Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

21 feb 2015

Hallado un relato perdido de Sherlock Holmes durante más de 100 años.................................. Pablo Guimón


Estatua de Sherlock Holmes en Londres. / GETTY
La limpieza de su ático deparó una sorpresa a Walter Elliot, carpintero jubilado de 80 años, residente en Selkirk, al sureste de Escocia.
Debajo de una pila de libros, encuadernado con una cuerda, encontró una vieja colección de cuentos titulada Book o’ the brig.
 Un tomo que los lugareños habían editado con el objetivo de recaudar dinero con su venta para reponer el puente sobre el río Ettrick, que una riada se había llevado por delante en 1902.
Lo abrió y, entre sus 48 páginas, encontró nada menos que un relato perdido del detective Sherlock Holmes, escrito por el propio Arthur Conan Doyle.
 Un cuento, de una extensión de 1.300 palabras, que se daba por perdido más de cien años después de su primera publicación, en 1904, titulado Descubriendo los burgos de la frontera y, por deducción, el bazar del brigadier.
Por entonces, Conan Doyle ya era un escritor famoso: dos años antes había publicado El sabueso de los Baskerville.
  Pero debió de acceder a publicar su historia en aquel libreto, entre aportaciones en poesía y en prosa de vecinos aficionados la escritura, para colaborar en una buena causa para un pueblo que visitaba con frecuencia.
 De hecho, su presencia estelar en el última día del bazar que se organizó para recaudar fondos para levantar el puente está anunciada en la última página.
El libro, calcula Elliot, podría llevar 50 años en su trastero.
 “Es una pequeña y encantadora historia”, ha contado al Daily Mail.
“No tengo ni idea de cuántos se hicieron o cuántos se vendieron, pero he tenido el libro desde hace medio siglo.
Ni recuerdo haberlo comprado”.
En el relato hay una escena en la que, durante una conversación con Holmes en Londres, Watson exhibe una notable falta de concentración.
 El detective deduce -elemental, querido Watson- que lo que le ocurre es que está nervioso y emocionado por un próximo viaje a Selkirk para admirar el puente.
Se estima que Conan Doyle escribió el relato poco después de resucitar al legendario detective tras su aparente caída fatal en las cataratas de Reichenbach.
 En aquel tiempo, el escritor coqueteaba con la política y pretendía convertirse en diputado de aquella región por el Partido Liberal Unionista, una escisión del Partido Liberal.
“Normalmente, la gente solía tirar este tipo de libros o se deshacía de ellos”, asegura Elliot.
 “Pero este ha estado con mi familia durante todo el tiempo”.
 Ahora el documento se podrá contemplar en el Museo Comunitario de Selkirk.

Isabel Preysler: "He probado de todo, pero me quedo con mi crema"

Isabel Preysler: "He probado de todo, pero me quedo con mi crema"

 

Foto: My Cream. Isabel Preysler.
Mucho se ha hablado del secreto de la eterna juventud de Isabel Preysler. Dieta macrobiótica, complejos vitamínicos, visitas a médicos estéticos e, incluso, se llegó a extender como la pólvora que usaba una crema de cinco euros..
. "Fue un rumor, ni conocía la marca, pero la gente iba a las farmacias pidiendo la crema de 'la Preysler'", desmiente entre risas la propia Isabel.
 Es curioso porque a partir de ahora va a vivir una situación parecida, "aunque ahora me hará ilusión de verdad"
. La razón, por la que también ha recibido en su casa a un grupo de periodistas, es que acaba de lanzar My Cream, una línea cosmética -compuesta por sérum, hidratante y contorno de ojos y labios con precios que rondan los 45 euros- que ella misma ha desarrollado junto con un laboratorio dermatológico español y su hija Ana, que también es socia, y que ya se encuentra a la venta en casi 2.000 farmacias de toda España.
 Vestida con un traje de chaqueta de Escada en blanco y negro (dice que es casualidad, pero combina con el packaging de la gama, en los mismos tonos), habla con ganas del proyecto en el que empezó a trabajar hace casi dos años.
Se siente orgullosa y cómoda, de hecho, menciona a Boyer, Julio Iglesias, pregunta ella a los periodistas si les gustan los productos o manda callar a su hija Tamara a quien se le oye hablar por teléfono desde el otro lado de la casa
. Y está ilusionada. Se ha involucrado en cada detalle, desde la fórmula hasta el aroma de las cremas, y eso se nota.
 "Me emocioné muchísimo al tener el primer bote en mis manos", confiesa.
Seguro que muchas veces le han pedido colaborar con firmas de cosmética, pero ¿cómo surgió la idea de crear la suya propia?
Sí, y para perfumes ni te cuento
. Pero cuando Miguel [Boyer] se puso enfermo, nuestra hija Ana empezó a animarme.
 Al principio no tenía ganas ni fuerzas, pero ella me dijo que se encargaría del packaging, de ciertos temas empresariales... y me convenció.
La gama My Cream lleva su nombre e incluso su firma en la caja. ¿Hasta qué punto se ha implicado?
¡En todo! he trabajado más de un año con el laboratorio para dar con la textura; la fórmula, que tenía que ser iluminadora sobre todo; el aroma, que yo estaba empeñada que fuera peonía; o incluso las letras del logo
. No es la crema perfecta ni la definitiva y, por supuesto, tampoco es la mejor del mercado, pero creo que es realmente buena.
¿Y por qué han decidido venderla solo en farmacias?
Por la seriedad.
 Por un lado, pensé que nadie me iba a tomar en serio. Me daba miedo que la gente pensara que me estaba limitando a poner mi rostro a una marca.
 Creo que al comercializarla en este medio, transmito seguridad y al mismo tiempo me la da a mí.
No parece que los años pasen por Isabel Preysler, ¿cuál es el secreto?
¡Claro que pasan! He tenido la suerte de poder utilizar cualquier cosmético
. Porque me gusta y porque muchas marcas me envían sus productos.
 He probado de todo, aunque ahora me quedo con mis cremas. En otras cosas he sido menos cuidados, por ejemplo, he tomado demasiado el sol... Con Julio [Iglesias] vivíamos literalmente debajo del sol. Iba a una fiesta de noche y parecía que el vestido caminaba solo.
Pero en la crema sí han incluido una protección solar (SPF15)...
No creas que estaba muy convencida. Sé que hay que usar protector todos los días, y es lo correcto, pero yo lo hago cuando voy a tomar el sol.
 No puedo vivir sin sol. ¡Si hasta tengo una claraboya en casa! De todos modos, tanto los dermatólogos como el laboratorio insistieron en este punto y creo que es un acierto.
¿Cómo es su rutina de belleza diaria?
En realidad no sigo nada concreto
. Hago todo lo que hacéis vosotras (a las periodistas). Me limpio muy bien la cara por la mañana y por la noche, y antes iba cambiando de tratamientos, probando de aquí y de allá. Lo que siempre he hecho es optar por texturas ligeras para el día.
¿Qué piensa de casos como el reciente de Uma Thurman, Renée Zellweger o Catherine Zeta-Jones que han levantado polvareda por sus aparentes retoques?
Estamos hablando de chicas jóvenes y guapas. 
Antes de hacerse nada, las veía y pensaba que no lo necesitaban. Pero ellas están muy expuestas y cada uno decide. 
Creo que todas han pasado por una operación y quizá han aparecido públicamente antes de tiempo...
¿En casa ya usáis todas My Cream?
Tamara, Ana y yo hemos ido testándola sobre la marcha.
 Y ahora la usamos todos los días. También la he probado en amigas, por ejemplo en una que tiene la piel muy sensible [son fórmulas de alta tolerancia, aunque no para pieles alérgicas], y están todas encantadas. 
Ahora, toca que vayan a comprarlas (risas).
¿Cómo ha sido trabajar con su hija pequeña?
Me ha sorprendido tanto. Ana siempre ha sido estudiosa. Tiene Derecho y Administración y Dirección de Empresas en ICADE, que es algo complicadísimo, pero ella nunca se cuestionó si podía o no sacarlo.
 Lo hizo y punto. En eso es igual que su padre... Me lo demuestra también cuando en este tiempo le he enseñado algún contrato o papeles. 
Se fija en todo, está atenta a cada detalle... Es una maravilla.
Los productos de My Cream ya están en algunos puntos de venta, ¿sabe qué acogida están teniendo?
¡Eso quiero saber yo! Estoy deseando empezar a tener datos. 
Ya podéis traspasarme vuestra energía para que esto funcione. Sería una gran noticia.

Isabel Preysler, reina de la fiesta y del Photoshop

¡Hola! es Isabel Preysler, invitada a la fiesta que dio el príncipe Carlos de Inglaterra en Dumfries House, un lujoso palacete escocés.
 Esta vez no ha llamado la atención su glamuroso atuendo, sino su rejuvenecido rostro. ¿Cómo es posible que no tenga una sola arruga a los 61 años? ¿Se ha pasado la revista con el Photoshop?
La octogenaria Cayetana de Alba y su marido Alfonso Díez también parecen haber sufrido el retoque digital.
 Por el contrario, las hijas de Isabel, Ana y Tamara, no han necesitado el click del ratón para lucir más bellas, dada su juventud. Tampoco son sospechosos el torero Cayetano Rivera y Genoveva Casanova, la intermitente nuera de la Duquesa.

Preysler es una de las pioneras de la cirugía estética en España
. Durante años se ha especulado sobre su supuesto pacto con el diablo, pero ella defiende con mucha desfachatez que su genética filipina ha obrado el milagro de su juvenil aspecto.
No obstante, revistas más sensacionalistas, como Cuore o Qué Me Dices, han descubierto que Isabel es mortal y tiene arrugas. ¡Hola! no puede negar la evidencia.
Ni siquiera el mejor cirujano plástico puede tener tanta pericia.
[Y además... Isabel Preysler siguió el parto de Chábeli por teléfono]
En 2008 la ex de Julio Iglesias también fue acusada de ser favorecida con el Photoshop de ¡Hola! Posaba con Cayetano Rivera y Nicole Kidman cual quinceañera con un ceñido vestido rojo.
 Clive Owen o George Clooney también han quedado deslucidos cuando han sido fotografiados junto a ella.
No es un caso único
. Naty Abascal, Isabel Pantoja o Carmen Cervera son otras famosas que sufren una metamorfosis cada vez que salen en la portada de la publicación 
. Está claro que siempre hubo clases.

Umbral y su padre, novela real................................................................Manuel Jabois

La ausencia del padre marcó la obra del autor de 'Mortal y rosa'

Ahora, EL PAÍS le identifica como el abogado Alejandro Urrutia.

Alejandro Urrutia (izquierda), padre de Umbral, junto a su otro hijo, Leopoldo de Luis.

Francisco Umbral escribió 110 libros y 135.000 artículos, y casi todos en torno a él.
Según su biógrafa Anna Caballé es el autorretrato más largo de la historia de la literatura española. Cuando Umbral acabó, nadie sabía sus apellidos ni su fecha de nacimiento.
El escritor fue el resultado de dos heridas: la ausencia del padre y la ausencia del hijo.
 Hubo una tercera, voluntaria, que consistió en su propia disolución. “Llevamos la verdad por fuera, la carne, y la máscara por dentro”
. Umbral sabía, y lo que no sabía lo inventaba, pero lo que no permitía es que los demás supiesen; sobre ese vacío construyó su vida, y cuando se cansó de su vida empezó con su obra.
 Él mismo avisa: “He vivido el mundo intensamente, pero literariamente”.
—Todo empieza —dice Jorge Urrutia frente a un ventanal del Gijón— cuando Umbral y el poeta Leopoldo de Luis se conocieron en Madrid, a mediados de siglo, en medio del bullicio de la época.
 El poeta Leopoldo de Luis era mi padre.
En La noche que llegué al Café Gijón Umbral escribió: “Leopoldo de Luis —el mínimo y dulce Leopoldo de Luis, se llegó a decir en la tertulia—, era de ojos pequeños y maliciosos, nariz grande, boca inexistente, rostro un poco rojizo, fácilmente alegrado y subido de color de la risa, y venía de sus oficinas de seguros lleno de versos, de cultura, de conversación, de chistes malos y poemas buenos
. Escribía una poesía en la música de Miguel Hernández, hecha de humanidad y socialismo, con gran sentido del verso, gran ductilidad lírica y una melodía grata y honda, monótona y cierta, que daba gran calidad a todo lo suyo”.
Leopoldo y Umbral mantuvieron su amistad durante décadas, y esa relación se extendió al hijo de Leopoldo, Jorge Urrutia, poeta, traductor y catedrático, directivo del Instituto Cervantes entre 2004 y 2009. Leopoldo de Luis fue el seudónimo que utilizó Leopoldo Urrutia para burlar la dictadura.
En 2004 Anna Caballé publicó El frío de una vida, la biografía de Francisco Umbral.
 No fue autorizada ni bien recibida por el escritor.
 Caballé reveló algunos datos falsos de la vida de Umbral, como su fecha de nacimiento, que fue en 1932 y no en 1935, y desveló el nombre de su madre, Ana María Pérez Martínez, una mujer soltera y tuberculosa que tuvo una aventura con un hombre casado, y decidió, en aquel Valladolid de los años 30, tener al niño.
La biografía de Caballé cayó como una bomba en casa de Leopoldo de Luis.
 El anciano reparó en la época, en el nombre real de la madre, y juntó tres fotografías: la de su padre, Alejandro Urrutia, la de Francisco Umbral y la de su nieto, hijo de Jorge Urrutia
. Los tres eran el mismo hombre.
—Al llegar a casa lo encontré pálido. Me dijo que teníamos que hablar.
 Me dijo: mi padre, tu abuelo, es el padre de Umbral. Yo soy su hermano, y tú su sobrino.
Francisco Umbral en Madrid, en 1964. / gianni ferrari (getty)
Jorge Urrutia había escrito ya de Umbral y estudiado su obra. Umbral lo había distinguido como uno de sus poetas preferidos.
—Mi padre y yo supimos que Umbral conocía la historia
. Que siempre supo quién era su padre, y por tanto sabía quiénes éramos nosotros.
—¿Y esa nariz de su padre?
—De mi abuelo, y de Umbral.
La vida azarosa de Leopoldo de Luis lo había depositado en Madrid como poeta de prestigio después de haber sido oficial republicano y estar perseguido por la dictadura.
 Tuvo que hacer lista de espera y ponerse de tornero fresador para entrar en un campo de trabajo: por las cosas del franquismo, que combinaba la crueldad con la ineptitud administrativa, no tenía plaza.

Los personajes

Alejandro Urrutia, padre de Leopoldo de Luis y Francisco Umbral, fue un intelectual y abogado cordobés, poeta modernista y empresario arruinado.
Ana María Pérez Martínez era la secretaria de Alejandro Urrutia en Valladolid.
 De su relación nació Francisco Umbral.
El poeta Leopoldo Urrutia, que firmaba como Leopoldo de Luis, fue el otro hijo de Alejandro Urrutia y, por lo tanto, hermano de Umbral.
Jorge Urrutia es el hijo de Lepoldo Urrutia, y sobrino de Umbral.
Alejandro Urrutia murió en los años 50 sin conocer el éxito literario de Umbral.
Jorge Urrutia animó a su padre a hablar con Umbral.
 El poeta Leopoldo de Luis, un hombre delicado, dijo que si Umbral no había querido contarle nunca la verdad, era absurdo desenterrarla ahora.
Un año después de saber que Umbral y él eran hermanos, Leopoldo de Luis falleció en Madrid a los 87 años.
 Al tanatorio llegó Francisco Umbral. Con el abrigo, la melena y el fular, tan parecido a la chalina, como el padre de ambos cuando se paseaba por Campo Grande, en Valladolid. Umbral pidió a Jorge Urrutia quedarse a solas con el muerto
. No le explicó por qué y Jorge no preguntó.
 El hijo vació la sala y dio varios pasos atrás, contemplando la escena
. La del gran escritor, un hombre hecho de ficciones, a solas con la verdad
. La misma que hirió su vida en 1974, cuando veló a su hijo de seis años, Pincho, mientras se le moría a chorros en la clínica de la Concepción.
 “He conocido la única verdad posible: la vida y la muerte —tan vivida previamente— de mi hijo, y sin embargo he optado o estoy optando por el engaño, por el autoengaño, de modo que seré inauténtico para siempre
. No creáis nada de lo que diga, nada de lo que escriba. Soy un farsante”.
Francisco Umbral incrustó su vida en la obra sin la figura del padre, que fue siempre él (Mortal y Rosa) a la vez que niño, como en El hijo de Greta Garbo
 . Siempre estuvo en medio y siempre estuvo solo a la manera de Chillida, o sea “solo contigo”, con María España, a la que escribió Carta a mi mujer, tercera pata íntima de su vida con su hijo y su madre (“Ya quisiera yo que uno de mis cuatro hijos me recordara un día así, como el hijo de Greta Garbo”, le escribió Teresa Pàmies).
 Dejó sin escribir al padre, la presencia freudiana por excelencia.
Ni para demolerlo, ni para explicarse a sí mismo.
Dos años después de la muerte de Leopoldo de Luis, Premio Nacional de las Letras, falleció Francisco Umbral, Premio Cervantes
. En el tanatorio se presentó Jorge Urrutia. María España le abrazó y le dijo: “Tú eras al que más quería".
Alejandro Urrutia, padre de Leopoldo de Luis y Francisco Umbral, fue un intelectual y abogado cordobés, poeta modernista y empresario arruinado.
 Hizo grandes amistades, como la de Julio Romero de Torres y otros artistas e intelectuales de la época que le procuraron favores en un tiempo comprometido.
—Mi abuelo fue un burgués que en los años 30 se paseaba con melena, traje, abrigo, chalina y borsalino con El Socialista bajo el brazo.
Alejandro Urrutia fue el primero en escribir en España de la muerte de Antonio Machado. Extravagante y lector impenitente, en la casa familiar su esposa dormía en el mismo cuarto que su tía y él lo hacía solo, en una cama turca, hasta las cuatro de la mañana, cuando se despertaba, encendía una vela y leía libros de Biología del siglo XIX.
Como Umbral, Alejandro Urrutia estaba perdido fuera de su mundo
. En Córdoba dirigió el negocio familiar de alcabalas, impuestos, que se hundió lentamente por la humanidad del jefe; comprensivo, el intelectual perdonaba a los clientes, salvaba plazos y hacía la vista gorda con los más necesitados.
 Se fue en 1919 a Valladolid, donde fue abogado del Banco Hispanoamericano
. Después llevó unos laboratorios farmacéuticos propiedad de la familia que no tardó en arruinar. Su patrimonio se empeñaba y desempeñaba al azar de sus decisiones.
 Fue allí, en Valladolid, cuando tuvo una secretaria, Ana María Pérez Martínez, que convirtió en su amante.
 La mujer se quedó embarazada y su familia la protegió enviándola a la Maternidad de Lavapiés, en Madrid
. De vuelta, la abuela materna mandó al niño a casa de una nodriza primero y de unos familiares después para silenciar escándalos.
 Durante años su madre fue, para Umbral, la tía May.
 Su padre, un desconocido.
Habló una vez de él con Carmen Rigalt y lo recordó Elena Pita en El Mundo.
 Dijo que le había conocido poco porque había estado preso en Madrid mientras él y su madre se refugiaban en Valladolid, y que lo dieron por muerto pero acabaron visitándolo en prisión; su padre, escribe Pita, era “un burgués azañista, inofensivo, propietario de unos laboratorios farmacéuticos, con gran vocación literaria que nunca llegó a ejercer, amigo de poetas, y que murió del corazón al poco de ser liberado, dejando en su hijo el germen del dandismo y la literatura”.
 Verdades a medias (Alejandro Urrutia fue depurado por el régimen, pero no encarcelado) y una sospecha, la del hombre que deja en Umbral las letras y el dandismo.
Y sin embargo, según Jorge Urrutia, Alejandro Urrutia tuvo más impacto en la vida de Francisco Umbral.
 Cuando enfermó el niño, la mujer de su padre llegó a tenerlo en casa a su cuidado.
Leopoldo se recordaría después por el pasillo jugando con un crío, llevándolo a hombros, sin pensar que aquel chaval acabaría siendo su amigo años después, y que ese amigo sería Umbral.
 Fueron los contactos de Alejandro Urrutia, amigo del alcalde de Valladolid, los que posibilitaron que la madre de Umbral accediese a un empleo en el Ayuntamiento, la época en la que el escritor se atiborró de lecturas en la biblioteca municipal.
 Y usó sus amistades del Banco Hispanoamericano, que aún perduraban, para que Umbral se colocase de botones a los 14 años.
Alejandro Urrutia, un hombre de inteligencia y talento, murió en los años cincuenta sin conocer el éxito de su hijo Francisco Umbral, que llegó a firmar, sospecha Jorge, los primeros artículos de su vida como Francisco Urrutia.
 Pronto abandonó su verdadero nombre por el de Umbral.
 Y aún entonces, en un programa de televisión, le dijo Sánchez Dragó:
—Esto lo sabe poca gente, pero tú te llamas Francisco Pérez Martínez.
—No, tampoco me llamo así.
Nadie sabe cómo me llamo. Eso es mentira también
. Cómo me llamo realmente lo sabe muy poca gente.
—Pues habrá que ir al Registro Civil.
—Tendría que decirte yo a qué Registro Civil.
Lo curioso es que tenía razón, no se llamaba así.
Se llamaba Francisco Alejandro Pérez Martínez.