La teoría de la destrucción explica
el devenir trágico de la familia Panero
.
No se trata de ninguna ciencia exacta, sino de una hipótesis vivencial y
literaria formulada por Luis Antonio de Villena a partir del
conocimiento directo que tuvo de los miembros de la saga que dio a luz
un poeta clásico que fue emblema franquista, Leopoldo Panero, el padre;
una mujer distinguida de familia bien que murió en soledad, Felicidad
Blanch, la madre; dos poetas notables, el más ortodoxo Juan Luis y el
maldito
Leopoldo María, y un “gran perdedor” periodista,
José Moisés, Michi, los hijos.
Luis Antonio de Villena desarrolla su teoría en su último libro
Lúcidos bordes de abismo.
Memoria personal de los Panero, que estrena una nueva línea editorial
de la Fundación José Manuel Lara, una vez fallecidos todos los miembros
de la familia Panero, que no tuvieron descendencia y con los que
mantenía una estrecha relación de amistad.
"En el libro se cuentan
muchas cosas de las que fui testigo y que nunca se han contado por
escrito. Pero por encima de anécdotas que se vuelven categoría, creo que
lo más novedoso del libro no es el horror hacia la familia franquista o
hacia el padre, sino su búsqueda de la total destrucción.
Su horror a
la vida", dice el también poeta y ensayista.
"El mito de los Panero
empieza primero contra su padre, luego los hijos se volvieron contra la
madre, pero en realidad su mito fue contra la vida.
El error es la
vida", agrega.
Los miembros de la familia se despedazaron unos a otros, sacando sus
trapos sucio -con el padre ya fallecido en 1962- en la película
El desencanto, dirigida por Jaime Chávarri y estrenada en 1976, que tuvo una especie de continuación en 1994 con el también documental
Después de tantos años, de Ricardo Franco.
A partir de esta película, que catapultó a la fama a los Panero, arranca la narración de
Luis Antonio de Villena,
que combina el ensayo literario y la memoria personal para trazar un
retrato de claroscuros con el fin de dar una idea más fiel tanto de la
"estatua de mármol" de la vida de la familia como "los ángeles negros
que sobrevuelan esa estatua".
De Leopoldo María,
que vivió más de 30 años en un psiquiátrico, el autor recuerda que "era
un maldito, como su admirado Artaud, pero con su enfermedad lo único
que hacía era fumar y beber coca-colas
. Lo de la bebida y las drogas fue
mucho antes.
Para él, la escritura era una terapia", una tabla de
salvamento de sus ideas suicidas, y su estancias en los centros le
"estabilizó, aunque no le ayudó a mejorar". "Escribía mucho y se repetía
mucho" sin que luego depurase su obra, pero también componía poemas de
gran altura. Y a pesar de su éxito literario, "la gente que iba a verlo,
iba a ver el monstruo", como consecuencia de la degradación física que
le provocaba su enfermedad, "que lo iba desfigurando".
En el libro se cuentan muchas cosas de las que fui testigo y que nunca se han contado por escrito
Luis Antonio de Villena
Juan Luis
era el "más normal pero su pose de señorito le pasó factura porque
resultaba antipático". Michi fue "un gran perdedor": perdió su empleo de
columnista y tuvo que dejar su casa.
Unas amigas le proporcionaron un
pequeño apartamento en el que vivió
hasta su muerte.
"Era el más joven y fue el primero en morir", comenta el escritor, que
recuerda la "gran facilidad que siempre tuvieron los Panero para que las
mujeres les protegiesen".
En su opinión, los Panero siguen despertando el interés de la gente
por "el hecho insólito en España de que hablasen tan claramente de ellos
mismo, de contar las verdades".
Luis Antonio de Villena sólo se ha
decidido a contar sus verdades sobre la familia cuando
murió el último de sus miembros, su amigo Leopoldo María Panero.