Solo a Ana Mato se le ocurre comparecer sobre algo tan grave como el ébola como si fuera Valentino recibiendo a unos amigos en su yate.
En casa estamos haciendo las maletas para viajar a Miami.
Debido a los acontecimientos de esta semana, esperamos un recibimiento en el aeropuerto confinados en una cámara de aislamiento mientras comprueban que no nos hemos saltado ningún protocolo y no transportamos virus peligrosos desde Madrid.
Mientras empacamos, revisamos algunos momentos de esta semana de epidemia y fin del mundo.
Lo primero es recordar a la ministra de Sanidad durante la rueda de prensa para explicar el primer caso de ébola en Europa, con un bronceado que parecía querer resaltar el buen estado de su tiempo libre o de su envidiable colección de cremas bronceadoras.
Ana Mato parece un alma predecible, pero siempre nos sorprende un poco más. Solo a ella se le ocurre comparecer sobre algo tan complejo y grave como si fuera Valentino recibiendo a unos amigos en su yate, prolongando el verano en octubre.
¿Se puede afrontar una crisis sanitaria con ese bronceado? Pues sí, ella puede.
“El ébola en nuestras vidas y la ministra a su bola”, comentaron en un popular centro de bronceado de la calle de Génova.
Quizás se pueda decir de la ministra de Sanidad, Ana Mato, que esta nueva crisis confirma el que sea una mujer que tarda en darse cuenta de las cosas, ¡vamos! que tarda en caer de la burra.
Todos recordamos que ella no sabía que el Jaguar que su exmarido guardaba en el garaje era un regalo de unos amigos vinculados a la trama Gürtel.
“¡El coche era descapotable y por eso el bronceado que luce!”. Mato también tardó en darse cuenta de que las sensacionales fiestas de sus hijos eran otros regalos de la misma mafia.
La achicharrada ministra seguramente imagina que muchos la consideran la presidenta del club de esposas que no saben nada de lo que hacen sus maridos
. Aunque Mato ha tenido que divorciarse, no ha cambiado de forma de vestir y peinarse en los últimos 17 años.
Tampoco va a cambiar ahora de manera de actuar
. Y será precisamente esa destartalada parsimonia lo que la sostenga en su cargo. Seguramente un algo retorcido Rajoy disfrute de ese rasgo de la ministra amiga más que de su perpetuo bronceado.
Gürtel se perpetúa
. Por cierto, también fue un lío de trajes. Como ahora lo es la crisis del ébola.
En el caso Gürtel los de la trama los regalaban en una sastrería de nombre Forever Young, mientras los del ébola se necesitan tres para evitar el contagio.
A la enfermera afectada pudo alcanzarle la enfermedad al no tener bien ajustados los puños o al rozarse con los guantes. A Javier Rodríguez, el consejero de Sanidad de Madrid, le sorprendió en una entrevista con Ana Rosa Quintana “que haya habido un fallo al quitarse el traje
. Para explicar cómo ponerse o quitarse un traje no hace falta un máster”
. Para ser ministra tampoco.
La crisis del ébola coincide con el regreso de las lluvias y la colocación de banderitas de la Cruz Roja, una tradición muy afín a la familia real que no ha logrado paliar la crisis económica, pero sí ha conseguido que el Rey Emérito y las Reinas se encontraran finalmente en plena calle y trabajando. Tiene su lógica.
Porque pasar de rey en activo a emérito, aunque te chafe un poco al principio, te da alas, y más libertad de movimientos.
Don Juan Carlos parece encantado con su tiempo libre, morcillas en Burgos, toros por aquí y banderitas por allá
. Los actuales Reyes, Felipe y Letizia, ocupados en hacerse selfies y promoción, han tenido que enfrentar el cese del histórico señor Spottorno por formar parte del privilegiado grupo de usuarios de tarjetas opacas de Bankia. Tras una reunión en palacio, suponemos que con Letizia reina muy pendiente y aliviada con el resultado, Spottorno dijo bye bye, avanzando que su uso de la tarjeta mágica había sido dentro de los parámetros establecidos.
Avance o no el ébola, Isabel Pantoja continúa en su lucha por recaudar un millón largo de euros, sin tener que vender ninguna de sus propiedades, para esquivar la cárcel
. Es la otra crisis que nos tiene en vilo. Julián Muñoz fue un virus para la reina de la copla
. La sobrina, Anabel Pantoja, intentó reunir una cantidad de dinero a golpe de WhatsApp, pero terminaron regañándola y acudió muy seria a su cita de maquillaje y peluquería en Telecinco.
Su prima, Chabelita, sabe que todo pasa, todo sigue y nada te mata, ya que ella vive como si llevase tres trajes protectores. “Chabelita no está en la realidad”, dijo una compañera de programa en la misma sala.
Chabelita, en persona, tiene el pelo casi tan naranja como la cara de Ana Mato
. Así como a Mato la protege el presidente del Gobierno, a Chabelita la cela y vigila Chema.
Chema se sienta a su lado, vestido como si fuera Kevin Costner trabajando en Priscilla el musical, y no separa los ojos de su móvil.
Mientras les saludé, Chema resolvió unos treinta tuitssolo con el pulgar derecho. Quizás sería buena idea que ayude en la gestión de la crisis sanitaria.
“Es el fin del mundo”, dice la canción de Chico y Chica.
“Puede que caiga en sábado. O caiga el domingo. Y ¿qué te vas a poner?” Sabemos que los trajes protectores fallan.
Yo me pido el bronceador de Ana Mato, que aguanta todo.
Debido a los acontecimientos de esta semana, esperamos un recibimiento en el aeropuerto confinados en una cámara de aislamiento mientras comprueban que no nos hemos saltado ningún protocolo y no transportamos virus peligrosos desde Madrid.
Mientras empacamos, revisamos algunos momentos de esta semana de epidemia y fin del mundo.
Lo primero es recordar a la ministra de Sanidad durante la rueda de prensa para explicar el primer caso de ébola en Europa, con un bronceado que parecía querer resaltar el buen estado de su tiempo libre o de su envidiable colección de cremas bronceadoras.
Ana Mato parece un alma predecible, pero siempre nos sorprende un poco más. Solo a ella se le ocurre comparecer sobre algo tan complejo y grave como si fuera Valentino recibiendo a unos amigos en su yate, prolongando el verano en octubre.
¿Se puede afrontar una crisis sanitaria con ese bronceado? Pues sí, ella puede.
“El ébola en nuestras vidas y la ministra a su bola”, comentaron en un popular centro de bronceado de la calle de Génova.
Quizás se pueda decir de la ministra de Sanidad, Ana Mato, que esta nueva crisis confirma el que sea una mujer que tarda en darse cuenta de las cosas, ¡vamos! que tarda en caer de la burra.
Todos recordamos que ella no sabía que el Jaguar que su exmarido guardaba en el garaje era un regalo de unos amigos vinculados a la trama Gürtel.
“¡El coche era descapotable y por eso el bronceado que luce!”. Mato también tardó en darse cuenta de que las sensacionales fiestas de sus hijos eran otros regalos de la misma mafia.
La achicharrada ministra seguramente imagina que muchos la consideran la presidenta del club de esposas que no saben nada de lo que hacen sus maridos
. Aunque Mato ha tenido que divorciarse, no ha cambiado de forma de vestir y peinarse en los últimos 17 años.
Tampoco va a cambiar ahora de manera de actuar
. Y será precisamente esa destartalada parsimonia lo que la sostenga en su cargo. Seguramente un algo retorcido Rajoy disfrute de ese rasgo de la ministra amiga más que de su perpetuo bronceado.
Gürtel se perpetúa
. Por cierto, también fue un lío de trajes. Como ahora lo es la crisis del ébola.
En el caso Gürtel los de la trama los regalaban en una sastrería de nombre Forever Young, mientras los del ébola se necesitan tres para evitar el contagio.
A la enfermera afectada pudo alcanzarle la enfermedad al no tener bien ajustados los puños o al rozarse con los guantes. A Javier Rodríguez, el consejero de Sanidad de Madrid, le sorprendió en una entrevista con Ana Rosa Quintana “que haya habido un fallo al quitarse el traje
. Para explicar cómo ponerse o quitarse un traje no hace falta un máster”
. Para ser ministra tampoco.
La crisis del ébola coincide con el regreso de las lluvias y la colocación de banderitas de la Cruz Roja, una tradición muy afín a la familia real que no ha logrado paliar la crisis económica, pero sí ha conseguido que el Rey Emérito y las Reinas se encontraran finalmente en plena calle y trabajando. Tiene su lógica.
Porque pasar de rey en activo a emérito, aunque te chafe un poco al principio, te da alas, y más libertad de movimientos.
Don Juan Carlos parece encantado con su tiempo libre, morcillas en Burgos, toros por aquí y banderitas por allá
. Los actuales Reyes, Felipe y Letizia, ocupados en hacerse selfies y promoción, han tenido que enfrentar el cese del histórico señor Spottorno por formar parte del privilegiado grupo de usuarios de tarjetas opacas de Bankia. Tras una reunión en palacio, suponemos que con Letizia reina muy pendiente y aliviada con el resultado, Spottorno dijo bye bye, avanzando que su uso de la tarjeta mágica había sido dentro de los parámetros establecidos.
Avance o no el ébola, Isabel Pantoja continúa en su lucha por recaudar un millón largo de euros, sin tener que vender ninguna de sus propiedades, para esquivar la cárcel
. Es la otra crisis que nos tiene en vilo. Julián Muñoz fue un virus para la reina de la copla
. La sobrina, Anabel Pantoja, intentó reunir una cantidad de dinero a golpe de WhatsApp, pero terminaron regañándola y acudió muy seria a su cita de maquillaje y peluquería en Telecinco.
Su prima, Chabelita, sabe que todo pasa, todo sigue y nada te mata, ya que ella vive como si llevase tres trajes protectores. “Chabelita no está en la realidad”, dijo una compañera de programa en la misma sala.
Chabelita, en persona, tiene el pelo casi tan naranja como la cara de Ana Mato
. Así como a Mato la protege el presidente del Gobierno, a Chabelita la cela y vigila Chema.
Chema se sienta a su lado, vestido como si fuera Kevin Costner trabajando en Priscilla el musical, y no separa los ojos de su móvil.
Mientras les saludé, Chema resolvió unos treinta tuitssolo con el pulgar derecho. Quizás sería buena idea que ayude en la gestión de la crisis sanitaria.
“Es el fin del mundo”, dice la canción de Chico y Chica.
“Puede que caiga en sábado. O caiga el domingo. Y ¿qué te vas a poner?” Sabemos que los trajes protectores fallan.
Yo me pido el bronceador de Ana Mato, que aguanta todo.
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