Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

6 dic 2014

Retrato de familia................................................. Boris Izaguirre

Mientras doña Sofía admiraba el cuadro de Antonio López, en Miami aparecía Corinna, que burbujea como si fuera 'champagne' que se convierte en mujer.

Ante la visión del retrato de la Familia de Juan Carlos I, una obra de arte por fin completada por Antonio López después de 20 años de gestación, el Rey emérito bromeó con los periodistas, revelando que en un principio no le había gustado nada. Tras dos décadas de creación con los consiguientes cambios efectuados por el pintor, empezó a gustarle más. Doña Sofía fue más simple y la calificó de una verdadera obra de arte. Y realmente acertó: sin estar presentes todos los elementos, personas, incidentes que transformaron ese retrato, en el resultado todos nos damos cuenta de que 20 años dan para mucho.
Tanto y tantas cosas han pasado en esa familia, que en el cuadro lo que resalta es esa luz, entre fantasmal y minimalista, cargada de la esencia de la década de los noventa. Es tanta esa esencia, que uno puede sospechar que López pudiera haber pintado el cuadro en un mismo día. Y ocultado el lienzo 20 años para contrarrestar la leyenda del Retrato de Dorian Gray. Mientras a la familia real le sucedía de todo en estos 20 años, el cuadro iba rejuveneciendo y rejuveneciendo hasta estar casi vivo. Y permanecer como lo único tangible, perfecto de ese tiempo en que fuimos un país lleno de pujanza. Con tanto dinero y porvenir que nadie imaginó que algún día todo se resquebrajaría. Cuando fuimos una auténtica obra de arte. Quizás eso fue lo que quiso decir doña Sofía.
Mientras doña Sofía admiraba la verdadera obra de arte que la tiene a ella como una de sus protagonistas, en Miami, la princesa Corinna zu Sayn-Wittgenstein acudía perfectamente despeinada a la cena que las ediciones europeas de la revista Vanity Fair, entre ellas VF España, ofrecían en la feria de arte Miami Art Basel, junto con la casa de subastas Philipps. O sea, el arte reúne a reinas de la sociedad internacional. De cerca, en la realidad, Corinna es un encanto. Burbujea, como si fuera un tipo de champagne que se convierte en mujer. Expresiva, vivaz, una profesional, mantiene distintas conversaciones con los que la rodean. Da la bienvenida a un nuevo miembro de su mesa al mismo tiempo que despide a una pareja de otra, en otro idioma. Todo en ella es súper social, coqueto, divertido. En definitiva, es otro tipo de reina.
Corinna zu Sayn-Wittgenstein junto al director y pintor Julian Schnabel, en la cena de 'Vanity Fair' en Miami. / CORDON PRESS
La mesa de Corinna era la más observada y nutrida de dinero y talento. Uno de los anfitriones de la velada, el consagrado pintor y director de cine Julián Schnabel, estaba a su lado, vestido con un pijama, el atuendo que habitualmente estrena en cenas de este tipo. Corinna le hablaba, lógicamente, como si fuera el rey de la noche. En un momento dado, estreché su mano y ella, encantadora, ofreció su mejilla. Le felicite por su histórica entrevista en el ¡Hola! “Solo quise dejar claro mi respeto hacia el Rey”, me dijo, sin abandonar su sonrisa y sus ojos fijos en los míos. Nada de drama, acritud, sino una manera abierta de abordar el tema. O cualquier otro. “Creo en la confianza, estoy convencida que es lo primero que percibes de una persona y lo último que pierdes”, explicó en un inglés muy suave, la feminidad de su voz otra muy efectiva arma. Claramente, estaba ganándose mi confianza, desvelando su sutil manera de delimitar su territorio y sus poderes. Detrás mío se formaba una fila de admiradores y curiosos, Corinna se levantó, posó perfectamente para los fotógrafos un par de segundos, no como yo que me gusta quedarme 20 o 30 minutos haciéndome fotos. Otra princesa alemana, presente en la fiesta me susurró: “Ese despeinado perfecto cuesta 1.000 dólares de peluquería más el vuelo de tu peluquero y un asistente”. Solo en Miami Art Basel puedes oír algo así. Como si leyera mi mente, que estoy seguro de lo que hizo, Corinna volvió hacia mí a despedirse. “Hasta pronto”, afirmó en su cómplice castellano, sonriendo con la mirada.
La vida es también una obra de arte y te cambia cuando conoces a Corinna. No solo te hace sentir más próximo a la realeza y a la jet set sino que te hace pensar en esas mujeres que poseen y gestionan el don de tenerlo todo menos a la historia de su parte. Pero es justamente eso lo que les permite un hueco en la misma. Corinna me recordó a Rosalind Fox, el personaje de mi última novela, Un jardín al norte, una mujer capaz de transformar su vida en esa verdadera pero irreal obra de arte. Cuando bajé de la nube, me percaté que no le había preguntado qué pensaba del esperado retrato.
Esta semana, ha sido la violencia la que ha retratado al deporte rey, el fútbol. Esa violencia, lamentablemente, ha teñido de sangre y molestia los titulares. Cuando se ven las imágenes, grabadas por un vecino, de la batalla campal entre hinchas del Atlético de Madrid y el Deportivo, uno piensa que cualquier cosa puede encender nuestra ira y que en el fútbol a los ultras se les ha consentido casi de la misma manera que en los partidos políticos se hizo con los corruptos. Coincide el ingreso del señor Fabra en prisión con la promesa del Atlético de no dejar entrar en sus instalaciones a los ultra. Un cuadro que nos retrata sin arte.

 

Ante la visión del retrato de la Familia de Juan Carlos I, una obra de arte por fin completada por Antonio López después de 20 años de gestación, el Rey emérito bromeó con los periodistas, revelando que en un principio no le había gustado nada. Tras dos décadas de creación con los consiguientes cambios efectuados por el pintor, empezó a gustarle más. Doña Sofía fue más simple y la calificó de una verdadera obra de arte. Y realmente acertó: sin estar presentes todos los elementos, personas, incidentes que transformaron ese retrato, en el resultado todos nos damos cuenta de que 20 años dan para mucho.
Tanto y tantas cosas han pasado en esa familia, que en el cuadro lo que resalta es esa luz, entre fantasmal y minimalista, cargada de la esencia de la década de los noventa. Es tanta esa esencia, que uno puede sospechar que López pudiera haber pintado el cuadro en un mismo día. Y ocultado el lienzo 20 años para contrarrestar la leyenda del Retrato de Dorian Gray. Mientras a la familia real le sucedía de todo en estos 20 años, el cuadro iba rejuveneciendo y rejuveneciendo hasta estar casi vivo. Y permanecer como lo único tangible, perfecto de ese tiempo en que fuimos un país lleno de pujanza. Con tanto dinero y porvenir que nadie imaginó que algún día todo se resquebrajaría. Cuando fuimos una auténtica obra de arte. Quizás eso fue lo que quiso decir doña Sofía.
Mientras doña Sofía admiraba la verdadera obra de arte que la tiene a ella como una de sus protagonistas, en Miami, la princesa Corinna zu Sayn-Wittgenstein acudía perfectamente despeinada a la cena que las ediciones europeas de la revista Vanity Fair, entre ellas VF España, ofrecían en la feria de arte Miami Art Basel, junto con la casa de subastas Philipps. O sea, el arte reúne a reinas de la sociedad internacional. De cerca, en la realidad, Corinna es un encanto. Burbujea, como si fuera un tipo de champagne que se convierte en mujer. Expresiva, vivaz, una profesional, mantiene distintas conversaciones con los que la rodean. Da la bienvenida a un nuevo miembro de su mesa al mismo tiempo que despide a una pareja de otra, en otro idioma. Todo en ella es súper social, coqueto, divertido. En definitiva, es otro tipo de reina.
 

5 dic 2014

Las tres vidas de Isabel Preysler............................................................. Boris Izaguirre

Tiene el poder de una marca -su propio nombre- y la tentación de traicionar de cuando en cuando esa imagen de perfección que la gobierna.

Imagen del artículo

Isabel Preysler posa para Jonathan Becker y Vanity Fair Jonathan Becker
Lleva cuatro décadas subida ala fama y, a punto de cumplir 60 asombrosos años, desvela los episodios más sorprendentes de tres matrimonios, cinco hijos y una vida que encierra varias. ¿Quién es Isabel, la mujer que se esconde bajo el mito Preysler?
El portal en la avenida de Miraflores en Puerta de Hierro, Madrid, ofrece un aspecto infranqueable pero, curiosamente, se abre apenas detecta la llegada de un visitante y accedemos a un largo paseo flanqueado por altísimos cipreses. Isabel Preysler, su propietaria, se parece mucho a esa puerta: hermética, pero con la extraordinaria capacidad de saber cuándo abrirse y cuándo volver a cerrarse.
Me han pasado cosas muy dolorosas, pero no creo que sea necesario hacerlas públicas.
 

No es precisamente amiga de entrevistas.
“La idea que la gente pueda tener de mí no la voy a poder cambiar… Por ejemplo, incluso en mi aspecto físico: ayer, mientras hacíamos estas fotos, Jonathan Becker me dijo que parecía muy frágil pero que estaba claro que era muy fuerte”. Preysler me mira intensamente: “Me dieron ganas de contestarle: ‘¡no lo sabes tú bien!”. Y culmina la frase con una estupenda sonrisa, la mítica, inimitable sonrisa Preysler
. Admirada de cerca, la exquisita hilera de dientes tiene varias propiedades: resguarda, distrae y permite a su dueña seguir adelante con cualquier cosa que piense, organice y disponga.

Más tarde estaremos sentados en la biblioteca, el corazón de una de las casas que más curiosidad despierta en Madrid y que cuando se inauguró en los años noventa suscitó estupendos artículos periodísticos que criticaban a su propietaria.
 Se contabilizó el número de habitaciones, desde los cuartos de baño a la caseta del perro.
 De nuevo Preysler era mucho más que su propia leyenda. Llamaba la atención por esa mezcla de belleza, inteligencia y un cierto morbo por estar casada con uno de los políticos más relevantes de la democracia española
. Y hablaban de ella, sobre ella, a raíz de ella y, como siempre, las explicaciones las guardaba detrás de ese portal con poderes telepáticos.

En la biblioteca, volúmenes de todas las materias: física, Egipto, Grecia, filosofía de la ciencia y biografías de presidentes norteamericanos desde Roosevelt a Clinton, las obras completas de Voltaire, novelas de Pérez Galdós y de Vargas Llosa…
 Todo en un aparente —pero falso— desorden, propio de las bibliotecas muy vividas, que se extiende hasta el inmenso hall de entrada. Hay un retrato de Preysler de Luis Pinto Coelho que, como el original, no ha envejecido.

Tiene un punto posmoderno que puede identificarla muy bien
. Ha pedido que nos traigan sándwiches con ensalada de pollo porque los hacen estupendos en esta casa. Los colocan en la mesa del centro de la biblioteca, delante de los sofás color camel. Preysler aún no ha hecho acto de presencia.
 Es perfeccionista y superorganizada, pero no es puntual. “No lo puedo evitar, lo siento. Hago esfuerzos increíbles para serlo, pero no puedo. No soy puntual”.

La espera sirve para investigar más en la biblioteca, en el jardín (ya recogido para los meses de frío) que se atisba desde los ventanales y, al fondo, el salón principal, el comedor y, más allá, un cuarto de grandes cristaleras con un fondo de bambúes en donde a Isabel le gusta a veces dar sus cenas.

Se escuchan sus pasos porque tiene un andar firme y también muy femenino
. Cuando estás delante de ella, impacta siempre su presencia, definitivamente pulida, y su estatura, más alta de lo que se puede adivinar en sus fotos.
 Y después de su belleza, encanta aún más la manera afectuosa que tiene de aproximarse
. No lleva una sola gota de maquillaje, viste vaqueros que parecen hechos a medida en una tienda de Nueva York que John Travolta y ella comparten, y unas botas de Jimmy Choo que ella misma certifica de dos temporadas atrás.
 Comenta las flores que han llegado de esta revista agradeciendo la sesión de fotos, indica exactamente el jarrón donde quiere colocarlas, se instala en la supermasculina y elegante butaca Eames y empieza a preguntar sobre lo que está pasando en el país, en la ciudad, en mi vida y en la de otros amigos en común, informada de todo pero con avidez de más detalles, más verdad, más información.
 Tiene una opinión para cada cosa, desde Sarkozy hasta Obama, un fenómeno que ha seguido intensamente. “Tú sólo piensa que en un momento dado este hombre puso de acuerdo a la mayor parte de Estados Unidos: hispanos, orientales, anglosajones y gente de color”.
Hoy se muestra desanimada ante la pérdida de fuelle del presidente norteamericano. “¡Para qué vamos a hablar de política…!”, se medio excusa, dibujando la sonrisa con la que termina la mayoría de sus frases.

 

La ‘Chanson’ en diez clásicos........................................................ Carles Gámez


La cantante francesa Françoise Hardy, en 1968 / ap

Bajo el genérico de Chanson se funde una canción que aúna el acento lírico y la solidez interpretativa sin renunciar a su proyección popular.
 Una Chanson que, bebiendo en las fuentes de la tradición, ha recorrido desde las orillas más intelectuales hasta los ritmos más contemporáneos y mestizos. Esta antología de la Chanson transita por los últimos 60 años de la música francesa a través de algunos de los creadores que han forjado esa edad de oro de la melodía tricolor.
 Apuntemos algunos: Georges Brassens, Jacques Brel, Léo Ferré, Serge Gainsbourg, Boris Vian o el heterogéneo Henri Salvador. Junto a ellos, los intérpretes de aquella nueva ola juvenil, Françoise Hardy, Jacques Dutronc, entre otros, que sin proponérselo escribieron su continuación bajo la bandera del rock y el pop.
La antología avanza hasta la actualidad, Jane Birkin, Alain Bashung, recogiendo sus últimos herederos, Benjamin Biolay, Vanessa Paradis, Calogero, Zazie, que han reescrito cada uno a su manera esa canción “con cara y ojos” que hace más de 80 años ponía en pie un cantante y compositor llamado Charles Trenet aquí no incluido.
 Este es un repaso a diez de sus clásicos.

La Chanson de Prévert. (Serge Gainsbourg, 1961)

Creador sin límites, Serge Gainsbourg acabaría ensanchando las fronteras de la Chanson a los más diversos géneros y expresiones.
 Tomando un clásico como Las hojas muertas de Jacques Prévert y Joseph Kosma, Gainsbourg reflexiona sobre el amor y la huella del tiempo, y de paso, sobre la propia magia de la canción para guardar la memoria de los sentimientos.
http://youtu.be/nRJn0hnIyyc

Le deserteur. (Boris Vian, 1956)

Balada antibelicista que el escritor –y cantante puntual– Boris Vian escribe como denuncia de la guerra colonial que el ejército francés realiza en el sudeste asiático.
Censurada, prohibida su radiofusion, la canción continuará su camino y acabará convertida en uno de los grandes himnos pacifistas de la música popular del siglo XX como proclama insumisa contra todas las guerras y sus ejércitos.
http://youtu.be/gjndTXyk3mw

Tous les garçons et les filles. (Françoise Hardy, Roger Samyn, 1962)

Con ecos de la canción Un jour tu verras de Mouloudji, Françoise Hardy abanderaba melódicamente la generación juvenil de los sesenta. Los jóvenes tomaban la calle cogidos de la mano, la revolución biológica se ponía en marcha y Françoise Hardy instauraba un nuevo modelo de cantante juvenil, donde se fundían la naturalidad y la sofisticación con un aire de eterna melancolía.
 http://youtu.be/0aLoezucIzk

Dis, quan reviendras-tu? (Barbara, 1962)

Las referencias a Edith Piaf y Juliette Gréco la acompañaran en sus inicios aunque el tiempo acabará desvelando el secreto: Barbara había llegado al mundo para no parecerse a nadie. Bella y misteriosa en su largo vestido negro. Durante cerca de medio siglo –hasta su desaparición en 1997– los espectadores se dejan seducir por “la magia Barbara” esa voz extraña y persuasiva que parece cantar al oído de cada uno ellos. Cuando el espectáculo ha finalizado y las luces del teatro se han encendido, un público puesto en pié sigue cantando: Dis, quan reviendras, tu?.

 http://youtu.be/3PdwfO6LotY

La Chanson des vieux amants. (Jacques Brel, 1967)

Aunque Brel había dejado grabado la mayoría de sus principales masterworks en ese momento de su carrera musical, el compositor belga volvía a dar en la diana para contarnos la historia de los viejos amantes –Serrat tomará buena nota– que a fuerza de ternura y complicidad van reemplazando la primera pasión amorosa.
 Brel, maestro en transformar la canción en cuadros melódicos, nos dejaba este retrato lleno de ternura de esos seres que al final de sus vidas se siguen amando y perdonando las debilidades del otro.
 http://youtu.be/H1DpjXQUDsI

La plus belle pour aller danser. (Charles Aznavour, Georges Garvarentz, 1964). Sylvie Vartan.

La Chanson, gracias al trabajo de marquetería melódica –y literaria– de la pareja Aznavour-Garvarentz, se fundía con la nueva ola ye-yé de la canción francesa. Sylvie Vartan recibía uno de los mejores regalos de su carrera musical: ser la protagonista de ese momento en la vida donde se funden por primera vez los sueños de amor de los adolescentes sobre la pista de baile.

 http://youtu.be/QkcanI1mvCk

Les cornichons. (Nino Ferrer, 1966)

La figura de Nino Ferrer se vio a menudo desenfocada por el éxito de sus canciones más “descerebradas” para un autor capaz de crear melodías tan sublimes como Un año de amor o Le sud. Les cornichons pertenece a su obra más desenfadada, esa mirada satírica de la vida moderna que el cantante era capaz de dibujar como si se tratara de una viñeta de cómic a ritmo de soul o rock para contarnos, como aquí, una frustrada jornada de pícnic.

Paname. (Léo Ferré, 1961)

Si hay una ciudad celebrada por la música y las canciones esta sin duda es Paris. La Chanson, casi como un subgénero, ha confeccionado un extenso y variado repertorio a la gloria y las miserias de la ciudad del Sena. Léo Ferré se encuentra entre sus autores de cabecera, aunque solo sea por un titulo como Paris canaille o este Paname donde el cantante creador volvía a rendir tributo amoroso a la ciudad que le había consagrado finalmente como artista

.http://youtu.be/S8l8-aic780

Et moi et moi et moi. (Jacques Lanzmann, Jacques Dutronc, 1967)

La combinación de un escritor como Jacques Lanzmann y de un intérprete como Jacques Dutronc acabó produciendo una de las sociedades más estimulantes de la canción francesa en la década de los sesenta. Dutronc le inyectaba dosis de inteligencia y sarcasmo a la canción juvenil con su porte de dandi insolente y centrifugaba con humor la moda ye-yé.

http://youtu.be/YJbbG-zgyBQ

Votre fille a 20 ans. (Georges Moustaki, 1967). Serge Reggiani

Una primera carrera como actor que acabará desembocando en la canción siguiendo el camino de otros intérpretes. Serge Reggiani, como antes Yves Montand o la misma Juliette Gréco ejemplifica el modelo de cantante-intérprete que encontrará en las melodías y textos de la Chanson un excelente campo expresivo y cuya herencia llega entre nosotros con el recordado Ovidi Montllor. Gracias a Moustaki, Serge Reggiani dispone de titulos como Ma liberté, Sarah o esta balada nostálgica de una madre viendo como se escapa el tiempo en el cuerpo de su hija

http://youtu.be/BfEJoqg0HFs…

En el país de Inditex triunfa la ropa sueca..................................... Carmen Mañana

La firma & Other Stories inaugura tiendas en Madrid y Malága este viernes

España se convierte así en su segundo mercado en importancia por detrás de Alemania.

Tienda de & Other Stories en Madrid. / SANTI BURGOS

La firma sueca & Other Stories, perteneciente al grupo textil Hennes & Mauritz –matriz de H&M y COS-, abrirá el viernes sendas tiendas en Madrid (Hermosilla, 15) y Málaga (Marqués de Larios, 5). Estas boutiques se vienen a sumar a la que se inauguró en Barcelona el año pasado y convierten a España en el segundo mercado en importancia para la marca, por detrás de Alemania, con cinco establecimientos en funcionamiento.
 Un dato que resulta sorprendente, como poco, dada la tendencia decreciente del consumo de moda en nuestro país, que en 2013 cayó casi un 3%, según datos del Instituto Nacional de Estadística.
“No tenemos una política de expansión como tal, ni sometemos cada decisión a un proceso demasiado intelectual.
 La tienda de Barcelona funcionó muy bien y, simplemente, decidimos seguir creciendo en España”, explica el director de la firma Samuel Fernström
. Los números ratifican su argumento: a los españoles les gusta el textil sueco.
 Solo el pasado octubre, la cifra de negocio de la cadena H&M experimentó un incremento interanual del 14%, lo que representa el mayor crecimiento de sus ventas en este mes desde el comienzo de la crisis, según un informe facilitado por la compañía.
Interior de la tienda & Other Stories en Madrid. / SANTI BURGOS
Fernström aclaró que la idea de contar con un punto de venta en Madrid es tan antigua como la propia firma -5 años-. “Barcelona fue primero porque encontramos el emplazamiento perfecto antes
. No tiene nada que ver el poder adquisitivo de los turistas de la ciudad condal o su perfil como compradores”, narra el director.
Tras mucho buscar, el equipo de & Other Stories dio con un antiguo teatro reconvertido en restaurante de lujo, tras pasar por las manos de Philip Stark: El Teatriz. Situado en pleno corazón del barrio de Salamanca, distrito del lujo por excelencia de la capital, dispone de más de 1.000 metros cuadrados que acogerán, a partir de este viernes, la colección de ready to wear, joyería, maquillaje y accesorios de & Other Stories.
Dos equipos -ubicados en Estocolmo y París, respectivamente, y compuestos por alrededor de 120 personas- dan forma a esta marca con una clara influencia nórdica en su estética y precios comprendidos entre los seis euros (de un esmalte de uñas), y los 350 de un abrigo de pelo. “Tenemos cosas más baratas que H&M y otras más caras que COS [otras de las firmas del conglomerado con un perfil más elevado]”, explica la diseñadora Colombe Campana.
Aunque las comparaciones entre las distintas firmas resultan inevitables, Campana y Fernström insisten en que no existe relación ni prácticamente comunicación entre ellas en aras de preservar “la independencia y la identidad creativa” de cada una.
Lo que sí comparten es la política medioambiental que ha convertido a “H&M en uno de los líderes del textil sostenible”, en palabras de Fernström.
 Nada de pieles, ni de cosméticos testados en animales. Si los clientes devuelven los envases de plástico en las tiendas para su reciclaje reciben un 10% de descuento en su siguiente compra.
 Las cajas de las cremas, por ejemplo, no incluyen el típico papel con indicaciones sino que las llevan impresas en el anverso del paquete para ahorra celulosa.
Y hasta han conseguido dar una segunda vida a un residuo derivado del tratamiento del algodón y emplearlo como ingrediente en una gama de cremas hidratantes.