Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

13 mar 2015

El secreto de Bárbara Lennie..................................................... Marcos Ordóñez

Este domingo la actriz protagoniza la portada de 'El País Semanal'.

 El Goya por su papel en 'Magical Girl' confirma que ha nacido una estrella

Barbara Lennie
La actriz viste chaqueta sobre un vestido negro de Chanel. Los anillos son de Uno de 50 y Bimba & Lola (el triple dorado). / Jordi Socías

Bárbara Lennie es un volcán sobre las tablas, un valor seguro ante la cámara que ha rodado con algunos de los directores más talentosos del cine español. 
Este domingo, en portada, El País Semanal habla con una chica que llegó de Buenos Aires a Madrid y encontró su refugio en la actuación
. Sus padres la animaron: "De acuerdo, pero estudia".
 Dice que entonces era muy tímida. "Obsesionada con aprender".
Más allá de la obvia belleza y la mirada inteligente, Lennie exhala una fuerza tranquila que le ha permitido rodar, desde los 15 años, 14 películas y 5 series.
 "En la televisión aprendes a resolver, a ser eficaz", reflexiona
. Su reciente premio Goya por Magical Girl es solo la confirmación de que ha nacido una estrella.

 

El príncipe de las calles.................................................................... Ángeles García

Una retrospectiva de 200 instantáneas recorre la obra de Garry Winogrand, el fotógrafo que armado con una Leica y ojo de artista retrató la vida cotidiana de Estados Unidos durante la segunda mitad del siglo XX.

Garry Winogrand
'Los Angeles 1980-1983', una de las fotografías de la última época de Gary Winogrand (falleció en 1984) que se exhiben en la retrospectiva que le dedica la Fundación Mapfre. / Gary Winogrand

¿Quiénes son los estadounidenses? ¿Cuáles son los conflictos que nos convierten en las personas que somos?
 Para encontrar la respuesta a estas preguntas, Garry Winogrand (Nueva York, 1928-Tijuana, 1984) salía cada día a la calle dispuesto a retratar con su Leica todo aquello que le aportara luz sobre la identidad americana.
El resultado fueron cientos de escenas cotidianas con las que describió al detalle la agitada vida estadounidense de la segunda mitad del siglo XX.
 Hombres de negocios en Wall Street y elegantes mujeres en Park Avenue; actores y deportistas famosos; hippies,rodeos, aeropuertos, manifestaciones...
La Fundación Mapfre muestra hasta el 3 de mayo en Madrid (Bárbara de Braganza, 13) una retrospectiva de 200 fotografías, gran parte inéditas, en una exposición organizada conjuntamente con el Museo de Arte Moderno de San Francisco (SFMOMA) y la National Gallery of Art de Washington.
“Podría decir que soy un estudiante de la fotografía, es cierto; pero, en realidad, soy un estudiante de Norteamérica”
. Leo Rubinfien, fotógrafo y comisario de la exposición recupera esta frase pronunciada por Winogrand al principio de su carrera para definir el trabajo del artista.
“Fue uno de los artistas centrales su generación, junto a Walker Evans y Robert Frank.
Sus composiciones centrífugas concentran la atención del espectador en personajes corrientes, esos que, aparentemente, no son los protagonistas”, explica.
Una foto de Nueva York, ciudad natal de Winogrand, en 1969. / Garry Winogrand
De personalidad arrolladora y fuerte carácter —se metió en más de una gresca—, Garry Winogrand nació en el Bronx. Hijo de un curtidor de pieles y de una planchadora, vivió toda su infancia en una humilde zona textil, Allerton Coops, enclave comunista en el que los dinteles de los edificios estaban decorados con la hoz y el martillo
. Inteligente y estudioso, consiguió una beca en Manhattan para niños superdotados, el instituto cerró y el pequeño Winogrand tuvo que regresar al Bronx.
 Al poco de graduarse, se alistó en la Fuerza Aérea y trabajó durante meses en Texas como meteorólogo
. Harto de predecir el tiempo, se matriculó en la Universidad de Columbia para estudiar pintura, y allí conoció a un grupo de fotógrafos con los que descubrió que la fotografía era lo único que le interesaba.
Con 22 años, las mejores revistas ilustradas se interesaron por su trabajo.
 Leo Rubinfien, en la biografía que acompaña el espléndido catálogo editado por Mapfre, recuerda el entusiasmo con el que el joven artista vivía su oficio:
“Me mataba a trabajar. Hacer fotos, revelarlas por la noche, editarlas, aprender más con cada carrete... descubrimiento tras descubrimiento.
 Ninguna educación universitaria me habría dado lo que descubrí entonces”.
Winogrand aprovechaba los reportajes de encargo para capturar las imágenes que a él le interesaban. Cargado con su Leica y un objetivo gran angular, podía gastar diez rollos en cada tema que suscitara su interés
.La primera parte de la exposición muestra qué captaba su atención:
 Hay maniquíes que desde la oscuridad del escaparate parecen querer saltar hacia la luz; una mujer que transita por la calle con un cigarrillo colgado de los labios, mirada preocupada y un brazo cargado de pulseras; señoras que viajan en el autobús con la mirada perdida en sus preocupaciones, o el chico joven muy rubio y obeso fundido en una multitud que camina por las calles neoyorkinas.
El comisario asegura que los temas que fascinaron a Winogrand a lo largo de su actividad como fotógrafo fueron siempre los mismos. En primer lugar, las mujeres (generalmente bellas y a menudo jóvenes)
. En segundo lugar, los hombres, de mediana edad, clase media o media-alta, casi siempre trajeados. Su tercer bloque de interés lo formaban los niños, los animales, el mundo del espectáculo, los acontecimientos políticos, personas en peligro de exclusión (enanos, tullidos, heridos), coches y artículos de lujo poco habituales en el Bronx y los espacios desnudos y abiertos, los vacíos que se crean entre las multitudes. En cambio, muy pocas veces se interesa por los excluidos sociales
. De su Bronx natal, por ejemplo, le interesan el zoológico y los estadios
. Poco más. No es un retratista de los pobres, sino de los habitantes de un país o de una ciudad (Nueva York) que después de la II Guerra Mundial vive una gran prosperidad económica y cultural.
Imagen de Manhattan en 1960. / Garry Winogrand
Él mismo formó parte de esa clase media americana que renegaba de la pobreza que trajo la Gran Depresión y que veía en la familia la mejor manera de encarar la vida.
 Casado en 1950 con Adrienne Lubow (se divorciaron en 1960), era de los que creían que la familia era la mejor recompensa.
 Entre 1959 y 1963, fotografía a mujeres elegantes y encantadoras que caminan con mucha seguridad por las grandes avenidas neoyorquinas, salen cuidadosas de los taxis o miran al fotógrafo directamente a los ojos.
 Las imágenes posteriores a la ruptura de su matrimonio se centran más en hombres que caminan solos o jóvenes mujeres con las que parece coquetear con su cámara.
Los sesenta son años en los que se desencadenan terribles acontecimientos que acabaran con el optimismo en el que parece instalado el país: Guerra de Vietnam, agravamiento de la Guerra Fría o los asesinatos de los hermanos Kennedy y de Martin Luther King, entre otros luctuosos sucesos. Winogrand se ocupa de ellos, pero no como fotorreportero, sino como un artista.
Viajó a Dallas 10 meses después del magnicidio y retrató a familias que hacían excursiones turísticas al escenario del crimen sin mostrar el menor atisbo de emoción.
 La segunda parte de la exposición recoge el trabajo de Winogrand realizado fuera de Nueva York, hecho durante sus muchos viajes por las grandes ciudades de los Estados Unidos: Los Ángeles, San Francisco, Dallas, Houston, Chicago, Ohio, Colorado y el suroeste del país.
En estas fotografías muestra las muchas manifestaciones y los movimientos pacifistas y contraculturales de la década de los sesenta, derivados de la guerra de Vietnam, o la crisis de los misiles, reflejando en sus fotografías un sentimiento de desintegración nacional.
La exposición cierra con un apartado dedicado a su última etapa, desde su salida de Nueva York, en 1971, hasta su prematura muerte en 1984.
 Hay imágenes de Texas, California del Sur, Chicago, Washington o Miami, entre otros lugares. Entremezcladas, se incluyen fotografías de una Nueva York desolada que el artista visitaba de vez en cuando.
 Niños y jóvenes que deambulan perdidos en avenidas que ya no hablan de glamour ni de prosperidad.
 Otro mundo que hubiera preferido no conocer.
Fue muy prolífico, pese a su prematura muerte tras una inesperada enfermedad.
El acto de tomar imágenes era mucho más interesante para Winogrand que imprimir fotografías, editar libros o concebir exposiciones; de hecho, a menudo permitía a otras personas que realizaran estas actividades en su lugar
. A su fallecimiento, en 1984, quedaron aproximadamente 6.500 carretes sin revelar, unas 250.000 fotografías que jamás habían sido vistas.
 Para la exposición se ha podido clasificar la mayor parte del material, de manera que casi el 50% de lo expuesto es inédito; un aliciente extra para conocer la obra de uno de los mejores fotógrafos de todos los tiempos.

 

¿Qué es esto, Paul Thomas Anderson?........................................................... Carlos Boyero

Voy a leer la novela de Thomas Pynchon para saber si es tan vacua como la película.

 


Sé de muchos lectores fervorosos de Thomas Pynchon.
 Incluso, algunos están convencidos de que ha escrito o va a escribir la gran novela americana. Qué manía le ha dado al personal con ese eufemismo de la gran novela americana.
 Resulta que todos los años tres o cuatro autores logran el insólito prodigio de crear la gran novela american
a. Ay, señor, señor, si Scott Fitzgerald levantara de la tumba su alcoholizado organismo
. Aunque no comparta ese contracultural entusiasmo hacia la obra de Pynchon, me dispongo a hacer los deberes. O sea, comienzo a leer Vicio propio, su penúltima novela.
PURO VICIO
Dirección: Paul Thomas Anderson.
Intérpretes: Joaquin Phoenix, Josh Brolin, Owen Wilson, Katherine Waterston, Reese Witherspoon.
Género: drama. EE UU 2014. Duración: 148 minutos.
Lo hago, entre otras cosas, para descifrar el enigma de si el material literario que ha adaptado al cine Paul Thomas Anderson es tan vacuo, insoportable, absurdo, inútilmente kilométrico como su película.
Y supone una sorpresa.
 Ingrata, por supuesto.
Solo te puede decepcionar alguien del que esperas cosas buenas, con talento contrastado
. Y este director lo posee, aunque aquí se haya esfumado. Boogie nights y Magnolia me parecen tan esplendidas como turbadora
s. En The master existe un clima enfermizo y un actor (descansa en paz, Philip Seymour Hoffman) que me fascinan y hay otras cosas que me gustan menos
. La primera parte de Pozos de ambición tiene algo hipnótico; la segunda y, sobre todo, el desenlace, son un desbarre absoluto e irritante.
 Que se le hayan vuelto a alborotar lamentablemente las neuronas no es nuevo.
 En Embriagado de amor me puso de los nervios.
Puro vicio (no les debe gustar a los tituladores lo de Vicio propio) se desarrolla en Los Ángeles a comienzo de los setenta
. Se supone que todos los personajes andan colgados de alguna sustancia —caballo, coca, maría, metanfetamina—, pero hay cuelgues y cuelgues; no está garantizado que lo que dicen sea ingenioso y excéntrico (aunque lo pretenden), y apasionante lo que les ocurre.
 El protagonista es un detective que está fumado desde que se levanta y acostumbrado a perder.
Nada que ver con Spade, Marlowe y Archer. Pero es inevitable asociarlo con El Nota, el pintoresco e inolvidable personaje de El gran Lebowski.
Tanto él como los delirantes asuntos en los que se metía, acompañado de sus indescriptibles colegas, eran muy divertidos, los Coen en estado de gracia.
Los parecidos terminan en que ambos son californianos jipiosos pegados todo el rato a un canuto. Aquí, el rastreo que este hace de crímenes, desapariciones, enigmas de antiguas novias, negocios turbios, relaciones con un policía más patético que surrealista, sectas en busca de la percepción extrasensorial y otras monerías de la época, está narrado de forma plomiza y sin que sepas de qué te está hablando el director, qué pretende con este disparate sin gracia.
¿Y el rarito Joaquin Phoenix? En su salsa. El tormento dura dos horas y media.
Y crees que no va terminar nunca.

 

12.000 mujeres esperan para comprar estos pantalones..........................................Álvaro Ortiz

La primera colección de pantalones de la firma estadounidense Everlane ha batido todos los récords de venta anticipada por internet. ¿Cuál es el secreto de su éxito?.

everlane
Los pantalones que han provocado la euforia colectiva.
Foto: Cortesía de Everlane

En solo unas semanas, una marca de moda creada hace cinco años ha puesto los dientes largos a miles de personas en todo el mundo.
El lanzamiento de su primera colección de pantalones, anunciado para el pasado lunes, rebasó las expectativas de quienes durante años han seguido de cerca sus apuestas minimalistas y fáciles de llevar
. En el último mes, los encargos por venta anticipada han superado las 12.000 peticiones.
 Sin diseños previos que certifiquen el buen hacer de la firma en este terreno y sin un solo euro invertido en publicidad, a priori resulta casi imposible creer la hazaña.
 Pero, ¿en qué se basa el éxito comercial de esta firma prácticamente desconocida para el gran público?
Everlane es una compañía de moda unisex nativa de internet y que solo opera en internet.
 No existe una estructura publicitaria clásica que avale su éxito ni tampoco tienen ese recurrente afán por sobornar a celebrities para que luzcan las prendas que les prestan
. Su éxito se basa en su estrategia de comunicación, diseñada por y para las redes sociales.
 Los canales tradicionales de exhibición, como las pasarelas, no tienen cabida en su concepción del negocio (tan solo disponen de un showroom en Nueva York).
 El responsable de esta revolucionaria forma de actuar se llama Michael Preysman, un inversor curtido en fondos de capital riesgo que en 2010 decidió probar suerte en una industria que desconocía por completo.
 Y el balance no puede ser más redondo.
La idea, según explicaba Preysman hace unos meses en la web de Style, consiste en ofrecer prendas con precios competitivos, buen diseño y cuya producción cumpla escrupulosamente con la legislación sobre la protección de los trabajadores.
 En definitiva, transparencia y juego limpio. De hecho, en su página web explican dónde están y cómo son las factorías donde producen su ropa
. De Estados Unidos a Asia, pasando por Vicenza, en el norte de Italia, o Ubrique, en nuestro país, donde dan trabajo a 14 artesanos especializados en marroquinería (confeccionan los bolsos y las carteras de la firma).
Pero, si nos atenemos al tema que encabeza este artículo, ¿cómo es posible que una firma tan joven haya conseguido tener una lista de espera de 12.000 personas para una prenda que ni siquiera había confeccionado antes?
El equipo creativo que diseña en las oficinas de Everlane solo ofrece básicos para hombre y mujer, compitiendo con marcas como J.Crew o Zara: camisetas, chaquetas, accesorios, camisas, jerséis… En cinco años han conseguido multiplicar por diez sus ventas iniciales.
 Tras un exhaustivo trabajo de investigación que ha durado doce meses y tras pulsar la opinión de sus clientes en redes sociales, por fin han concebido sus primeros pantalones.
De lana, ligeramente stretch, en dos colores (azul navy y negro) y un solo modelo. ¿Se puede simplificar más?
El pasado lunes, fecha en la que lanzaron sus famosos pantalones (que se enmarcan dentro de la colección para primavera-verano), los encargos por venta anticipada ya habían superado las 12.000 peticiones, según Everlane.
¿El precio? Entre 92 y 100 euros.
 Lamentablemente, de momento la firma solo distribuye pedidos en Estados Unidos y Canadá, pero en la plataforma HopShopGo se pueden adquirir las prendas desde todo el mundo
. Everlane ya ha anunciado que en otoño lanzará su colección de pantalones para hombre y varios modelos más de la línea femenina.
No sabemos si el ‘efecto Birkin’ de la interminable lista de espera es flor de un día, pero todo indica que esta estructura empresarial basada en redes sociales y con tanto éxito puede crear escuela.
Y muchos veteranos se pondrán las pilas.
 De momento, Vogue ya le ha dado su bendición. Una moda del número de febrero de la edición estadounidense de la revista mostraba a Kendall Jenner con una prenda de Everlane.
 Y todo el mundo sabe que si Anna Wintour señala con el dedo...