Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

17 mar 2015

La vida secreta de una webcamer.............................................................. Daniel Verdú

La crisis y la comodidad de un trabajo en el domicilio propician el auge de páginas de sexo de personas anónimas retransmitido en directo. 

 La industria del porno absorbe la fórmula.

 

La webcammer Rena Reindeer. / FOTO: Claudio Álvarez / VÍDEO: LUIS ALMODOVAR

Mientras sus padres ven la televisión en el salón de casa, Melanie —jienense de 32 años— se desviste y cobra un euro el minuto por enseñar su cuerpo en la habitación de al lado
. Ellos creen que su hija lleva en paro dos años, cuando dejó su trabajo de secretaria administrativa. Pero en el momento en que corre el pestillo de su puerta, se convierte en BichitaXXX, una de las espontáneas estrellas españolas de la webcam erótica, la modalidad del porno que mejor ha resistido en tiempos de crisis y a la que se ha agarrado la industria para sobrevivir
. Es en directo y no se puede piratear.
 Una práctica cada vez más extendida que ha encontrado su vuelta de tuerca en webs como Chaturbate o MyFreeCams, donde miles de personas anónimas colocan una cámara en su casa y obtienen ingresos extra por mostrar escenas de sexo: solos, con sus parejas o incluso simplemente bañando a su perro desnudos.
 Algo así como el porno en la era de la economía colaborativa, donde todo lo doméstico tiene un precio.
“Muchos creen que no trabajo, llevas una doble vida y eso agobia un poco. Es lo que más agota”, dice Melanie
Melanie (nombre ficticio que ella ha elegido para la entrevista) trabaja cuando quiere y siempre en su dormitorio.
 Suelen ser unas cuatro horas al día de lunes a viernes y saca unos 1.000 euros al mes.
 Delante de la cámara acostumbra a hacer lo que le pidan.
Excepto alguna locura extraña, como aquel tipo que quiso verla atravesando a un pollito vivo con un zapato de tacón.
 Cosas del fetichismo y la dominación.
 Se encuentra con todo tipo de hombres, pero en general le gusta su trabajo, explica por teléfono.
 “Ya llevo tiempo, y a veces te aburres. Pero normalmente lo paso bien. Le veo más cosas buenas que malas.
 Puede que la rutina con los clientes a veces sea un poco mecánica. Pero es interesante porque tienes a muchos fijos, alrededor de un 40%.
 Aprendes a conocerles y a saber lo que quieren”, señala.
 Lo malo es que nadie en su entorno sabe a qué se dedica.
 Y ella pretende que siga siendo así.
 De hecho, su anterior pareja la dejó cuando revolviendo en su disco duro vio más de lo que debía. “Muchos creen que no trabajo, llevas una doble vida y eso agobia un poco.
 Es lo que más agota”, señala. Su próximo novio, dice, tendrá que ser más abierto de mente.
La segunda vida de Melanie, esa que obsesiona a un puñado de hombres que jamás han llegado a verle la cara (oculta su rostro en las emisiones), está al otro lado de una pantalla de cristal líquido. “Voy a sufrir mucho por no verte tantos días”, le escribe al whatsapp un cliente una semana que ella se va de viaje con sus padres
. Ella juega a ese misterio que rodea a un personaje que ha ido construyendo con el tiempo.
Sus clientes —tiene 5.000 seguidores en Twitter— pagan por anticipado los minutos que desean verla a través de distintos modos de pago (paypal no permite este tipo de transacciones).
 Normalmente desembolsan de golpe unos 20 euros para pasar un rato juntos. 20 minutos.
Pero el negocio tampoco es para hacerse rica, y a veces complementa sus ingresos vendiendo la ropa interior usada o sus medias.
 También acepta regalos (muchas webcammers tienen una lista de peticiones en Amazon que sus clientes satisfacen) que recibe por correo.
 Su ventana a ese mundo de extraños es una cuenta de Skype privada, desde donde controla con quién se relaciona y cuándo.
 Muchos de ellos la consideran su novia virtual.
 Están completamente enganchados a alguien de quien no conocen nada.
Se ha acabado lo de las actrices y las 'pornstars'. Ahora casi todo es amateur”, analiza el productor Torbe
A través de las redes sociales, estas nuevas estrellas del porno realizan casi toda la promoción que necesitan.
 Tienen entre 20 y 35 años y conocen los cauces de la comunicación viral.
 Sus cuentas de Twitter, como la de una famosa webcamer de Barcelona, licenciada universitaria que prefiere no revelar su nombre, pueden llegar a tener 45.000 seguidores.
 A ella gusta su trabajo, cuenta tomando un café.
 No tiene inconveniente en considerarlo una versión light de la prostitución y admite ciertas presiones en el sector cuando una de ellas decide cambiar de compañía.
Aún así, ella y la mayoría de mujeres que se dedican a esto en España prefieren trabajar para empresas que gestionan una plataforma desde donde emiten y que se ocupan de proporcionar toda la infraestructura necesaria.
Pueden tener hasta seis clientes a la vez, pero cobran menos: 20 céntimos por minuto de cada usuario conectado.
Una de las principales compañías de este sector es Putalocura, la productora del polifacético Torbe, que desde hace algún tiempo se dio cuenta de que el futuro estaba en las webcams.
 A cambio de un porcentaje de las ganancias, la empresa gestiona las cuentas de las webcamers, proporciona la plataforma tecnológica y les hace publicidad.
“Se ha acabado lo de las actrices y las pornstars.
Aquí hay ya tan pocas empresas porno y tan poco resolutivas, que casi no les dan trabajo y ya no existe ese modus operandi de siempre.
 Ahora casi todo es amateur”, explica en referencia al declive de la industria en España (en cuatro años pasó de facturar 400 millones a casi la mitad) que, paradójicamente, encuentra en las nuevas tecnologías que la hundieron su tabla de salvación.
“Muchos entran solo para hablar, es lo que hago la mayoría del tiempo. Es lo que más me sorprendió el primer día. Pueden estar hasta dos o tres horas", señala Alexxa
La granadina de 21 años Rena Reindeer trabaja para esta productora.
 Ella emite desde su habitación en el barrio madrileño de Villaverde, donde se mudó en septiembre pasado porque en su pueblo no tenía trabajo.
 "Un amigo que sabía que me gusta el sexo sugirió que podía intentar dedicarme a esto, y fue buena idea", resume ella.
 Algún día le gustaría ser actriz, de las que salen en las pelis normales, cuenta.
 Pero mientras tanto este trabajo de transición se le está dando muy bien. “Con la crisis, muchas chicas han encontrado en la webcam una manera de ganar dinero de forma relativamente cómoda”, explica en su dormitorio a las 11 de una mañana de mediados de principios de febrero.
Pero estas no son las mejores horas y hoy no hay mucho trasiego en el ordenador de Rena.
 Mientras no aparecen clientes, ella ve series o alguna de las películas de terror que le encantan.
 Su cuarto está lleno de libros de zombies y una colección de ponys de colores en la estantería. Sus dos gatos (Chucky y Amenábar) se pasean y se frotan en el respaldo de la silla donde ella trabaja. Y en cuanto oye el suave sonido de la conexión de un nuevo cliente...¡zas! fija la mirada en la pantalla y pone cara de pretendida inocencia.
Aparece uno. Chatea un poco, se levanta, baila para él, se quita el corsé, teclea en el ordenador un poco... y mala suerte.
Pierde la conexión.
 A saber quién podía estar al otro lado.
Pero a ella no le da miedo pensar que algún loco pueda estar al otro lado.
Nunca le ha pasado nada malo, sostiene.
 Por eso, a diferencia de muchas otras, nunca oculta su rostro. Dice que los ojos son la parte más bonita de su cuerpo.
Además, no hay nada de qué avergonzarse, defiende. “No hago daño a nadie y me gusta este trabajo”.
Si esto fuera un trabajo como otro, podría decirse que Rena es compañera de oficina de Alexxa, de 22 años, que también trabaja para la misma empresa.
 Ella lleva ya un año y medio dedicada a esto, pero ya es una de las más solicitadas de España (tiene 22.000 seguidores en Twitter y unos porcentajes de productividad altísimos (el tiempo en el que estando conectada mantiene usuarios pagando).
Cada mañana prepara el desayuno, despide a su compañero de piso, pasea a sus perros y pone a calentar la habitación para empezar a emitir.
 Eso es básico. Porque lo malo de este trabajo, cuenta, es que pasa la mitad del tiempo resfriada de tanto desvestirse y volverse poner la ropa cada vez que se lo piden.
“Algunos clientes han desarrollado una adicción increíble, y a veces te sientes como una tragaperras", afirma una webcamer
Pese a todo, este negocio no solo consiste en enseñar.
La conversación también forma parte de la interpretación (ellas se consideran actrices y así lo facturan a Hacienda)
. Eso es lo que más le sorprendió el primer día. “Pensé que me pedirían que me desnudara enseguida. Alguno pedía carne, pero no era solo sexo.
 Muchos entran para hablar con una chica guapa. Pueden estar hasta dos o tres horas
. El 70% del tiempo me lo paso charlando. Al principio no entendía cómo se gastaban ese dineral solo por hablar
. Algunos me decían que tenían que pagar la factura del teléfono a plazos. Pero les genera una adicción increíble, a veces te sientes como una tragaperras.
Es lo que más impresiona. Yo los defino como adictos al amor, personas muy enamoradizas, con falta de cariño”, explica.
Alexxa tambien emite a través de Chaturbate.
Ahí la partida se juega a escala global con cientos de miles de usuarios de todo el mundo que se exhiben gratis, montan shows a cambio de tokens (la moneda virtual que utiliza la web) o simplemente miran.
 Es el reino de lo amateur, donde es posible monetizar la intimidad.
Todo sucede en las casas de las gentes, con tendederos, lavadoras o mesas camilla de fondo. Viena, Los Ángeles, Madrid, Praga, Texas…
 La puesta en escena es cutre y desaliñada. Es pura realidad.
La democratización absoluta del porno con audiencias estratosféricas para lo que sería una webcamer profesional.
 Algunos se exhiben por puro placer y otros a cambio de lo que llaman propinas.
 En esta plataforma Alexxa ha llegado a tener un público de 5.000 personas mientras hacía un show lésbico con una amiga. Duró tres horas y, al cambio, consiguieron recaudar cada una 200 dólares. Todo sin salir del dormitorio.
 Es el reino del porno de andar por casa.

El ‘caso Bárcenas’, paso a paso: las pruebas del delito................................................. José M. Romero

Ruz ha acreditado tras dos años de investigación la existencia de una caja B dentro del PP.

Luis Bárcenas, el viernes pasado. / Javier Lizón (EFE)

El mayor escándalo de corrupción que sufre el partido que gobierna ahora en España estalló por el cabreo del hombre que durante 20 años controló las finanzas del PP.
 Luis Bárcenas, gerente y tesorero de la formación entre 1990 y 2009, manejó durante este tiempo las entradas y salidas de dinero desde su despacho en la sede de Génova,13
 . En un cuaderno de contabilidad apuntó, de su puño y letra, la financiación que llegaba al partido por cauces ilegales: donaciones de empresarios que por ser contratistas del Estado tenían prohibida la entrega de fondos a formaciones y, además, aportaban cantidades superiores a 60.000 euros al año, algo que la Ley de Financiación de Partidos Políticos no permitía.
EL PAÍS hizo públicos esos documentos el 31 de enero de 2013
. Aunque durante varios meses tanto el partido como su ex tesorero negaron la autenticidad de los papeles, el propio Bárcenas confirmó en el verano de 2009 que era el autor de aquellos manuscritos y detalló, en una extensa confesión ante el juez Pablo Ruz, todas las ilegalidades registradas en los documentos.
 Desde aquel momento, el magistrado instructor intentó delimitar los aspectos delictivos que contenían los papeles del ex tesorero.
 El resultado de dos años de investigación es el que sigue:
La caja b.
Tras tomar declaración a decenas de personas, entre empresarios y dirigentes del PP, el juez  Ruz llegó a la conclusión de que al menos una parte del contenido de los papeles de Bárcenas era cierto y, por tanto, la formación conservadora se había financiado ilegalmente durante 20 años.
 "Ha existido en el Partido Popular una corriente de cobros y pagos continua en el tiempo, ajena al circuito económico financiero y al margen de la contabilidad remitida por esta formación política al Tribunal de Cuentas", ha escrito el magistrado en alguna de sus resoluciones judiciales.

Entre 1990 y 2009, el PP recibió más de ocho millones de euros en concepto de donaciones ilegales, según los papeles de Bárcenas.
 Ese dinero sirvió, según el registro de pagos, para abonar sobresueldos a la cúpula del PP (Mariano Rajoy, Rodrigo Rato, Ángel Acebes, Jaime Mayor Oreja, Francisco Álvarez Cascos y Dolores de Cospedal).
 El extesorero llegó a relatar ante el juez Ruz cómo hacían esos pagos a los principales dirigentes del partido, pero éstos lo negaron. Cospedal, Acebes, Arenas y Álvarez Cascos han declarado ante el juez que no recibieron esos sobresueldos que Bárcenas apuntaba en la contabilidad paralela.
 El juez no ha podido acreditar esos hechos por otros medios.
Sin embargo, muchos otros pagos registrados en los papeles de Bárcenas han sido confirmados por las personas que recibieron el dinero. Calixto Ayesa, Jaime Ignacio del Burgo, Santiago Abascal, Eugenio Nasarre, Jaume Matas, Cristóbal Páez o la viuda de un concejal del PP asesinado por ETA, entre otros, han señalado que ingresaron las cantidades que el extesorero apuntó en sus papeles. En la contabilidad oficial del PP, la que este partido declaró cada año al Tribunal de Cuentas, no hay constancia de esos pagos.
Donaciones ilegales.
Los empresarios imputados —el fiscal ha pedido el archivo de la causa contra ellos aunque el juez todavía no ha tomado una decisión— negaron en sus declaraciones en la Audiencia que hubieran hecho las donaciones ilegales registradas en los papeles de Bárcenas.
 El extesorero blanqueó estas aportaciones de fondos mediante un método que la investigación judicial ha destapado
. El dinero de esa caja b que Bárcenas no gastaba lo ingresaba en la cuenta específica que el PP abrió en el Banco de Vitoria (Banesto después) para las donaciones legales.
El sistema para que nadie descubriera el fraude era trocear las cantidades para que no superasen los 60.000 euros y, como eran anónimas, algo permitido por la ley, no había peligro de que el Tribunal de Cuentas pudiera sospechar nada.
El sistema para que nadie descubriera el fraude era trocear las cantidades para que no superasen los 60.000 euros
La investigación judicial ha descubierto que en los mismos días que Bárcenas apuntaba un donativo ilegal, se producían en la cuenta del Banco de Vitoria ingresos de esa misma cantidad dividida en varias partes por debajo de los 60.000 euros.
En el análisis de los 19 años que recogen los papeles de Bárcenas, esa circunstancia se produce siempre con cantidades exactas.
 Al magistrado instructor no le queda ninguna duda de que la financiación ilegal existió y que parte de ella fue blanqueada por Bárcenas mediante su ingreso en la cuenta de donativos que el PP tenía abierta en el Banco de Vitoria.
Obras de la sede.
El juez Pablo Ruz investigó con especial detenimiento los apuntes referidos a los pagos efectuados por las obras de reforma de la sede central del PP en la calle de Génova.
 El magistrado llegó incluso a ordenar el registro de la sede ante la supuesta falta de colaboración del PP.
 Ese trabajo de investigación llevó a concluir que, durante varios años, el arquitecto Gonzalo Urquijo, encargado de las obras, cobró al menos 1,7 millones de euros no declarados al fisco y procedentes en su mayor parte de la caja b que controlaba Bárcenas.
El extesorero lo confirmó con detalle en su declaración judicial, aunque tanto el arquitecto Urquijo, imputado en la causa, como el PP, han negado estos pagos irregulares.
Numerosa documentación requisada en la sede del partido y en el despacho del arquitecto acreditan el incumplimiento de la ley en las obras de Génova, 13.
Compra de acciones de Libertad Digital.
Los extesoreros Luis Bárcenas y Álvaro Lapuerta decidieron sacar dinero de la caja b para adquirir participaciones de Libertad Digital, un medio de comunicación afín al PP cuando se produjeron esas compras.
 Tras vender las acciones, según la investigación judicial, Lapuerta y Bárcenas no devolvieron el dinero a la caja de la que lo habían sacado.
El juez Pablo Ruz llegó a imputar por estos hechos a Ángel Acebes, secretario general del PP cuando se produjeron las compras de participaciones de Libertad Digital. Tras interrogarle, Ruz retiró la imputación contra Acebes.
Compras de otras sedes del PP.
Bárcenas declaró al magistrado Ruz, y ahora lo ha vuelto a repetir ante el juez balear José Castro, que muchas sedes territoriales del PP se compraron con dinero de la caja b.
 En la investigación abierta en la Audiencia Nacional hay numerosas pruebas de esta denuncia de Bárcenas.
La mordida de Toledo por una contrata de basuras.
El extesorero del PP aportó a la causa un recibí de 200.000 euros firmado por el gerente del PP de Castilla-La Mancha, José Angel Cañas.
 El dinero, según Bárcenas, procedía de una donación ilegal del grupo Sacyr y sirvió para financiar la campaña electoral de María Dolores de Cospedal en su primer intento por ser la presidenta de Castilla-La Mancha.
 Cañas aseguró al juez que había firmado aquel recibo por miedo a Bárcenas.
 Una versión de los hechos que el magistrado no se cree. Ruz abrió una investigación sobre el contrato de basuras del Ayuntamiento de Toledo adjudicado a Sacyr meses antes del supuesto pago al PP de 200.000 euros
. El juez pretendía saber si ese dinero era contraprestación a cambio de aquel contrato multimillonario adjudicado por un gobierno municipal del PP.
 Pese a todas las irregularidades puestas de manifiesto durante la investigación sobre ese concurso de basuras, el juez no ha podido acreditar el cohecho en este caso.

 

Pablo Iglesias Jr. dice que le gustaría quedarse "encerrado en un baño" con Maribel Verdú y Cecilia Roth


El líder de Podemos, Pablo Iglesias, es un auténtico cinéfilo.
 Le apasiona el séptimo arte y ve mucho celuloide español
. Pero, ¿cuáles son sus predilecciones?
En una entrevista en la revista Fotogramas, el secretario general del partido morado explica que le hubiera gustado "quedarse a vivir" en la película Amanece que no es poco, una comedia de José Luis Cuerda.
Para "irse de cañas" elegiría a Dante, el personaje que interpretaba Eusebio Poncela en la película Martín (Hache), de Adolfo Aristarain.
Pero no se queda en estas revelaciones. 
Iglesias comenta que de joven estaba enamorado de dos actrices: Cecilia Roth y Maribel Verdú.
 "Y tengo que decir que sigo estándolo". También elige a estas dos intérpretes cuando le pregunta por las personas con las que le gustaría quedarse "encerrado en el baño".
No todo son filias, también hay fobias. El 'número uno' de Podemos y elige al personaje de Torrente como a quien no le gustaría tener sentado al lado de un avión.
Además, le lanza una oferta a la directora de cine Iciar Bollaín, a quien vería "como ministra" en su gabinete si llega a la Moncloa.
 Y fuera de nuestras fronteras, elige al cineasta italiano Nanni Moretti (La habitación del hijo).
Iglesias siempre da titulares (y muy cinéfilos).
PABLO IGLESIAS

16 mar 2015

Mariposas negras........................................................................... Patricia Gabancho

Barcelona tiene todos los equipamientos que es capaz de pagar, ahora toca poner sobre la mesa el talento emergente.

 

Son mariposas negras emergiendo de algún mundo oscuro.
 Invaden desde abajo el vestíbulo —también sumergido— del CCCB: las paredes, las cajas de las escaleras mecánicas, los vidrios.
Es la antesala de una serie de instalaciones que recrean o sugieren el universo complicado de W.G. Sebald, uno de los autores clave del siglo XX.
Me detengo un momento y miro a la gente: se acercan a la pared y estudian la perfecta artesanía de las mariposas de papel, las rozan con los dedos como temiendo que salgan volando.
 Son una creación de Carlos Amorales.
 Tienen un aire de pesadilla, una cosa leve, quizás por el color, o por la cantidad, o porque yo tengo un mal día.
 Pienso que esta duda es precisamente la cultura.
 Y que esta instalación, que se multiplica en otras actividades, es una de las cosas más sofisticadas que se puede ver hoy en Barcelona.
El CCCB es, desde su creación, un espacio de reflexión contemporánea y esa temática hace que sea transitado por gente de cualquier edad y también por jóvenes, lo cual es casi una rareza porque los circuitos no suelen compartirse.
 Yo, por ejemplo, tengo dificultades para encontrar en Barcelona la cultura que está produciendo la gente que tiene alrededor de treinta años.
Todos hablan de una generación dotada, bien formada, pero no sé dónde es que se muestran, excepto en música popular, en algunos rincones teatrales.
 No sé qué están haciendo los artistas visuales, fuera de algún festival que los concentra, y esto es una culpa repartida a partes iguales entre mi falta de habilidad para encontrarlos y la incapacidad de Barcelona para hacerse permeable a las nuevas inquietudes.
Aunque, apunto, un creador veterano me advierte que ellos, de jóvenes, buscaban a la vez la modernidad y la libertad —eso fueron los años setenta—, pero que no sabe qué buscan estas generaciones de ahora, excepto que buscan mercado y profesionalización.
Las fábricas, hay diez en Barcelona, son una iniciativa del anterior Ayuntamiento que el actual ha continuado con ilusión
Para contestar algo de todo esto me voy a visitar la fábrica de creación de Fabra & Coats, en el corazón de Sant Andreu, que es el distrito —antes pueblo— alimentado por la vieja hiladura.
 Es un espacio mágico, con esa belleza insustituíble de la estética industrial reconvertida, una mezcla especial de modernidad y austeridad monacal.
 Deambula gente joven vestida de negro: esto es cultura, pienso, esto es marca Barcelona.
 Junto a la puerta, un espacio de exhibición de arte contemporáneo no ha acabado de nacer y espera, impoluto y vacío, el momento de empezar.
 Las fábricas, hay diez en Barcelona, son una iniciativa del anterior Ayuntamiento que el actual ha continuado con ilusión.
 Una combinación de residencia diurna de artistas, hotel de entidades y vivero de proyectos.
 Aquí vienen jóvenes —también extranjeros— a crear su música, su arte, su tecnología, su cosa, lo que sea; trabajan durante meses, dialogando con los vecinos de mesa, pagando un precio irrisorio por el alquiler, compartiendo ideas.
Como hago la visita por la mañana hay poca actividad y todo parece excesivamente ordenado, como si fuera un laboratorio.
 O un convento
. Algunos muebles de la antigua fábrica han sobrevivido y son restos preciosos de una transformación urbana, el tránsito de la industria al conocimiento. Carles Giné, que dirige el conjunto de fábricas, me guía con entusiasmo por las diferentes plantas, contándome los detalles, y me puedo imaginar un universo creativo a pleno rendimiento.
 Es estimulante
. Me muestra un box de ensayo, donde un grupo superreconocido está buscando nuevos lenguajes: aquí se apila una cantidad insospechada de cacharros tecnológicos y alguna lata de refresco, y te das cuenta de que esto va en serio.
 Y lo mismo está pasando en la Nau Ivanow, en la Pirelli, en la Beckett…
 Aquí está la generación que busco.
 La cuestión es: una vez que han pasado por aquí, ¿adónde van?
Los que saben dicen: hay circuitos más o menos ocultos, y nombran sitios, algunos me suenan. Dicen también: las fábricas están muy bien, pero los creadores acaban tomándose la cerveza en el bar del barrio, porque el ambiente dentro es demasiado aséptico.
Y me transmiten, estos expertos —puro empirismo— una idea. Hemos vivido una larga etapa de cultura muy dirigida por el Ayuntamiento anterior, ahora la tutela es más tenue —y la Generalitat lleva una política ciertamente errática—, pero la ciudad sigue teniendo un tono demasiado institucional.
Somos la ciudad de la normativa, insisten: somos la ciudad de los alquileres carísimos
. De acuerdo, digo, Barcelona ya tiene todos los grandes equipamientos que es capaz de pagar, ahora toca poner sobre la mesa el talento emergente.
 El tema no es si en tiempos de crisis es lícito pagar cultura: eso es estéril.
 El debate es la crisis en si, también la conceptual.


 Si nos quedamos mirando la cultura desde el lado del dinero, perderemos la capacidad transformadora de las buenas preguntas. Barcelona no debería caer en esa banalidad.
Patricia Gabancho es escritora.