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Dilataciones de lóbulos que salen caras
Esta moda que vivió su esplendor hace unos años pasa factura. Analizamos las técnicas para reparar sus consecuencias y sí, hay que pasar por quirófano.Las modas más atrevidas a menudo pasan factura. Claro que unas más que otras. Porque no es lo mismo sentir un bochorno sonrojante al desempolvar fotos de los 80 con peinado mullet y hombreras tipo Locomía que acabar en el quirófano porque aquellos aros étnicos gigantes que te han dilatado el lóbulo hasta el hombro.El retrato robot de quien acude al cirujano para reparar los estragos auriculares de juventud suele responder al mismo patrón:“Presentan más piercings en otras zonas del cuerpo y, por lo general, también buscan soluciones para eliminar el rastro de haberlos llevado. Además son pacientes que con frecuencia presentan tatuajes múltiples”, apunta el doctor Javier Moreno Moraga, director de Instituto Médico Láser.“Te plantean abiertamente que necesitan eliminar las secuelas de una época de su vida en la que vivían plenamente una cultura y una estética que ahora no encaja con su estilo de vida”. ¿Lo piden más hombres o mujeres?“La moda de los aros gigantes y los piercings extremos se ha ido extendiendo a hombres y mujeres prácticamente por igual, por ello el volumen de pacientes masculinos y femeninos que demanda su reparación es similar”, responde Moreno.Se realiza mediante anestesia local. Este procedimiento debe llevarse a cabo en un quirófano para evitar infecciones. Es importante que quien lo practique sea un cirujano habituado con la técnica. De esta manera, los resultados son estupendos”, explica el cirujano plástico Rubén García Guilarte.El proceso viene a durar una media hora por lóbulo y, a grandes rasgos, lo que se hace es eliminar la piel que se ha dado de sí irremediablemente y suturar el lóbulo para que vuelva a tener una forma convencional.“Esta cirugía se lleva a cabo con material microquirúrgico, es decir, instrumental quirúrgico mucho más pequeño del convencional. Por ejemplo, las suturas son las mismas que se emplean para reparar terminaciones nerviosas. Se retiran al cabo de 5 a 7 días”. Como siempre que se trata de poner el pie en un quirófano lo de encomendarse a un buen profesional no es tontería:“Es importante que se extirpe bien toda la piel interna en ese fragmento de lóbulo que se va a suturar.Así evitamos que un pequeño fragmento pueda quedar enterrado en la zona de la cicatriz y dé origen a un quiste de inclusión epidérmica”, advierte el doctor Miguel Chamosa, cirujano plástico y actual presidente de la Sociedad Española de Cirugía Plástica, Estética y Reconstructiva (SECPRE).
La buena noticia es que hay vida coqueta después de la cirugía. Vamos, que la paciente (o el paciente) podrá volver a llevar pendientes, aunque de tamaño comedido. “A los 30 días pueden volver a realizarse un orificio para pendientes de poco peso en la oreja”, apunta Moreno. Y como es una zona no sometida a tracciones la cicatrización no suele revestir mayores dificultades. Por eso al cabo de poco tiempo, resulta imperceptible.
Y ahora, la pregunta del millón: y esto, ¿cuánto cuesta?El doctor Chamosa proporciona una horquilla entre 300 a 700 euros por lóbulo mientras que García-Guilarte cobra 600 por lóbulo más otros 500 por gastos de quirófano.
10 nov 2014
.Las modas más atrevidas a menudo pasan factura.
El buen morir.......................................................................... Rosa Montero
La vejez extrema está siendo a menudo extremadamente penosa, solitaria, incapacitante.
Mi padre, que llevó con enorme dignidad, coraje y alegría una
enfermedad deteriorante que terminó amarrándole a una bombona de oxígeno
y una silla de ruedas, siempre repetía una conocida frase: “Nadie es
tan joven como para no poder morir al día siguiente ni tan viejo como
para no poder vivir un día más”
. Le consolaba recordar este dicho porque su gusto por la vida era legendario. Era una de esas personas, mi madre lo es también a sus 93 años, capaces de disfrutar con la mera contemplación de una nube que se deshilacha.
Hace falta mucho valor para soportar las traiciones del cuerpo, el marchitamiento de la salud, el constante empequeñecer del futuro y de sus posibilidades. Si tienes la gran suerte de llegar a viejo, la vida te va quitando todo
. Pero algunos hombres y mujeres siguen ahí, incólumes, serenos, guerreros formidables de la existencia, gozando de sus horas hasta el final.
Admiro su temple y su inmensa capacidad de adaptación.
Viniendo de dos padres tan valientes, yo he salido sorprendentemente cobardilla.
O quizá, más que cobardilla, vehemente, voraz e inadaptable
. No soporto la pérdida. No soporto la decadencia. No soporto crecer
. Me gustaría poder decir que, con los años, se aprende a convivir con el tiempo que te deshace, pero, la verdad, yo no he aprendido.
Y me temo que hay muchísima gente que es como yo.
Ya lo decía Oscar Wilde: “Lo peor no es envejecer; lo verdaderamente malo es que no se envejece”. Y con esto se refería a que no envejecemos por dentro, a que nos seguimos viendo siempre iguales, eternos Dorian Gray de tersas mejillas enfrentados al retrato pavoroso de nuestra carne cada vez más marchita, de modo que se va creando una disociación entre nuestro ser real y el yo ilusorio interior. Creo que la mayoría de los humanos somos inmaduros peterpanes.
Todas estas reflexiones algo lúgubres me las ha suscitado la tremenda historia de Brittany Maynard, la mujer estadounidense que, con 29 años y cáncer de cerebro terminal, se ha mudado con su familia al Estado de Oregón, en donde se permite la eutanasia.
Tiene previsto abandonar este mundo el 1 de noviembre; mientras escribo este artículo, que tardará dos semanas en publicarse, esta mujer sigue viva y está haciendo la formidable y heroica travesía de sus días finales.
Cuando lo lean ustedes, ya habrá desaparecido de este mundo. Un puñado de células que detienen su combustión y rápidamente decaen.
Una memoria, una voluntad, un deseo, esa ligera voluta de aire que es el yo, o el alma, o el espíritu, deshaciéndose en la bruma del atardecer.
En un abrir y cerrar de ojos, en fin, no queda nada
. No me extraña que las religiones hayan inventado tantos mundos de ultratumba, paraísos e infiernos, porque nos es insoportable asumir ese vacío.
“Os voy a echar mucho de menos”, he oído decir una y otra vez a los moribundos, incluso a los ateos, dirigiéndose a sus seres queridos. “Os voy a echar de menos”: el yo se empeña en seguir siendo contra toda razón.
Y en realidad eso es algo bello, porque demuestra que, mientras vives, eres
. Y cuando ya no vives, simplemente no eres. Si no nos angustia la oscuridad que precede a nuestro nacimiento, ¿por qué permitimos que nos angustie la que nos espera?
Eso sí, es crucial la manera en que la salida se produce.
En Occidente estamos batiendo récords de longevidad. Nunca tanta gente ha sido tan mayor en toda la historia de la Humanidad. Pero ¿a qué precio? La vejez extrema está siendo a menudo extremadamente penosa, solitaria, dolorosa, incapacitante
. La sociedad no está preparada para este aluvión de ancianos con achaques.
Necesitamos medios para ofrecer una vida más sana y más protegida a todos los mayores (es de justicia y también puro egoísmo, porque ese será nuestro futuro).
Que el entorno social sea lo suficientemente acogedor para que los viejos disfrutones y valientes como mis padres sigan extrayendo hasta la última gota de placer a la vida.
Pero también tenemos que regular la eutanasia, tenemos que formalizar y facilitar los protocolos de una muerte digna
. Porque puede haber muchas personas que no quieran seguir adelante en según qué condiciones.
La muerte puede ser una opción de la vida.
Una bella, emocionante, heroica opción, como lo ha demostrado esa mujer de Oregón tan joven, tan guapa, tan rodeada de amor, que ha sido capaz de tomar las riendas de su existencia, pese a todo. P @BrunaHusky
www.facebook.com/escritorarosamontero, www.rosa-montero.com
. Le consolaba recordar este dicho porque su gusto por la vida era legendario. Era una de esas personas, mi madre lo es también a sus 93 años, capaces de disfrutar con la mera contemplación de una nube que se deshilacha.
Hace falta mucho valor para soportar las traiciones del cuerpo, el marchitamiento de la salud, el constante empequeñecer del futuro y de sus posibilidades. Si tienes la gran suerte de llegar a viejo, la vida te va quitando todo
. Pero algunos hombres y mujeres siguen ahí, incólumes, serenos, guerreros formidables de la existencia, gozando de sus horas hasta el final.
Admiro su temple y su inmensa capacidad de adaptación.
Viniendo de dos padres tan valientes, yo he salido sorprendentemente cobardilla.
O quizá, más que cobardilla, vehemente, voraz e inadaptable
. No soporto la pérdida. No soporto la decadencia. No soporto crecer
. Me gustaría poder decir que, con los años, se aprende a convivir con el tiempo que te deshace, pero, la verdad, yo no he aprendido.
Y me temo que hay muchísima gente que es como yo.
Ya lo decía Oscar Wilde: “Lo peor no es envejecer; lo verdaderamente malo es que no se envejece”. Y con esto se refería a que no envejecemos por dentro, a que nos seguimos viendo siempre iguales, eternos Dorian Gray de tersas mejillas enfrentados al retrato pavoroso de nuestra carne cada vez más marchita, de modo que se va creando una disociación entre nuestro ser real y el yo ilusorio interior. Creo que la mayoría de los humanos somos inmaduros peterpanes.
Todas estas reflexiones algo lúgubres me las ha suscitado la tremenda historia de Brittany Maynard, la mujer estadounidense que, con 29 años y cáncer de cerebro terminal, se ha mudado con su familia al Estado de Oregón, en donde se permite la eutanasia.
Tiene previsto abandonar este mundo el 1 de noviembre; mientras escribo este artículo, que tardará dos semanas en publicarse, esta mujer sigue viva y está haciendo la formidable y heroica travesía de sus días finales.
Cuando lo lean ustedes, ya habrá desaparecido de este mundo. Un puñado de células que detienen su combustión y rápidamente decaen.
Una memoria, una voluntad, un deseo, esa ligera voluta de aire que es el yo, o el alma, o el espíritu, deshaciéndose en la bruma del atardecer.
En un abrir y cerrar de ojos, en fin, no queda nada
. No me extraña que las religiones hayan inventado tantos mundos de ultratumba, paraísos e infiernos, porque nos es insoportable asumir ese vacío.
“Os voy a echar mucho de menos”, he oído decir una y otra vez a los moribundos, incluso a los ateos, dirigiéndose a sus seres queridos. “Os voy a echar de menos”: el yo se empeña en seguir siendo contra toda razón.
Y en realidad eso es algo bello, porque demuestra que, mientras vives, eres
. Y cuando ya no vives, simplemente no eres. Si no nos angustia la oscuridad que precede a nuestro nacimiento, ¿por qué permitimos que nos angustie la que nos espera?
Eso sí, es crucial la manera en que la salida se produce.
En Occidente estamos batiendo récords de longevidad. Nunca tanta gente ha sido tan mayor en toda la historia de la Humanidad. Pero ¿a qué precio? La vejez extrema está siendo a menudo extremadamente penosa, solitaria, dolorosa, incapacitante
. La sociedad no está preparada para este aluvión de ancianos con achaques.
Necesitamos medios para ofrecer una vida más sana y más protegida a todos los mayores (es de justicia y también puro egoísmo, porque ese será nuestro futuro).
Que el entorno social sea lo suficientemente acogedor para que los viejos disfrutones y valientes como mis padres sigan extrayendo hasta la última gota de placer a la vida.
Pero también tenemos que regular la eutanasia, tenemos que formalizar y facilitar los protocolos de una muerte digna
. Porque puede haber muchas personas que no quieran seguir adelante en según qué condiciones.
La muerte puede ser una opción de la vida.
Una bella, emocionante, heroica opción, como lo ha demostrado esa mujer de Oregón tan joven, tan guapa, tan rodeada de amor, que ha sido capaz de tomar las riendas de su existencia, pese a todo. P @BrunaHusky
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La creación y la sordidez de Yves Saint Laurent................................................... Gregorio Belinchón
Su talento y su personalidad, rica y autodestructiva, son lo suficientemente atractivos como para que no se haya rodado un biopic sobre su vida… sino dos.
La primera, la canónica, la aprobada por el amante del modisto y cocreador del imperio YSL Pierre Bergé, ya se estrenó en Francia y España:Yves Saint Laurent resultaba tan clásica como monótona, un drama realizado para no molestar a nadie de la mano de un director, el también actor Jalil Lespert, sin grandes dotes para la cámara.
La segunda, la rebelde, la filmada a espaldas de Bergé, que amenazó con todo tipo de demandas —un enfado que no plasmó en los tribunales—, se titula Saint Laurent, la ha dirigido Bertrand Bonello, un realizador de mucho más peso creativo
. Parafraseando el vocabulario de la moda, Bonello iba a por la alta costura, mientras que Lespert se quedaba en el prêt-à-porter.
Sin embargo, su estreno en el certamen de Cannes ya deprimió a los espectadores
. Su búsqueda de ese algo más en la vida del diseñador, fallecido en junio de 2008, su ansia por crear belleza visual con la vida de un hombre inmensamente infeliz tampoco ha cuajado.
Y eso que contaba con mejores actores —empezando por el protagonista, Gaspard Ulliel, convincente en físico y tono—, con un coguionista de prestigio, Thomas Bidegain, escritor de los filmes de Jacques Audiard, y mayor concreción en el marco temporal de su largometraje, que se centra en la vida de artista de 1965 a 1976, aunque también muestra algunos momentos de sus últimos días de vida. Bonello, director de Casa de tolerancia y La pornógrafa, está en el festival de cine europeo de Sevilla, donde la película concursa en la sección Oficial, defendiendo con ardor su último largometraje.
“Hay muchos libros, incluso, claro, otra película, para que cada uno componga su imagen de Saint Laurent. ¿He sido fiel? Bueno, con todos esos elementos la gente crea su puzle
. Algunos optan por un punto de vista hiperrealista, yo creo más que mi trabajo es impresionista”. A Bonello le preocupaba la verdad más que la exactitud.
“El problema con Berger vino por ahí, porque él es muy puntilloso hasta extremos en que esconde lo que en verdad pasó
. Claro que me he documentado, he rodado un biopic, pero lo mío ante todo es un retrato”. Por la pantalla aparecen amantes, su dependencia del alcohol y las drogas, sus amigos y colaboradores, su activa vida social, mucha sordidez y tristeza, y, por supuesto, sus vestidos en pos de una mujer perfecta.
Bonello llama la atención sobre la desconexión que fue sufriendo a lo largo de su vida de los hechos políticos y sociales, en un hombre que siendo ya modista de fama volvió a su Argelia natal a cumplir el servicio militar durante la guerra de independencia: duró 20 días en el ejército.
“De ahí viene la secuencia en la que en pantalla vemos Mayo del 68, las manifestaciones por toda Europa o la invasión de Checoslovaquia y por otro su obra que se aleja de la calle”
. Varios personajes le hablan de esa lejanía, él mismo se define como un monstruo.
Como afirma el director, “Saint Laurent tenía la ambición como diseñador de dejar su huella, algo que ha logrado innegablemente, a pesar de que a veces él mismo se calificara de pintor frustrado”.
9 nov 2014
'Interstellar', el ambicioso viaje emocional de Christopher Nolan
'Interstellar' no deja de ser simplemente la historia de un padre que está dispuesto a hacer todo lo que esté en su mano para asegurar la supervivencia de sus hijos.
Todo eso se amplifica a la propia humanidad como resultado de su propio planteamiento -un muy estimulante futuro parcialmente postacapolíptico que, justo es reconocerlo, podría haber dado más de sí- y es cuando Nolan se olvida temporalmente de la odisea personal de un excelente Matthew McConaughey -atención a sus reacciones cuando ve de una sentada varios vídeos de sus hijos- cuando la película muestra mayores debilidades.
Ojo, 'Interstellar' es directa, intensa -su marca de fábrica para los diálogos no ha cambiado- y nunca cae en abstracciones complicadas -algo que agradecí muchísimo-, pero las cosas las explica una vez-y a veces ni eso- y si lo has cogido bien, pero luego sólo te dará nuevos detalles relevantes para lo que sucede en ese momentos.
Un gran espectáculo visual
Es evidente que ni siquiera Christopher Nolan iba a recibir 165 millones de dólares para hacer una cinta en la que el apartado visual carezca de importancia, pero me queda la sensación de que incluso ciertas líneas argumentales que se podrían haber eliminado funcionan bien dentro de lo que busca Nolan. Pienso por ejemplo en la aparición de un muy eficaz Matt Damon o en el escaso protagonismo de un casi testimonial Casey Affleck..
Además, no se abusa de forma innecesaria de los planos espaciales o con grandes efectos visuales. Todo está integrado en la historia y en el apartado técnico estamos ante una película irreprochable que no tiene problemas para poner en imágenes las ambiciosas ideas de Nolan. La clave, como pasa siempre, está en conectar con lo que sucede y, sobre todo, en el cómo está siendo contado. Es eso lo que determinará hasta qué punto vas a disfrutar o no con 'Interstellar', porque de nada te servirá la pericia mostrada por Nolan para el montaje paralelo durante el tramo final si lo que sucede te parece directamente absurdo.
Es justo en su último acto cuando 'Interstellar' apuesta abiertamente por crear sus propias reglas y terminar de definir su propia identidad, pero lo hace echando mano de un giro de guión un tanto polémico que simplemente compras o te repele
. Está claro que la predisposición cambia en función de lo que estés disfrutando hasta entonces -yo noté ciertos altibajos, pero, en general, todo me gustaba bastante-, pero nadie puede quitarle el mérito de arriesgar y hacer algo diferente llevando un poco más allá los límites de un blockbuster.
El fracaso o el éxito en su empeño es algo puramente subjetivo.
'Interstellar' no es lo mismo de siempre, tanto como relato de ciencia ficción como película de Christopher Nolan, pero tampoco es una de esas obras que se regodean en ser algo diferente y olvidan que hay que ser más que eso. Personalmente, aún seguiré dándole vueltas un poco más antes de terminar de determinar hasta qué punto me ha gustado, pero que lo ha hecho es innegable, sobre todo porque al fin vemos el lado más emocional de un director tan cerebral y encima sale más que airoso del envite. Eso sí, será mejor que juzguéis por vosotros mismos, que estoy convencido de que es la película de Nolan que provocará reacciones más enfrentadas. Avisados estáis.
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