Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

11 oct 2014

Condición de sublime......................................................... Javier Ocaña

La película es bellísima en su tratamiento de la luz y del sonido.

 

Los actores Haluk Bilginen y Melisa Sözen, en 'Winter Sleep'.

Pocos artistas se atreven a partir en busca de lo sublime y no sólo de lo bello; de lo duradero, de lo complejo, de lo trascendente; de la conmoción, pero amparada siempre en la sencillez
. Pocos artistas se atreven y aún menos lo logran.
 El turco Nuri Bilge Ceylan, cineasta físico, cineasta moral, fotógrafo del paisaje interior del ser humano, de su estado de ánimo, tras apuntar con Lejano, Los climas, Tres monos y Érase una vez en Anatolia, todas ellas galardonadas en Cannes, lo ha logrado con la inmensa Winter Sleep, Palma de Oro, premio mayor
. Eso sí, como decía Kant, “las sensaciones de lo sublime tensan más las fuerzas del alma y por eso fatigan antes”, y la película, siempre muy arriba, exige compromiso por la otra parte, por la nuestra, en tres horas y cuarto de intensidad temática, ética y emocional, de diálogos entre dos personas de hasta 25 minutos sin pausa; apasionantes en la calma que esconde el tormento, interesantes como categoría entre la ética y la estética, pero complejos, al fin. Bendita complejidad.

Winter Sleep

Dirección: Nuri Bilge Ceylan.
Intérpretes: Haluk Bilginer, Melisa Sözen, Demet Akbag, Ayberk Pekcan, Serhat Mustafa.
Género: drama. Turquía, 2014.
Duración: 195 minutos.
La niebla que envuelve a las personas en un velo estaba considerada en la pintura del siglo XVIII símbolo tanto de la lejanía de Dios y de la tentación, como de la melancolía.
El plano con el que Ceylan abre la película remite a aquella pintura, a su sublimación, a Friedrich y su Caminante sobre un mar de nubes: el protagonista, un ex actor, hotelero y columnista de prensa, un ilustrado entre ciudadanos a pie de calle, un orgulloso con sentido de la intelectualidad que degenera en la soberbia, a la manera de los personajes de Bergman, va a sufrir una catarsis a partir de un hecho aparentemente inocuo: la pedrada de niño a su coche en marcha.
 Un incidente que remite a Dostoievski y a Los hermanos Karamazov, a su indagación de los extraños caminos que separan el bien del mal, con el que el director acaba reflexionando sobre asuntos tan profundos como el arrepentimiento, el orgullo, la vergüenza, la ira, la humillación y la espiritualidad. Y, desde luego, no en su superficie, sino apuntando a la esencia de todos ellos.
Y así, el trono de nuestro protagonista (“mi reino es pequeño, pero al menos soy el rey”), asentado en la confianza en sí mismo, se resquebraja. Bellísima en su tratamiento de la luz y del sonido (esa lluvia que puntea ciertas conversaciones), Winter sleep es una obra mayor que, como lo sublime, apunta a la eternidad y a la infinitud.

Expertos europeos señalan que el Carlos III no es un centro “adecuado”.................................. Elena G. Sevillano

Miembros del Centro Europeo de Prevención y Control de Enfermedades visitan el hospital.

Imagen de sanitarios en el interior de una habitación destinada a los aislados en el hospital Carlos III. / PEDRO ARMESTRE (AFP)

Las instalaciones del hospital Carlos III, en el que permanece ingresada Teresa Romero, la auxiliar de enfermería contagiada de ébola desde el lunes pasado y otras 16 personas en observación, no cumple las características necesarias para enfrentarse a una emergencia de este tipo.
 Así lo han comprobado expertos del Centro Europeo de Prevención y Control de Enfermedades (ECDC) tras visitar el hospital.
"La infraestructura actual no está diseñada para cubrir este tipo de emergencias", aseguran fuentes sanitarias a partir del informe realizado por estos especialistas.
 El ECDC envió hace unos días a Madrid a dos de sus expertos para ayudar a las autoridades sanitarias españolas a investigar lo sucedido y a comprobar si los protocolos y las medidas de seguridad se estaban cumpliendo.
Los inspectores visitaron el hospital los días 9, 10 y 11 de octubre y hoy han emitido sus conclusiones preliminares.
 La actuación de los profesionales del servicio de medicina interna y de medicina tropical "es correcta y se ajusta a los protocolos establecidos", afirman.

También añaden que "en el mejor de los niveles de protección siempre puede haber un accidente. En este caso se puede hablar de accidente fortuito de muy baja probabilidad haciéndose las cosas correctamente". En cuanto a la protección de los profesionales, los expertos del ECDC aseguran que es "la adecuada".
Finalmente, sobre la infraestructura, que no consideran adecuada, añaden esta consideración: "Las actuaciones que se han llevado a cabo y continúan realizándose en la actualidad tienden a mejorarlas".
 La dirección del centro aseguró ayer a los sindicatos que ya ha tomado la decisión de instalar cámaras que graben --no como ahora, que no registran las imágenes, tal y como contó este diario-- incluso en las esclusas, esas pequeñas estancias donde los trabajadores se quitan los trajes de protección sucios
. Otro de los compromisos del hospital fue ampliar estas esclusas, de apenas un metro cuadrado y que los sanitarios han criticado porque la estrechez impide los movimientos y dificulta la maniobra de retirada de los equipos de protección.

 

El fin del mundo..................................................Boris Izaguirre

Solo a Ana Mato se le ocurre comparecer sobre algo tan grave como el ébola como si fuera Valentino recibiendo a unos amigos en su yate.

La ministra Ana Mato, durante su rueda de prensa del lunes sobre el ébola. / Claudio Alvarez

En casa estamos haciendo las maletas para viajar a Miami.
Debido a los acontecimientos de esta semana, esperamos un recibimiento en el aeropuerto confinados en una cámara de aislamiento mientras comprueban que no nos hemos saltado ningún protocolo y no transportamos virus peligrosos desde Madrid.
Mientras empacamos, revisamos algunos momentos de esta semana de epidemia y fin del mundo.
 Lo primero es recordar a la ministra de Sanidad durante la rueda de prensa para explicar el primer caso de ébola en Europa, con un bronceado que parecía querer resaltar el buen estado de su tiempo libre o de su envidiable colección de cremas bronceadoras.
 Ana Mato parece un alma predecible, pero siempre nos sorprende un poco más. Solo a ella se le ocurre comparecer sobre algo tan complejo y grave como si fuera Valentino recibiendo a unos amigos en su yate, prolongando el verano en octubre.
 ¿Se puede afrontar una crisis sanitaria con ese bronceado? Pues sí, ella puede.
“El ébola en nuestras vidas y la ministra a su bola”, comentaron en un popular centro de bronceado de la calle de Génova.
 Quizás se pueda decir de la ministra de Sanidad, Ana Mato, que esta nueva crisis confirma el que sea una mujer que tarda en darse cuenta de las cosas, ¡vamos! que tarda en caer de la burra.
 Todos recordamos que ella no sabía que el Jaguar que su exmarido guardaba en el garaje era un regalo de unos amigos vinculados a la trama Gürtel.
 “¡El coche era descapotable y por eso el bronceado que luce!”. Mato también tardó en darse cuenta de que las sensacionales fiestas de sus hijos eran otros regalos de la misma mafia.
 La achicharrada ministra seguramente imagina que muchos la consideran la presidenta del club de esposas que no saben nada de lo que hacen sus maridos
. Aunque Mato ha tenido que divorciarse, no ha cambiado de forma de vestir y peinarse en los últimos 17 años.
 Tampoco va a cambiar ahora de manera de actuar
. Y será precisamente esa destartalada parsimonia lo que la sostenga en su cargo. Seguramente un algo retorcido Rajoy disfrute de ese rasgo de la ministra amiga más que de su perpetuo bronceado.
Gürtel se perpetúa
. Por cierto, también fue un lío de trajes. Como ahora lo es la crisis del ébola.
En el caso Gürtel los de la trama los regalaban en una sastrería de nombre Forever Young, mientras los del ébola se necesitan tres para evitar el contagio.
 A la enfermera afectada pudo alcanzarle la enfermedad al no tener bien ajustados los puños o al rozarse con los guantes. A Javier Rodríguez, el consejero de Sanidad de Madrid, le sorprendió en una entrevista con Ana Rosa Quintana “que haya habido un fallo al quitarse el traje
. Para explicar cómo ponerse o quitarse un traje no hace falta un máster
. Para ser ministra tampoco.
La crisis del ébola coincide con el regreso de las lluvias y la colocación de banderitas de la Cruz Roja, una tradición muy afín a la familia real que no ha logrado paliar la crisis económica, pero sí ha conseguido que el Rey Emérito y las Reinas se encontraran finalmente en plena calle y trabajando. Tiene su lógica.
 Porque pasar de rey en activo a emérito, aunque te chafe un poco al principio, te da alas, y más libertad de movimientos.
 Don Juan Carlos parece encantado con su tiempo libre, morcillas en Burgos, toros por aquí y banderitas por allá
. Los actuales Reyes, Felipe y Letizia, ocupados en hacerse selfies y promoción, han tenido que enfrentar el cese del histórico señor Spottorno por formar parte del privilegiado grupo de usuarios de tarjetas opacas de Bankia. Tras una reunión en palacio, suponemos que con Letizia reina muy pendiente y aliviada con el resultado, Spottorno dijo bye bye, avanzando que su uso de la tarjeta mágica había sido dentro de los parámetros establecidos.
Avance o no el ébola, Isabel Pantoja continúa en su lucha por recaudar un millón largo de euros, sin tener que vender ninguna de sus propiedades, para esquivar la cárcel
. Es la otra crisis que nos tiene en vilo. Julián Muñoz fue un virus para la reina de la copla
. La sobrina, Anabel Pantoja, intentó reunir una cantidad de dinero a golpe de WhatsApp, pero terminaron regañándola y acudió muy seria a su cita de maquillaje y peluquería en Telecinco.
 Su prima, Chabelita, sabe que todo pasa, todo sigue y nada te mata, ya que ella vive como si llevase tres trajes protectores. “Chabelita no está en la realidad”, dijo una compañera de programa en la misma sala.
Chabelita, en persona, tiene el pelo casi tan naranja como la cara de Ana Mato
. Así como a Mato la protege el presidente del Gobierno, a Chabelita la cela y vigila Chema.
Chema se sienta a su lado, vestido como si fuera Kevin Costner trabajando en Priscilla el musical, y no separa los ojos de su móvil.
Mientras les saludé, Chema resolvió unos treinta tuitssolo con el pulgar derecho. Quizás sería buena idea que ayude en la gestión de la crisis sanitaria.
“Es el fin del mundo”, dice la canción de Chico y Chica.
  “Puede que caiga en sábado. O caiga el domingo. Y ¿qué te vas a poner?” Sabemos que los trajes protectores fallan.
 Yo me pido el bronceador de Ana Mato, que aguanta todo.

 

Marina Castaño, sin honores ni fortuna.......................................................... Silvia R. Pontevedra

Camilo José Cela Conde gana la batalla por el legado de su padre 12 años después.

 

Marina Castaño, camino a la Fundación Camilo José Cela, situada en Padrón (A Coruña), en 2010. / Patricia Santos

"El que resiste, gana”. El viejo Nobel repetía una y otra vez su lema para aleccionar a Marina Castaño, su jovencísima esposa y administradora de su fortuna
. Pero él ha tenido que esperar a morir para ganar.
 En la batalla por el legado del escritor al final han vencido los dos Celas, hijo y padre.
 El último, que murió en 2002 técnicamente insolvente, ha visto cumplido su deseo desde el otro mundo, puesto que su viuda queda fuera de la Fundación Camilo José Cela.
 El propio escritor así lo dejó establecido en el caso de que ella volviera a casarse. Como consecuencia de este triunfo sale también beneficiada su nieta Camila, de 25 años, que no conoció al abuelo del que, hasta el momento, solo había heredado un nombre y unos poderosos genes que saltan a la vista.
Castaño —40 años más joven que el finado y 11 menor que el legítimo heredero, que ya ha cumplido 68— ha perdido en poco tiempo los honores y buena parte de su fortuna.
 La Xunta de Galicia le arrebató el título de presidenta de honor de la Fundación Camilo José Cela y esta semana el Tribunal Supremo la condenó a entregar al hijo del escritor las tres cuartas partes de su fortuna, 3,9 millones para quien también recibirá 1,18 millones de la fundación gallega que ahora es pública, después de que en 2010 la Xunta interviniese para rescatarla de la agonía contable a la que una gestión nefasta la había abocado
. El Supremo, en cambio, permite a Marina Castaño seguir disfrutando de los derechos de autor de un escritor cuyos libros siguen siendo lectura obligatoria para los estudiantes de Secundaria.
A Marina Castaño las cosas no le van bien en lo que se refiere a su patrimonio pero dice haber encontrado el amor junto al cirujano Enrique Puras, convertido en su tercer marido desde junio.
 Pero a causa de este matrimonio, ha perdido oficialmente su condición de viuda del marqués o, como ella gusta de presumir, “marquesa viuda” (un título huero que además, comentan fuentes de la familia Cela, “no existe en España”).

Pero las vías de agua en la azarosa vida de Marina Castaño no se acaban aquí. Precisamente la gestión del legado de Cela, salvado del naufragio con dinero público, está siendo investigada ahora por un juzgado de Padrón después de que el fiscal de Santiago, Álvaro García Ortiz —el mismo que asumió el caso de otro hundimiento, el del Prestige—, denunciase a Castaño y al gerente de la fundación
, Tomás Cavanna, por presunta “malversación, estafa, apropiación indebida y fraude”.
En Padrón, donde se declaró persona non grata a la viuda, esperan impacientes a que la juez la cite “en breve” en calidad de imputada.
Sobre todo, lo espera Lola Ramos, una vecina indignada que se hartó durante una década de enviar dossieres a Manuel Fraga, entonces presidente de la Xunta, al actual presidente de la comunidad autónoma, Núñez Feijóo y hasta el mismísimo rey Juan Carlos.
 En su lucha por denunciar lo que estaba sucediendo alrededor del legado del Nobel, recorrió platós de televisión y terminó empeñando hasta su patrimonio —vendió su coche—, pero
al fin, después de ver cómo todas las puertas se le cerraban, se topó con el fiscal Álvaro García Ortiz. Fue él quien vio “materia penal” en las presuntas maniobras de Marina Castaño, a quien acusa de embolsarse, a través de la sociedad interpuesta Lengua y Literatura (AIE), el IVA de las millonarias ayudas públicas que recibía la fundación.
Marina Castaño, viuda de Camilo José Cela, con su actual marido. / p. suárez (cordon press)
La vecina de Iria, que vive en la acera de enfrente de la fundación y a unos 30 metros del olivo bajo el que yacen los huesos del Nobel, recibió hace años la recomendación de su abogada de que no siguiera batallando después de que se archivara la causa en un juzgado de Madrid.
 “Esto nunca va a prosperar porque los Cela están muy protegidos”.
Pero la turbiedad fue aflorando. Marina Castaño había hecho de la sede de la fundación “su cortijo”, asegura un exempleado de los que se atrevieron a denunciar en 2009 el deterioro que sufría el tesoro legado por Cela, hoy valorado en casi 12 millones.
 Tanto que incluso, según la denuncia de Ramos, la viuda tenía chófer en Madrid pagado con dinero público, “a costa de la institución sin ánimo de lucro”.
Los extrabajadores destaparon en su día miserias.
 Sucesivas inundaciones hicieron peligrar la cámara blindada que custodiaba 58 obras manuscritas del autor; el gerente, para proteger los cuadros de la humedad, había mandado aislarlos con plástico y no transpiraban
. Una foto con un termómetro incluido demostraba que las tablas del siglo XIII, colgadas sobre un radiador, soportaban 65 grados de temperatura
. No era ninguna broma lo que estaba en juego, porque la de Camilo José Cela es la fundación de autor más rica de España, con 61.700 libros, 95.000 cartas de 13.000 escritores, manuscritos de grandes autores como Baroja o Lorca, y 529 obras de pintores célebres, incluidos 12 picassos, siete mirós y ocho zabaletas.
 Mientras tanto, los empleados se quejaban de que el gerente les ordenaba llevar a sus perros a la peluquería.
Marina, que conoció a Cela cuando ella no tenía más que 27 años, se jacta de haber enseñado al hombre huraño a amar.
 “Yo le enseñé a decir te quiero. No lo había dicho nunca. No se había enamorado nunca”, aseguraba en una entrevista
. Su hijo, Camilo José Cela Conde, sabe que no es así porque guarda como una joya las cartas de amor que el escritor enviaba a su madre, Rosario Conde, la primera esposa del novelista.
“No las puede publicar porque depende del permiso de la titular de los derechos de autor, que también cobraría por ellos”, cuenta el abogado del vástago de Cela, Miquel Capellá. Pero al margen de esta espina que lleva clavada, Cela Conde considera “una de las mayores alegrías” de su vida la última sentencia del Supremo.
“Bien está lo que bien acaba”, dice, aunque perdiera entre tanto 12 años y “mucho pelo”.
Hace unos días, algunos medios publicaban que Marina Castaño había puesto a la venta por siete millones de euros el lujoso chalé de Puerta de Hierro que pagó Cela para vivir con ella
. Allí se casó con él en 1991, y una vez muerto, también allí celebró los esponsales de Laura, fruto de su primer matrimonio con un marino, y su propia boda con Puras.
 Ella niega que desee desprenderse de la propiedad.
Cela nunca tuvo gran apego por aquella casa. Y a juzgar por los estatutos de su fundación, tampoco albergaba grandes esperanzas en que su mujer siguiese perpetuamente viuda.
El hijo del escritor (izquierda) junto a su abogado.
Que el conflicto entre Marina Castaño y el hijo del escritor iba a estallar tras su muerte, en 2002, no pilló a nadie por sorpresa.
 Se vio el día del entierro. En una tensa jornada en la que incluso hubo que limar la sepultura porque el ataúd no cabía, la viuda intentó apartar al hijo y heredero legítimo del difunto.
“Sé bien que me estoy muriendo, pero no de vejez sino de amor”, se recitaba en la ceremonia celebrada en el camposanto de Adina (Iria Flavia)
. Aquel lluvioso 19 de enero todo indicaba que la dueña de la gran fortuna del autor polémico y universal sería para siempre la locutora coruñesa Marina Concepción Castaño López.
 No había transcurrido más de un mes, cuando Fraga, violando con descaro la voluntad del escritor, nombró a Castaño presidenta de la fundación.
 El artículo 13 de sus estatutos establecía que ella sería miembro nato y vicepresidenta (que no presidenta) mientras fuese “legítima esposa” o “viuda sin cambiar de estado o haber pactado obediencia a terceros”.
 Cela había dispuesto todo para asegurarse que si su viuda iniciaba otra relación sentimental quedara excluida.
Pero la junta presidida por Feijó, después de intervenir la fundación en 2010, halló ahí la vía para apartar a Castaño, considerada como “el gran problema”.
 Hubo que hacer encaje de bolillos, pero al final se aprobaron unos nuevos estatutos que la mencionaban en el artículo 17.
 En cuanto dejase de ser la viuda del marqués de Iria Flavia tendría que dejar la silla libre
. “Se cumplió la voluntad del escritor”, dicen desde la Xunta de Galicia. Marina, derrotada, se fue. Llevaba por estandarte la sortija de pedida con nueve brillantes que le regaló su novio.