Chihuahua sanciona con 36 horas de prisión y multa de hasta 20.000 dólares a quienes interpreten este género en eventos.
Hay pocas cosas más parecidas a una bala
. Rápido, corto y, muchas veces, sangriento, el narcocorrido, la música canalla que glosa las andanzas de los narcos, tiene en el norte de México su tierra prometida.
Con sus rimas bravas, su machismo de pelo en pecho y su amor por todo lo turbio, este género nacido del fango de los arrabales triunfa en las calles; sus octosílabos son tarareados en cualquier taxi, sus ritmos pegadizos inundan los mercadillos y fiestas; grupos como Los Tigres del Norte congregan multitudes.
Pero la pólvora que ocultan sus letras duele en los oídos de muchas de las víctimas del narco
. El elogio del sicario es un canto al crimen.
Hay quien lo ve como un arma peligrosa, y prefiere prohibir su exhibición por considerarla una infracción a la seguridad y el orden.
Eso ha ocurrido en la norteña ciudad de Chihuahua (850.000 habitantes), donde el Ayuntamiento acaba de aprobar un bando para sancionar con arresto de hasta 36 horas y multas de 20.000 dólares a todo aquel que interprete narcocorridos en un evento.
En esta población, capital de un Estado que sigue encabezando con Guerrero y México las estadísticas de homicidios, estos cantantes se han convertido en forajidos.
“Nuestro objetivo es evitar la apología del delito
. Queremos garantizar que los eventos públicos contribuyan a su propósito de difundir la cultura en un ambiente sano y positivo”, señaló en un comunicado el consistorio.
El alcalde y principal promotor de la iniciativa, Javier Garfio, del PRI, apeló a la memoria de los años oscuros, de las balaceras y los desmembramiento, para justificar el veto:
“Estamos haciendo todo lo posible para no recaer en las condiciones de inseguridad que vivimos hace años
Y eso se va a hacer en Chiguagua nada menos, , lugar que parece de película pero si estás en un bar te pones cerca de los baños por si hay "Balacera" lo contó una periodista española en una entrevista a Gabilondo y con la que intercambié algunas reflexiones sobre esa peligrosidad justo dónde trabaja, mujer joven, muy interesante, denunciaba todas esas muertes y que nunca cojian al o los sicarios por miedo........los narcocorridos los conocí a través de la novela de Pérez Reverte-Arturo en la Reina del Sur.
Sé que hay sicarios naturalmente, asesinos a sueldo que pueden venir a España por un encargo y cobran 3.000 Euros, vienen y se van el mismo dia, pero pensando, esa rareza de Mexíco lindo y Feliz, pais de grandes contrastes, y muy intelectual y el polo opuesto, las espaldas mojadas, el narco tráfico, en fin pobres, muy pobres y muy ricos, no te enfrentes a un narco porque te matarán otros a los que pisas el negocio.....
Pero recordaba una ranchera de hace años, no tantos, que poco a poco se dejó de oir, no era el llanto por la mujer amada, ni por el vuelo de una paloma, México lindo y Feliz, de hombres fieros y mineros, porque de mujeres poco se oye salvo que sea Maria Bonita que cantaba Agustin Lara, bueno, copuso la canción para ella, o Jorge Negrete que sigue siendo el rey, ese igual ya no se canta tanto, porque no es monedita de oro para caer bien a todos......pero....Habia una, si ina ranchera, que siendo todas machistas era un atentado contra la violencia de género, claro que como matan con tanta facilidad esta ranchera era una más, El Preso nº 9....y no voy a poner la letra porque desde el principio es aterradora....”.
ser pobre yo ya no quiero,
seguiré vendiendo yerba
en todito el mundo entero,
no importa que pa' lograrlo
tenga que rifarme el cuero.
(...)
No se me espanten señores,
yo sólo ando trabajando
y al país traigo divisas
y empleos estoy generando,
si hay otros peores que yo
y hasta los andan cuidando.
No es la primera vez que se intenta meter en cintura estas baladas.
En 2011, el gobernador de Sinaloa, el Estado donde tenía su cuartel general Joaquín Guzmán Loera, El Chapo, el mayor narcotraficante del planeta, aprovechó una reforma de la Ley de Alcoholes para permitir que se retirase la licencia de venta de bebidas alcohólicas a quien difundiera narcocorridos. Tras dos años de veto, la Suprema Corte de Justicia anuló la orden, no por atentar contra la libertad de expresión, sino por un problema formal: al tratarse de una medida de moral pública correspondía a los alcaldes y no al gobernador su regulación.
Odiado por las autoridades locales, pero reverenciado por escritores y poetas, este género, de letras ásperas y embebidas de sangre, ha concitado a su alrededor un debate sobre los límites del arte.
Hay quienes defienden que es el espejo de una sociedad convulsa y desesperada, que halla en el canto a la muerte, la belleza que no encuentra en sus míseras barriadas
. Autores como Arturo Pérez Reverte y Elmer Mendoza rechazaron en su día la criminalización.
El propio presidente del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes ha salido a la palestra para recordar que los narcorridos son parte de una realidad social que difícilmente desaparecerá con la prohibición de sus bardos.
Un argumento similar han empleado las mismas bandas.
Grupos míticos como Los Tucanes de Tijuana, aunque admiten la brutalidad de ciertas letras, siempre han defendido que la música no es la responsable de la violencia.
“Nosotros no tenemos la culpa de que el país esté como esté, somos entretenimiento, nuestra intención siempre ha sido complacer al público”, afirmaron cuando el gobernador de Sinaloa les prohibió actuar en bares y salas de fiesta.
En un universo devorado por la violencia, las bandas de narcocorridos han pasado ellas mismas a formar parte de la leyenda que cantan.
Por odio, por venganza o por error, en menos de una década han muerto decenas de músicos.
A la bella Zayda Peña la remataron en Matamoros (Tamaulipas) en la cama del hospital donde se recuperaba de un atentado; al célebre Sergio Vega, El Shaka, le cayeron cinco balazos y un tiro de gracia mientras conducía en pijama su Cadillac rojo por Sinaloa, y el último grande asesinado, Tomás Tovar Rascón, más conocido como Tito Torbellino, fue ultimado en mayo mientras comía fideos en un restaurante oriental de Ciudad Obregón (Sonora).
La lista de músicos silenciados por el plomo es larga.
Y como todas las locuras del narco, su caída ha alimentado las letras de nuevos corridos
. La muerte en México se canta a sí misma. porque tienen unos rituales para sus muertos, tanta desgracia viven la mayoría que la muerte les acompañan dia y noche.
procedentes de Tijuana,
traían las llantas del coche
repletas de mariguana.
Eran Emilio Varela
y Camelia "La Texana".
(...)
Sonaron siete balazos,
Camelia a Emilio mataba,
la policía sólo halló
una pistola tirada.
Del dinero y de Camelia
nunca más se supo nada.
. Rápido, corto y, muchas veces, sangriento, el narcocorrido, la música canalla que glosa las andanzas de los narcos, tiene en el norte de México su tierra prometida.
Con sus rimas bravas, su machismo de pelo en pecho y su amor por todo lo turbio, este género nacido del fango de los arrabales triunfa en las calles; sus octosílabos son tarareados en cualquier taxi, sus ritmos pegadizos inundan los mercadillos y fiestas; grupos como Los Tigres del Norte congregan multitudes.
Pero la pólvora que ocultan sus letras duele en los oídos de muchas de las víctimas del narco
. El elogio del sicario es un canto al crimen.
Hay quien lo ve como un arma peligrosa, y prefiere prohibir su exhibición por considerarla una infracción a la seguridad y el orden.
Eso ha ocurrido en la norteña ciudad de Chihuahua (850.000 habitantes), donde el Ayuntamiento acaba de aprobar un bando para sancionar con arresto de hasta 36 horas y multas de 20.000 dólares a todo aquel que interprete narcocorridos en un evento.
En esta población, capital de un Estado que sigue encabezando con Guerrero y México las estadísticas de homicidios, estos cantantes se han convertido en forajidos.
“Nuestro objetivo es evitar la apología del delito
. Queremos garantizar que los eventos públicos contribuyan a su propósito de difundir la cultura en un ambiente sano y positivo”, señaló en un comunicado el consistorio.
El alcalde y principal promotor de la iniciativa, Javier Garfio, del PRI, apeló a la memoria de los años oscuros, de las balaceras y los desmembramiento, para justificar el veto:
“Estamos haciendo todo lo posible para no recaer en las condiciones de inseguridad que vivimos hace años
Y eso se va a hacer en Chiguagua nada menos, , lugar que parece de película pero si estás en un bar te pones cerca de los baños por si hay "Balacera" lo contó una periodista española en una entrevista a Gabilondo y con la que intercambié algunas reflexiones sobre esa peligrosidad justo dónde trabaja, mujer joven, muy interesante, denunciaba todas esas muertes y que nunca cojian al o los sicarios por miedo........los narcocorridos los conocí a través de la novela de Pérez Reverte-Arturo en la Reina del Sur.
Sé que hay sicarios naturalmente, asesinos a sueldo que pueden venir a España por un encargo y cobran 3.000 Euros, vienen y se van el mismo dia, pero pensando, esa rareza de Mexíco lindo y Feliz, pais de grandes contrastes, y muy intelectual y el polo opuesto, las espaldas mojadas, el narco tráfico, en fin pobres, muy pobres y muy ricos, no te enfrentes a un narco porque te matarán otros a los que pisas el negocio.....
Pero recordaba una ranchera de hace años, no tantos, que poco a poco se dejó de oir, no era el llanto por la mujer amada, ni por el vuelo de una paloma, México lindo y Feliz, de hombres fieros y mineros, porque de mujeres poco se oye salvo que sea Maria Bonita que cantaba Agustin Lara, bueno, copuso la canción para ella, o Jorge Negrete que sigue siendo el rey, ese igual ya no se canta tanto, porque no es monedita de oro para caer bien a todos......pero....Habia una, si ina ranchera, que siendo todas machistas era un atentado contra la violencia de género, claro que como matan con tanta facilidad esta ranchera era una más, El Preso nº 9....y no voy a poner la letra porque desde el principio es aterradora....”.
El agricultor, de Los pumas del norte
Hoy que probé la riqueza,ser pobre yo ya no quiero,
seguiré vendiendo yerba
en todito el mundo entero,
no importa que pa' lograrlo
tenga que rifarme el cuero.
(...)
No se me espanten señores,
yo sólo ando trabajando
y al país traigo divisas
y empleos estoy generando,
si hay otros peores que yo
y hasta los andan cuidando.
En 2011, el gobernador de Sinaloa, el Estado donde tenía su cuartel general Joaquín Guzmán Loera, El Chapo, el mayor narcotraficante del planeta, aprovechó una reforma de la Ley de Alcoholes para permitir que se retirase la licencia de venta de bebidas alcohólicas a quien difundiera narcocorridos. Tras dos años de veto, la Suprema Corte de Justicia anuló la orden, no por atentar contra la libertad de expresión, sino por un problema formal: al tratarse de una medida de moral pública correspondía a los alcaldes y no al gobernador su regulación.
Odiado por las autoridades locales, pero reverenciado por escritores y poetas, este género, de letras ásperas y embebidas de sangre, ha concitado a su alrededor un debate sobre los límites del arte.
Hay quienes defienden que es el espejo de una sociedad convulsa y desesperada, que halla en el canto a la muerte, la belleza que no encuentra en sus míseras barriadas
. Autores como Arturo Pérez Reverte y Elmer Mendoza rechazaron en su día la criminalización.
El propio presidente del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes ha salido a la palestra para recordar que los narcorridos son parte de una realidad social que difícilmente desaparecerá con la prohibición de sus bardos.
Un argumento similar han empleado las mismas bandas.
Grupos míticos como Los Tucanes de Tijuana, aunque admiten la brutalidad de ciertas letras, siempre han defendido que la música no es la responsable de la violencia.
“Nosotros no tenemos la culpa de que el país esté como esté, somos entretenimiento, nuestra intención siempre ha sido complacer al público”, afirmaron cuando el gobernador de Sinaloa les prohibió actuar en bares y salas de fiesta.
En un universo devorado por la violencia, las bandas de narcocorridos han pasado ellas mismas a formar parte de la leyenda que cantan.
Por odio, por venganza o por error, en menos de una década han muerto decenas de músicos.
A la bella Zayda Peña la remataron en Matamoros (Tamaulipas) en la cama del hospital donde se recuperaba de un atentado; al célebre Sergio Vega, El Shaka, le cayeron cinco balazos y un tiro de gracia mientras conducía en pijama su Cadillac rojo por Sinaloa, y el último grande asesinado, Tomás Tovar Rascón, más conocido como Tito Torbellino, fue ultimado en mayo mientras comía fideos en un restaurante oriental de Ciudad Obregón (Sonora).
La lista de músicos silenciados por el plomo es larga.
Y como todas las locuras del narco, su caída ha alimentado las letras de nuevos corridos
. La muerte en México se canta a sí misma. porque tienen unos rituales para sus muertos, tanta desgracia viven la mayoría que la muerte les acompañan dia y noche.
Contrabando y traición, de Los tigres del norte
Salieron de San Isidro,procedentes de Tijuana,
traían las llantas del coche
repletas de mariguana.
Eran Emilio Varela
y Camelia "La Texana".
(...)
Sonaron siete balazos,
Camelia a Emilio mataba,
la policía sólo halló
una pistola tirada.
Del dinero y de Camelia
nunca más se supo nada.