Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

17 feb 2015

La ruta del tabaco

La ruta del tabaco

El cine de John Ford se compone de pequeños detalles, escenas sin aparente importancia, que son al final las que perduran en la memoria colectiva. 
Ahí están la pelea en la boda de Centauros del desierto, los ladrones leyendo cómo cuidar a un bebé en Tres Padrinos, o el apretón de manos de El hombre tranquilo.
 En La ruta del tabaco encontramos varias escenas así, de esas que le arrancan al espectador alguna carcajada o alguna lagrima en el momento menos esperado, y que, al acabar, dejan un buen sabor de boca, a pesar de que se trate de una de las llamadas "menores" del genio de Maine.
 Y es que, sin ser de sus grandes obras, es una película de Ford. Eso se ve desde el comienzo
. Esos planos del solitario camino, ese lirismo arrebatador, que tan bien sabía representar Ford, demostrando cómo el paso de los años ha hecho mella en la zona, donde ya no queda más que polvo.

Alguien dijo que el cine de John Ford cuenta la historia de los irlandeses.
 Aún siendo el cronista oficial de la historia norteamericana hasta la mitad del siglo XX, siempre tuvo presente su origen, y en su trilogía sobre la pobreza, no hace otra cosa que narrar los sucesos de la gran hambruna que sufrió Irlanda en el siglo XIX, y que acabó con su familia en el nuevo mundo.
 Por ello, todo su cine está impregnado de una sensibilidad que sale de la propia experiencia, y más aún estas tres películas.
 Pero para Ford, nunca una historia es lo demasiado triste como para dejar de lado el humor. Es la gran clave de la película, porque, narrando una historia tan dura y sombría, lo hace con su candidez habitual, con personajes entrañables, y diálogos cómicos, dando lugar a unas situaciones que en algún momento podrían llegar a parecer escatológicas.
 Pero, a pesar de todo, nunca deja de ser lo que Ford siempre ha contado, historias sencillas de personajes.

La película es un auténtico lucimiento para Charles Grapewin, un actor que nunca es lo suficientemente reconocido
. Él solo lleva el peso de la película en todos los ámbitos.
 Con una interpretación muy fordiana, sabe darle el punto exacto entre comedia y drama para hacer creíble y entrañable su personaje. 
Una interpretación simplemente brillante. Todo el reparto es un muestrario el cine fordiano, lo que podríamos llamar irlandeses, locos, sueltos entre ellos, inadaptados, ya sea a un lugar o a una época. Y Ford es el único que sabría hacer algo así sin resultar caricaturesco o bufonesco. 
Es, probablemente, el único director que ha conseguido que en sus películas la cámara nunca esté, si no que sea el espectador el que sienta directamente la historia
. Estamos realmente ahí, en esa pequeña granja desahuciada, y no la vemos através de una pantalla. También destacar esa brillantez plástica que consigue Ford siempre. 
Ya pueden ser los claroscuros de Centauros del desierto o el primer plano de Tom Joad en Las uvas de la ira, conseguía hacer poesía de la imagen, sin necesidad de barroquismos y efectismos. La sencillez hecha cine.

Una joya olvidada........................................................................................ Francisco Calvo Serraller

La exposición de cartones para tapices de Goya en el Prado desentraña la trama formal y simbólica a través de la cual el pintor aragonés urdió su formidable empeño.

 

Los pobres de la fuente, de Francisco de Goya.

A mi juicio, son tres las razones fundamentales que acreditan como un evento excepcional la muestra titulada Goya en Madrid. Cartones para tapices 1775-1794, en exhibición en el Museo del Prado hasta el próximo 3 de mayo.
 La primera se refiere a su contenido, pues en ella hay un centenar de obras, 47 de las cuales son de Goya, siendo el variopinto resto otras tantas de un elenco singular, no solo de maestros contemporáneos españoles y extranjeros del siglo XVIII, vinculados a la empresa de la realización de cartones para tapices, sino, de alguna manera, pertenezcan a la época o a la escuela que pertenezcan, relacionados con los temas y las formas de interpretarlos del genial artista aragonés; es decir: un rico material que sirve para desentrañar la trama formal y simbólica a través de la cual Goya urdió este formidable empeño.
 Hasta el momento presente, los cartones para tapices que pintó Goya, durante casi 20 años, habían sido objeto de concienzudos estudios monográficos en forma de libros, como los que publicaron Cruzada Villaamil en 1870, Valentín de Sambricio en 1946, Jutta Held en 1971 o Janis A. Tomlinson en 1993, pero no en la forma de una confrontación visual en directo como la que permite una exposición temporal de las características de la que comentamos.
La segunda razón tiene que ver con la naturaleza del encargo, los cartones para tapices para la Real Fábrica de Santa Bárbara, que se inscribió en el programa borbónico de creación de industrias suntuarias, adaptado a la mentalidad española, a medias entre la Ilustración y el casticismo, una tarea aparentemente modesta y, por tanto, ofrecida a pintores con talento en ciernes, pero de un excepcional vuelo virtual, como luego lo corroboró Goya, que muy pocas veces en su dilatada carrera tuvo que enfrentarse con la realización de una serie encadenada de pinturas de tan formidable formato, ejecutadas encima entre cuando contaba con 29 y 49 años, el momento crucial de la decantación de su genio artístico y de la consolidación de su triunfo en la corte.
Dejemos lo deslumbrante a Goya, cuyos cartones de gran formato son ejercicios de pintura mural de tamaño solo superable por los frescos de San Antonio de la Florida
Y la tercera y última por el original e inteligente sesgo que le ha dado al proyecto su comisaria, Manuela Mena, al insertar en su recorrido un montón de atisbos y sugerencias que refrescan y orientan nuestra mirada sobre un maravilloso asunto de ilimitada riqueza analítica y formal.
 La magia de la mirada de Mena es que hace compatible el rigor científico con una perspectiva, a la vez, transversal y oblicua: un descubrimiento.
 No sé si el público, aturullado por tantos cantos de sirena, se ha percatado lo suficiente de esta rara joya del Prado, que es a la par deslumbrante y aleccionadora.
Dejemos lo deslumbrante a Goya, cuyos cartones de gran formato son ejercicios de pintura mural de tamaño solo superable por los frescos de San Antonio de la Florida, por no hablar de la comparativa establecida con la forma de hacer de sus mejores colegas contemporáneos, para centrarnos en lo transversal de la mirada de esta exposición, que nos traduce de un plumazo los paisajes deseados de la Ilustración española, con su rica contradicción de la pedagogía institucional de lo popular junto al aliento castizo del majismo; vamos: con lo mejor y lo peor de un pueblo que busca y no siempre encuentra hasta hoy mismo su identidad moderna.
 Y también, por supuesto, para prestar atención a lo oblicuo de esta misma mirada, que fondea en precedentes clásicos y naturalistas que espabilaron el género goyesco, lo cual ha supuesto convocar un no pequeño conjunto de esculturas antiguas, junto a un no menor grupo de antecedentes pictóricos de la propia tradición española y de sus fermentos italo-flamencos.
'Perros en traílla', de Goya, 1775.
Dividida en ocho capítulos, que elocuentemente aluden a temas de gran enjundia simbólica —La caza, Divertimentos, Las clases sociales, Música y baile, Niños, Los sueños, Las cuatro estaciones y El aire—, esta sola relación nos emplaza junto al quicio de la explicación completa de un cambio de época, lo que nos permite avecinar en un mismo haz lo que fuimos y lo que somos, precisamente lo apropiado para la comprensión cabal de nuestra atribulada identidad.
 Nos hallamos, en fin, ante un retrato tan redondo de nosotros mismos que hasta virtualmente nos permite continuar por nuestra cuenta el relato, porque, valga como botón de muestra, ante el cartón de La gallina ciega, de Goya, uno cree reconocer en él la revolucionaria zarabanda de La joie de vivre, de Matisse.
 ¿Se puede pedir más?
 Pues sí; porque, para la ocasión, han sido limpiados y radiografiados todos los cartones, lo cual, a su vez, nos demuestra que para ver hay que frotarse los ojos.

21 cosas que no sabías de Juan Carlos Monedero........................................ EL HUFFINGTON POST

Menos mal que solo son 21 pero yo de Monedero no sé si le gusta el café, descafeinado, ni sé si le gusta más viajar por el desierto o irse a Moscú, en fin que no sé ni donde ni como nada de nada salvo su opción política..
JUAN CARLOS MONEDERO 
 
 
 Todos hablan de Juan Carlos Monedero.
 Es el nombre más pronunciado estos días en todos los círculos políticos y periodísticos tras conocerse que había presentado a Hacienda una declaración complementaria para regularizar sus impuestos por los ingresos que percibió por asesorar a Gobiernos latinoamericanos.
Se acabaron esos días de anonimato. ¿Y tú que sabes sobre él? Aquí tienes algunos datos que seguro que no conocías...
1- Nació en Madrid el 12 de enero de 1963 (52 años).
2- Licenciado en Ciencias Políticas y Sociología por la Universidad Complutense de Madrid.
3- Cursó sus estudios de posgrado en la Universidad de Heidelberg (Alemania).
4- Su tesis doctoral fue sobre el hundimiento de la República Democrática Alemana.
5- Fue un niño de sobresalientes en el colegio religioso de los Sagrados Corazones.
6- Su interés por la política se despertó cuando detuvieron al padre de su mejor amigo en el colegio durante la dictadura franquista.
7- Uno de sus recuerdos más impactante de infancia eran los balazos en el escaparate de la librería Rafael Alberti en su barrio. Décadas más tarde, presentaría allí su libro Curso urgente de política para gente decente.
 8- Es profesor titular de Ciencia Política y de la Administración en la Universidad Complutense.
9- Se hizo profesor porque vio que “había gente que no tenía mucho interés en que se entendieran las cosas”.
10- Fue asesor del excoordinador federal de IU Gaspar Llamazares, a quien acompañó en algunas noches electorales en el Hotel Convención.
11- Fue asesor del expresidente de Venezuela Hugo Chávez y trabajó con él codo con codo en el Palacio de Miraflores de Caracas. “Una de las cosas que nos sorprendió a la gente que trabajábamos con él era su enorme inteligencia, su perspicacia”, ha declarado.
12- El PP se querelló contra él en 2003 y pidió una pena de 3 meses a 5 años de cárcel por registrar la web www.noalaguerra.org en la que se llamaba “asesinos” a dirigentes populares por la intervención de España en Irak.
13- Asegura tener cuatro cuentas corrientes -en Triodos Bank y Banesto- con un total de 205.769,3 euros.
14- Ha sido observador internacional en elecciones en Venezuela, México y Colombia.
15- Ha llegado a cantar en algún mitin Puente de los franceses, copla republicana sobre la resistencia de Madrid.
16- Se desplaza en una Vespa roja.
17- Tiene un blog llamado Comiendo tierra.
18- Su padre regenta el bar Casa Gala, en el madrileño barrio de Argüelles, y es militante del PP.
19- Suele llevar en actos públicos ropa de 198, marca que se define como "símbolo de la victoria del poder civil" y que lucen también Pablo Iglesias, Cayo Lara o Los Chikos del Maíz.
20- Uno de sus grandes referentes es el político, teórico marxista y periodista italiano Antonio Gramsci. Con una foto suya tapa la manzana de Apple en el iPad.
gramsci
21- Una de sus nuevas amistades es Carmen Lomana, con quien ha llegado a tomar cañas en el bar malasañero Pepe Botella..

16 feb 2015

Lo que el viento se llevó

Varias son las generaciones que han visto, y vuelto a ver, lo que el doblaje nos ha presentado en español bajo el nombre de Lo que el viento se llevó. Pocos –cierto es–, son los que identifican película-novela-autora. Como fenómeno social es casi lo de menos. Esta película/novela, y seguro que por este orden, pertenece a lo cotidiano de nuestras vidas.

Desde el punto de vista literario, varios personajes han cobrado vida propia. Viven en la mente de todos. Ese asociacionismo de filmografía-literatura-costumbres resulta ser un fenómeno no muchas veces repetido a lo largo de la historia reciente. ¡Y qué decir de la música que acompaña a los sucesos! Es un hecho que, de una forma o de otra, todos tenemos un momento de nuestras vidas vinculado, sobre todo, a la película. Por lo tanto,
la elección de la novela para realizar un estudio de las formas de tratamiento y de la cortesía es absolutamente apropiada, por ser Rhett Butler, ante todo y pese a todo, un caballero del Sur.