30 oct 2014
Despecho, celos, venganza... y libros.....................................................................Winston Manrique Sabogal
Escritores, filósofos y especialistas abordan las causas y los efectos del tema del combate amoroso en la literatura. Varias obras coinciden en la mesa de novedades.
La venganza por despecho amoroso anida en algún rincón del corazón enmascarada de alivio al dolor.
Tres libros recientes dan fe: Gracias por este momento (Maeva), de Valérie Trierweiler, es el testimonio-castigo de la expareja del presidente francés, Francois Hollande; Palais de Justice (Galaxia Gutenberg), de José Ángel Valente, desvela pasajes privados de la vida del poeta; y Así empieza lo malo (Alfaguara), de Javier Marías, ejemplo de motivo esencial en una ficción.
La venganza en la literatura procede de dos estirpes: la primera como elemento inspirador y artístico, para iluminar zonas oscuras de la condición humana, y la otra, espuria, para saldar cuentas.
Según escritores, filósofos y especialistas, recurrir a la literatura como arma de despecho no suele dejar como resultado un buen libro, sí es, en cambio, un territorio fértil para, a partir de ahí, crear buenas obras.
Es la prueba de que la venganza no es un plato que se sirve frío sino hirviendo.
La literatura, afirma Rosa Montero, “aspira a encontrar el sentido del mundo, el sentido de la vida, el sentido del dolor; no puedes reducir esa búsqueda inmensa y esencial a la sucia, ridícula y, a menudo, mentecata pequeñez de una venganza amorosa”.
Nadie escapa a su tentación.
Ese rastro de llanto encolerizado de despecho está en la literatura, desde los clásicos griegos y romanos, la Biblia y Las mil y una noches, hasta El último encuentro, de Sándor Márai, y El túnel, de Ernesto Sábato; pasando por Otelo, de Shakespeare; o Cumbres borrascosas, de Emily Brönte.
De la estirpe más espuria procede uno de los libros más sonados en Francia esta temporada: Gracias por este momento, recién editado en España.
Ahí, Trierweiler intenta cumplir su promesa a Hollande: “Te destruiré”, luego de que este le confesara su infidelidad.
Ya en 2008 Francia había vivido un episodio parecido cuando Jean-Paul Enthoven publicó Lo mejor que tuvimos: él tenía un hijo llamado Raphael cuando se hizo amante de Carla Bruni.
Más tarde ella lo abandono para irse con Raphael, con quien tuvo un hijo antes de convertirse en la esposa de Nicolas Sarkozy.
Uno de los casos más parecidos al libro de Trierweiler, guardadas todas las distancias literarias, lo firmó Oscar Wilde en De profundis.
Cuando el autor inglés estuvo en la cárcel se sintó traicionado por su amante, Lord Alfred Douglas, y en 1897 le escribió una carta.
Un breve texto que nace del amor pero donde le recuerda el infortunio que le trajo y le reprocha ciertos comportamientos.
Despechos muy literarios
Medea y Fedra, de Eurípides.Las mil y una noches, Anónimo
Otelo, de William Shakespeare
Memorias de Leticia Valle, de Rosa Chacel.
Las amistades peligrosas, Choderlos de Laclos.
Cumbres borrascosas, de Emily Brönte.
El túnel, de Ernesto Sábato.
El último encuentro, de Sándor Márai
Arráncame la vida, de Ángeles Mastretta.
De profundis, de Oscar Wilde.
El gobierno de las emociones, de Victoria Camps.
Por qué duele el amor, de Eva Illouz.
La batalla de las cerezas. Mi historia de amor con Hannah Arendt, de Günther Anders.
La paradoja del amor, de Pascal Brukner.
Amo, luego existo. Los filósofos y el amor, de Manuel Cruz.
Las experiencias del deseo. Eros y misos, de Jesús Ferrero.
Lo que enseña la literatura clásica, asegura, “es que el vengador siempre está equivocado en los hechos que dan origen al acto vengativo.
A lo mejor porque el amor loco distorsiona la percepción y hace ver cosas que no ocurrieron”. Además de infructuosa, Jaramillo contradice la opinión de que la venganza es placentera, porque, “encima el vengador puede terminar derrotado por la culpa”.
Nadie escapa a su tentación.
Otra cosa es que el desarrollo de la civilización contenga a los individuos. ¿Y desde dónde viene o dónde nace esa pulsión?
Desde la misma infancia la persona ya está familiarizada con la dialéctica de la venganza y sus estrategias, en general, cuenta Jesús Ferrero, en Las experiencias del deseo. Eros y misos (Premio Anagrama de Ensayo 2009)
. Cuando en una obra literaria se detecta al vengador, dice Ferrero, “pronto nos identificamos con él, como si sospecháramos que el deleite que nos depara su venganza va a ser superior a cualquier otro placer literario.
Por más que la moral ponga reparos a semejante proceder, casi siempre estamos en disposición de enamorarnos del vengador y de disfrutar de su venganza, como viene a decir Fernando Savater en La infancia recuperada”.
Es el envés del gran sentimiento anhelado y buscado: el amor.
“Si aceptamos que la relación amorosa es la gran apuesta intersubjetiva del ser humano se entenderá que el fracaso de aquella pueda ser vivida por sus protagonistas como la mayor de las derrotas”, reflexiona el filósofo Manuel Cruz, autor de Amo, luego existo.
Los filósofos y el amor (Premio Espasa de Ensayo 2010). La razón estaría en que en el amor más intenso la gente se pone en manos del otro:
“Alcanzamos el grado máximo de la vulnerabilidad: Por eso nada nos daña tanto como su desprecio o su rechazo”.
La venganza queda así en la órbita errática del despecho como un elemento fértil para el escritor.
La poeta Clara Janés asegura que a ella todo le interesa pero para convertirlo en arte, en literatura. Todos los sentimientos le sirven de aprendizaje y de ejercicio, si logra crear “intensidad, belleza, profundidad y buena escritura”.
Ahora bien, detesta todo culebrón.
Desde adolescente le interesan seres como Medea y Fedra.
Arquetipos del mundo antiguo donde la mujer casada, recuerda el especialista Carlos García Gual, vivía sometida al marido, y en caso de traición o abandono debía resignarse, recobrando su dote en algún caso
. Pero el mito y la tragedia ilustraron a dos damas muy vengativas: Medea y Clitemnestra.
Venganza o despecho que, tal vez, afirma Cruz, sean estrategias de supervivencia por parte de quien se ve abandonado.
“Porque, en efecto, no tiene sentido culpar o responsabilizar a quien ha dejado de querernos: ¿qué otra cosa podría hacer, si le queda un resto de amor, que decirnos la verdad?
Pero asumir esto nos llevaría o a aceptar que la relación amorosa no responde a la lógica del intercambio (el llamado ‘absurdo’ del amor) o a asumir nosotros mismos la carga del fracaso, y casi con toda seguridad eso incrementara hasta lo insoportable el dolor (porque no podríamos evitar pensar: ¿cómo pudimos dejar escapar a alguien en quien nos iba la vida?)”.
Nadie escapa a su tentación.
Ni a creer que la venganza es un plato que se sirve frío, pero que Ferrero desmiente:
“Más parece un plato que se come hirviendo, que acelera las emociones y los latidos del corazón y crea continuos chisporroteos en la mente”.
¿Quién escapa a su zumbido?
Aunque, a veces, sean latidos convertidos en versos, como los de Darío Jaramillo, en su poema Venganza:
“Ahora tú, vuelta poema, / encasillada en versos que te nombran, / la hermosa, la innombrable, luminosa, / ahora tú, vuelta poema, / tu cuerpo, resplandor, / escarcha, desecho de palabra, / poema apenas tu cuerpo / prisionero en el poema, / vuelto versos que se leen en la sala, / tu cuerpo que es pasado / y es este poema / esta pobre venganza”.
La Capilla Sixtina renace con una nueva luz.................................................................. Pablo Ordaz
La impresión, tras tres años de trabajos y polémicas por el daño que la afluencia de turistas pudiera causar a los frescos, es la de una iluminación mucho más homogénea.
Hay algunas ocasiones en las que está justificado asistir a una
conferencia de prensa sin prestar demasiada atención a lo que se dice ni
a quién lo dice.
Una de ellas se produjo anoche.
Tras el cierre de los Museos Vaticanos, justo después de que se marchara el último de los 20.000 visitantes diarios, un grupo de periodistas tuvo el privilegio de asistir a la presentación de la nueva iluminación y el nuevo sistema de climatización de la Capilla Sixtina, esa “caja mágica” –en palabras de Antonio Paolucci, director de los museos—donde Miguel Ángel, Botticcelli, Pinturicchio, Perugino o Signorelli crearon el espacio artístico más importante de la historia y donde tiene lugar el Cónclave para elegir al Papa
. La primera impresión, tras tres años de trabajos y no pocas polémicas por el daño que la gran afluencia de turistas pudiera estar causando a los frescos, es la de una iluminación mucho más homogénea, que elimina las zonas de sombra que se producían hasta ahora
. “Se trata”, dijo Paolucci, “de una luz no elocuente, que permite admirar la Capilla Sixtina en toda su belleza”.
Pero incluso más que la iluminación instalada por Osram, que incluye 7.000 puntos de luz basados en lámparas led que permiten un gran ahorro energético y la mitad del calor que antes, lo que la Capilla Sixtina necesitaba desde hace tiempo era un sistema de climatización que ayudara a contrarrestar “la excesiva presión humana” que, como el propio director de los Museos Vaticanos denunció en 2010, estaba poniendo en peligro los frescos de los siglos XV y XVI.
El anterior sistema de ventilación, instalado en 1993, ya no daba abasto para proteger las obras de arte de los residuos de todo tipo –polvo, aliento, sudor, cabello, caspa, hilos de lana, fibras sintéticas— dejado por los turistas.
De hecho, durante el verano de 2010, 30 restauradores emplearon 20 noches en retirar “cantidades ingentes de materia y polvo” y constataron algunas señales de deterioro.
Ahora, según aseguró Paolucci y los técnicos de la multinacional estadounidense Carrier responsables del proyecto, el nuevo sistema garantiza que, siempre que no se rebase la cifra de 1.500 visitantes al mismo tiempo, ninguna partícula de polvo se deposite en los 2.500 metros cuadrados que ocupan los frescos y que se controlen también los niveles adecuados de anhídrido de carbono.
Pero todo esto no llamó a sorpresa porque ya se había anunciado, como también que la Unión Europea ha sufragado parte de los tres millones de euros que ha costado la nueva luz y el nuevo aire de la Capilla Sixtina
. Lo que, aunque sea un hecho incuestionable, sigue sorprendiendo cada vez es la belleza apabullante de la Capilla Sixtina.
Mientras hablaba Paolucci, gustándose en la solemnidad del momento y en su habilidad para construir frases redondas, los periodistas que asistieron al encuentro hacían esfuerzos por prestar atención a las palabras del director de los Museos Vaticanos o de los resposanbles de Osram o Carrier
. Allá arriba, como si no hubieran pasado cinco siglos, seguía celebrándose el Juicio Final.
Una de ellas se produjo anoche.
Tras el cierre de los Museos Vaticanos, justo después de que se marchara el último de los 20.000 visitantes diarios, un grupo de periodistas tuvo el privilegio de asistir a la presentación de la nueva iluminación y el nuevo sistema de climatización de la Capilla Sixtina, esa “caja mágica” –en palabras de Antonio Paolucci, director de los museos—donde Miguel Ángel, Botticcelli, Pinturicchio, Perugino o Signorelli crearon el espacio artístico más importante de la historia y donde tiene lugar el Cónclave para elegir al Papa
. La primera impresión, tras tres años de trabajos y no pocas polémicas por el daño que la gran afluencia de turistas pudiera estar causando a los frescos, es la de una iluminación mucho más homogénea, que elimina las zonas de sombra que se producían hasta ahora
. “Se trata”, dijo Paolucci, “de una luz no elocuente, que permite admirar la Capilla Sixtina en toda su belleza”.
Pero incluso más que la iluminación instalada por Osram, que incluye 7.000 puntos de luz basados en lámparas led que permiten un gran ahorro energético y la mitad del calor que antes, lo que la Capilla Sixtina necesitaba desde hace tiempo era un sistema de climatización que ayudara a contrarrestar “la excesiva presión humana” que, como el propio director de los Museos Vaticanos denunció en 2010, estaba poniendo en peligro los frescos de los siglos XV y XVI.
El anterior sistema de ventilación, instalado en 1993, ya no daba abasto para proteger las obras de arte de los residuos de todo tipo –polvo, aliento, sudor, cabello, caspa, hilos de lana, fibras sintéticas— dejado por los turistas.
De hecho, durante el verano de 2010, 30 restauradores emplearon 20 noches en retirar “cantidades ingentes de materia y polvo” y constataron algunas señales de deterioro.
Ahora, según aseguró Paolucci y los técnicos de la multinacional estadounidense Carrier responsables del proyecto, el nuevo sistema garantiza que, siempre que no se rebase la cifra de 1.500 visitantes al mismo tiempo, ninguna partícula de polvo se deposite en los 2.500 metros cuadrados que ocupan los frescos y que se controlen también los niveles adecuados de anhídrido de carbono.
Pero todo esto no llamó a sorpresa porque ya se había anunciado, como también que la Unión Europea ha sufragado parte de los tres millones de euros que ha costado la nueva luz y el nuevo aire de la Capilla Sixtina
. Lo que, aunque sea un hecho incuestionable, sigue sorprendiendo cada vez es la belleza apabullante de la Capilla Sixtina.
Mientras hablaba Paolucci, gustándose en la solemnidad del momento y en su habilidad para construir frases redondas, los periodistas que asistieron al encuentro hacían esfuerzos por prestar atención a las palabras del director de los Museos Vaticanos o de los resposanbles de Osram o Carrier
. Allá arriba, como si no hubieran pasado cinco siglos, seguía celebrándose el Juicio Final.
Jordi Savall renuncia al Premio Nacional de Música
El músico rechaza el galardón en desacuerdo con la política cultural del Gobierno español.
El músico, director y compositor Jordi Savall (Igualada, Barcelona 1941), ha rechazado el Premio Nacional de Música,
en la modalidad de composición, concedido por el Ministerio de
Educación, Cultura y Deporte valorado en 30.000 euros.
Los motivos del músico responden a sus discrepancias con la política cultural del ministerio, dirigido por José Ignacio Wert, según publica la agencia Efe.
Savall, que hace sólo dos semanas fue distinguido con la Medalla de Oro del Parlamento de Cataluña, lo ha comunicado esta mañana al secretario de Estado de Cultura, José María Lassalle, y después ha hecho pública su decisión en una carta abierta.
En la misiva explica que ha agradecido el premio pero que no podía aceptarlo para "no traicionar sus principios y sus convicciones más íntimas", puesto que la distinción procede de la principal institución del Estado responsable del "dramático desinterés y de la grave incompetencia en la defensa y la promoción del arte y de sus creadores".
También ha considerado "insuficientes" los esfuerzos y las inversiones que el Gobierno destina al mundo de las artes y la cultura en general y, en particular, por mantener en el olvido una parte esencial de la cultura: el patrimonio musical hispánico milenario
.
Los motivos del músico responden a sus discrepancias con la política cultural del ministerio, dirigido por José Ignacio Wert, según publica la agencia Efe.
Savall, que hace sólo dos semanas fue distinguido con la Medalla de Oro del Parlamento de Cataluña, lo ha comunicado esta mañana al secretario de Estado de Cultura, José María Lassalle, y después ha hecho pública su decisión en una carta abierta.
En la misiva explica que ha agradecido el premio pero que no podía aceptarlo para "no traicionar sus principios y sus convicciones más íntimas", puesto que la distinción procede de la principal institución del Estado responsable del "dramático desinterés y de la grave incompetencia en la defensa y la promoción del arte y de sus creadores".
También ha considerado "insuficientes" los esfuerzos y las inversiones que el Gobierno destina al mundo de las artes y la cultura en general y, en particular, por mantener en el olvido una parte esencial de la cultura: el patrimonio musical hispánico milenario
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