedades y anhelos— y crear una ventana a través de la cual los de afuera puedan pispar. Consideremos Downton Abbey, un drama de época británico que sigue las vidas de la familia Crawley y sus sirvientes entre 1912 y mediados de los años veinte
. ¿Por qué tantos millones de personas en el mundo se sienten atraídas por estos personajes? ¿Sienten nostalgia por un tiempo que pasó hace mucho? ¿O están fascinadas por la dinámica social que explora el programa?
Para Julian Fellowes, creador de la serie, la explicación reside en otra parte: en nuestra búsqueda del orden en un mundo caótico
. En su opinión, la gente hoy está tan desorientada que se siente seducida por el entorno de Downton Abbey, en el que la ambientación, delineada en tiempo y espacio, está gobernada por reglas estrictas. La casa Crawley sirve como una suerte de refugio para sus personajes y puede ofrecerles a sus espectadores una salida segura y predecible a través de la cual huir del presente tumultuoso y evitar el futuro incierto.
El drama político norteamericano House of Cards refleja una suerte de desilusión, esta vez con la política de EE UU.
 Mientras que El ala oeste de la Casa Blanca, un drama político popular que retrata la presidencia de EE UU —en manos de un líder sofisticado, cultivado y humanista— con una especie de añoranza, House of Cards sumerge al espectador en un entorno turbio de los peores impulsos de la humanidad.
Esta es la estrategia opuesta a la que adopta el drama político danés Borgen, que presenta a una primera ministra idealizada, Birgitte Nyborg.
Pero el efecto es similar. Muchas veces se escucha a la gente decir que el verdadero problema de Dinamarca —y, en particular, su clase dirigente— es que la primera ministra, Helle Thorning-Schmidt, carece de las fortalezas de Nyborg.
¿Acaso el salvajismo de la serie ha ayudado a alentar las tácticas de Boko Haram y el Estado Islámico?
Al exponer los desafíos y ansiedades que enfrenta una sociedad, una serie puede, por momentos, casi prefigurar el futuro
. En Francia, Engrenages —que en inglés se tituló Spiral— explora el profundo malestar de la sociedad francesa. En retrospectiva, parece haber pronosticado las tragedias que asolaron al país en enero.
 La quinta temporada (finales de 2014) ofrecía una descripción de cómo se descarriaron los jóvenes en los suburbios de París.
El programa más debatido de nuestros tiempos es, sin lugar a dudas, Juego de tronos, una fantasía épica medieval basada (cada vez más libremente) en el libro de George R. R. Martin Canción de hielo y fuego.
 La serie no solo se hizo célebre por su presupuesto gigantesco o su guion intrincado, sino también por su coreografía sostenida de violencia brutal.
 Los estudiantes de Política Internacional, especialmente en Canadá y EE UU, se preguntan si al acentuar la brutalidad en su estado puro no fomenta una visión “realista” del mundo. ¿Acaso el salvajismo que se muestra en Juego de tronos —con sus abundantes decapitaciones, violaciones y torturas sexuales— ha ayudado a alentar las tácticas de, digamos, Boko Haram y el Estado Islámico? ¿O la serie —en la que la violencia muchas veces engendra más violencia, pero no necesariamente les da a los personajes lo que quieren— en realidad podría estar resaltando los límites de la fuerza?
En un nivel más sofisticado, el universo del programa —una combinación de mitología antigua y Edad Media— parece captar la mezcla de fascinación y miedo que hoy siente mucha gente. Es un mundo fantástico, impredecible y devastadoramente doloroso; un mundo tan complejo que hasta los espectadores más fieles del programa muchas veces se sienten confundidos. En este sentido, es muy parecido al mundo en el que vivimos.
Si bien Occidente no ejerce un monopolio sobre la producción de series, sin duda domina el terreno y la visión del mundo que reflejan.
 Teniendo esto en cuenta, uno podría preguntarse si los líderes chinos o rusos están haciéndose tiempo en sus agendas ocupadas para mirar series como House of Cards o Juego de tronos y llegar a entender la mentalidad de sus rivales.
 Asesores gubernamentales destacados, al menos, parecen reconocer el valor de sintonizar estos programas.
 Un amigo chino recientemente me dijo que House of Cards era muy popular entre la élite política de China. Se regodean al ver que la política es tan despiadada en EE UU como lo es en su propio país.
Netanyahu sigue atascado en la tercera temporada de 'Homeland' y 'House of Cards' es muy popular entre la élite política de China
Dominique Moisi, profesor en el Instituto de Estudios Políticos de París, es asesor sénior del Instituto Francés para Asuntos Internacionales (IFRI) y profesor visitante en el King’s College de Londres. © Project Syndicate, 2015.

El pelo de la Reina....................................................................... Boris Izaguirre

Si una mujer se corta el cabello es porque algo serio ha pasado. Su nuevo corte la aparta de Letizia Ortiz y de la Princesa de Asturias. 

Es el pelo de la mujer que es, de Reina de las muñecas de recortables.

Los reyes Felipe y Letizia saludan a Boris Izaguirre a su llegada al tradicional almuerzo anual que se ofrece al mundo de las letras en el Palacio Real antes de la concesión del Premio Cervantes. / CHEMA MOYA (EFE)

El martes almorcé en el Palacio Real. Mientras ascendía la impresionante escalera de piedra, no pude evitar observar a los Guardias Reales.
 Una colección de hombres guapos poco fácil de superar.
Es evidente que hay un casting. Llegas hasta la planta superior y todo, en efecto, es superior. Alto, protegido, envolvente
. Protocolo te explica lo que debes hacer mientras repasas, otra vez, lo que ya has ensayado en casa como saludo: una rápida y leve inclinación de tu barbilla.
 Hasta que te encuentras con el Rey, que resulta tan afable como masculino, y la Reina sonríe y pregunta ¿Cómo estas?
 Y la sensación es de que acabas de subir a un tren en marcha.
Los nuevos Reyes son el cambio generacional y este almuerzo para celebrar el premio Cervantes a Juan Goytisolo, una demostración de cómo quieren hacer sus cosas.
 Las invitaciones fueron en dos etapas.
 La primera, una llamada telefónica recibida a las cinco de la mañana en Miami y que pudiera parecer una broma.
 La segunda etapa, la confirmación a través de un correo electrónico con archivo adjunto que debía imprimirse pues era la invitación. El salvoconducto. “En la época anterior, recibías un tarjetón de cartulina gruesa y lujosa”, confiesa un brillante escritor, que decidió no acudir al evento, durante una selecta cena previa al almuerzo real donde varias voces se indignaron con esta nueva y electrónica forma de invitar.
 En mi viaje accidentalmente manché los papeles con una gota de perfume o algún líquido de aseo personal, y creé mi sello propio al lado del real. En el fondo, ¡qué mas da, lo excitante es estar invitado
! Ver quiénes más acuden. Y esperar a seguir experimentando el tratamiento real, el mejor spa que puedas imaginar en este Madrid de filtraciones y cuentas en Suiza.
El interior del Palacio Real es rococó y al mismo tiempo castellano.
 Pasan jamón serrano, queso manchego y cava.
 Después de saludar a los Reyes, atraviesas salones con espirales de plata trepando hacia los techos exagerados, arriba, y alfombras diseñadas como si estuvieras en un tripy, abajo.
 Llegas al comedor con la boca y los ojos muy abiertos mirando hacia todas partes. Protocolo ha entregado, esta vez sí, un tarjetón con una flecha indicando tu ubicación en la larguísima mesa. Lamentas no tener el móvil para reventar tu Instagram pero al mismo tiempo te sientes mas cool al no hacerlo.
Panorámica del gran comedor para recepciones de Estado, presidido por una gran mesa y en el que también destacan las grandes lámparas de techo, del Palacio Real de Madrid. / santi burgos
El café se sirve en el salón con ese piso de mármoles casi psicodélicos. Junto a Santiago Roncagliolo felicitamos al Rey por todo e inquirimos sobre qué significaban las iniciales J. S. C., estampadas en la vajilla.
“Es la vajilla de mis padres, Juan Sofia Carlos, y es la que tenemos para servir a tantos invitados y nos gusta darle uso
. No hace falta una vajilla nueva”, nos explica con una sensación de amistad institucional y buena gestión doméstica. Roncagliolo le pregunta si había visto el set de Juego de tronos que le regaló Pablo Iglesias y el Rey responde que aún no había tenido tiempo. “Parece que es complicado entender todos esos reinos”, ofreció.
Y entonces llega el momento de la Reina, la mujer del nuevo peinado.
 Encantada de que todas las cosas que está poniendo en marcha le salgan bien. Como su nuevo peinado.
 Que es el corte que la aparta definitivamente de Letizia Ortiz y de la Princesa de Asturias. Es el pelo de la mujer que es ahora, pelo de reina.
 Cuando una mujer se corta el pelo es porque algo serio acaba de pasar en su interior. Otra vez se escuchan susurros de que si estaría mejor con cuatro kilitos más.
La verdad es que, de cerca, la figura le ayuda a defender unos trajes que en cualquier otra anatomía generarían intranquilidad.
La Reina saluda por tu nombre y deja caer que “una amiga común me dijo que estabas en los premios Woman”. “Consideré que sería preferible saludarla en palacio, señora”, respondí muy mosquetero. Primera sonrisa y una de sus manos se apoyó, brevemente, en mi antebrazo.
El contacto físico es algo inherente a los latinos y la nuestra es la única monarquía latina que existe, si exceptuamos la de Televisa.
 De nuevo unos murmullos de critica, “no debería tocar”. ¿Y por qué no?
Un grupo de damas, María Dueñas, Espido Freire y la viuda de Carlos Fuentes, se sumó a nuestra conversación
. Como hablé de vajillas con su esposo, le dediqué varios halagos al menú, todo pescados y legumbres. “Consideramos mucho las verdinas, una fabe no completamente madura, de allí el nombre”, expresó dirigiéndose con los ojos a los que la rodeaban. “En Asturias las llamamos verdinas al pixín”. Espido le preguntó si seguía leyendo Tolkien y ella lo confirmó más relajada, pese a que las miradas más escrutadoras no parecen aceptar que lo esté.
“Señora, la felicito por el pelo y su discurso en los premios Woman. Por oír a una reina hablar por fin español y por su compromiso con la diferencia de ser mujer”. “El compromiso, siempre”, respondió. Bajando los ojos agradeció mi halago, esa manera de las mujeres guapas de no dejarse llevar por los cantos de otra sirena.
“Pero, el pelo, ¡bueno! el pelo es como si hubiera adquirido vida propia”, exclamó, despertando una carcajada en nosotros que se le contagió.
Sí, es el pelo de la Reina.

Las fotos de Marisol, niña prodigio del franquismo............................................. Amelia Castilla

Lleva más de dos décadas retirada, pero el mito sigue vivo. 

El anuncio de una exposición, El resplandor de un mito, con cincuenta fotografías de su vida disparadas por César Lucas, ha movilizado a su club de fans.

La actriz y cantante Marisol. / CÉSAR LUCAS

Marisol quiso matar su nombre y hasta ahora lo ha hecho con coherencia.
 Hace casi tres décadas que Pepa Flores (Málaga, 1948) se retiró del cine y de la canción para vivir al margen de los focos en su ciudad natal, y ahí sigue en silencio.
 A sus 67 años, ha rehecho su vida sentimental, cuida de su madre anciana y vigila de cerca la carrera de sus tres hijas, pero guarda su intimidad cual Greta Garbo
. La exposición El resplandor de un mito se inaugura el próximo jueves en la Térmica (Málaga) y casi nadie cree que la artista rompa con la discreción que acompaña su vida, lo opuesto a cómo transcurrió su infancia y juventud.
 Además de belleza, simpatía y desparpajo, Marisol tenía un don que solo poseen algunos personajes: la capacidad para asaltar el corazón del público.
Seguramente César Lucas sea la persona que más veces fotografió a Marisol y luego a Pepa Flores. Entre los años setenta y los ochenta, mientras ella se mantuvo en el candelero, la retrató tantas veces que lo difícil ahora ha sido escoger las imágenes para la muestra.
Tantos años de relación profesional han creado cierta complicidad entre el fotógrafo y la artista
. “He crecido con ella y le tengo mucho cariño.
Entendía que debía contar con su aprobación, por eso hablé con ella antes de empezar con los preparativos de la exposición. Me contestó que le parecía bien,”, cuenta. Lucas confía en que, fuera de los focos, ambos visiten juntos un día la muestra. “A ella le gusta ver esas imágenes en las que ya casi no se reconoce
. Son tantas que, a veces, ni ella ni yo recordamos cuándo se hicieron”.
Pepa Flores, en su habitación en la casa de Goyanes. / CÉSAR LUCAS
El propio Lucas se ha sorprendido al comprobar cómo su cara quedó grabada en la memoria de la gente.
Bastó un anuncio en Facebook de la exposición para que sus fans se movilizaran. “Me han escrito de medio mundo”, confiesa.
 “Me llegan testimonios de sitios remotos, quieren el cartel de la muestra o nos piden que intentemos que la exposición viaje por el mundo”, cuenta en su domicilio madrileño, ubicado en una calle paralela a Arturo Soria, donde antaño estaban las oficinas de la productora y donde se rodaron algunas escenas de Un rayo de luz, la primera película de Marisol a la que siguió una saga de filmes musicales y con la que ganó en 1960 el premio a la mejor actriz en la Mostra de Venecia.
 La fama la situó como la niña prodigio del franquismo y el éxito fue tal que su descubridor, el productor Manuel Goyanes, la trasladó a vivir a Madrid,  alojándola en su propia casa, mientras su madre vivía cerca de ella, pero en una pensión.
Marisol, en la que fue foto de portada de la revista 'Interviú'. / CÉSAR LUCAS
Con Goyanes rodó numerosas películas en las que Marisol cantaba, bailaba y se movía con total naturalidad ante las cámaras.
 Convertida a su pesar en un icono cultural de la España del momento, se casó con Carlos Goyanes, uno de los hijos de su descubridor, del que acabaría divorciándose.
Esa ruptura marcaría un giro radical en su vida y en su carrera. Marisol se convirtió en Pepa Flores. Siguió haciendo cine y grabando discos.
 Conoció al bailarín Antonio Gades con el que se casó en Cuba y tuvo tres hijos. En paralelo a esa relación, se produjo también un giro ideológico.
 Se hizo militante del Partido Comunista de los Pueblos de España, una escisión por la izquierda del Partido Comunista.
 Rodó con Juan Antonio Bardem, trabajó a las órdenes de Mel Ferrer y un buen día, tras rodar Caso cerrado, de Juan Caño en 1985, decidió cortar con todo y volver a Málaga.
Una dificultad añadida ha sido la recuperación de material fotográfico que ya ha quedado casi obsoleto, como revelar diapositivas realizadas hace cuatro décadas para sacar nuevas copias
. De entre el material seleccionado, una fotografía marcó la carrera del fotógrafo, que formó parte del equipo que fundó EL PAÍS, su famoso desnudo, publicado en 1976 por la revista Interviú.
La foto tuvo un eco mediático inaudito.
 Lucas fue acusado de atentado a la moral y de escándalo público y el fiscal pedía una condena de 10 años de inhabilitación.
Tras el juicio quedó absuelto, pero la foto se convirtió en un icono. Fue recreado en uno de los capítulos de la popular serie Cuéntame.
Los primeros años de Pepa Flores como Marisol. / CÉSAR LUCAS

 

¿Qué es el cambio?............................................................ Pablo Iglesias

Decía Olof Palme que los derechos de la democracia no pueden estar reservados a un grupo selecto de la sociedad, sino que corresponden a todas las personas.
 La reflexión de aquel socialdemócrata sueco que caminaba sin escolta adquiere en nuestros días una notable radicalidad, ya que señala, con enorme precisión, la diferencia entre el cambio político y el mero recambio, algo que se puede aplicar a las alternativas a los partidos tradicionales en España.

Otros artículos del autor

Un maestro contra la impotencia
Que el mapa político español va a cambiar con la llegada de nuevos actores a las instituciones es un hecho.
 También lo es que la causa fundamental del retroceso de los partidos políticos tradicionales se explica por su gestión de la crisis económica y por la percepción que tienen los ciudadanos de las élites políticas y económicas, a las que identifican con la corrupción y con el saqueo de lo público. Llegados a este punto hay que preguntarse qué sería necesario hacer para que las cosas cambiaran en nuestro país.
Hace poco me reuní en Madrid con Economistas Frente a la Crisis (EFC), un grupo plural e independiente de economistas, muchos de cuyos miembros proceden de la tradición socialdemócrata. No tienen ninguna intención de vincularse con partido alguno, pero sí de que sus propuestas sean asumidas por las formaciones políticas progresistas de nuestro país.
Tras leerlas con atención y escucharles les dije que para mí sería un honor llegar a acuerdos y formar parte de un Gobierno que asumiera tales propuestas
. Precisamente porque señalan las claves del cambio político en nuestro país, que pasan por señalar que las políticas económicas aplicadas hasta ahora han sido un desastre y que es necesario rectificar.
Sin embargo, en los últimos meses, ciertos sectores de las élites económicas saludan alborozados algunas propuestas de supuesta regeneración que resultan incapaces de poner solución a la estafa cotidiana que padecen los ciudadanos.
Frente a la injusticia fiscal de nuestro país —donde la presión fiscal sobre las grandes fortunas está a la cola de Europa al tiempo que los asalariados, los autónomos y la pequeña y mediana empresa cargan con la mayor parte de los impuestos— cambio significa, como plantea EFC, llevar a cabo una reforma fiscal progresiva para que paguen más quienes más tienen, acercando los tipos reales a los tipos nominales
. Proponer, como hacen los abanderados del recambio, subir el IVA a los productos de primera necesidad y bajar el de los artículos de lujo, no es solo una insensatez: es además una forma de prorrogar la ineficacia de nuestro sistema fiscal.
Frente a una legislación laboral que fomenta la temporalidad, la precariedad y la destrucción de empleo, cambio significa derogar por ineficaz e injusta la reforma laboral para acabar con la precariedad, fortaleciendo la inspección laboral que acabe con las contrataciones temporales fraudulentas y favoreciendo el empleo estable. Establecer el contrato único significaría hacer temporales e inestables todos y cada uno de los empleos que se crearan en España: una propuesta de recambio, y además insensata. En un país en el que la pobreza afecta cada vez más personas en edad de trabajar, cambio significa apostar por un sistema nacional de seguridad social que garantice la protección frente al desempleo, un sistema de formación eficaz para los trabajadores y rentas mínimas de inserción con las que hacer frente a la exclusión. Proponer seguros individuales contra el despido es poco menos que volver al siglo XIX, cuando apenas existía el derecho laboral.
Si algo humilla nuestra dignidad como país es que buena parte de nuestros jóvenes mejor formados se hayan visto obligados a emigrar y estén produciendo riqueza en el extranjero
En nuestro país las pymes y los autónomos son quienes más empleo generan. Cambio significa facilitarles el crédito (para eso debería estar el ICO), racionalizar las cuotas que pagan los autónomos y agilizar los trámites burocráticos. Plantear, como quieren los promotores del recambio, que hay que favorecer la concentración empresarial, subir las multas a los autónomos y eliminar los incentivos fiscales que favorecen a la microempresa no solo es bailar el agua a la élite de privilegiados que ha dictado la política económica a los gobiernos españoles: es también atacar a quien genera empleo en España.
Si algo humilla nuestra dignidad como país es que buena parte de nuestros jóvenes mejor formados se hayan visto obligados a emigrar y estén produciendo riqueza en el extranjero. Cambio significa trabajar para que esos jóvenes puedan volver a nuestro país. Proponer un “plan de importación del talento extranjero” porque en España no hay “mentalidad emprendedora” no solo es despreciar el enorme esfuerzo de nuestros mayores para que las nuevas generaciones pudieran prepararse: es no entender las potencialidades productivas de los talentos que se han formado aquí.
En los próximos meses los portavoces de las élites tratarán de convencernos de que los problemas de España se solucionan con un plan renove, con leves cambios de caras y con medidas cosméticas alineadas con el discurso de recuperación del Gobierno. Por eso hay que recordar algunas cosas evidentes, como las que señalaba Olof Palme: no se puede estar con los privilegiados y con los golpeados por la crisis al mismo tiempo.
Pablo Iglesias es secretario general de Podemos.